viernes, 30 de mayo de 2008

Fiesta del Corazón de Jesús (2008)

Hoy es la Fiesta del Corazón de Jesús... Con ello celebramos el núcleo de la experiencia cristiana: el sentirnos amados de manera totalmente gratuita, incondicional y apasionada por Dios... Es lo que reflejan perfectamente las lecturas de la eucaristía de hoy:
  • Deuteronomio 7,6-11:El Señor se enamoró de vosotros y os eligió.

  • 1Juan 4,7-16: Dios es Amor.

  • Mateo 11,25-30: Jesús manso y humilde de corazón.

He encontrado una canción que refleja muy bien esta experiencia. Te invito a escucharla...

jueves, 29 de mayo de 2008

Señor, ¡que vea...! (Mt 10,46-52)

El texto de la curación del ciego Bartimeo es uno de los relatos más conmovedores del Evangelio (Mt 10,46-52)… Jesús está a punto de llegar a Jerusalén. Jericó es la última parada del camino y allí realizará su último milagro. A lo largo del camino de Galilea a Jerusalén, Jesús ha intentado explicar a los discípulos su mensaje, pero ellos han sido incapaces de comprenderlo y cada vez se mostraban más confusos y desconcertados. Ha realizado ya sus tres anuncios de la pasión, en la que revela que el camino del Mesías pasa por el sufrimiento y, sin embargo, en la escena inmediatamente anterior, dos de sus discípulos más allegados, Santiago y Juan, le piden los primeros puestos. El suceso ocurre en Jericó. Este lugar representa la ciudad del bienestar. Es un oasis muy fértil, con una temperatura agradable, por lo que solía ser una ciudad elegida como lugar de descanso. Es la ciudad donde también tuvo el encuentro con Zaqueo del que nos habla Lucas. A la salida de la ciudad se encuentra con un hombre que tiene un nombre propio, Bartimeo, con unas referencias (el hijo de Timeo) y en una situación concreta: es mendigo, ciego y está sentado al borde del camino. En Jericó, la ciudad del bienestar, hay personas que pasan necesidad (mendigo), que no pueden valerse por sí mismas (ciego) y que se encuentran marginadas (al borde del camino), en un estado de total postración (sentadas). Pero el ciego desea salir de su situación. Ha oído hablar de Jesús, de su bondad, de sus milagros y apela precisamente a su compasión. Jesús es de esas personas que no puede ver desgracias a su lado. Y formula una de las oraciones más preciosas: “Señor Jesús, ten misericordia de mí…!” El ambiente no le es favorable, la gente lo manda a callar, lo increpa, pero él no se deja amedrentar y grita aún con más fuerza. Es la perseverancia de la oración, sostenida por la confianza. Jesús escucha y responde. No se mantiene indiferente ante la situación del ciego y su grito, tampoco es mera compasión, actúa. ¿Qué hace? Lo manda a llamar, quiere un encuentro personal, si bien actúa a través de mediaciones (los discípulos). Los discípulos dicen a Bartimeo: “¡Ánimo, levántate, el Maestro te llama!” Y el ciego, pega un salto, deja el manto, lo único que tiene, y responde a la llamada. Jesús establece un diálogo, le pregunta qué quiere. Aquí aparece el enorme contraste con los discípulos. Cuando poco antes había preguntado a Santiago y Juan qué querían, le habían pedido los primeros puestos; en cambio, el ciego, lo que desea es ver, ser iluminado. Jesús no accedió a la petición de los Zebedeos, pero sí a la del ciego... Dios no responde a cualquier petición. A continuación, lo cura y lo despide. El auténtico encuentro con Jesús desencadena en nosotros el deseo y la decisión de seguirlo. Los discípulos siguen ciegos, no pueden ver, por eso siguen al Maestro pero a tientas; Bartimeo ha sido iluminado y, por eso, ha sido capacitado para acompañar al Maestro. Hagamos también nosotros como Bartimeo… Elevemos nuestra oración al Señor, pidámosle ver, ver las cosas como Él las ve, ver el camino que tenemos que seguir para vivir según el Evangelio… Y escuchemos en nuestro interior esta misma llamada: “¡Ánimo, levántate, Jesús te llama, ha escuchado tu grito y quiere verte…” Y sí, levantémonos, pongámonos en pie, y sigamos el camino que Jesús nos indica…

miércoles, 28 de mayo de 2008

¿Cómo ser el primero…? (Mc 10,32-45)

