miércoles, 30 de diciembre de 2009

Oración de Fin de Año

Al terminar el año, siempre se tiende a hacer un “balance” de todo lo ocurrido… Se hace un balance contable, ver las pérdidas y ganancias… Un balance político, un balance… Con ello, a fin de cuentas, queremos ver si ha sido un año bueno o un año malo…

La Iglesia Católica, en el último día del año, tiene una hermosa liturgia denominada “Te Deum”, en alusión a las primeras palabras de un himno compuesto en latín que empieza diciendo: “A Ti, Señor…” Este hermoso cántico es, sobre todo, un himno de Acción de Gracias… Con ello se nos invita a terminar el año no mirándonos a nosotros mismos, lo que hemos hecho o dejado de hacer, lo que nos ha ido bien, mal o regular, sino mirando a Dios, de quien procede todo bien… Se nos invita a ver el año que está a punto de terminar con unos ojos y un corazón agradecidos… A pesar de todos los pesares, Dios siempre nos ha bendecido con su amor, con su gracia, con su presencia… La bendición de Dios no es la ausencia de calamidades; éstas forman parte de la vida. Su bendición es su compañía amorosa que nos permite caminar por la vida de manera confiada y segura, en medio de las dificultades y sufrimientos… Su bendición son tantos beneficios, pequeños y grandes, con los que rodea nuestra existencia, la salud, los amigos, el trabajo, la fe… Su bendición es su vida que nos habita, su amor que nos envuelve, su misericordia que nos acoge como somos, en nuestras debilidades y pecados…

Por eso, os invito a terminar esta año haciendo una oración de acción de gracias… Podéis uniros a alguna que ya esté organizada en vuestras parroquias (en muchos lugares se tienen vísperas o eucaristías dedicadas a este fin). Pero también os invito a hacer vuestra propia oración de fin de año. Podéis hacerla de manera individual o podéis hacerlo en familia o con amigos que deseen unirse a esta intención.

Su estructura es muy sencilla.

  1. Nos ponemos en la presencia del Señor. Podemos encender una vela, hacer la señal de la cruz…
  2. Dedicamos unos minutos a pensar en todo lo vivido durante el año que estamos a punto de terminar y cada uno intenta destacar al menos tres cosas por las que le daría gracias a Dios… Después de un momento de silencio, las podemos compartir en voz alta, diciendo: Te doy gracias, Señor por…
  3. A continuación, dedicamos también unos minutos a pedir perdón por aquello que nos gustaría haber hecho de otro modo… Por no haber amado lo suficiente, por… Dejamos unos minutos en silencio y, luego, lo podemos compartir, o en voz alta, o podemos sencillamente escribirlo en un papel y depositarlo en un recipiente para, al terminar, quemarlos, como señal de que el Señor perdona todas nuestras faltas y recoge nuestros buenos deseos.
  4. Podemos terminar la oración presentándole al Señor nuestros deseos, peticiones e intenciones para el año que está a punto de comenzar… Esto también sería bueno hacerlo en voz alta… (os puede ayudar la oración que os propuse el año pasado).
  5. Terminamos rezando un Padrenuestro, un Ave María y un Gloria.

Que terminemos el año con el corazón agradecido y con el deseo de que el año que estamos a punto de estrenar, lo vivamos en la presencia del Señor, con el deseo de amarlo y servirlo mejor en todos aquellos que nos rodean.

domingo, 27 de diciembre de 2009

Fiesta de la Sagrada Familia (2009)

El primer domingo después de la Navidad, la Iglesia celebra la fiesta de la Sagrada Familia. Ésta es también una buena oportunidad para la reflexión…

En muchos países, el tema de la familia se ha convertido en un argumento de contenido ideológico… Pretenden presentar la familia, tal como se ha entendido toda la vida, como algo anacrónico, asociando la comprensión de la familia compuesta sencillamente por el padre, la madre y los hijos, como una concepción “tradicional” y “conservadora” (en el peor de los sentidos), defendida por la Iglesia Católica. En cambio, intentan “vendernos”, ¿o imponernos?, otros “modelos de familia”, como si éstas fueran posturas más “progresistas” y abiertas…

Plantear este tema como algo ideológico, lo único que hace es enturbiar el debate…

La familia no es algo ideológico… Si hay algo “natural”, entendido como algo sencillamente espontáneo, es la familia… ¿O acaso no es lo más natural del mundo que un niño crezca rodeado del amor de aquellos que lo han concebido y lo han traído al mundo, y que están dispuestos a dar su vida por él, por su bienestar?

Hay demasiados estudios que demuestran que el ámbito más sano en el que un ser humano puede crecer y desarrollarse es precisamente un ámbito en el que el amor sea la atmósfera natural. Y, sin duda, este ámbito, normalmente, es la familia… Estos mismos estudian que donde falta estabilidad familiar y el amor de los padres ha estado ausente, queda seriamente comprometida la maduración de la persona… Y eso, como veréis, no tiene nada que ver con la religión católica… Si la Iglesia Católica –y no sólo– defiende este planteamiento, no es por razones “dogmáticas”, sino porque su único interés es la defensa y el bienestar de los más pequeños, los más indefensos, en este caso, los niños…

Para colmo, el debate se plantea dentro de la defensa de los derechos individuales… ¡Cada uno puede vivir como quiere y con quien quiera…! Y, sí, sin duda… Pero el tema no es ese, sino lo que está en juego es el bienestar de terceros, de niños a los que se les quiere hurtar el derecho a crecer rodeados de sus progenitores, de un padre, de una madre y, ojalá, de hermanos… No se trata de defender mis derechos individuales, sino de defender el derecho de los más débiles y los más pequeños…

En este contexto, celebrar la Fiesta de la Sagrada Familia, tiene particular importancia…

El día de Navidad celebrábamos esa increíble decisión de Dios de hacerse uno de nosotros, de compartir nuestra suerte… Y hoy celebramos que el ámbito en el que quiso crecer y desarrollarse fue el de una familia sencilla, trabajadora…

No vino ya adulto, formado, “terminado”… sino que se fue “haciendo” y, para ello, necesitó de una madre y de un padre que lo acompañara en este “irse haciendo hombre”.

No caigamos en la provocación de politizar el debate… Defendamos la familia no por ideología, sino por convicción… Y si esto es ser “conservadores”, ¡seámoslo!... Definitivamente hay cosas que hay que conservar si queremos ayudar a construir una sociedad más sana y deseamos a nuestros niños un futuro rodeado del cariño de sus padres…

lunes, 21 de diciembre de 2009

Una Navidad diferente (Colaboración)

Te invito a celebrar una Navidad distinta, con algo más de conciencia en que en Navidad, Jesús es quien cumple años y lógicamente todos queremos homenajear al Cumpleañero, pero lo cierto es que siendo el Cumpleaños de Jesús, nos regalamos entre nosotros solamente. Hoy quiero que junto a esta experiencia, vivas el Evangelio y te diré cómo hacerlo.

Cuando salgas de compras para esos regalos que irán debajo del árbol, dispondrás de unas monedas más, para comprar un regalo extra, ese regalo también irá debajo del árbol pero la etiqueta o tarjeta dirá, “Para Jesús que vive en Ti”, solo eso dirá, no importa lo que contenga el regalo.

Si tu economía es buena, comprarás o un juguete o una prenda de vestir nueva, si tu economía es pequeña, comprarás unos dulces solamente, no importa el valor de lo que hay en el interior, el valor estará en la etiqueta o tarjeta que pondrás externamente.

Cuando tengas ese paquetito listo, lo pondrás debajo del árbol navideño, y el día 25, cuando se repartan los regalos a todos, el único que deberá quedar debajo del árbol será el de Jesús, porque es para Él. A partir del día 26 llevarás en tu bolso o maletín ese regalo contigo o lo dejarás en tu casa, esperando a que Jesús lo venga a retirar, eso lo eliges tú.

Seguramente en esos días, alguien, algún pequeño, alguna persona con carencias, alguien que necesita, te dirá que le ayudes, ese es Jesús que viene a buscar su regalo, dáselo pero sobretodo que la tarjeta o etiqueta esté en el presente, entonces esa persona leerá lo que tú has escrito, "Para Jesús que vive en Ti".

Te puedo asegurar que te emocionarás, y esa persona que Dios ha puesto en tu camino, jamás olvidará lo que allí leerá y por siempre le quedará en su alma, entonces allí se habrá cumplido el Evangelio "Todo lo que hagas al más pequeño, a Mí me lo haces".

Juntos hagamos que esta Navidad, nos deje una enseñanza en el alma, sé que todos tienen problemas económicos, al menos la gran mayoría, pero un dulce... no hará más pobre a ninguno de nosotros y les aseguro que será el dulce más dulce del mundo.

domingo, 20 de diciembre de 2009

IV Domingo de Adviento (Ciclo C): "Rasgos de María"

Durante este Adviento he preferido compartir con vosotros los comentarios de J. A. Pagola a los textos de la liturgia. Una semana más, aquí lo tenéis.

La visita de María a Isabel le permite al evangelista Lucas poner en contacto al Bautista y a Jesús antes incluso de haber nacido. La escena está cargada de una atmósfera muy especial. Las dos van a ser madres. Las dos han sido llamadas a colaborar en el plan de Dios. No hay varones. Zacarías ha quedado mudo. José está sorprendentemente ausente. Las dos mujeres ocupan toda la escena.

María que ha llegado aprisa desde Nazaret se convierte en la figura central. Todo gira en torno a ella y a su Hijo. Su imagen brilla con unos rasgos más genuinos que muchos otros que le han sido añadidos posteriormente a partir de advocaciones y títulos más alejados del clima de los evangelios.

