La esencia del cristianismo se reduce al amor, el amor a Dios y el amor al prójimo, al que tengo próximo. Incluso Jesús llegó a vincular ambos "amores". San Juan lo entendió tan bien, que escribió: quien no ama a su prójimo, a quien ve, no puede amar a Dios, a quien no ve; incluso nos llegó a llamar mentirosos si decimos que amamos a Dios, que somos personas creyentes y, a la hora de la verdad, en lo cotidiano de la vida, no amamos a los demás. (1 carta de San Juan)
Recordemos que para Jesús el amor no es un sentimiento, no es cuestión de simpatía, por eso llega a hablar incluso del amor a los enemigos, a los que nos caen mal o nos pueden haber hecho daño. El cristianismo no es un sentimiento o unas prácticas religiosas; el cristianismo es un modo de estar en la vida...
Siempre tenemos el riesgo de convertir el amor al prójimo en algo abstracto o complicado. En el evangelio de hoy, Jesús nos lo va a simplificar: "trata a los demás como quieres que te traten a ti...". Y esto es algo sumamente práctico y concreto. Viene a decir, cuando no sepas cómo tratar a los demás, qué hacer -o no hacer-, qué decir -o no decir-, piensa sencillamente cómo te gustaría que se comportarán contigo en una situación similar.
Para mí esto ha sido muy útil. Cuando a veces pierdo la paciencia, me digo, en una situación con esta, cómo me gustaría que me trataran a mí y, sin duda, la respuesta es con paciencia. Cuando a veces me brotaría responder mal o, sencillamente con la misma moneda, pienso cómo me gustaría que se comportaran conmigo en un caso como este, y no tengo duda, pues no me gustaría que me trataran o me respondieron mal... Si a mí no me gusta que me griten, por qué, entonces, gritar a los demás; si pido que me entiendan o disculpen una debilidad, hagamos lo mismo con los otros... Os lo aseguro, no falla... Cuando me pregunto sencillamente cómo me gustaría que me trataran a mí, de repente veo con claridad cómo tratar a la otra persona... Verlo con claridad no significa que sea fácil pero, sin duda, aclara nuestra mente y nuestro corazón; ante esto, se callan todas nuestras voces internas que nos empujan muchas veces en la dirección contraria.
Tratemos a los demás como queremos que nos traten. Una indicación bien práctica y concreta... Como dice Jesús, a fin de cuentas, en esto consiste la ley y los profetas, en esto consiste toda religión y espiritualidad.
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