Vivimos en una sociedad competitiva que nos incita, más aún, nos exige ser los primeros… Quien no es el primero de la clase, el primero en llegar a la meta, el primero en una cadena de mando, se puede llegar a sentir profundamente frustrado…
Ser los “primeros” responde a un deseo profundo que llevamos todos dentro y, Jesús, cuenta con ello… ¡Él también nos estimula a ser los primeros! Pero, como siempre, maneja unos criterios muy distintos a los nuestros…
Normalmente se nos enseña que para ser los primeros tenemos que estar por encima de los demás, ser mejores que ellos, de allí muchas de las zancadillas, traiciones y malas artes que se utilizan de muchas formas, algunas de ellas sutiles, para pertenecer a ese selecto grupo de “ganadores”… Y de allí, también, muchas amarguras, al ver que otros nos llevan la delantera o, según nuestros parámetros, son mejores que nosotros, ocupan un mejor puesto, son más reconocidos…
Pero, ¿qué nos dice Jesús al respecto?
El evangelio de hoy nos cuenta un episodio de la vida de Jesús en el que dos de sus apóstoles –Santiago y Juan– le piden sentarse a su derecha y a su izquierda, es decir, ocupar un puesto privilegiado, por encima de sus demás compañeros… Los otros diez se indignaron al escuchar a estos dos hermanos, probablemente no porque les pareciera descabellada su petición, sino porque se les habían adelantado… Si Jesús les concedía lo que pedían, ellos quedarían desplazados, por tanto, lo que sentían era sencillamente envidia… (Mc 10,32-45)
Jesús, sin embargo, va a aprovechar este malestar, para dar una enseñanza… A fin de cuentas les viene a decir: ¿Vosotros queréis ser los primeros? ¡Me parece estupendo! Pues yo os voy a decir como serlo: poneros al servicio de los demás… En el Reino de mi Padre, aquellos que son más valorados son quienes han comprendido la lógica del amor, aquellos que han aprendido a regirse por los valores del Evangelio… Una vez más, se nos invita a vivir como vivió Jesús, que no vino para que le sirvieran sino para servir, que no estuvo en medio de la gente para ponerse por encima de nadie, sino para ser uno de tantos…
¡Cuántas veces buscamos destacarnos en algo y luchamos por ser los mejores! Como dice el refrán, “mejor se cabeza de ratón que cola de león”
¡Destaquémonos en el servicio, pues es lo que más nos asemeja a Jesús…! ¡No luchemos por los primeros puestos… aprendamos a estar en lugares discretos, como el Padre, que nos colma de sus dones y beneficios, manteniéndose en un discreto segundo plano, haciéndonos creer que todo lo hacemos por nuestras propias fuerzas e iniciativas…
Prueba hoy, en algún momento, a ceder el paso, a ceder protagonismo… y observa cómo el Padre sonríe al reconocer en ti las mismas actitudes de su Hijo Jesús…

martes, 27 de mayo de 2008

Hay más felicidad en dar que en recibir... (Mc 10,28-30)

“Quien deje casa, hermanos o hermanas, o madre o padre, o hijos o tierras, por mí y por el Evangelio, recibirá ya ahora, en la vida presente, cien veces más… y en la edad futura, vida eterna.” (Mc 10, 28-30).

Estas palabras de Jesús resultan un poco extrañas, ¿o paradójicas?... A primera vista parecería simple e incluso una buena inversión: Quien deja algo, lo que sea, por seguir a Jesús, recibirá el ciento por uno… Hay quien lo entiende de manera literal y, claro, a la vista está que, entendido así, no funciona, ¿o acaso yo he dado un donativo a Caritas de 10 euros y he recibido a cambio 1.000?
Entonces, ¿qué ha querido decir Jesús?
El ciento por uno supone una cantidad exorbitante… Es decir, aunque muchas veces nosotros vivamos como pérdida lo que entregamos –nuestro tiempo, nuestra comprensión, incluso nuestros bienes– todo lo que damos, vuelve hacia nosotros multiplicado, no en bienes materiales (¡ahí es donde para muchos está el mal entendido!) sino en plenitud, en felicidad interior, pues damos a esos bienes su verdadero sentido…
Jesús no se cansa de repetirlo en el Evangelio: el desprendimiento, la generosidad, la desapropiación proporcionan felicidad… Ya lo decía san Pablo recordando unas palabras de Jesús: "Hay más dicha en dar que en recibir"… Sólo el hecho de dar, tiene en sí su propia recompensa… Quienes han seguido esta invitación de Jesús, lo han experimentado y saben que es verdad…
Sí –como escuché hace poco en una conferencia– Jesús es Maestro de felicidad… En la vida actual muchos se presentan como Maestros de felicidad, pero es una felicidad caduca, superficial porque parte de una premisa equivocada: soy feliz mientras más tengo, mientras más aseguro mi vida… Jesús, en cambio, nos ofrece una felicidad que no se agota, una felicidad que colma nuestros deseos más profundos, una felicidad que crece y se multiplica a medida que salimos de nosotros mismos, que nos entregamos, que aportamos nuestro granito de arena para hacer de nuestro mundo un lugar de hijos y hermanos…