María, «la madre de mi Señor». Así lo proclama Isabel a gritos y llena del Espíritu Santo. Es cierto: para los seguidores de Jesús, María es, antes que nada, la Madre de nuestro Señor. Éste es el punto de partida de toda su grandeza. Los primeros cristianos nunca separan a María de Jesús. Son inseparables. «Bendecida por Dios entre todas las mujeres», ella nos ofrece a Jesús, «fruto bendito de su vientre».

María, la creyente. Isabel la declara dichosa porque «ha creído». María es grande no simplemente por su maternidad biológica, sino por haber acogido con fe la llamada de Dios a ser Madre del Salvador. Ha sabido escuchar a Dios; ha guardado su Palabra dentro de su corazón; la ha meditado; la ha puesto en práctica cumpliendo fielmente su vocación. María es Madre creyente.

María, la evangelizadora. María ofrece a todos la salvación de Dios que ha acogido en su propio Hijo. Ésa es su gran misión y su servicio. Según el relato, María evangeliza no sólo con sus gestos y palabras, sino porque allá a donde va lleva consigo la persona de Jesús y su Espíritu. Esto es lo esencial del acto evangelizador.

María, portadora de alegría. El saludo de María contagia la alegría que brota de su Hijo Jesús. Ella ha sido la primera en escuchar la invitación de Dios: «Alégrate...el Señor está contigo». Ahora, desde una actitud de servicio y de ayuda a quienes la necesitan, María irradia la Buena Noticia de Jesús, el Cristo, al que siempre lleva consigo. Ella es para la Iglesia el mejor modelo de una evangelización gozosa.

jueves, 17 de diciembre de 2009

Cuento: Ángeles de los caminos

Os comparto este lindo cuento del P. Manuel Pablo Maza Miquel, S.J. que puede ambientarnos para vivir estos últimos días del Tiempo de Adviento para prepararnos a la venida del Señor.

Fue el Sábado siguiente a su primera comunión. Montábamos el nacimiento. Íbamos liberando una a una las figuras de su prisión de papel periódico. Las desenvolvíamos con un respeto especial. Por primera vez en mi vida, no era Mamá quien ponía el nacimiento. Isabel y yo habíamos tomado su lugar.
Isabel agarró mis manos entre las suyas: -- Papá, prométeme que vamos a comulgar juntos en la misa de la noche de Navidad.— Yo sabía que mi fiscal adorada, me llevaría ante su corte por haberme quedado en el banco, la mañana de su primera comunión. Desde hacía años, mi fe estaba entre paréntesis, arrumbada entre los recuerdos de los lejanos días del Colegio. Para distraerla, le dije:
- Maneja con cuidado esos angelitos. ¿Dónde los vas a poner?
- Este año, los voy a poner en el camino que lleva a la cueva de Belén. Hacen falta ángeles en la tierra y sobre todo en el camino. Papá, ¡que Jesús te dé ojos para ver los ángeles de tus caminos!
¿Sería la sonrisa encantadora de mi hija? Me asaltó una paz nueva y dulce que me liberaba de mi cinismo de adulto instalado en el egoísmo y la trampa. Desde adentro me invitaban a creer en el bien. Mi celular vibraba. Me llamaban del “Reid Cabral”. Cuando instalé el aparato para ponerles oxígeno a los niños, le dejé mi celular a una de las monjas. Me puse en camino. Logré cruzar las marañas de los conchos, voladoras y estudiantes de la UASD. Casi daban las doce del día. La calle quemaba y reverberaba como un sartén sin aceite. En medio del tapón de la Correa y Cidrón con Lincoln, con su semáforo apagado, me quedé boquiabierto al ver a mi primer ángel. Tenía la piel tostada por el sol. Cojeaba decidido entre los carros, en la derecha un cubo pesado y en la izquierda dos botellitas de agua chorreando frío. Iba voceando: --¡Agua! ¡Agua, con hielito!-- A veces los conchos les acariciaban sus alas enormes, ni él ni nadie parecía verlas. --¡Agua!-- Siempre sonriente, dejó que una doña, con un niño en brazos envuelto en una toalla, metiera la mano en el cubo con hielo para luego pasársela por la cara al niño, y luego, por su propia cara. Después pensé que irían para el hospital. En el “Angelita” vi dos ángeles más. En la sala donde estaba el oxígeno, una muchacha de rostro sereno y amable se iba inclinando de camita en camita, para conversar con cada niño. -- ¿Y cómo te va hoy José? ¡Las águilas ganaron anoche!-- Sus alas eran hermosísimas, color dorado. Resplandecieron todavía más cuando empezó a hablar por el celular: -- Doña Rosa Emilia, yo sé que no hay cuartos, pero a este niño hay que llevárselo hoy mismo para el Oncológico. Ya veremos qué inventamos…-- Por el pasillo, pasó otro ángel con bata blanca, caminaba solemne y serio, llevando dos radiografías en la mano derecha. — Las gentes que se encontraban con él en el pasillo atravesaban sus alas. ¿Acaso era yo el único que las veía?
De regreso a casa, todavía me topé en la calle con otro ángel. Iba en chancletas en el centro de una trulla de niños y niñas en uniforme escolar todos agarrados de manos. La Doña ángel relojeaba en la acera con su tropa. A su voz de mando, todos cruzaron en carrera la Lincoln hacia Matahambre, entre risas y gritos. Las alas inmensas del ángel en chancletas cobijaban a todos los niños a derecha e izquierda. La sorpresa mayor me aguardaba en casa. Me asomé a la cocina de donde salía un murmullito. Un lápiz le dirigía la mano a Santa, que penosamente escribía: “ala, alondra, álamo…”. Mi Isabel le sonreía: -- Santa, ánimo también se escribe con a— ¡Arriba, adelante!--. ¡Mi Isabel también mecía en su espalda dos alas preciosas! Ahora en la misa del gallo, no me atrevo a mirar para el nacimiento. Con los ojos cerrados, estrecho las manos de mis dos Isabeles, mientras aguardo el encuentro que deseo y temo.

martes, 15 de diciembre de 2009

"Una voz se oye" (Colaboración)

Una voz se oye y dice que en el silencio de lo más pequeño, de lo más sencillo, de lo más humilde está la Luz que necesito para mi camino.
Una voz se oye y dice que me pare, que entre y descanse, que no deje mi pesado equipaje fuera, que pase con él, pues con este Rescoldo, la carga será más llevadera.
Una voz se oye y dice que me deje inundar de esa LUZ, de ese Calor, que esta Fuente de Energía es inagotable, limpia y gratis para todos, que cualquiera puede acceder a ella.
Una voz se oye y dice, susurrando, sin gritos, pero de forma constante e insistente: "Alegraos, no hay nada perdido, la Esperanza sigue viva".
Pero yo estoy muy triste y muy cansada. Quiero descansar en ese Silencio, quiero alegrarme en ese Calor, quiero que esa Luz me llene. Sé lo que tengo que hacer: ENTRAR y, solamente, ESTAR, pero es tan difícil...
FELIZ NAVIDAD

domingo, 13 de diciembre de 2009

III Domingo de Adviento (Ciclo C): "Repartir con el que no tiene"

Este tercer domingo de Adviento es el llamado Domingo "laetare", es decir, el domingo dedicado a la alegría. Hoy os invito, con palabras de San Pablo, a "estar siempre alegres en el Señor" y, ¿por qué?, ¿porque todo nos va bien o porque no hay dificultades? No, sino porque el Señor esta cerca, el Señor se ha querido hacer uno de nosotros y camina a nuestro lado.
Os recuerdo que este tercer domingo tenéis que encender la vela rosada.

Como en los dos domingos anteriores, os comparto el comentario de José Antonio Pagola a las lecturas de la liturgia del día. Él nos acompañará a lo largo de este camino de Adviento, para prepararnos al nacimiento de Jesús.

La Palabra del Bautista desde el desierto tocó el corazón de las gentes. Su llamada a la conversión y al inicio de una vida más fiel a Dios despertó en muchos de ellos una pregunta concreta: ¿Qué debemos hacer? Es la pregunta que brota siempre en nosotros cuando escuchamos una llamada radical y no sabemos cómo concretar nuestra respuesta.

El Bautista no les propone ritos religiosos ni tampoco normas ni preceptos. No se trata propiamente de hacer cosas ni de asumir deberes, sino de ser de otra manera, vivir de forma más humana, desplegar algo que está ya en nuestro corazón: el deseo de una vida más justa, digna y fraterna.

Lo más decisivo y realista es abrir nuestro corazón a Dios mirando atentamente a las necesidades de los que sufren. El Bautista sabe resumirles su respuesta con una fórmula genial por su simplicidad y verdad: «El que tenga dos túnicas, que las reparta con el que no tiene; y el que tenga comida, haga lo mismo». Así de simple y claro.

¿Qué podemos decir ante estas palabras quienes vivimos en un mundo donde más de un tercio de la humanidad vive en la miseria luchando cada día por sobrevivir, mientras nosotros seguimos llenando nuestros armarios con toda clase de túnicas y tenemos nuestros frigoríficos repletos de comida?

Y ¿qué podemos decir los cristianos ante esta llamada tan sencilla y tan humana? ¿No hemos de empezar a abrir los ojos de nuestro corazón para tomar conciencia más viva de esa insensibilidad y esclavitud que nos mantiene sometidos a un bienestar que nos impide ser más humanos?

Mientras nosotros seguimos preocupados, y con razón, de muchos aspectos del momento actual del cristianismo, no nos damos cuenta de que vivimos "cautivos de una religión burguesa". El cristianismo, tal como nosotros lo vivimos, no parece tener fuerza para transformar la sociedad del bienestar. Al contrario, es ésta la que está desvirtuando lo mejor de la religión de Jesús, vaciando nuestro seguimiento a Cristo de valores tan genuinos como la solidaridad, la defensa de los pobres, la compasión y la justicia.

