domingo, 31 de enero de 2010

"Curación de un hombre que tenía la mano paralizada" (Mt 12, 9-14)

El episodio de la curación en sábado de un hombre con la mano paralizada es digno de ser contemplado antes que comentado… Por tanto, empecemos recreando la escena…

Jesús acaba de tener un enfrentamiento por el modo en que sus discípulos guardan el sábado (arrancaban espigas para saciar el hambre). Acto seguido, entra en la sinagoga, que es probablemente hacia donde se dirigían, como todo buen judío en día sábado. Y aquí, quien busca el conflicto son los mismos fariseos que le plantean una pregunta capciosa, con el único deseo no de comprender mejor la ley, sino de tener de qué acusarlo, es decir, de tener cargos que presentar contra él… Qué fuerte… Como cuando muchas veces en realidad no se busca la verdad sino hacer caer a la otra persona, como decimos vulgarmente, le “ponemos un palito” a ver si lo pisa… Y Jesús, como en tantas ocasiones, contesta con otra pregunta y, sobre todo, con una situación práctica, no teórica, pues la vida se juega en nuestra práctica concreta, no en nuestras disquisiciones de escritorio… Y lo que dice es tan obvio… Vamos a ver, ¿a que si tenéis una oveja en peligro, aunque sea sábado, la rescatáis? Y concluye con una afirmación contundente: “Pues, ¡cuánto más vale un hombre que una oveja!” (Mt 12, 11-12). Por tanto, la conclusión es evidente, ¡pues claro que es lícito hacer el bien (no sólo curar) en sábado! Y para demostrarlo, llama a aquel pobre hombre que tenía la mano paralizada y le dice: “Extiende tu mano” (no es Jesús quien se la extiende). Y, efectivamente, siguiendo las indicaciones de Jesús, extiende su mano y comprobó que estaba restablecida… ¡Impresionante!

La enseñanza, en realidad, viene a confirmar lo que ya había dicho en el episodio anterior. No es que Jesús quiera aparecer por encima de la ley y que se complazca en violarla para provocar enfrentamientos, ni siquiera como autoafirmación y gesto de libertad absoluta, ¡no! Quien actúa así en nombre de Jesús, tampoco ha entendido lo que Jesús quería decir… Jesús intenta ayudarnos a comprender no tanto lo que tenemos que hacer (normas, preceptos), sino cómo tenemos que vivir y esto, por supuesto, se traduce en acciones. Una vez más lo que nos viene a decir es que lo que Dios quiere es que hagamos el bien siempre… Por tanto, quien interprete el sábado (o cualquier otra norma religiosa) como una limitación a este deseo de Dios (¡además en nombre de Dios!), no está en lo correcto… Es decir, en nombre de Dios, no puede justificarse no hacer el bien… El bien del hombre está por encima de todo, esto es lo que Dios quiere… Y el hombre es más que una oveja, y, desde luego, más que un ballena…

Grabémonos bien esto en la mente y en el corazón, Dios no entra en conflicto con el ser humano, como si hubiera que elegir entre amarlo a Él o amar al prójimo; no. A Dios se lo ama y se lo sirve amando y sirviendo a quienes nos rodean, más aún a quienes tienen especial necesidad… ¡Ésta es la religión de Jesús!

Lo terrible de este episodio es que, al final, los fariseos, en vez de haber aprendido algo, o al menos replantear su modo de entender la ley, deciden eliminar a Jesús… ¡Tremendo! (Mt 12,14). Realmente quien hace el bien molesta porque nos pone en evidencia y nos complica la vida…

jueves, 28 de enero de 2010

Labor callada de los Misioneros en Haití

Por su interés, os comparto este artículo que ha salido publicado en el periódico digital de la Conferencia de Religiosos de España (CONFER).

Labor callada de los misioneros en Haití

Las comunidades religiosas dan ejemplo de trabajo coordinado en la zona

Madrid, 22 de enero (IVICON).- Desde que el pasado 12 de enero Haití sufriera un terrible terremoto que ha provocado un desastre humanitario de gran escala, son muchas las informaciones sobre el trabajo de los voluntarios, los soldados y los cooperantes de diferentes lugares. Más silenciosa hasta ahora ha sido la labor de los/as religiosos/as en el país. Son muchas las congregaciones religiosas que llevan muchos años trabajando en la isla caribeña, y que permanecerán allí cuando los voluntarios y los periodistas se vayan de nuevo.