lunes, 26 de mayo de 2008

Si quieres ser feliz... (Mc 10,17ss)

Un día, cuando Jesús iba de camino, se le acercó una persona -algunos dicen que era un joven, aunque en realidad parece más bien una persona madura-, y le preguntó qué tenía que hacer para obtener la vida eterna... La respuesta la conocemos todos: no mates, no robes... es decir, no hagas mal a nadie... Todo podría haber terminado ahí, pues aquel que le había preguntado, no infringía nada de lo que mandaba la Ley... Pero Jesús miró sus ojos y descubrió en ellos insatisfacción... Aquel que se le había acercado no era feliz... Y, entonces, le dijo: Sí, mira, una cosa te falta, vende todo lo que tienes, dalo a los pobres -de este modo tendrás un gran tesoro en el cielo- y, luego, ven y sígueme... (Mc 10, 17ss.). Con estas palabras, Jesús le estaba entregando el secreto de la felicidad... No se trata de "hacer cosas" (¡qué tengo que hacer...!), no basta con no perjudicar a nadie (no robar, no levantar falsos testimonios...), ¡aunque es lo mínimo...! Estamos llamados a algo más... La llamada más profunda es a dar todo lo que somos y tenemos, a entregarlo, a compartirlo con quienes no tienen... ¡La vida nos ha sido dada para entregarla...! Pero, tampoco basta... La felicidad plena la encontramos cuando seguimos a Jesús, cuando Él se convierte en nuestro guía, en nuestro compañero de camino, en nuestra brújula...
Aquel que le preguntó, no esperaba esta respuesta... Y no estuvo en disposición de acogerla... Por eso, frunce el ceño y se marcha triste... Prefirió aferrarse a todo aquello que le daba seguridad sin darse cuenta que, con ello, renunciaba a la felicidad...
Pregúntate, ¿cómo vives la vida? ¿Eres de aquellos que "hacen" cosas, pero no se entregan a sí mismos? ¿O acaso te limitas a no hacer mal a nadie? ¿Qué más podrías hacer para ser realmente feliz? ¿Qué te dice Jesús? ¿Qué significaría para ti seguirlo hoy?

domingo, 25 de mayo de 2008

Cristo con amigos: Video musical

Cristo con amigos: Video musical#links#links
A través de este link puedes acceder a un video de Goyo Hidalgo con la canción: Sin Ti no soy nada.

Yo soy tu alimento... (Corpus Christi)

Hoy domingo, la Iglesia Católica celebra la Fiesta del Corpus Christi, es decir, la Fiesta del Cuerpo y la Sangre de Cristo... Ésta es una fiesta muy antigua; aparece ya como fiesta universal en el s. XIII... Fue cuestionada por la Reforma Protestante, promovida por el Concilio de Trento y, actualmente, es una fiesta particularmente apreciada por la religiosidad cristiana... De hecho, en muchos pueblos y ciudades se hacen con mucha devoción procesiones con el Santísimo expuesto...
El Corpus Christi debería celebrarse el jueves pasado, pero para facilitar la participación de los cristianos, ha sido trasladada al domingo.
Esta fiesta tiene muchísimo sentido... Por una parte, el que Jesús en la Eucaristía salga a la calle, es un modo de expresar el deseo de Dios que siempre ha querido salir al encuentro de las personas... Recorre las calles a la vista de todos, sencillamente para decir "aquí estoy, entre vosotros"... Y el acompañarlo en procesión también es un modo de decirle nosotros: "Aquí estamos, Señor, contigo... Tú has salido a verme, pues yo también salgo a tu encuentro..."
Pero el Señor sale a la calle no sólo para ser acompañado, sino para recordarnos que Él está entre nosotros como alimento... Sale a la calle para decirnos que tiene preparado un banquete en el que podemos reparar nuestras fuerzas... Porque no sólo el cuerpo necesita alimentarse, sino también nuestro espíritu... El camino de la vida es largo y a veces flaquean nuestras fuerzas, hay momentos en que la subida es dura, y necesitamos un alimento que nos sostenga... Y este alimento, que es el mismo Jesús, nos da fuerza para el camino, fuerza para mantenernos fieles en el seguimiento de Jesús, fuerza para amar y servir como Él amó y sirvió, fuerza para vivir con coherencia los valores del Evangelio...
¡Acércate a su mesa, recibe su alimento y da un día más gracias por tener un Dios tan cercano...!