Por eso, hemos valorar y agradecer mucho más el esfuerzo de tantas personas que se rebelan contra este "cautiverio", comprometiéndose en gestos concretos de solidaridad y cultivando un estilo de vida más sencillo, austero y humano.

sábado, 12 de diciembre de 2009

Adviento (Colaboración)

Tercer domingo de Adviento… paso a paso una vez más se acerca la hora de celebrar el nacimiento de Jesús. Las calles ya están llenas de luces, los ruidos han aumentado para llamar nuestra atención. Una vez más se nos invita con insistencia a que busquemos la felicidad fuera de nosotros mismos.

Una vez más, Dios se nos hace presente en ese niño que esperamos que nazca, para que cada uno de nosotros buceemos en nuestro interior y encontremos la parte de Dios mismo que llevamos dentro, la que nos ha sido “dada” para hallar la felicidad.

Demos armonía a nuestras vidas contemplando la Humanidad que derrocha ese niño que va a nacer, hagamos como José y María en el portal de Belén, contemplaban a Jesús.

jueves, 10 de diciembre de 2009

Simbolismo de la Corona de Adviento

La Corona de Adviento está cargada de significado… Vamos a detenernos en el sentido que tiene su forma circular y las cuatro velas en ella colocadas.

La forma circular

El círculo, desde la antigüedad, significa la eternidad y la unidad, puesto que no tiene ni principio ni fin; representa también el sol y su ciclo anual, ese continuo repetirse sin agotarse jamás; precisamente por eso representa a Cristo… Cristo es Alfa y Omega (como bien celebramos en la Pascua), Principio y Fin… Suyos son el tiempo y la eternidad; suya es nuestra vida; por eso la historia está segura, la Historia (con mayúscula) y nuestra pequeña historia, pues en su origen y en su término está siempre el Señor… De Él venimos y hacia Él se orienta nuestra existencia…
Al igual que el anillo (concretamente una alianza), que es también un círculo sin interrupción, la corona es también signo de fidelidad, la fidelidad de Dios a sus promesas…
Precisamente por eso, la corona tiene que tener una forma circular… No basta que sea un arreglo florar decorado con 4 velas…
Por otra parte, la corona es signo de realeza y de victoria. En la antigua Roma, los vencedores en los juegos o en alguna batalla, eran coronados con una corona de laurel. Así, la corona de Adviento anuncia que aquel Niño al que esperamos es el rey que quiere implantar un mundo donde reine el amor, la justicia y la paz.
A su vez, la corona está hecha con ramas verdes de abeto o de pino… El color verde es signo de vida, de esperanza… Con ello ponemos de manifiesto que Jesús ha vencido la muerte, está vivo en medio de nosotros y, por ello, es fuente de Vida. Hay quien también relaciona estas ramas con la entrada de Jesús en Jerusalén el Domingo de Ramos… Acogiéndole de este modo, lo reconocían como Mesías, el Esperado… Hoy también nosotros queremos acogerlo en nuestra vida…
Ahora entenderéis por qué la Corona de Adviento auténtica no debería ser un simple adorno de arcilla, porcelana o cualquier otro material “inerte”… ¡La Corona debe estar formada por ramas vivas!

Las velas

Las cuatro velas representan las cuatro semanas del tiempo de Adviento…
El irlas encendiendo poco a poco, una cada semana, nos ayuda a caer en la cuenta de cómo poco a poco nos vamos acercando a la Navidad, a la celebración del nacimiento de Jesús…
Pero, ¿por qué unas velas? ¿No podría ser otro objeto…?
¡Pues no…! El ir encendiendo las velas, pone de manifiesto la victoria de la luz sobre las tinieblas…
Jesús es la Luz del mundo, es el que vence todas las sombras y tinieblas que nos rodean o que enturbian nuestro interior… Es la Luz que nos ayuda a conocer el Padre; la Luz que nos permite caminar por el camino correcto… Por eso, para destacar este significado, se recomienda que las velas se enciendan por la noche; y si no puede hacerse a esa hora, que al menos se intente crear un ambiente oscuro.
Recordemos que originariamente las velas eran tres de color violeta y una de color rosa. El violeta significa nuestra actitud de conversión y penitencia para prepararnos a acoger el nacimiento de Jesús; en cambio, la rosa, es signo de alegría… Por eso, esta tercera vela que vais a encender este domingo es precisamente la rosada, puesto que el Tercer domingo de Adviento es el que conocemos como Domingo “Gaudete”, pues toda la liturgia está llena de alegría al acercarse el nacimiento del Salvador… Incluso antiguamente, el sacerdote llevaba una casulla de ese color…
Hoy, sin embargo, esta tradición se vive de modos diversos. Así, por ejemplo, en Suecia todas las velas son de color blanco y en Austria son de colores: violeta, rojo, rosa y blanco… En todo caso, siempre mantienen el mismo significado: Celebramos la luz que vence las tinieblas, a Cristo Luz del mundo, y vamos preparando el corazón para la gran fiesta que se aproxima…

domingo, 6 de diciembre de 2009

II Domingo de Adviento (Ciclo C): "En el marco del desierto"

Os comparto el comentario de José Antonio Pagola a las lecturas de este segundo domingo de Adviento.

Lucas tiene interés en precisar con detalle los nombres de los personajes que controlan en aquel momento las diferentes esferas del poder político y religioso. Ellos son quienes lo planifican y dirigen todo. Sin embargo, el acontecimiento decisivo de Jesucristo se prepara y acontece fuera de su ámbito de influencia y poder, sin que ellos se enteren ni decidan nada.

Así aparece siempre lo esencial en el mundo y en nuestras vidas. Así penetra en la historia humana la gracia y la salvación de Dios. Lo esencial no está en manos de los poderosos. Lucas dice escuetamente que «la Palabra de Dios vino sobre Juan en el desierto», no en la Roma imperial ni en el recinto sagrado del Templo de Jerusalén.

En ninguna parte se puede escuchar mejor que en el desierto la llamada de Dios a cambiar el mundo. El desierto es el territorio de la verdad. El lugar donde se vive de lo esencial. No hay sitio para lo superfluo. No se puede vivir acumulando cosas sin necesidad. No es posible el lujo ni la ostentación. Lo decisivo es buscar el camino acertado para orientar la vida.

Por eso, algunos profetas añoraban tanto el desierto, símbolo de una vida más sencilla y mejor enraizada en lo esencial, una vida todavía sin distorsionar por tantas infidelidades a Dios y tantas injusticias con el pueblo. En este marco del desierto, el Bautista anuncia el símbolo grandioso del «Bautismo», punto de partida de conversión, purificación, perdón e inicio de vida nueva.

¿Cómo responder hoy a esta llamada? El Bautista lo resume en una imagen tomada de Isaías:«Preparad el camino del Señor». Nuestras vidas están sembradas de obstáculos y resistencias que impiden o dificultan la llegada de Dios a nuestros corazones y comunidades, a nuestra Iglesia y a nuestro mundo. Dios está siempre cerca. Somos nosotros los que hemos de abrir caminos para acogerlo encarnado en Jesús.

Las imágenes de Isaías invitan a compromisos muy básicos y fundamentales: cuidar mejor lo esencial sin distraernos en lo secundario; rectificar lo que hemos ido deformando entre todos; enderezar caminos torcidos; afrontar la verdad real de nuestras vidas para recuperar un talante de conversión. Hemos de cuidar bien los bautizos de nuestros niños, pero lo que necesitamos todos es un «bautismo de conversión».

jueves, 3 de diciembre de 2009

Liturgia de la Corona de Adviento

Un año más, os propongo recuperar la tradición de La Corona de Adviento
Hacerla es muy sencillo. Con unas ramas preferiblemente de pino se elabora una corona. Entre sus ramas, a igual distancia, se colocan tres velas moradas y una rosada. Si no tienes en este color, usa velas blancas y colócales un listón morado y rosado. Hay quien utiliza velas de colores, dándoles a cada una un significado: verde (esperanza), blanca (paz), amarilla (alegría), roja (amor). El simbolismo consiste en encender una vela cada semana y hacer una sencilla oración en familia o con unos amigos. El encender progresivamente las velas, semana tras semana, indica la Luz del Padre, que es Cristo, que está por venir y a quién nos acercamos progresivamente. Es también recomendable que la corona esté en un lugar visible, como en medio de la mesa familiar.

Oración para el primer domingo:

Encendemos, Señor, esta luz,como aquel que enciende su lámpara para salir en la noche,al encuentro del amigo que ya viene.
En esta primera semana del Advientoqueremos levantarnos para esperarte preparados,para recibirte con alegría.

Muchas cosas no nos permiten verte.Muchas situaciones nos adormecen.Queremos estar despiertos y vigilantes,porque tú nos traes la luz más clara,la paz más profunda,y la alegría más verdadera.

¡Ven, Señor Jesús! ¡Ven, Señor Jesús!

Oración para el segundo domingo:

Los profetas mantenían encendidala esperanza de Israel.
Nosotros, como un símbolo,encendemos estas dos velas.

El viejo tronco está rebrotando,florece el desierto...
La humanidad entera se estremeceporque Dios se ha sembrado en nuestra carne.

Que cada uno de nosotros, Señor,te abra su vida para que brotes, para que florezcas, para que nazcas,y mantengas en nuestro corazónencendida la esperanza.

Ven pronto, Señor! ¡Ven, Salvador!

Oración para el tercer domingo:

En las tinieblas se encendió una luz,en el desierto clamó una voz.
¡Alegraos! ¡El Señor va a llegar!
Preparad sus caminos, porque ya se acerca.

Adornad vuestro corazón como una novia que se engalana el día de su boda.
¡Ya está cerca…!
Como Juan el Bautista, el mensajero…
Él no es la luz, sino el que nos anuncia la luz
que ya despunta en el horizonte.

Cuando encendemos estas tres velascada uno de nosotros quiere serantorcha tuya para que brilles,llama para que calientes.

¡Ven, Señor, a salvarnos,envuélvenos con tu luz, caliéntanos en tu amor.

