A veces vamos tan de prisa por la vida, tan cansados y ensimismados, que no nos damos cuenta de las cosas que ocurren a nuestro alrededor, de las personas que pueden estar necesitando de nosotros y, si lo hacemos, no nos paramos ante ellas...; unas veces, porque decimos no tener tiempo; otras, porque tenemos la sensación de que no podemos hacer nada... Y, esta sensación, es profundamente limitante... Siempre podemos hacer algo... Siempre podemos más de lo que creemos...
Esto fue lo que les pasó a los discípulos de Jesús. Llevaban todo el día rodeados de gente. Seguramente estaban cansados. Y aprovechan que ya era tarde, para sugerir que fueran a sus casas a comer.
El texto de la multiplicación de los panes y de los peces es muy conocido. Admitiría muchas lecturas, todas ellas muy sugerentes. Hoy me quedo con el reto que les plantea Jesús: "Dadles vosotros de comer..."
La primera reacción es lógica, cómo van a dar de comer a tanta gente, como cuando nosotros decimos: pero si yo no sé, no puedo, no tengo... Y Jesús les invita a centrarse no en lo que no tienen, en lo que les falta, sino en lo que tienen, aunque aparentemente sea poco...
El resto de la historia la sabemos... Consiguen cinco panes y dos peces... Muy poco para todo lo que hay que hacer pero, es TODO... Eso es lo importante, no que sea mucho o poco, sino que sea todo. Y en manos de Jesús, que es quien bendice y hace fecundas nuestras obras, alcanza para todos y sobra...
Qué lección tan sencilla, tan práctica y tan importante... No nos autolimitamos, pongamos nuestra mirada en lo que tenemos o en lo que podemos conseguir, no importa que sea mucho o poco... Pongámoslo a disposición de Jesús, y Él hará que sea más que suficiente para la misión que nos tiene encomendada...
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