Muchos/as religiosos/religiosas han partido hacia Haití desde la República Dominicana para sumarse a las labores de rescate y atención de los damnificados, coordinadas todas ellas por la CONDOR - Conferencia Dominicana de Religiosos y Religiosas. Es el caso, entre otros, de un grupo de Religiosas Mercedarias de la Caridad, que ya han viajado a Puerto Príncipe para atender a las necesidades de los enfermos.

La CONDOR ha hecho público un comunicado en el que informa sobre la situación de las comunidades religiosas en Haití. Además han confeccionado una lista de centros en los que se puede colaborar.

A través del Servicio Misionero de Noticias y de la agencia Fides, hemos recibido nuevas comunicaciones sobre la situación de algunas de las Congregaciones.

El padre jesuita Ramiro Pàmpols ha comunicado: "Estamos por el momento, sumidos en una especie de caos y de callejón sin salida. Veremos cómo nos vamos rehaciendo en los próximos días. El Señor ama especialmente a los pobres y estoy seguro que nos acompaña, aun en el misterio del mal y del dolor". (sigue)


Si queréis leer la Nota de Prensa de la CONDOR, la podéis encontrar en este enlace.

domingo, 24 de enero de 2010

"El Hijo del hombre es señor del sábado" (Mt 12,8)

El episodio de las espigas arrancadas en sábado que comentamos la semana pasada, ha puesto de manifiesto uno de los motivos de enfrentamiento entre Jesús y el grupo de los fariseos: su modo de interpretar y, por tanto, de vivir, una de las normas religiosas más fundamentales del judaísmo: el Sábado. Porque, según entendamos las cosas, así las viviremos.

Entonces, y en todos los tiempos, incluido el nuestro, hay un modo de interpretar la vivencia religiosa apegándose estrictamente a la normativa vigente; se hace lo que “está mandado”, sin mayores disquisiciones y, al hacerlo, somos fieles a Dios. En realidad, este es un modo sencillo y descomplicado de vivir, pues con hacer lo que está mandado es suficiente… No hace falta interpretar ni discernir… Esto, en términos generales, no está mal, pero a veces la vida nos presenta situaciones un poco más complejas que exige de nuestra parte una comprensión del espíritu, del sentido, de lo que “está mandado”. Y Jesús lo que intenta es eso, ayudarnos a comprender el sentido de los mandamientos que el Señor ha dado a su pueblo, mandamientos que lo que pretenden es ayudarnos a vivir nuestra condición de hijos y hermanos… Así, por ejemplo, robar no es malo porque Dios lo prohíbe en el Decálogo, sino que el Señor nos dice “No robarás”, porque quien roba, perjudica a su hermano. Así, los mandamientos del Señor son una ayuda para educar la conciencia, no normas rígidas y arbitrarias.

Por eso, en el episodio que estamos comentando, Jesús dice: “Si hubieseis comprendido lo que significa aquello de ‘Misericordia quiero, que no sacrificio’, no condenaríais a los que no tienen culpa” (Mt 12,7)… ¿Es una crítica dura o más bien una lamentación? Yo me inclino a lo segundo… Jesús se lamenta de que no terminamos de comprender que es lo que Dios realmente quiere… Su Padre, nuestro Padre, quiere, sobre todo, misericordia, compasión hacia el hermano… ¿De qué sirven tantas prácticas religiosas si no tenemos un corazón compasivo? ¿De qué sirve tanta fidelidad a lo que está mandado si tenemos el corazón duro y pronto a condenar en vez de amar y salvar? No se trata de no hacer lo mandado; entenderlo así sería no entender. Se trata de entender el sentido de lo mandado. Los “sacrificios” tendrán sentido si son expresión de amor a Dios y si van de la mano a una práctica amorosa al prójimo… Ésta es la esencia del cristianismo y me atrevería a decir que de todo religión verdadera…