Oración para el cuarto domingo:

Al encender estas cuatro velas, en el último domingo,pensamos en Ella, la Virgen,tu madre y nuestra madre.
Nadie te esperó con más ansia,con más ternura, con más amor.
Nadie te recibió con más alegría.

Te sembraste en Ella,como el grano de trigo se siembra en el surco.
Y en sus brazos encontraste la cuna más hermosa.
También nosotros queremos prepararnos así:
en la fe, en el amor y en el trabajo de cada día.

¡Ven pronto, Señor! ¡Ven a salvarnos!

domingo, 29 de noviembre de 2009

I Domingo de Adviento (Ciclo C) "Estad siempre despiertos"

Os comparto este comentario de José A. Pagola para las lecturas de este primer domingo de Adviento.

Los discursos apocalípticos recogidos en los evangelios reflejan los miedos y la incertidumbre de aquellas primeras comunidades cristianas, frágiles y vulnerables, que vivían en medio del vasto Imperio romano, entre conflictos y persecuciones, con un futuro incierto, sin saber cuándo llegaría Jesús, su amado Señor.

También las exhortaciones de esos discursos representan, en buena parte, las exhortaciones que se hacían unos a otros aquellos cristianos recordando el mensaje de Jesús. Esa llamada a vivir despiertos cuidando la oración y la confianza son un rasgo original y característico de su Evangelio y de su oración.

Por eso, las palabras que escuchamos hoy, después de muchos siglos, no están dirigidas a otros destinatarios. Son llamadas que hemos de escuchar los que vivimos ahora en la Iglesia de Jesús en medio de las dificultades e incertidumbres de estos tiempos.

La Iglesia actual marcha a veces como una anciana "encorvada" por el peso de los siglos, las luchas y trabajos del pasado. "Con la cabeza baja", consciente de sus errores y pecados, sin poder mostrar con orgullo la gloria y el poder de otros tiempos.

Es el momento de escuchar la llamada que Jesús nos hace a todos.

«Levantaos» , animaos unos a otros. «Alzad la cabeza» con confianza. No miréis al futuro solo desde vuestros cálculos y previsiones. « Se acerca vuestra liberación». Un día ya no viviréis encorvados, oprimidos ni tentados por el desaliento. Jesucristo es vuestro Liberador.

Pero hay maneras de vivir que impiden a muchos caminar con la cabeza levantada confiando en esa liberación definitiva. Por eso, «tened cuidado de que no se os embote la mente». No os acostumbréis a vivir con un corazón insensible y endurecido, buscando llenar vuestra vida de bienestar y placer, de espaldas al Padre del Cielo y a sus hijos que sufren en la tierra. Ese estilo de vida os hará cada vez menos humanos.

«Estad siempre despiertos». Despertad la fe en vuestras comunidades. Estad más atentos a mi Evangelio. Cuidad mejor mi presencia en medio de vosotros. No seáis comunidades dormidas. Vivid «pidiendo fuerza». ¿Cómo seguiremos los pasos de Jesús si el Padre no nos sostiene? ¿Cómo podremos « mantenernos en pie ante el Hijo del Hombre»?

jueves, 26 de noviembre de 2009

Comienza el Tiempo de Adviento: Vivamos con esperanza

El próximo domingo daremos inicio a un nuevo Año Litúrgico y empezaremos el Tiempo de Adviento.
Como dice una canción: El Tiempo de Adviento es un "tiempo de espera, tiempo de esperanza". En los tiempos que corren, donde sólo se escucha hablar de crisis y catástrofes, donde parece que no existe más esperanza que vivir el presente bajo el lema: "comamos y bebamos que mañana moriremos", este tiempo nos invita a descubrir y a celebrar, una vez más, que nuestra vida tiene futuro, un futuro que no es sin más fruto de nuestro esfuerzo, sino un futuro que es esperanzador porque de Dios venimos, en él vivimos y hacia él se dirige nuestra existencia.
Sí, amigos... El Señor un día quiso poner su morada entre nosotros y, desde entonces, vive para siempre a nuestro lado, animándonos en nuestro camino hacia la casa del Padre e invitándonos a vivir con sentido... comprometiéndonos en el presente con un compromiso generoso en el servicio a los demás, pero sin perder de vista nuestra meta: Jesús.
Preparémonos con ilusión... No dejemos que la publicidad navideña que sólo nos invita al consumo nos robe el verdadero sentido de lo que estamos celebrando.
Y así como todo lo bueno necesita que vayamos preparando el corazón para acogerlo y celebrarlo, os recomiendo que también este año vivamos esa hermosa tradición que es la Corona de Adviento que explicamos con detalle el año pasado.
Y sí, en medio de situaciones muchas veces difíciles, digamos al mundo que es posible vivir con esperanza.

domingo, 22 de noviembre de 2009

Solemnidad de Jesucristo Rey del Universo (Ciclo C)

Hoy culmina el Año Litúrgico con la Solemnidad de Jesucristo Rey del Universo. Como hemos dicho en ocasiones anteriores, las fiestas litúrgicas intentan poner de relieve aspectos importantes de la fe cristiana y destacar rasgos relevantes de Jesús, de la Virgen, entre otras cosas.
La Solemnidad que hoy celebramos la comenté el año pasado, por lo que en esta ocasión querría tan sólo señalar un aspecto clave de la misma: la presentación de Jesús como centro, fundamento, principio y fin de todo lo que existe... Él es "Rey", porque es el único de quien verdaderamente depende nuestra vida, Él único por quien merece la pena darlo todo...
Por eso, he pensado más bien dedicaros este vídeo que lo que viene a decir es que: Dado que todo lo hemos recibido del Señor, por nuestra parte lo que corresponde es ofrecerle a Él toda nuestra existencia...

jueves, 19 de noviembre de 2009

El camino hacia la felicidad

Si bien no hay recetas para la felicidad, sí que hay caminos en los que varios autores coinciden:
  1. Descubrir todo lo bueno que tenemos.
  2. Asumir serenamente nuestras partes negativas o defectos.
  3. Vivir abiertos hacia el prójimo.
  4. Tener un gran ideal que centre nuestra existencia y dirigirnos hacia él pese a los tropiezos.
  5. Creer en el bien y saber esperar.
  6. Preocuparse más en amar que en ser amados.
  7. Tratar de realizar un trabajo que nos guste.
  8. Revisar constantemente nuestra escala de valores de modo que no nos movamos por valores superficiales.
  9. Descubrir que Dios es alegre.
  10. Procurar sonreír siempre, aunque no tenga ganas.

domingo, 15 de noviembre de 2009

“Yo te bendigo, Padre…” (Mt 11, 25-30)

Recordemos que nos encontramos comentado la sección del evangelio de Mateo dedicada a presentar el rechazo del que fue objeto Jesús entre sus contemporáneos (cc. 11-13)… Primero nos ha dicho la dificultad de Juan Bautista en aceptar el mesianismo “amable” de Jesús (Mt 11,2-6; Mt 11,7-15)… Luego nos ha hablado de la cerrazón de muchos que siempre ponen excusas con tal de no abrirse realmente a Dios (Mt 11,16-19; Mt 11, 20-24)… Mateo va a cerrar esta primera parte, con un texto hermoso, muy conocido por todos: “Yo te bendigo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a los sabios e inteligentes y se las has revelado a los pequeños… Sí, Padre, así te ha parecido bien”.

Después de haberse lamentado por la poco acogida de su mensaje, Jesús eleva una oración agradecida, exultante… Jesús aparece conmovido al ver una paradoja: Resulta que los sabios e inteligentes, aquellos que estarían supuestamente mejor preparados para acogerlo, no entienden su mensaje. En cambio, aquellos que son despreciados por los doctores de la ley, por los entendidos en las Escrituras, por los observantes de todos los preceptos religiosos, resulta que son los que realmente entienden a Jesús, captan su mensaje y se abren a su acción… ¡Qué cosas!

En realidad, es una triste paradoja… Es como si muchas veces el “saber” demasiado, no nos permitiera abrirnos realmente a Dios… ¿Será porque tenemos demasiada ideas preconcebidas dentro, porque estamos “llenos”? ¿O acaso nos creemos en tal posesión de la verdad que somos incapaces de ver las cosas como realmente son y abrirnos a la novedad del Evangelio? No lo sé, sólo sé que la gente sencilla parece más preparada y mejor dispuesta para entender el mensaje de Jesús… Y no porque sean “mejores”… Sino sencillamente porque parecen tener menos pre-juicios… O porque no le dan tanta vueltas a la cabeza buscándole más patas al gato, sino que escuchan con claridad y nitidez el mensaje de Jesús…

Que el Señor nos dé un corazón sencillo para escuchar con claridad su evangelio y, como decía San Francisco de Asís, vivirlo “sin glosa”… Pues no se trata de saber muchas cosas sino de acoger a Dios en nuestra vida y de vivir de acuerdo a lo que Él pone en nuestro corazón…

jueves, 12 de noviembre de 2009

Y Dios dijo...

