Como dice el refrán, "las cosas son según el cristal con que se miren". Los hechos no hablan; hablan nuestras interpretaciones de esos hechos. Cuántas veces hemos comprobado que el mismo suceso puede ser interpretado de maneras muy distintas...
El evangelio de hoy nos presenta un hecho: "En aquel tiempo, llevaron a Jesús un endemoniado mudo. Echó al demonio, y el mudo habló."
Para el evangelio es evidente que muchos de nuestros males son ocasionados por posturas existenciales equivocadas. Hoy parece comprobado que muchas enfermedades tienen causas "existenciales".
Hace años leí un caso que me impresionó. Se trataba de una chica ciega. Ningún médico era capaz de dar con la causa física de su ceguera. Después de mucho tiempo, una persona descubrió que aquella mujer había sido violada, y había experimentado tal vergüenza, que inconscientemente decidió quedarse ciega. Al no poder ver, no se sentía vista y, por tanto, juzgada... Me impresionó mucho... Cuando descubrió esto y se liberó de ese trauma, recuperó la visión...
Jesús es capaz de liberarnos de muchas cosas que nos oprimen por dentro, que no nos dejan sacar lo mejor de nosotros mismos... Por eso va por la vida curando nuestras parálisis, nuestras cegueras... En este caso, cura a un mudo, a alguien que no era capaz de hablar, de expresarse, de tener una palabra...; da voz a los que no tienen voz. Ese es muchas veces el sentido de la expresión "echar demonios"; que viene a decir, liberarnos de lo que nos tiene oprimidos, anulados, de aquello que no me deja ser yo mismo... Y todos tenemos o hemos tenido algún demonio dentro...
Lo increíble es que este hecho tan obvio, es interpretado de dos maneras radicalmente distintas... Para unos, es causa de admiración y, para otros, motivo de crítica, de descalificación... Y, de qué depende esto? Por qué unas personas son capaces de valorar lo que hacen los demás y otras, en cambio, enseguida entran en la crítica y el desprecio?
Cuando decimos que las cosas son según el cristal con que se miren, venimos a decir que nuestros juicios dependen de nuestros ojos, y nuestros ojos, hablan de nuestro corazón... Si tenemos el corazón sano, veremos las cosas de manera positiva, clara; si lo tenemos lleno de envidia, rencor o resentimiento, todo se volverá gris y siempre encontraremos un motivo para criticar...
Cómo es nuestra mirada? Cómo es nuestro corazón? Cómo son nuestras palabras?
Una vez más se nos invita a tener un corazón y una mirada limpia, comprensiva, benevolente... Esto nos permitirá ver los milagros que Dios hace continuamente a nuestro alrededor.
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