Ha pasado el
sábado y María Magdalena se dirige presurosa al sepulcro… El evangelio señala
que “aún estaba oscuro”… Este hermoso texto nos presenta uno de los múltiples
itinerarios de fe que nos llevan a encontrarnos con el Resucitado o, mejor, a
dejarnos encontrar por Él…
Muchas veces
nos encontramos en la oscuridad, aunque vemos a lo lejos, en el horizonte, un
destello de luz… Caminamos a oscuras por la vida, pero no vamos perdidos, vamos
a tientas en busca de Jesús… Muchas veces esta búsqueda parece infructuosa… Al
Él no lo vemos, sino solo unas vendas y un sudario que nos desconciertan… Vivimos como si el Señor estuviera ausente, como si alguien nos lo
hubiera robado… Y sí, muchas veces nos roban la alegría, nos roban la
confianza, nos roban el amor… Pero María no se resigna… Sale en busca de los discípulos…
Y, al oírla, Pedro y Juan salen corriendo… Los que estaban encerrados por
miedo, replegados sobre sí mismos, se dejan llevar por el corazón… El amor
disipa el miedo… Y llegan al sepulcro… Está vacío… Jesús no está… Sin duda, es
un signo ambiguo… ¿Lo han robado?, ¿lo han traslado a otro lugar?... O… Y el
corazón late con fuerza… Todo está demasiado colocado para que estemos ante un
hurto… Y el corazón se sobresalta… ¿Será verdad lo que nos dijo…?
El corazón no
engaña; el corazón ve más allá de las apariencias, de la superficie… Y el
discípulo amado, el que tiene su corazón unido al corazón de su Maestro, “vio y
creyó…”…
¿Qué vio?
¿Unas vendas…, un sudario…? Vio al Señor de la vida, al Señor que vence la
muerte, al Señor que triunfante se levanta del sepulcro… Sí, ha triunfado el
amor, un amor probado en el sufrimiento, en la traición y la mentira… Si Dios
nos ama así, si nos continúa amando en nuestra fragilidad y en nuestro pecado,
podemos vivir una existencia gozosa y agradecida… No necesitamos ser buenos
para ser amados… Somos amados porque Dios es bueno y no puede más que amar… y
eso va sacando poco a poco lo mejor de nosotros mismos…
No tengamos miedo
a adentrarnos en la noche, a caminar a tientas en la oscuridad… Si seguimos
caminando, veremos el amanecer, descubriremos los signos que nos hablan de su
presencia aunque a Él, muchas veces “no lo veamos…”ni lo podamos tocar con nuestras
manos, pero nuestro corazón volverá a latir, nosotros volveremos a confiar y
sentiremos su presencia en tantos gestos de amor y de vida que rodean nuestra
existencia…
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