Si nadie te ama, mi alegría es amarte.
Si lloras, estoy deseando consolarte.
Si eres débil, te daré mi fuerza y mi alegría.
Si nadie te necesita, yo te busco.
Si eres inútil, yo no puedo prescindir de ti.
Si estás vacío, mi ternura te colmará.
Si tienes miedo, te llevo en mis brazos.
Si quieres caminar, iré contigo.
Si me llamas, vengo siempre.
Si te pierdes, no duermo hasta encontrarte.
Si estás cansado, soy tu descanso.
Si pecas, soy tu perdón.
Si me hablas, trátame de tú.
Si me pides, soy don para ti.
Si me necesitas, te digo: estoy aquí dentro de ti.
Si te resistes, no quiero que hagas nada a la fuerza.
Si estás a oscuras, soy lámpara para tus pasos.
Si tienes hambre, soy pan de vida para ti.
Si eres infiel, yo soy fiel contigo.
Si quieres hablar, yo te escucho siempre.
Si me miras, verás la verdad en tu corazón.
Si estás en prisión , te voy a visitar y liberar.
Si te marchas, no quiero que guardes las apariencias.
Si piensas que soy tu rival, no quiero quedar por encima de ti.
Si quieres ver mi rostro, mira una flor, una fuente un niño.
Si estás excluido, yo soy afiliado.
Si todos te olvidan, mis entrañas se estremecen recordándote.
Si no tienes a nadie, me tienes a mi.
Si eres silencio, mi palabra habitará en tu corazón.

domingo, 8 de noviembre de 2009

No hay manera de daros gusto… (Mt 11, 16-19)

Seguramente todos vosotros habéis conocido personas a las que no hay manera de dar gusto… Hagas lo que hagas, les parecerá mal… Si les preguntas cómo están, te metes donde no te llaman; y si no les dices nada, resulta que no te preocupas por ellos… En fin… Pues ésta fue la experiencia de Jesús con sus contemporáneos… Y parece ser que es ésta la experiencia de Dios con nosotros…

Jesús acaba de elogiar a Juan Bautista, aunque siempre ha dejado claro que con él se cierra una etapa, la de la espera…

El evangelista Mateo aprovecha esta ocasión para transmitir otra de las tradiciones que circulaban sobre Juan, la que lo había catalogado como endemoniado dado su estilo de vida extremadamente austero. Jesús alude a esta crítica para hacer caer en la cuenta de que en realidad los dirigentes judíos no están en disposición de acoger a ningún mensajero de Dios… Dicen no aceptar a Juan porque es un endemoniado, pero resulta que tampoco aceptan a Jesús, pues lo catalogan de “comilón y borracho, amigo de publicanos y pecadores” (v. 19)… Parece ser que en el fondo la actitud es la de poner siempre excusas para no seguir el camino del Señor sino para seguir nuestro propio camino, nuestra manera de ver las cosas…

Este episodio también refleja el hecho de que Jesús fue causa de escándalo por su comportamiento… Comer con publicanos y pecadores resultaba provocador… ¿Cómo podía ser mensajero de Dios alguien que se acercaba a aquellos que vivían de espaldas a Dios, que no cumplían la Torá, que incluso explotaban a sus hermanos?

Sí, amigos, Jesús es desconcertante… No se ajusta sin más a nuestros esquemas mentales, a nuestra obsesión de dividir el mundo en buenos y malos, en creyentes e increyentes, etc. Para él, todos somos hijos de Dios… Y Dios no es un Dios triste… Dios es el Dios de la fiesta, de la comunión, del compartir… Por eso, cabría preguntarnos, ¿a qué Dios seguimos?

Ojalá nuestro ser cristianos nos lleve a experimentar también internamente la alegría que sentía Jesús y, sobre todo, nos lleve a acercarnos a todos sin exclusiones, con el deseo de hacerles experimentar, también, que Dios es Dios de todos, sin excluir a nadie… Éste sería el mejor modo de “hablar bien” de Dios… Y esto sí que sería una buena noticia…

Y ojalá no seamos como aquellos niños de la plaza a quien no hay cómo complacer… Cuántas veces no hacemos más que quejarnos de Dios, de la Iglesia… Dejemos de recriminar tanto y sigamos el camino que Jesús nos propone…

domingo, 1 de noviembre de 2009

Fiesta de Todos los Santos

Hoy la Iglesia nos invita a celebrar la Fiesta de Todos los Santos.
Como hemos dicho en ocasiones anteriores, estas celebraciones litúrgicas pretenden poner de relieve aspectos muy importantes de nuestra fe y estimularnos a vivir de manera más consciente y comprometida nuestro seguimiento a Jesús.
La fiesta de Todos los Santos suele ser muy celebrada en todos los lugares, aunque suele asociarse a lo que conocemos como el Día de los Difuntos, que en realidad se celebra el día siguiente, 2 de noviembre. Sin embargo, ambas fiestas son claramente distintas.
El hacer presentes a “Todos los Santos”, pretende, básicamente, dos cosas. Por una parte, recordarnos que son muchos los hombres y mujeres que a lo largo de la historia han seguido a Jesús muy de cerca y se han identificado con él, aunque no estén ahora mismo en los altares… Son muchos más los “santos” que no han sido canonizados, que los que aparecen en el Santoral… Es decir, el camino de la santidad no es para unos pocos, sino que ha sido recorrido por muchas personas, la mayoría de ellas, anónimas… Por eso, el segundo mensaje es precisamente éste: Todos los cristianos estamos llamados a la santidad…
Esta expresión a día de hoy suena bastante “rara”… Y es una pena… Pues ésta es nuestra gran vocación, aquí se juega nuestra plena realización personal… Sólo si somos santos llegaremos a ser aquello a lo que estamos llamados a ser… ¡Ésa es nuestra meta!
Esto nos lleva a reflexionar, entonces, sobre qué es la santidad, qué significa ser santos.
Lamentablemente muchos creen que ser santos es ser “perfectos”, entendido esto como el no cometer fallos ni tener debilidades… Y, claro, esto es humanamente imposible… Entonces, ¿qué es ser santos? Jesús nos los dice en el evangelio: Sed santos como vuestro Padre celestial es santo… Sed perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto… Y, añade, sed perfectos como vuestro Padre que hace salir el sol sobre buenos y malos, sobre justos e injustos; es decir, es bueno con todos… La expresión “externa” –si podemos hablar así– consiste en ser bondadosos, en amar con ese amor incondicional que proviene de Dios y que, gracias a nosotros, puede llegar a quienes nos rodean… Pero eso no es resultado de un mero voluntarismo, no… El verdadero origen de la santidad es nuestra unión con Dios… Cuando estamos cerca del Señor, cuando nos alimentamos de su Palabra, de su Cuerpo y de su Sangre, cuando acogemos su perdón, su amor, su misericordia, nosotros nos convertimos también en canal de ese mismo amor, bondad, ternura y misericordia… Ser santos es ser canales por los que Dios pasa… Ser santos, es estar tan unidos, tan identificados con Jesús, que Él puede obrar y actuar a través de cada uno de nosotros… Ser santos, es dejar que esas llamadas internas a hacer el bien, a ayudar, a perdonar, sean acogidas en nuestro corazón y llevadas por obra… Ser santos, es actuar como sentimos que el Señor espera de nosotros…
No se trata de hacer cosas “extrañas”, ni de tener experiencias místicas extraordinarias, ni de realizar milagros… No… Se trata de amar, de amar como Jesús, de dejar que Jesús ame en nosotros… En pequeños gestos, en pequeños detalles…
Sí, amigos, estamos llamados a la santidad… A dejar que el Señor inunde nuestro ser de su amor y de su vida para que ese amor y esa vida inunden nuestro pequeño mundo y llegue a todos aquellos que nos rodean…
Celebremos, por tanto, a todos aquellos que ya han recorrido este camino, personas que seguramente hemos conocido… Encomendémonos a nuestros amigos, los santos, para que nos ayuden en el seguimiento a Jesús… Y estimulémonos a recorrer ese camino, contando con la ayuda del Señor y con nuestro deseo de seguirle y amar como nosotros mismos somos amados…

jueves, 29 de octubre de 2009

"El Sínodo ha hecho un buen trabajo"

El pasado domingo ha concluido el Sínodo para África. Os comparto parte del discurso que el Papa Benedicto XVI dirigió a los Padres que han participado en dicha Asamblea, en el almuerzo que les ofreció en el Atrio del Aula Pablo VI.

Queridos hermanos y hermanas:

Ha llegado la hora de decir gracias. Gracias ante todo al Señor que nos ha convocado, nos ha reunido, nos ha ayudado a escuchar su Palabra, la voz del Espíritu Santo, y así ha dado también la posibilidad de encontrar el camino de la unidad en la multiplicidad de experiencias, la unidad de la fe y de la comunión en el Señor. Por esto la expresión “Iglesia-Familia de Dios” ya no es solo un concepto, una idea, sino una experiencia viva de estas semanas: hemos estado realmente reunidos, aquí, como Familia de Dios. Hemos hecho también, con la ayuda del Señor, un buen trabajo.

El tema, por sí mismo, no era un reto fácil, tenía dos peligros, diría yo. El tema “Reconciliación, justicia y paz” implica ciertamente una fuerte dimensión política, si bien es evidente que reconciliación, justicia y paz no son posibles sin una profunda purificación del corazón, sin una renovación del pensamiento, una metanoia, sin una novedad que debe surgir precisamente del encuentro con Dios. Pero aunque esta dimensión espiritual es profunda y fundamental, también la dimensión política es muy real, porque sin realizaciones políticas , estas novedades del Espíritu normalmente no se realizan. Por eso la tentación podía ser de politizar el tema, de hablar menos como pastores y más como políticos, con una competencia tal, que no es la nuestra.

El otro peligro ha sido – precisamente por huir de esta tentación – el de retirarse a un mundo puramente espiritual, a un mundo abstracto y bonito, pero no real. El discurso de un pastor, en cambio, debe ser realista, debe tocar la realidad, pero en la perspectiva de Dios y de su Palabra. Por tanto esta meditación comporta, por una parte, estar realmente pegados a la realidad, atentos a hablar de lo que hay, y por otra parte, a no caer en soluciones técnicamente políticas; esto significa indicar una palabra concreta, pero espiritual. Este era el gran problema del Sínodo y me parece que, gracias a Dios, hemos conseguido resolverlo, y para mí esto es también motivo de gratitud porque facilita mucho la elaboración del documento post-sinodal. [...]

El Sínodo acaba y no acaba, no sólo porque los trabajos continúan con la Exhortación postsinodal: Synodos quiere decir camino común. Permanezcamos en el camino común con el Señor para prepararle los caminos, apara ayudarle, abrirle las puertas del mundo, para que pueda crear su Reino entre nosotros. En este sentido mi Bendición para todos vosotros. Recitemos ahora la oración de acción de gracias por la comida.

