Una de las cosas que dificulta una toma de decisiones firme y decidida son nuestros "sí, pero, deja que primero...".
Para nuestro cerebro es sumamente desconcertante, dado que hemos empezado diciendo que sí. Sin embargo, al añadir aquel "pero", justificado en que antes debemos hacer otras cosas, el resultado concreto es que "borramos con el codo lo que hemos escrito con la mano".
Sí, nuestra capacidad de autoengaño es infinita y muy sutil. Hay decisiones que sabemos que debemos tomar y, aparentemente las tomamos, pero... a la hora de llevar a cabo las acciones necesarias para ponerlas en acto, siempre encontramos una buena excusa para no empezar de inmediato...
Jesús también se encontró con ese tipo de personas...
En cierta ocasión, a uno le dijo: "sígueme", y aquel le contestó de inmediato... "Por supuesto, Señor, pero déjame primero enterrar a mi padre"... La razón es más que justificada, es profundamente humana. Lo que ocurre es que su padre aún no había fallecido; sino, obviamente, aquel muchacho estaría en el entierro... De este modo, posterga su decisión hasta quién sabe cuándo!
Poco más adelante, es otro quien, por propia iniciativa le dice: "Te seguiré... Pero déjame primero despedirme de mi familia"... Para tomar nuevas opciones, nuevos caminos, debemos aprender a despedirnos... A veces no avanzamos, sencillamente porque seguimos atados al pasado, a vínculos que ya deberían soltarse...
Soltemos amarras. No dejemos que falsas excusas, sutiles justificaciones, viejos apegos, detengan nuestra marcha en la dirección de una mayor libertad y entrega. Sigamos nuestro camino sin peros. Despleguemos nuestras alas, mantengamos el paso con firmeza, vayamos ágiles y decididos hacia nuestras metas, en la dirección que nos impulsa el viento, siguiendo la guía del Espíritu de Dios que habita nuestros corazones.
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