Jesús concluye esta intervención diciendo: “Porque el Hijo del hombre es señor del sábado” (Mt 12, 8). Es decir, si hay alguien con la autoridad suficiente para decirnos el sentido de lo que Dios quiere, es Él… De allí la importancia de leer y, sobre todo, entender el evangelio, pues es Jesús quien nos enseñe realmente el camino que conduce al Padre.

jueves, 21 de enero de 2010

Los Salmos en Power Point

El año pasado empecé a colgar los Salmos hechos en Power Point, como un modo de facilitar material para tener un momento de oración. Como veo que estos están ya colgados en Internet por su mismo autor, os facilito el enlace para que los podáis bajar y tener la colección completa. Podéis encontrarlos en:

domingo, 17 de enero de 2010

“Las espigas arrancadas en sábado” (Mt 12, 1-8)

Retomamos el comentario al evangelio de Mateo, desde el punto en que nos quedamos la última vez, hace ya un par de meses, antes de comenzar el Adviento.

Estábamos en la sección en la que el evangelista nos presenta el rechazo que experimentó Jesús en su vida pública (cap. 11-12).

Sin duda, Jesús tuvo enfrentamientos con los dirigentes religiosos de la época, aunque los exegetas actuales sostienen que probablemente algunos de estos episodios han sido exagerados y que reflejan más bien las dificultades que experimentaron los primeros cristianos con los judíos del s. I d.C. En todo caso, no cabe duda que uno de los temas particularmente espinosos fue lo referente a la observancia del sábado.

Para comprender estas polémicas, es necesario conocer el sentido que tenía el Sábado en la religiosidad judía. No estamos ante una observancia entre otras, sino que “guardar el sábado” era un signo que identificaba a la comunidad judía, formaba parte de su identidad como pueblo religioso, ya que esto había sido mandado directamente por el Señor a Moisés. Era el Señor quien había dicho a su pueblo: “Recuerda el día sábado para santificarlo” (Ex 20,8) y el modo de hacerlo era no trabajar y dedicarse al Señor. Por eso era llamado el día de descanso. El motivo de este descanso semanal es muy profundo. Por un lado, suponía no idolatrizar el trabajo (algo muy actual) y, por otro, no abusar de los demás, sometiéndoles a trabajos sin descanso (también muy actual). En la práctica, esto suponía la prohibición de realizar o hacer realizar cualquier tarea en beneficio propio o para obtener algún rédito económico.

Como todas las cosas, esto poco a poco fue degenerando y se convirtió en una prohibición de realizar cualquier tipo de tarea, desarrollando una casuística infinita para prever excepciones, etc. Por ejemplo se preguntaban si era lícito ayudar a una mujer si estaba con dolores de parto, a lo que, obviamente, se respondía que sí… Pero esto para que os hagáis una idea… Con ello, en vez de convertirse en un día de adoración al Señor y de respeto a los demás, se corría el riesgo de estar más pendientes de aquello que estaba permitido o no permitido hacer en día sábado, hasta límites increíbles y en no pocos casos absurdos…

El evangelio que ahora comentamos, nos presenta una de esas situaciones. Jesús atraviesa un sembrado y, como sus discípulos tenían hambre, arrancaron algunas espigas y las comieron… Los fariseos, que son los custodios del sábado, reaccionan rápidamente: “Tus discípulos hacen lo que no es lícito en sábado”. Ya está armada la polémica.

Como siempre, Jesús intenta ir al fondo de la cuestión y responde presentando otras dos situaciones. El caso de David y sus hombres que comieron los panes consagrados en el Templo, y el caso de los sacerdotes que ofician en el Templo el día sábado. Ninguno de los dos violaron el sábado… ¿Por qué? ¿Eran simplemente excepciones o definitivamente no había violación ninguna?

La respuesta nos la da el mismo Jesús al afirmar: “Aquí hay algo mayor que el Templo”. Es decir, el bien del hombre está por encima del Templo. Por eso, si los sacerdotes pueden “trabajar” prestando sus servicios en el Templo el día sábado, cuánto más, quienes tienen hambre podrán saciarlo, sin por ello contravenir un mandamiento religioso; por eso David pudo comer los panes consagrados del Templo, sin con ello violar el sábado.