Si queréis leer el Mensaje final del Sínodo, podéis encontrarlo en este enlace.

domingo, 25 de octubre de 2009

Realmente me dais pena… (Mt 11, 20-24)

En diversas ocasiones, el evangelio recoge algunas “lamentaciones” de Jesús… Son los denominados “ay”… Estos “ay” no son maldiciones, en el sentido que solemos entender nosotros actualmente, sino expresión de tristeza… Con esos “ay”, Jesús dice: ¡Realmente me dais pena…!

¿Y qué es lo que apena su corazón…? En este episodio es la incredulidad, la dureza de corazón…

Jesús viene a decir: Con la cantidad de signos y gestos que he tenido con vosotros (se refiere a todos los milagros realizados en Corazaín y Betsaida…) y no hay manera de que acojáis mi mensaje… Y llega a decir, seguro que si en otros lugares hubiera hecho la mitad de lo que he hecho ante vuestros ojos, se habrían convertido… Y pone como ejemplo Tiro y Sidón, que eran el paradigma de sociedades ricas y orgullosas, que vivían de espaldas a Dios…

Lo que entristece el corazón de Jesús y el corazón de Dios es nuestra cerrazón, nuestro desagradecimiento…

Probablemente también de muchos de nosotros podría decir: Con todos los gestos de cariño, de ternura que he tenido contigo… Con todo lo que te he bendecido a lo largo de tu vida… y no me reconoces, no terminas de entregarte confiadamente a mí…

La tristeza del Señor es porque, con esa actitud, nos cerramos a su amor, a su acción en nuestra vida… Y, al cerrarnos, no podemos acoger su paz, su ternura, su presencia que es la única que puede responder a todas nuestras búsquedas interiores y puede serenar nuestro corazón…

Descubramos su presencia, sus gestos amorosos en nuestra vida, y consolemos su corazón dándole gracias por todo lo que hace por nosotros… Como diría S. Ignacio: Debemos pedir al Señor que nos ayude a darnos cuenta de tantos beneficios recibidos, de todos los detalles con que nos regala cada día y que nos ha regalado a lo largo de nuestra vida, para que, dándonos cuenta, tengamos un corazón agradecido y lo sirvamos con todo el corazón y con toda el alma...

domingo, 18 de octubre de 2009

MANIFIESTO de la convocatoria de una MANIFESTACIÓN en defensa de la VIDA, la MUJER y la MATERNIDAD

El Gobierno Español pretende modificar la vigente legislación en materia de aborto para despenalizar totalmente su práctica y reconocerlo como un derecho a través la conocida como “nueva ley del aborto”. Dicha iniciativa supondría la desprotección total de las dos víctimas del aborto: el niño no nacido, que carecerá de toda protección jurídica, y la mujer, abocada al aborto sin alternativas posibles.

Con la nueva Ley anunciada se privará a la mujer de su derecho a la maternidad, no se hará nada por evitar abortos y crecerá cuantitativamente el inmenso fracaso que es siempre un aborto provocado.

Además la nueva “ley del aborto” pretende imponer con carácter obligatorio y coactivo en todos los servicios y centros sanitarios y educativos la ideología de género y su visión de la sexualidad y la persona.

Esta iniciativa del Gobierno obliga a todas las personas que valoran la vida humana y el derecho a la maternidad a manifestar públicamente su compromiso con el derecho a la vida y con la mujer embarazada para evitar que se degrade aún más el ya precario e insuficiente compromiso de la legislación española con el derecho básico a la vida.

Porque CADA VIDA IMPORTA,queremos hacer llegar a la opinión pública y a las fuerzas políticas las siguientes consideraciones y peticiones:

1) Cualquier enfoque legal o político que olvide al niño que en virtud del aborto no llega a nacer o que olvide el problema que para algunas embarazadas puede suponer un embarazo imprevisto, dará lugar a situaciones injustas e incompatibles con el equilibrio de derechos y bienes que el humanismo exige en esta cuestión.

2) Ante esta iniciativa legal contraria a la dignidad del ser humano, y conscientes de que todos deberíamos coincidir en aquellas políticas públicas orientadas a evitar que las mujeres tengan que pasar por el terrible drama de un aborto provocado, demandamos del Gobierno y de todas y cada una de las fuerzas políticas:

a) La retirada del anteproyecto de “ley del aborto”.
b) El impulso y promoción de una red solidaria de apoyo a la mujer embarazada, para que ninguna mujer se vea abocada al aborto por carecer de información y alternativas viables para afrontar los problemas que están en la base de la decisión de abortar, así como la ayuda y el apoyo necesarios para que la mujer que ha sido víctima de un aborto pueda superar las consecuencias del mismo.
c) La potenciación y agilización de la adopción nacional, incluyendo la creación de un protocolo por el cual se informe a la mujer de esta alternativa en caso de embarazo imprevisto.
d) El compromiso del ordenamiento jurídico y de las políticas públicas con la única solución progresista y humana en materia de aborto: proteger siempre al no nacido como a cualquier otro ser humano y proteger siempre a la mujer para que nunca se vea abocada al aborto.
e) La promoción de una pedagogía de la Cultura de la Vida que reconozca y valore la dignidad del ser humano desde el momento de la fecundación hasta la muerte natural, y que enmarque la sexualidad humana en un ámbito de amor, respeto, responsabilidad y apertura a la vida; y como consecuencia de ello, que informe de las consecuencias reales del aborto, tanto para la mujer como para el niño.
f) La protección del derecho a la maternidad, considerando todo aborto como un inmenso fracaso, digno de ser evitado mediante políticas sociales activas y solidarias con la mujer.

3) Pedimos a los poderes públicos, a los grupos sociales y a cada ciudadano el respeto responsable y activo hacia el contenido de este manifiesto.

4) Convocamos a todos los ciudadanos a manifestarse desde la Puerta del Sol hasta la Puerta de Alcalá, en Madrid, el día 17 de octubre de 2009.

jueves, 15 de octubre de 2009

La fuente de Dios brota en mí (Colaboración)

Dios de bondad, comienzo esta semana
con incertidumbre y sorpresa
por todo lo que me aguarda.

Dame la fuerza necesaria para realizar
lo que Tú me pides.
Y dame serenidad interior
para que el trabajo
no me arranque de mi centro.
Permanece junto a mí en todo cuanto haga.

Déjame extraer de la fuente de tu Espíritu
lo que me conviene.
Y déjame sentir
que esa fuente de tu Espíritu es inagotable,
que puedo trabajar sin agotar mis fuerzas,
porque tu fuente brota en mí.

AMEN.

domingo, 11 de octubre de 2009

¡No ha habido nadie más grande que Juan Bautista! (Mt 11, 7-15)

Considerando que Jesús no es muy dado a los elogios, impresionan aún más estas palabras sobre Juan el Bautista.

En los versículos anteriores, Jesús ha respondido a las dudas de Juan que no termina de entender el mesianismo de Jesús pues no coincide con lo que él había anunciado. Sin embargo, Jesús no sólo no le reprocha nada, sino que, públicamente, confirma a Juan como el profeta más grande de todos los tiempos: “Os aseguro que no ha nacido de mujer nadie mayor que Juan el Bautista” (v. 11). ¿Y qué es lo que destaca de Juan? Su valentía, su entereza, su entrega al anuncio del Reino… No, Juan no ha sido como una caña vapuleada por el viento, sino que se ha mantenido firme, jugándose con ello la vida… Y de manera solapada, se atreve a compararlo incluso con Herodes, envuelto en grandes riquezas, habitando fastuosos palacios, pero considerado como alguien a merced del imperio romano…

Esto, al mismo tiempo, es una crítica hacia nuestra manera de valorar a las personas. Habitualmente lo que se valora es lo externo: los títulos, los bienes, la posición social… En cambio, lo que valora Dios es bien distinto, es nuestra entrega, nuestra fidelidad, nuestra coherencia de vida…

Pero Jesús no se queda en el elogio, sino que quiere dejar claro ante sus interlocutores quién era realmente Juan… Sí, era un profeta, esto ya lo sabía el pueblo llano, pero, no cualquier profeta, Juan era Elías… ¿Qué quiere decir esto?

Para muchos, este texto fundamentaría la creencia en la reencarnación… Hacer esta lectura es desconocer totalmente el lenguaje bíblico. Decir que Juan era Elías, equivalía a decir que aquel que viniera inmediatamente después de él, era el Mesías (Ml 3, 1.23; Mt 17, 10-13); es decir, era un modo de decir: Él es Elías y yo soy el Mesías. Por eso añade que, aun siendo el más grande, “el más pequeño en el Reino de los cielos es mayor que él” (v. 11b). Es decir, con Juan se acaba una época, la de la espera, pues con Jesús los tiempos nuevos han llegado… Es otro modo de decir, nuevamente, que no tenemos que seguir esperando, que en Jesús tenemos ya a “aquel que tenía que venir”…

Esto se dice pronto, pero si caemos en la cuenta de lo que significa, es impresionante… La humanidad sigue como a la espera de alguien que le señale el camino; los mismos cristianos parece que seguimos buscando a alguien que responda a nuestras inquietudes más profundas, y Jesús nos dice: “Soy yo”… Pero para ello tenemos que acercarnos a él, conocerlo de verdad, dejarlo entrar en nuestra vida, vivir como Él nos indica…

Pero este camino es fácil. Después de estas palabras de elogio, el evangelio pone en labios de Jesús una expresión enigmática: “el Reino de los cielos sufre violencia, y los violentos lo arrebatan” (v. 12)… ¿Qué quiere decir esto? Algo muy sencillo… El evangelio, desde el inicio, ha encontrado oposición en los que ostentan el poder, del tipo que sea… Basta ver a Juan que está encarcelado, a punto de ser ejecutado…

Y termina con una sentencia: “Quien tenga oídos, que oiga” (v. 15)... como diciendo: “más claro no os lo puedo decir”...

