Tengo que reconocer que las bienaventuranzas siempre me han producido una cierta inquietud. Cuando las medito, me quedo con la sensación de que no consigo penetrar en su significado más profundo...
Si somos sinceros, es difícil descubrir en la pobreza, en el llanto, en el sufrimiento un motivo de felicidad. Más aún, no sé si me atrevería a decirle a una persona que está atravesando por esas situaciones que tiene motivos para ser feliz... Y, cuando llego a este reconocimiento, me doy cuenta de que aún no he entendido el mensaje de Jesús... Porque si Él lo dice, así debe ser... Por eso, le pido la gracia de entender lo que nos quiere desvelar con sus palabras.
Dicen que la primera bienaventuranza es la principal, y que las demás son una explicitación de esta... "Bienaventurados, felices, dichosos los pobres de espíritu"... Sobre ella se han escrito millones de páginas... La discusión se centra básicamente en dos cosas: cómo la pobreza puede ser motivo de dicha, hasta considerar hipócritas e insensibles a quienes lo dicen pues, habitualmente, no lo viven. Por eso, explican algunos, Mateo añade pobres "de espíritu", como si de este modo quisiera suavizar o espiritualizar la expresión...
Centrar la discusión en esto, es no entender el significado de "pobre" en el lenguaje bíblico. Jesús no se está refiriendo a la pobreza socioeconómica. Carecer de lo necesario para vivir, nunca será una bendición. Dios ha hecho un mundo rico de todo lo necesario para que todos podamos vivir dignamente. Jesús se está refiriendo a los anawin, de allí el añadir "de espíritu". Jesús no se refiere a la pobreza como concepto abstracto; se refiere a las personas, a los que viven con la actitud del sabio, del que ha descubierto que la felicidad no está en las cosas, estas son medios, sin duda necesarios, pero no son la fuente de la felicidad. Jesús nos quiere ayudar a tomar consciencia de que el secreto de la felicidad, la fuente de la felicidad es descubrir a Dios en el centro y origen de nuestra vida... Los pobres de espíritu, los anawin, son aquellos que viven con la serena tranquilidad de saber que su vida está en manos de Dios, de nadie más y eso da una alegría y una paz profundas, en medio incluso de las carencias y dificultades. No se trata, por tanto, de exaltar la pobreza material, eso es tergiversar el mensaje de Jesús, sino de abrir nuestros ojos para no poner en las riquezas el objetivo de nuestra vida, sino hacer acopio de los bienes espirituales... No olvidemos que en este mundo estamos de paso, que los bienes son necesarios, imprescindibles para subsistir, pero que la fuente de la felicidad está en nuestro interior y que todos tenemos acceso a ella...
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