En resumidas cuentas, el tema no es que Jesús no respete el sábado (el cumplía con sus deberes religioso como buen judío), sino que pone siempre por encima a la persona. Es decir, nunca en nombre de Dios, pueden aplicarse normas que vayan contra la necesidad básica de una persona… Y eso, que parece obvio, os aseguro que trae muchos problemas…

viernes, 15 de enero de 2010

Semana de Oración por la Unidad de los cristianos (2010)

El próximo lunes 18 empezará el denominado "Octavario por la Unidad de los cristianos". Dura hasta el 25, que es la fiesta de San Pablo. A lo largo de esos días, los cristianos nos dedicamos de manera más intensa a pedir por la unidad de todos aquellos que creemos en Jesús y que, lamentablemente, estamos separados.
Si os queréis unir a esta oración, podéis encontrar material abundante en http://www.vatican.va/roman_curia/pontifical_councils/chrstuni/weeks-prayer-doc/rc_pc_chrstuni_doc_20090630_week-prayer-2010_sp.html

jueves, 14 de enero de 2010

"Jesús se hizo hombre para que podamos convertirnos en hijos de Dios" (Benedicto XVI)

Os transcribo la intervención del Papa con motivo del ángelus el pasado 10 de enero. Hace una bonita y sencilla exposición del sentido del Tiempo de Navidad que acabamos de concluir:

Queridos hermanos y hermanas:

Esta mañana, durante la misa celebrada en la Capilla Sixtina, he administrado el sacramento del Bautismo a varios recién nacidos. Esta costumbre está ligada a la fiesta del Bautismo del Señor, con la que se concluye el tiempo litúrgico de la Navidad. El Bautismo expresa muy bien el sentido global de las festividades navideñas, en las que el tema de convertirse en hijos de Dios gracias a la venida del Hijo unigénito en nuestra humanidad constituye un elemento dominante. Él se hizo hombre para que podamos convertirnos en Hijos de Dios. Dios nació para que podamos renacer. Estos conceptos aparecen continuamente en los textos litúrgicos navideños y constituyen un motivo entusiasmante de reflexión y esperanza. Pensemos en lo que escribe san Pablo a los Gálatas: "envió Dios a su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la ley, para rescatar a los que se hallaban bajo la ley, y para que recibiéramos la filiación adoptiva" (4, 4-5); o en lo que dice san Juan en el Prólogo de su Evangelio: "a todos los que la recibieron les dio poder de hacerse hijos de Dios" (Juan 1,12). Este estupendo misterio, que constituye nuestro "segundo nacimiento" -el renacimiento de un ser humano de lo alto, de Dios (Cf. Juan 3,1-8)- tiene lugar y se resume en el signo sacramental del Bautismo.

Con este sacramento el hombre se convierte realmente en hijo, hijo de Dios. A partir de ese momento, el fin de su existencia consiste en alcanzar de manera libre y consciente aquello que desde el inicio constituye el destino del hombre. "Conviértete en lo que eres", representa el principio educativo básico de la persona humana redimida por la gracia. Este principio tiene muchas analogías con el crecimiento humano, en el que la relación de los padres con los hijos pasa por separaciones y crisis, de la dependencia total a la conciencia de ser hijo, del reconocimiento del don de la vida recibida a la madurez y la capacidad para dar la vida. Engendrado por el Bautismo para una nueva vida, también el cristiano comienza su camino de crecimiento en la fe que le llevará a invocar conscientemente a Dios como "Abbá - Padre", a dirigirse a Él con gratitud y a vivir la alegría de ser su hijo.

Del Bautismo se deriva también un modelo de sociedad: la de los hermanos. La fraternidad no se puede establecer a través de una ideología y mucho menos por el decreto de un poder constituido. Nos reconocemos hermanos a partir de la humilde y profunda conciencia del ser hijos del único Padre celestial. Como cristianos, gracias al Espíritu Santo, recibido en el Bautismo, se nos ha dado el don y el compromiso de vivir como hijos de Dios y como hermanos, para ser como "levadura" de una humanidad nueva, solidaria y llena de paz y esperanza. En esto, nos ayuda la conciencia de tener, además de un Padre en los cielos, también una madre, la Iglesia, de quien la Virgen María es modelo perenne. A ella le encomendamos los niños recién bautizados y sus familias y le pedimos para todos la alegría de renacer cada día "desde lo alto", del amor de Dios, que nos hace sus hijos y hermanos entre nosotros.

domingo, 10 de enero de 2010

Fiesta del Bautismo del Señor (Ciclo C)

El domingo siguiente a la Epifanía, la Iglesia celebra el Bautismo de Jesús. Con esta fiesta, se da por terminado el Tiempo de Navidad y da comienzo el denominado Tiempo Ordinario.