Como veréis, es un texto breve, pero con mucho meollo dentro…

Ojalá escuchemos también nosotros, de boca de Jesús, palabras de elogio… Elogios por nuestra fidelidad a su voluntad, por nuestra entrega, por nuestra dedicación a los hermanos… Y, sí, ojalá nosotros experimentos realmente que en Jesús podemos encontrar todo lo que buscamos, que Él es aquel que tenía que venir a este mundo… y que en Él podemos satisfacer toda nuestra sed…

lunes, 5 de octubre de 2009

II Sínodo de Africa

Como sabréis, ayer domingo empezó el II Sínodo de Obispos de África. Unámonos a este acontecimiento eclesial con la oración que el Papa Benedicto XVI ha compuesto:

Santa María, Madre de Dios, Protectora de África,
tú has dado al mundo la luz verdadera, Jesucristo.
Por tu obediencia al Padre y por la gracia del Espíritu Santo,
nos has dado la fuente de nuestra reconciliación y de nuestra justicia,
Jesucristo, nuestra paz y nuestro gozo.

Madre de ternura y de sabiduría,
muéstranos a Jesús, tu Hijo e Hijo de Dios,
ayúdanos en nuestro camino de conversión
para que Jesús haga brillar su Gloria sobre nosotros
en todos los aspectos de nuestra vida personal, familiar y social.

Madre, llena de misericordia y de justicia,
por tu docilidad al Espíritu Consolador
alcánzanos la gracia de ser testigos del Señor Resucitado,
para que seamos cada vez más
la sal de la tierra y la luz del mundo.

Madre del Perpetuo Socorro,
confiamos a tu maternal intercesión
la preparación y los frutos del Segundo Sínodo para África.
¡Reina de la Paz, ruega por nosotros!
¡Nuestra Señora de África, ruega por nosotros!

También os transcribo las palabras que el Papa dirigió ayer al rezar el Ángelus en la Plaza de San Pedro:

¡Queridos hermanos y hermanas!

Esta mañana, en la Basílica de San Pedro, ha tenido lugar la celebración eucarística de apertura de la Segunda Asamblea Especial para África del Sínodo de los Obispos, durante la cual se rezó también en diversas lenguas africanas. Mi venerado predecesor Juan Pablo II convocó el primer “Sínodo africano” en 1994, en la perspectiva del año 2000 y del tercer milenio cristiano. Él, que con su celo misionero, se hizo muchas veces peregrino en tierra africana, recogió los contenidos emergidos de aquella cita en la Exhortación Apostólica Ecclesia in Africa, relanzando la evangelización del Continente. A distancia de quince años, esta nueva Asamblea se pone en continuidad con la primera, para verificar el camino realizado, profundizar algunos aspectos y examinar los retos más recientes. El tema elegido es “La Iglesia en África al servicio de la reconciliación, de la justicia y de la paz” – acompañado por una palabra de Cristo dirigida a los discípulos: “Vosotros sois la sal de la tierra.... vosotros sois la luz del mundo” (Mt 5,13.14).

El Sínodo constituye siempre una intensa experiencia eclesial, una experiencia de responsabilidad pastoral colegial respecto a un aspecto específico de la vida de la Iglesia, o mas bien, como en este caso, de una parte del Pueblo cristiano determinada en base al área geográfica. El Papa y sus más estrechos colaboradores se reúnen junto con los Miembros designados de la Asamblea, con los Expertos y los Auditores, para profundizar la temática elegida. Es importante subrayar que no se trata de un congreso de estudio, ni una asamblea programática. Se escuchan relaciones e intervenciones en el aula, se confrontan en los grupos, pero todos sabemos bien que los protagonistas no somos nosotros: es el Señor, su Espíritu Santo, que guía a la Iglesia. Lo más importante, para todos, es escuchar: escucharse unos a otros y, todos juntos, escuchar lo que el Señor quiere decirnos. Por esto, el Sínodo se desarrolla en un clima de fe y de oración, de obediencia religiosa a la Palabra de Dios. Al Sucesor de Pedro le toca convocar y guiar las Asambleas sinodales, recoger cuanto surja de los trabajos y ofrecer después las indicaciones pastorales oportunas.

Queridos amigos África es un continente que tiene una extraordinaria riqueza humana. Actualmente, su población llega casi a mil millones de habitantes y su tasa de natalidad total es la más alta a nivel mundial. África es una tierra fecunda de vida humana, pero esta vida está marcada por desgracia por muchas pobrezas y sufre además graves injusticias. La Iglesia está empeñada en superarlas con la fuerza del Evangelio y la solidaridad concreta de tantas instituciones e iniciativas de caridad. Oremos a la Virgen María para que bendiga la II Asamblea sinodal para África y obtenga paz y desarrollo para ese grande y amado continente.

domingo, 4 de octubre de 2009

“¿Eres Tú el que estamos esperando?” (Mt 11, 2-6)

En los primeros 10 capítulos del evangelio de Mateo se nos ha hecho una gran presentación de Jesús como el Mesías esperado. Recordemos que este evangelio fue escrito especialmente para un público judío. La gran tesis de su autor es “demostrar” que aquel a quien toda la Escritura había anunciado durante siglos es Jesús.

Aunque nosotros no somos de origen judío, reconocer a Jesús como el Mesías es reconocerlo como el esperado, el deseado, el enviado por Dios para mostrarnos el camino que nos conduce a Él.

En los capítulos anteriores se nos ha dado a conocer el Mensaje de Jesús (cc. 5-7) y los signos que lo avalan (cc. 8-9). Jesús ha aparecido ante nuestros ojos como “Maestro de Sabiduría” (cc. 5-7) y como “El Sanador” (cc. 8-9). Y es a continuar esta misión a lo que se nos envía a nosotros (c. 10).

Sin embargo, este “gran hombre”, este “Dios-con-nosotros” que nos ha dado a conocer palabras de sabiduría y que viene a sanarnos de todas nuestras enfermedades y dolencias, fue rechazo entonces y lo sigue siendo ahora… ¿Por qué? Es ésta la pregunta a la que Mateo intentará respondernos en los capítulos siguientes (11-13).

Lo que está claro es que ante Jesús nadie queda indiferente… Su presencia suscita atracción o rechazo… Pero lo realmente doloroso es que fue rechazado precisamente por el pueblo que estaba mejor preparado para acogerlo… ¿No nos pasará algo similar a nosotros?

Este rechazo que sufre Jesús viene tipificado en tres tipos de personas: Juan el Bautista, unos niños que juegan en la plaza y los fariseos.

Juan está en la cárcel y hasta sus oídos llega lo que hace Jesús. Y lo que escucha lo desconcierta… Él había anunciado el juicio implacable de Dios y lo que ve son gestos de misericordia… Había presentado a un Dios justiciero que estaba por venir con todo su poder para aplastar a los malvados (cf. Mt 3, 1-12) y lo que ve es a un hombre sencillo, humilde, que no alza la voz y que se dedica a sanar, no a condenar… ¿Os imagináis su confusión, incluso, su decepción?

Pero no creáis que esto es algo anacrónico. No. Muchos hombres y mujeres siguen –seguimos- esperando muchas veces a un Dios que venga a poner orden… Nos resulta difícil adherirnos al Dios de Jesús que aparece envuelto en debilidad y sencillez… Seguimos esperando a un dios todopoderoso que resuelva todos los problemas, que elimine a nuestros “enemigos”, y lo que nos encontramos es la llamada a perdonar, a ser misericordiosos… ¿Acaso esto no nos desconcierta también a nosotros?

Por eso, para salir de dudas, Juan manda una comitiva donde Jesús para plantearle esta pregunta: “¿Eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro?” (11, 3).

Y Jesús, como siempre, nos remite no a la habladurías sino a los hechos: “los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos quedan limpios, los sordos oyen, los muertos resucitan y a los pobres se les anuncia la buena noticia” (11, 4-5). Sí, ésta es su carta de presentación, éstas son sus credenciales, estos son los signos que verifican que es Él aquel de quien habló Isaías (26, 19; 35,5ss.; 61,1ss.).

Y termina diciendo: “Y dichoso aquel que no se escandalice de mí” (11,6). Es decir, aquel que no se sienta decepcionado por mi modo de actuar que, en definitiva, es el modo de actuar de Dios.

Siempre ha escandalizado el Dios de Jesús. Por eso nos empeñamos en tergiversar su figura añadiéndole notas de poder. Y, no… Jesús nos muestra el rostro de un Dios Padre que no se impone, que no pretende subyugarnos sino que lo que desea es que seamos felices y liberarnos de todo lo que nos impide vivir como auténticos seres humanos, llamados a vivir como hijos suyos y hermanos de todos…

Mateo, al presentarnos el desconcierto del Bautista, en realidad se dirige a nosotros e intenta aclarar nuestras dudas, invitándonos a reconocer en Jesús al enviado de Dios que nos indica el camino a seguir, un camino de compasión, cercanía y misericordia, que para muchos puede parecer debilidad pero que, en realidad, es lo que verdaderamente nos asemeja a Dios.

domingo, 27 de septiembre de 2009

Jesús "El Misionero" (Mt 11,1)

Este primer versículo del capítulo 11 del evangelio de Mateo sirve de conclusión al discurso misionero de Jesús dirigido a los Doce, así como de transición hacia la sección siguiente, que empezaremos a comentar la próxima semana.

