No sé a vosotros, pero incluso a mí, el título de este post me resulta extraño... Es que la riqueza puede entrañar algún peligro? Pero, entonces, por qué todos, o al menos muchos, quisiéramos ser ricos, vivir de manera holgada y poder darnos todos los gustos? Dónde está el peligro? Qué tiene de malo?
El evangelio de hoy nos trae una de esas frases para reflexionar: "es más fácil que un camello entre por el ojo de una aguja, que un rico entre en el Reino de los cielos". Vaya, que es prácticamente imposible que alguien que posee muchas riquezas entre en la dinámica de Dios y desarrollar su dimensión espiritual...
La advertencia no es hacia las riquezas, hacia los bienes. La advertencia es hacia nuestra actitud frente a estos bienes.
Estas palabras de Jesús están dichas a continuación de su encuentro con aquel hombre rico. Un hombre que busca con sinceridad algo más, que aunque tiene todo, siente que le falta algo. Y Jesús le indica lo que realmente necesita: entrar en la dinámica de compartir, de no ser codiciosos, de vivir con generosidad, de saber vivir sin apegos... Y, aquel hombre, dio media vuelta y se fue triste... Aquí está el peligro... Cuando vivimos apegados a las cosas, a las personas, a lo que sea, en el fondo no somos libres y, eso, hace que vivamos con miedo a perder... Y esto, al final, genera tristeza... Ahí está la trampa... Lo que nos promete felicidad, al final nos deja tristes y, muchas veces, solos...
En estos capítulos, Mateo nos transmite las enseñanzas de Jesús respecto a las actitudes que necesitamos cultivar para crecer en nuestro mundo interior, para acceder a la verdadera riqueza, para ser felices. Primero nos puso como modelo la simplicidad de un niño; más adelante, la importancia de saber perdonar; ahora, saber tener, disfrutar, pero sin apegos, con generosidad.
Aprendamos a ser agradecidos por todo aquello que Dios nos regala cada día, y hagamos de estos dones, una oportunidad para amar, para servir, para entregarnos... Tenemos tanto para dar...! Dejémoslo fluir...! Lo que no se da, se pierde; y, lo que se entrega, se multiplica...!
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