Del Tiempo Ordinario podríamos decir lo mismo que de la vida “ordinaria”. Es un tiempo en el que parece no suceder nada “especial” sino lo del día a día; sin embargo, es en el tiempo ordinario en el que transcurre la mayoría de nuestra vida, y ya lo creo que ocurren cosas importantes. Así mismo, el Tiempo Ordinario es el dedicado a contemplar a Jesús a lo largo de su Vida Pública, en el día a día de su vida, desde el Bautismo en el Jordán, hasta su entrada triunfante en Jerusalén, el Domingo de Ramos. Y es en ese acompañar a Jesús día a día, donde lo vamos conociendo… Qué hace, con quiénes se relaciona, qué siente, qué dice, cuáles son sus gustos, sus opciones, desde dónde toma sus decisiones, que da sentido a su vida…

El evangelista san Juan termina su Prólogo diciendo: “A Dios nadie lo ha visto jamás, el Hijo único, el que está en el seno del Padre, él nos lo ha contado” (Jn 1,18). Y, sin duda, ésta es la mejor motivación para adentrarnos en la vida de Jesús… Conocer a Jesús es conocer al Padre… Ver a Jesús es ver al Padre (cfr. Jn 14,9)… Todas nuestras “ideas” o “imágenes” de Dios, vienen puestas a prueba en Jesús… Todo aquello acerca de Dios que no coincida con lo que Jesús dice o hace, sencillamente no es verdad… Por eso es tan importante acercarnos a su persona y conocerlo a fondo, para aprender a ser como Él, que es el modo de aprender a ser hijos y hermanos.

Aprovecho también este espacio para recordaros que la Iglesia distribuye a lo largo de un año, la consideración de los grandes misterios de la vida de Jesús, desde su concepción, hasta su muerte y resurrección; es lo que conocemos con el nombre de Año Litúrgico. Este “año”, tiene dos puntos centrales, la Navidad (el nacimiento de Jesús) y el Misterio Pascual (su muerte y resurrección); todo lo demás gira en torno a esto… El Adviento nos prepara a la Navidad y la Cuaresma al Misterio Pascual… Y estos dos acontecimientos son tan importantes, que los celebramos durante muchos días seguidos (Tiempo de Navidad y Tiempo Pascual). Todo lo que no forma parte de estos tiempos “fuertes”, es el Tiempo Ordinario.

Para ayudarnos a acceder a lo más importante de la Escritura, la Iglesia ha distribuido los textos más importantes en las lecturas de la misa. A quien escucha las lecturas de las misas dominicales, recorrer lo principal del Evangelio le llevará tres años. Cada uno de estos años forma parte de los denominados Ciclos Litúrgicos. Por eso, hay tres Ciclos: A, B y C. ¿Cómo saber en qué Ciclo estamos? Hay un “truco” muy sencillo. Sumamos los números del año en el que estamos, por ejemplo 2010 = 3. Si el número es múltiplo de 3, estamos en el Ciclo C. Si es un número más, estamos en el A (es la letra siguiente a la C) y si es un número menos, estamos en el B (es la letra anterior a la C). Por tanto, el 2009 = 11 = 2 fue el Ciclo B y el próximo año 2011 = 4, será el Ciclo A. En realidad, basta recordar que el múltiplo de 3 es el ciclo C… Lo demás, se desprende de allí.

En cambio, quienes leen las lecturas propuestas para todos los días, leerán lo principal de los evangelios en un solo año y el Antiguo Testamento en dos años. Por eso en los misales se habla de “Años Pares” y “Años Impares”. En los pares se proponen unos textos del Antiguo Testamento y unos salmos; y en los impares, otros. De este modo, como os digo, podemos hacer una lectura bastante ordenada de toda la Escritura.

