En un mundo en el que parece que todo vale, en el que priman las componendas y hacer la vista gorda, es de admirar que haya personas que tengan el valor de denunciar situaciones injustas. Más aún, sabiendo que con eso se pueden estar jugando la vida. El Papa Francisco es uno de ellos.
Hoy el evangelio nos presenta un texto fuerte, en el que se recogen algunas de las críticas más duras que Jesús hizo a las autoridades religiosas de su tiempo... Jesús tuvo el valor de llamar las cosas por su nombre y decirlas de frente... Sus denuncias son un intento de desenmascarar las situaciones, no tanto con el ánimo de dejar en evidencia a quienes son sus responsables, sino que lo que pretende es un cambio de actitud, revertir las situaciones... Sus denuncias son también un modo de amar... Esto en sí mismo ya es una enseñanza, denunciar las situaciones, aprender a hacer críticas constructivas, no con el ánimo de herir, sino con el deseo sincero de mejorar las cosas.
Muchas de nuestras críticas no son valientes, pues las hacemos por detrás y más a modo de desahogo que buscando un cambio en las personas y en las situaciones. No siempre son fruto del amor ni hechas con amor... Cuántas veces, en nombre de la verdad, lanzamos palabras como puñales que lo único que consiguen es hacer daño. Y, en no pocas ocasiones, criticamos lo que a nosotros nos molesta, no lo que a lo mejor está realmente mal.
Tengamos el valor de denunciar si algo no es correcto o es injusto, de dar la cara, de jugarnos el tipo, sobre todo cuando se trata de defender al más débil. Y tengamos también el valor de aceptar las críticas, de mirar nuestras propias actitudes personales y llamarlas por su nombre... Ser conscientes de nuestros fallos y debilidades es el primer paso para el cambio...
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