"El Espíritu tomará de lo mío y os lo anunciará. Todo lo que posee el Padre es mío." En este intercambio de dones comenzamos a entrever el misterio de la Trinidad: no un círculo cerrado sobre sí mismo, sino un circuito abierto que desprende amor, verdad, inteligencia más allá de sí mismo, efusión ardiente de vida divina. En el dogma de la Santísima Trinidad se encierra el sueño sobre nosotros. Si Dios es Dios solo en esta comunión, entonces el ser humano será humano solo en una análoga relación de amor.
Cuando en el principio el Creador dice: "Hagamos al hombre a nuestra a imagen y semejanza" (Gen 1,26), si nos fijamos bien, vemos que Adán no está hecho a imagen del Dios que crea, ni a imagen del Espíritu que aleteaba a sobre las aguas del abismo, tampoco a imagen del Verbo que estaba desde el principio junto a Dios. Mucho más... Adán y Eva son hechos a imagen de la Trinidad, a imagen, por tanto, de aquella comunión, de su vínculo de amor, del mutuo compartir. Aquí se revela nuestra identidad más profunda, el cromosoma divino en nosotros. En principio, está la relación. Antes que nada, el vínculo. Al final de la jornada puedes no haber pensado en Dios, ni siquiera haber pronunciado su nombre. Pero si has creado vínculos, si has alegrado a alguien, si has sido fuente de comunión, has hecho la más hermosa profesión de fe en la Trinidad.
El verdadero ateo es quien no trabaja para crear lazos, comunión, acogida. Quien produce hielo a su alrededor. Quien no entra en la danza de las relaciones aún no ha entrado en Dios, el Dios que es Trinidad, que no es una complicada fórmula matemática en la que el uno y el tres tendrían que coincidir: "Si ves el amor, ves a la Trinidad" (S. Agustín).
Ahora entiendo por qué la soledad me pesa tanto y me da miedo, porque es contraria a mi naturaleza. Ahora entiendo por qué cuando estoy con quien me quiere, cuando acojo y soy acogido, me siento bien, porque realizo mi vocación...
Todo circula en el universo: los planetas, los astros, la sangre, los ríos, el viento, los pájaros que migran... Es la ley de la vida, que enferma si se detiene, que se apaga si no se dona. La ley de la Iglesia que, si se cierra, se enferma (Papa Francisco)
Ermes Ronchis. Traducido de Retesicomoro.it
No hay comentarios:
Publicar un comentario