Al retomar el “Tiempo Ordinario”, a partir de la próxima semana proseguiremos nuestra lectura continuada del evangelio de Mateo, allí donde nos quedamos antes del Adviento, es decir, empezaremos el capítulo 12.

martes, 5 de enero de 2010

Fiesta de los Reyes Magos o de la Epifanía del Señor (Mt 2, 1-12)

El día 6 de enero la Iglesia celebra la Fiesta de la Epifanía del Señor, popularmente conocida como la Fiesta de los Reyes Magos. En muchos países, esta fiesta se celebra el domingo más próximo al 6 de enero; por eso, muchos de vosotros seguramente ya la habéis celebrado el domingo pasado… por lo que el día 6 pasa “sin pena ni gloria”. En otros, tiene una particular relevancia, pues es el día en que los niños reciben sus tan deseados juguetes…

Esta fiesta no es sin más una tradición popular entre otras, pues tiene su origen en los relatos de la infancia elaborados por el evangelista san Mateo. El domingo pasado os decía que los relatos de la infancia pretenden darnos a conocer, desde el principio, la identidad de Jesús; es decir, quién es y cuál es su misión.

Mateo no narra propiamente el nacimiento de Jesús, aunque deja claro el lugar del mismo: Belén; en esto coincide con Lucas. En cambio, tiene interés en narrar la visita de unos magos venidos de Oriente… ¿Por qué?

Es curioso. En el evangelio de Lucas son unos pastores, es decir, unos pobres, quienes visitan a Jesús; en el evangelio de Mateo, en cambio, son unos sabios… La razón es sencilla y coherente con ambos evangelios… Lucas tiene especial interés en resaltar que Jesús ha venido sobre todo para los pobres, los excluidos, los marginados, los que no cuentan… ¡precisamente estos son los preferidos de Dios!… ¡Dios se fija en quienes nadie se fija!… Y son estos quienes acogen su mensaje con más facilidad... Mateo, en cambio, como escribe para judíos convertidos al cristianismo, quiere resaltar que el evangelio es para todos, es universal… Y eso porque los judíos tenían la tendencia a creer que, al ser el pueblo elegido, Dios vendría exclusivamente para ellos… En realidad, ésta es una tentación muy frecuente, pues muchas veces nos seguimos empeñando en separar a la humanidad entre creyentes e increyentes, justos y pecadores, etc., cuando Jesús se encarnó por todos y para todos, no para un pueblo, una raza o una religión, sino que, como dice el Prólogo de san Juan, “Jesús es la luz que ilumina a todo hombre que viene a este mundo” (Jn 1,9), no sólo a los cristianos.

El evangelio nos recuerda que Dios es Padre de todos… Que Él llama a todos… Y que quien lo busca con sincero corazón, como aquellos Magos de Oriente, lo encuentra… Dios está deseando ser encontrado… No juega al escondite… Pone muchas estrellas en nuestro camino que nos conducen hacia Él… el tema es dejarnos conducir, seguir las pistas que Él nos ofrece…

Que no nos ocurra como en este relato en el que, paradójicamente, quien encuentra a Jesús no es Herodes, un judío que conocía la profecía, pero a quien no le interesaba en absoluto, sino unos “paganos” que, sin haber escuchado nunca las Escrituras, “creyeron” en el mensaje de aquella estrella y la siguieron…

domingo, 3 de enero de 2010

II Domingo de Navidad: “Y la Palabra se hizo carne y puso su tienda entre nosotros” (Jn 1,1-18)

En los lugares donde la fiesta de los Reyes Magos o de la Epifanía se celebra el 6 de enero, en la eucaristía del segundo domingo después de Navidad se lee el Prólogo del Evangelio según san Juan (1, 1-18). En su defecto, en dicha misa se leen las lecturas correspondientes a la Epifanía del Señor. Pero de dicha fiesta hablaremos la próxima vez; hoy nos pararemos en este hermoso texto de Juan.

El Prólogo es el más hermoso himno cristiano sobre la Encarnación. En el Tiempo de Navidad se lee varios días; concretamente, si os acordáis, lo hemos escuchado también en la misa de Navidad, el día 25, y en la misa del 31 de diciembre.

