En nosotros conviven un cúmulo de deseos... Algunos de ellos están asociados a la búsqueda de dinero, fama, poder. Soñamos con tener riqueza, ser famosos, influyentes... Y algunas personas hacen lo que sea para conseguirlo, pues creen que, de este modo, serán más felices. Y este, "lo que sea", incluye transitar caminos no tan rectos y, en no pocas ocasiones, hacer de lado a los demás. Y no nos escandalicemos, pues esto les ha ocurrido hasta a los mayores Santos; el evangelio de hoy da cuenta de ello... Santiago, el gran Santiago el Mayor, y su hermano Juan, al que muchos identifican con "el discípulo amado", el místico, también se dejaron llevar por estas ansias de ser más que los demás, en este caso, ocupando puestos importantes, nada más y nada menos, que sentarse a la derecha y a la izquierda del Maestro.
Me sorprende observar que Jesús no los riñe, ni se muestra decepcionado... Jesús es un Maestro, un pedagogo, que sabe sacar lo mejor de cada persona. Por eso les pregunta: "seréis capaces de beber el cáliz que yo voy a beber?" Es decir, les presenta un desafío: seréis capaces de recorrer el camino que yo voy a recorrer, hasta las últimas consecuencias?
Jesús conecta con ese deseo de ser más, pero lo orienta en la dirección correcta... El camino no es el tener más o estar por encima de los demás... Los bienes son necesarios, pero son medios, no un fin en sí mismos... El camino de la grandeza personal es entender la vida como amor, servicio, entrega...
Sí, estamos llamados a dar lo mejor de nosotros mismos... Hay una expresión que una vez escuché y que me dice mucho: estamos llamados a ser la mejor versión de nosotros mismos... Somos como un diamante en bruto!
Hoy se nos invita a que seamos la mejor versión de nosotros mismos, a sacar lo mejor de mí... Cultivemos nuestros deseos de grandeza, y dirijámoslos hacia la verdadera grandeza, la de poner todos nuestros dones al servicio de una causa, al servicio de los demás, al servicio de hacer un mundo mejor... Que a nuestro paso por esta vida, ayudemos a que las personas y nuestros entornos, sean un poquito mejores..., que al paso de los años, el Señor vaya haciendo de mí lo que ha soñado que yo sea...
Santiago murió mártir. Al final, fue capaz de dar la vida... Y nosotros, solo Dios sabe de lo que seremos capaces de hacer, de dar, si nos ponemos en sus manos...
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