A las personas se las conoce en los pequeños detalles. En las cosas que consideramos importantes, todos solemos ser cuidadosos... Tenemos que estar pendientes de cuando se vence el plazo de una hipoteca y ponemos especial esmero en un trabajo o un proyecto que hay que entregar y que puede conseguirnos un ascenso... Pero no todos ponen el mismo empeño en las cosas aparentemente sin importancia...
Recuerdo una vez que me dijeron que un buen bordado se conoce por la parte de atrás, precisamente por donde no se ve... El revés debe estar igualmente cuidado, como si fuera el derecho.
También recuerdo a un guía explicando una catedral. Hablaba de que aquellos artesanos, albañiles, artistas, cuidaban hasta los más pequeños detalles. Hablaba en concreto de uno que labraba con sumo cuidado una viga. Una persona le dijo: ¿por qué dedicas tanto tiempo a esa viga si lo que estás haciendo nadie lo va a ver? A lo que él respondió: yo sí lo veo... y Dios también...
Hoy el evangelio nos trae una de esas sentencias llenas de sabiduría pronunciadas por Jesús: "El que es de fiar en lo menudo, también en lo importante es de fiar; el que no es honrado en lo menudo, tampoco en lo importante es honrado."
Seamos cuidadosos, delicados, rectos no solo en las grandes cosas sino en las pequeñas... Si podemos hacer las cosas bien, ¿por qué hacerlas mediocremente? Dios cuida los detalles, hasta los más pequeños... Todo está hecho con cariño, todo es perfecto... una pequeña hoja, una hormiga...
Aprendamos a disfrutar del trabajo bien hecho... Es un modo concreto de dar lo mejor de nosotros mismos, de dar lo mejor a los demás, aunque nadie lo vea... Son los detalles lo que hacen el mundo hermoso y la vida agradable...
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