La predicación cristiana comenzó por los acontecimientos de la Pascua… El mensaje era muy sencillo… “Aquel que vosotros matasteis, Dios lo ha resucitado”… Puede parecer extraño, pero es que es en la muerte de Jesús donde los apóstoles descubrieron el amor de Dios que es capaz de dar la vida por nosotros, incluidos quienes lo mataron… ¡Y no hay amor más grande que dar la vida…! Pero no sólo eso, sino que aquel Jesús, condenado por blasfemo, resulta que era el Hijo de Dios y sigue vivo, junto a nosotros… ¡Increíble…!

Poco después, se vio la necesidad de conocer un poco más a este Jesús y se empezó a hablar de su vida y su mensaje, a partir del Bautismo en el Jordán; muestra de ello es el evangelio de Marcos. Así, se fueron haciendo recopilaciones de milagros, sucesos, palabras, muchas de las cuales aparecen en los evangelios de Mateo y Lucas… Son estos dos evangelistas quienes intentan ir un poco más allá y se preguntan por la identidad de Jesús y elaboran los denominados Evangelios de la Infancia, cada uno con una perspectiva pero, fundamentalmente, con el mismo mensaje: Jesús es el Mesías, el enviado de Dios, el Salvador, el Señor… Es decir, ¡Dios! desde su misma concepción.

El evangelio de Juan da por supuesta la existencia de los tres sinópticos y nos presenta un relato más elaborado y profundo… Por eso, en el Prólogo no sólo busca responder a los orígenes históricos de Jesús sino al mismo origen de su ser, si podemos hablar así… Y de esa mirada contemplativa surge este hermoso himno que es un canto de alabanza, producto de un corazón profundamente admirado, sobrecogido y desbordado al contemplar a Jesús y descubrir su ser más íntimo…

El himno va desplegando poco a poco el ser de Jesús. Empieza diciendo: “En el principio existía la Palabra… y la Palabra era Dios” (1-2)… Sí, desde siempre Dios ha existido como Palabra, como comunicación… Por eso, desde siempre, ha tenido el deseo, casi la necesidad de comunicarse… Y, movido por ello, crea todo lo que existe… Este himno afirma que todo, absolutamente todo lo que existe fue hecho por ella, porque ella es, por naturaleza, luz y vida… y la luz y la vida son expansivas (3-5)… Más aún, no sólo todo lo creado existe por ese amor infinito de Dios que genera vida, sino que Dios mismo se halla presente en la creación, aunque, lamentablemente, no solemos reconocer esa presencia (10-11). Pero, a quienes lo descubren y acogen, les hace el regalo más precioso: ¡ser hijos suyos! (12).

Es entonces cuando el himno alcanza su máxima expresión y dice: “Y la Palabra se hizo carne y puso su tienda entre nosotros” (14)… Sí… Todo lo anterior se queda pequeño… El verdadero proyecto de Dios no era sólo crear y estar presente en su creación, sino asumir la condición humana, humanarse… Y, ante este hecho, sólo podemos permanecer en silencio, con el corazón sobrecogido y agradecido… Sí, Dios quiso hacerse hombre, quiso hacerse como yo, para experimentar en sí mismo lo que es la condición humana, para acercarse a mí, para hablar en mi lenguaje, para que yo lo pudiera conocer, para que yo pudiera acercarme a Él y acogerlo en mi vida, no como alguien misterioso e inaccesible, sino como alguien que ha deseado ponerse a mi altura, hacerme hijo suyo…

Que estos días de Navidad sigan siendo días para interiorizar esta realidad y para experimentar el gozo de haber descubierto a Dios en nuestra vida, un Dios tan humano, tan cercano y, por eso, tan divino…

viernes, 1 de enero de 2010

Jornada Mundial de la Paz 2010

Antes que nada, ¡Feliz Año Nuevo!

Hoy, 1 de enero, se celebra la Jornada Mundial de la Paz. Podéis leer el Mensaje que el Papa escribe para esta ocasión en http://www.vatican.va/holy_father/benedict_xvi/messages/peace/documents/hf_ben-xvi_mes_20091208_xliii-world-day-peace_sp.html y que lleva por título: "Si quieres promover la paz, protege la creación."

También os recuerdo que este día está dedicado a la Festividad de Santa María, Madre de Dios.