sábado, 24 de mayo de 2008

Una canción para ti...

Escucha esta canción... Te puede ayudar a orar...

Si nos hacemos como niños... (Mc 10,13-16)

Esta mañana, en la eucaristía, seguía profundizando en el texto del Evangelio de Mc 10,13-16, y resonaban una y otra vez en mí estas palabras de Jesús: "Si no os hacéis como niños..."
Ayer escribía ya un comentario sobre esta frase, sobre todo, acerca de cómo entender esa invitación a hacernos como niños para entrar en el Reino de los cielos, es decir, para entrar en la "lógica", en la manera de ver y hacer las cosas de Dios...
Esta mañana, al pensar en los niños, me venían dos características, ambas estrechamente relacionadas... Un niño es alguien que, en principio, es insuficiente, es decir, necesita de otro, normalmente sus padres o, al menos, un adulto, para satisfacer sus necesidades... No es que sea incapaz; un niño es capaz de muchas cosas, pero no podría sobrevivir solo... Sin embaro, esto, no es un problema para él, pues sabe que cuenta con personas, normalmente sus padres, dispuestos a velar por sus necesidades... La insuficiencia y la dependencia son dos características básicas...
Esto me dio una nueva luz... Tal vez se trata de recuperar ambas experiencias en nuestra relación con Dios... Recordar que somos básicamente insuficientes... y no porque no seamos capaces de hacer cosas, pero sabemos bien que hay muchas situaciones que no podemos controlar, tenemos experiencia de que necesitamos de los demás pero, sobre todo, es esencial recuperar la conciencia de que necesitamos experimentar la cercanía y el amor de Dios Padre... Recuperar esa conciencia de nuestra radical necesidad de Dios y, al mismo tiempo, recuperar nuestra conciencia de depender de Él, no como algo negativo, sino todo lo contrario, saber que dependemos de Él es tener la experiencia de que estamos en sus manos, en buenas manos... Nuestra vida, en su sentido más profundo y pleno, no depende de los demás ni de las circunstancias, está sólo en manos de Dios... y esto, una vez más, es fuente de seguridad y confianza...
Éste es el secreto de tantas personas que conservan la paz y la serenidad en medio de situaciones difíciles, angustiosas, conflictivas, incluso injustas, en medio de situaciones que parecen no tener salida...
Pongámonos confiadamente en manos de Dios, entreguémosle todas nuestras preocupaciones... no como quien se "despreocupa" de su vida, sino como quien se ocupa descansadamente, porque confía en que la vida, está en manos de un Padre bondadoso que nos cuida y protege...

viernes, 23 de mayo de 2008

Hay que estar ante Dios como un niño… (Mc 10,13-16)

En aquel tiempo, le acercaban a Jesús niños para que los tocara, pero los discípulos les regañaban. Al verlo, Jesús se enfadó y les dijo: "Dejad que los niños se acerquen a mí: no se lo impidáis; de los que son como ellos es el reino de Dios. Os aseguro que el que no acepte el reino de Dios como un niño, no entrará en él." Y los abrazaba y los bendecía imponiéndoles las manos. (Mc 10,13-16)

