miércoles, 16 de noviembre de 2016

¿Soy digno de confianza...? (Lc 19, 11-28)

¿Os habéis fijado que casi siempre hay personas a las que se les confía muchas responsabilidades y, otras, en cambio, a las que no? Esto, en no pocas ocasiones despierta muchas envidias y, a simple vista, parece injusto. Sin embargo, hoy el evangelio nos da una clave de lectura.
San Lucas nos transmite una variante de la conocida parábola de los talentos. En esta ocasión, un hombre importante tiene que salir de viaje y da a algunos empleados la misma cantidad de dinero para que lo hagan producir. Al volver, les pide cuentas. Uno le sacó un rendimiento del 10 por 1; otro, del 5; y, un tercero, prefirió tenerlo a buen recaudo, por miedo a perderlo. Al primero, en recompensa, le da el mando sobre 10 ciudades; al segundo, sobre 5; y, al tercero, lo trata con suma dureza, le quita lo que le había encomendado y se lo da al que había producido 10.
Muchos, al oír esta parábola reaccionan con cierta incomodidad y les parece injusto. Sin embargo, ¿no haríamos -y, de hecho, hacemos- lo mismo que aquel hombre importante? ¿A quién solemos encomendar una tarea o una responsabilidad? ¿Al que sabemos que la va a sacar adelante o al que siempre tiene un buen motivo y una excusa para no hacerla? Si os fijáis, el tercero tiene incluso la desfachatez de culpar a su jefe... ¡No es que él sea vago o miedoso, es que su jefe es exigente...! 
Hoy podríamos preguntarnos: ¿a cuál de los empleados me parezco yo? Jesús nos hace caer nuevamente en la cuenta de que hemos venido a este mundo con una serie de dones, cualidades, talentos que es necesario hacer "producir"... Cada uno tenemos los nuestros... ¿Los haces crecer? ¿Te atreves a intentar cosas nuevas, a arriesgar? ¿O te autolimitas por miedo, por comodidad y luego echas la culpa al resto? ¿Soy de aquellos a quienes se les puede confiar lo que sea, pues lo sacaré adelante?, o... ¿Qué me diría hoy el Señor?

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