Jesús ha dirigido unas palabras a los Doce como preparación para enviarlos en misión si bien, como hemos dicho, son instrucciones dirigidas a cada uno de nosotros, pues todos estamos llamados a ser misioneros, portadores de una buena noticia…

Pero una cosa llama la atención. Al concluir estas palabras, en vez de ver a los discípulos que parten para predicar, siguiendo las indicaciones de Jesús, el evangelista nos dice: "Partió de allí para enseñar..." (Mt 11,1). De este modo se nos indica que el Misionero por excelencia es Jesús y que cuando nosotros estamos en misión, es Él quien misiona a través de cada uno…

El Señor llega a nosotros a través de múltiples mediaciones… Personas que nos dan una palabra de aliento, que nos consuelan; incluso personas que nos reprenden con el deseo de ayudarnos a volver al “buen camino”, a la senda del seguimiento a Jesús…

Nuestra vida está llena de “misioneros” que han sido para nosotros portadores de buenas noticias, pero es importante que caigamos en la cuenta de que era Jesús mismo el que se acercaba a nosotros, a través de ellos, con el deseo de alcanzarnos y convertirnos, también a nosotros, en continuadores de su misión, en instrumentos para que otros puedan encontrarse con Él…

Hoy os invito a dar gracias por esos “misioneros”, a recordar sus nombres… Y os animo a que nuestra vida sea buena noticia para quienes Dios pone en vuestro camino, pues es a ellos a quienes somos enviados…

jueves, 24 de septiembre de 2009

Fiesta de la Virgen de la Merced

Hoy 24 de septiembre, la Iglesia celebra la Fiesta de la Virgen de la Merced.

Se cuenta que el 1 de agosto de 1218, Pedro Nolasco, tuvo una visita de la Santísima Virgen, dándose a conocer como La Merced, que lo exhortaba a fundar una Orden religiosa con el fin principal de redimir a los cristianos cautivos. En ese momento, la península Ibérica estaba dominada por los musulmanes, y los piratas sarracenos asolaban las costas del Mediterráneo, haciendo miles de cautivos a quienes llevaban al norte de África.

Fundada en 1218, se tienen testimonios de este nombre desde mediados del siglo XIII. En las primeras Constituciones de la Orden, en 1272, la Orden recibe ya el título de "Orden de la Virgen de la Merced de la Redención de los cristianos cautivos de Santa Eulalia de Barcelona".

Se calcula que fueron alrededor de trescientos mil los redimidos por los frailes mercedarios del cautiverio de los musulmanes. Unos tres mil son los religiosos que se consideran mártires por morir en cumplimiento de su voto.

En el año 1265 aparecieron las primeras monjas de la Merced, iniciadas por la santa María de Cervellón.

La devoción a la Virgen de la Merced se difundió muy pronto por Cataluña y por toda España, por Francia y por Italia, a partir del siglo XIII con la labor de redención de estos religiosos y sus cofrades. Con la Evangelización de América, en la que la Orden de la Merced participó desde sus mismos inicios, la devoción se extendió y arraigó profundamente en todo el territorio americano.

La iconografía usada para representar a esta Virgen de la Merced, es aquella cuya vestimenta es su manto (a partir del siglo XVI, con el hábito de la orden de la Merced), mientras ora o cobija bajo él a un grupo de presos cautivos, pero también a santos, o personas de todas las clases sociales.

Con esta advocación, enraizada en la piedad popular, queremos expresar uno de los atributos o cualidades de la Virgen María.

Merced deriva del latín “merx”, que significa mercadería, merces, paga, recompensa, así como acto de benevolencia, beneficios graciosos. Por tanto, con esta advocación invocamos a María como protectora y, sobre todo, como Madre de Misericordia, portadora de todo bien…

Que la Virgen María, bajo la advocación de la Merced, nos conceda del Señor todas las gracias que necesitamos y que ella mejor que nadie conoce.

domingo, 20 de septiembre de 2009

Palabras de Jesús a los misioneros VI: No os desaniméis… (Mt 10, 16-25)

Este discurso de Jesús a los misioneros que estamos comentando, trae palabras cargadas de ánimo y fortaleza…

Como ya hemos dicho, Jesús no nos engaña… Quien vive de acuerdo a los valores del Evangelio, será perseguido… ¿Por qué? Porque pone en peligro el statu quo, porque deja en evidencia algunos comportamientos incorrectos o pone en peligro muchos intereses ocultos. Y, repito, quien vive de acuerdo a los valores del Evangelio… Es decir, incluso personas que no se confiesan cristianas, tendrán dificultades cuando intenten construir un mundo más justo, luchar contra la corrupción, rescatar a jóvenes de los prostíbulos o a niños la calle… Creo que no es necesario demostrar esta afirmación pues es evidente a lo largo de la historia, incluido los tiempos actuales… De hecho, los grandes defensores de los Derechos Humanos suelen estar perseguidos y no pocos terminan asesinados… Pero, sin ir más lejos, hace poco llegó a mis manos el libro “Sonrisas de Bombay”, que narra el testimonio de un chico catalán que lo ha dejado todo para dedicarse a rescatar de la calle, de la pobreza y de las mafias, a niños de la India… y, actualmente, tiene que ir con escolta porque a la policía le consta que está en la lista de las mafias locales…

Esto, siendo una realidad, no nos debe llevar al desánimo… La gran tentación ante las dificultades es tirar la toalla, pensar que no hay nada que hacer, o sencillamente mandar a todo el mundo a la porra… Pero, no, Jesús non invita a perseverar, a mantenernos firmes y fieles hasta el final (v. 22). El mal no puede ganar la batalla… y la gana cuando nosotros dejamos de hacer el bien, el poco o mucho bien que podemos…

Más aún, Jesús nos invita a “sacudirnos el polvo de los pies”; es decir, si en un lugar no somos bien acogidos, tampoco es cuestión de ir por la vida de “mártires”, sino que tenemos que continuar nuestro camino… (v. 23).

Una vez más, no lo olvidemos, a lo que se nos invita es a ser como Jesús, que se mantuvo fiel a su misión, fiel en su compromiso con los débiles y oprimidos de nuestro mundo, fiel en anunciar que Dios es Padre, aunque en ello le fuera la vida… Por eso, la mayor recompensa es ésta: Ser discípulos que llegan a ser como su Maestro (v. 25).

domingo, 13 de septiembre de 2009

Palabras de Jesús a los misioneros V: “Cuando os persigan, no os preocupéis” (Mt 10, 16-25)

Como veréis, este texto que hemos oído un millón de veces no deja de sugerirnos cosas muy importantes… Aunque hago la intención de pasar a los versículos siguientes, al releerlo veo que quedan muchas cosas por decir… Realmente el Evangelio es inagotable.

Jesús dice: “Cuando os entreguen, no os preocupéis de cómo o qué vais a decir…” (v. 19). Es un modo de decirnos: Cuando te ataquen injustamente, no pienses rápidamente en cómo defenderte… ¡Qué difícil es esto…! Tendemos enseguida a las justificaciones o sencillamente a defendernos de lo que nos parece injusto… Y el Señor nos dice: “No os preocupéis…” Pero, con ello no nos dice que estemos impávidos ante lo que sucede a nuestro alrededor. Poco antes nos ha dicho: “por mi causa seréis entregados... para que deis testimonio de mí” (v. 19). Es decir, Jesús nos llama a aprovechar esa ocasión para dar testimonio del Evangelio, para vivir las circunstancias adversas con la confianza puesta en Él. Por eso también, acto seguido, añade: “Lo que tengáis que decir se os comunicará en aquel momento. Porque no seréis vosotros los que habléis, sino que el Espíritu de vuestro Padre hablará por vosotros…” (v. 20)

Jesús no nos deja abandonados a nuestra suerte, ni pide que callemos estoicamente ante las injusticias que nos infringen, lo que nos pide es no vivir centrados en nosotros mismos, obsesionados con nuestra autodefensa, sino abandonados en sus manos, confiando en que Él mismo saldrá por nosotros diciéndonos qué es lo que tenemos que decir para que no sean palabras nuestras, las que brotan de nuestros miedos o justificaciones, sino palabras suyas, palabras cargadas de amor, de verdad, de vida, aunque sean palabras de denuncia…

Una vez más, Jesús nos invita a la confianza, a no tener miedo a los conflictos, a sobrellevar las dificultades y contrariedades de la vida, intentándolas vivir desde los valores del Evangelio… No una confianza “bobalicona”, sino la de quien sabe que Dios viene a nuestro lado, no para evitarnos los conflictos, sino para ayudarnos a vivirlos de manera que no nos dañen internamente ni dañemos a los demás, sino que, incluso, sean ocasión de dar a conocer al amor y misericordia del Padre.

Continúa...

jueves, 10 de septiembre de 2009

El Placer de Servir (Colaboración)

Toda la Naturaleza es un anhelo de servicio.
Sirve la nube, sirve el aire, sirve el surco.

Donde haya un árbol que plantar, plántalo tú;
donde haya un error que enmendar, enmiéndalo tú;
donde haya un esfuerzo que todos esquiven, aceptalo tú.

Sé el que apartó la molesta piedra del camino;
sé el que apartó el odio de entre los corazones
y las dificultades del problema.
Existe la alegría de ser sano y la de ser justo;
pero hay, sobre todo, la hermosa, la inmensa alegría de servir.

¡Qué triste sería el mundo si todo en él estuviera hecho,
si no hubiera un rosal que plantar, una empresa que acometer!
Que no te llamen solamente los trabajos fáciles,
¡es tan bello hacer lo que otros esquivan!

Pero no caigas en el error de que sólo se hace mérito
con los grandes trabajos;
hay pequeños servicios que son buenos servicios:
adornar una mesa, ordenar unos libros, peinar una niña.
Aquel es el que critica, éste el que destruye, sé tú el que sirve.

El servir no es faena de inferiores.
Dios, que dá el fruto y la luz, sirve.
Pudiera llamársele así, el que sirve.
Tiene sus ojos fijos en nuestras manos y nos pregunta cada día:
¿serviste hoy? ¿a quién? ¿al árbol, a tu amigo?

Gabriela Mistral