Muchos hemos escuchado decir que para entrar en el Reino de los cielos tenemos que ser como niños. Pero, ¿qué quiere decir esto exactamente? ¿Acaso sólo las personas infantiles se relacionan con Dios? Esto no puede ser, pues la relación con Dios nos va ayudando a madurar como personas. ¿O es que se nos propone a los niños como modelo de ingenuidad? Tampoco parece lo más probable, pues los niños, la verdad, no siempre suelen ser tan ingenuos como se los representan; más aún, pueden llegar a ser crueles con sus compañeros… ¿Entonces…? ¿Qué nos ha querido enseñar Jesús?
Un niño es sencillamente alguien que no se entiende a sí mismo de manera autónoma y, menos aún, independiente… Lo propio de un niño es vivir en referencia a su madre… Un niño se siente seguro sencillamente porque ella está cerca… Un niño crece con confianza básica porque tiene la convicción de que su padre lo va a proteger… Y, sí, esta es la actitud espiritual que necesitamos para relacionarnos con Dios, la del niño que se siente seguro en manos de su padre, como el niño que descansa sereno en el regazo de su madre… Dios es nuestro Padre, es nuestra Madre, por eso, quien vive con esa actitud de apertura, de confianza en Él, puede mantener con Él una relación cercana, vital, afectiva…
Haz hoy tu oración intentando mantener esa actitud… Imagínate por un instante como un niño en el regazo de su madre… como una niña, agarrada segura de la mano de su padre… Experimenta esa paz, esa seguridad, esa confianza… y deja que esa paz y esa confianza te inunden por dentro y vaya luego impregnando tu vida… Deja tus problemas, tus preocupaciones en él… como un niño se abandona seguro y confiado en quien, para él, todo lo puede…

¿Qué es la vida eterna? (Jn 17,3)

"Ésta es la vida eterna: que te conozcan a ti, Padre, él único Dios verdadero, y al que tú has enviado, Jesucristo" (Jn 17, 3).
Es increíble pensar que la vida eterna empieza ya aquí, ahora, no en el "más allá"... Y la vida eterna no es algo "misterioso", desconocido o inaccesible... La vida eterna empieza ya aquí y ahora y está al alcance de cada uno de nosotros, como algo que se nos ofrece y que, sencillamente, debemos acoger...
¿Qué es la vida eterna? Es haber descubierto a Dios en nuestra vida... Y no a cualquier Dios, sino al único Dios verdadero, al Dios que nos ha revelado Jesús, un Dios al que podemos llamar Padre, es decir, un Dios que es fuente de amor, de confianza, de seguridad...
Jesús nos dice que disfrutar de la vida eterna es "conocer" al Padre... Y en la Biblia "conocer" significa tener experiencia... No es algo meramente intelectual sino existencial, vital, personal... Cuando se ha experimentado que Dios realmente "existe", la vida se llena de confianza básica, la confianza de sabernos en buenas manos, en las manos de un Dios que nos ama, nos cuida, nos acompaña a lo largo de nuestro camino... Y no porque la vida esté exenta de dificultades, sino porque, en medio de esas dificultades, nos sabemos en sus manos y, con Él, estamos seguros...
Dedica unos minutos de tu día a hacerte consciente de esto, dedica unos instantes a sentir que estás en manos de Dios Padre... Cierra los ojos, ponte en sus manos, deposita en Él todas tus preocupaciones, tus sueños... y experimenta la vida que corre en tu interior y que inunda todo tu ser de luz y de sentido... Y lleva esa luz y esa esperanza a aquellos que hoy encontrarás en tu camino.

Cuando oréis decid: Padre (Juan 17)

Muchos presentan el c. 17 del evangelio de san Juan como la Oración Sacerdotal de Jesús, sin embargo, hay autores, concretamente Secundino Castro en su comentario a este evangelio, que dice que el c. 17 es el Padrenuestro en la versión joanea.
El comienzo del capítulo es precioso... Jesús levanta los ojos al cielo y la primera palabra que sale de sus labios es "Padre"... La oración, a fin de cuentas, es tan simple como eso, elevar nuestros ojos al cielo, es decir, elevar la mirada y el corazón a Dios y llamarlo Padre... Levantar la mirada del suelo, de nuestros problemas, de tantos acontecimientos que muchas veces nos agobian y dirigirla al Padre... Repetir en lo profundo de nuestro corazón "Padre" y dejar que resuene dentro, experimentando todo lo que esta palabra nos transmite: seguridad, confianza, apoyo...
Hoy haz sencillamente eso... en algún momento del día... sólo necesitarás unos segundos... levanta los ojos al cielo y deja que resuene dentro de ti: Padre... y en esa palabra deposita todo aquello que te preocupa... Entrégaselo y recibe de Él, de tu Padre, la serenidad, la paz que tanto necesitas y que Él está deseando darte.