domingo, 29 de mayo de 2011

VI Domingo de Pascua (Ciclo A): “Yo estoy en mi Padre, vosotros en mí y yo en vosotros” (Jn 14, 15-21)

El texto que hoy nos propone la liturgia es prácticamente continuación del que leíamos el pasado domingo… No es un texto más bien corto pero denso, como suele ser los discursos elaborados por Juan… Por os, antes que nada, os recomendaría una lectura reposada del mismo, dejando que resuene en vuestro interior cada una de sus expresiones…
En el comentario de hoy, querría centrarme fundamentalmente en tres ideas fuertes que atraviesan el texto…
En primer lugar, estos discursos tienen la función de preparar a los discípulos (en realidad a la Iglesia naciente y a nosotros) al modo de vivir la “partida” de Jesús… Es verdad que el tiempo del Jesús terreno se termina, que Jesús vuelve a la casa del Padre, pero esto no quiere decir que nos abandona… Con su “partida”, Jesús inaugura un nuevo tipo de presencia, una presencia que le permite estar siempre entre nosotros, en nosotros, con una cercanía tal, que llega a la identificación: así como Él está en el Padre y el Padre está en Él, así Él estará en nosotros y nosotros en Él… Por eso, el cristiano es, ante todo, alguien que ha experimentado esa presencia, esa cercanía, esa unión con el Señor… Y es esa presencia la que nos conforta, nos sostiene, nos ilumina, nos guía en nuestro camino… No seguimos una idea, no veneramos un recuerdo… Jesús está vivo, presente y actuando en nuestro mundo… ¿Lo sientes así? ¿Lo vive así? ¿Qué es la oración, si no, la conciencia de esa presencia, el alimentarla, el cuidarla…? ¿Qué es la vida espiritual si no dejarse guiar por lo que dicha presencia nos dice, nos insinúa, nos indica…? No seguimos una ley, una norma, seguimos a Jesús…
Es aquí donde entra la figura del Espíritu… Jesús está presente entre nosotros a través de su Espíritu… Sería interesante que leyerais estos capítulos de despedida fijándoos en aquellas cualidades que se le aplican al Espíritu… Una de ellas es la de Maestro: Él nos ayudará a entender poco a poco el mensaje de Jesús… Él es quien nos recuerda (nos trae al corazón) y nos “sopla” al oído lo que tenemos que hacer para vivir fieles al mensaje de Jesús…
Y, por último, una tercera “idea”… El mensaje de Jesús, sus “mandamientos”, se reducen a uno solo: El amor… Como dirá S. Agustín: “Ama y haz lo que quieras…” No se trata de mandamientos a modo del Antigua Testamentos… No son obligaciones, exigencias… No, el amor sólo puede brotar del corazón… Porque amo a Jesús, amo lo que Él dice, amo como Él me ha amado…
La profunda renovación del cristianismo vendrá por aquí, por renovar nuestra conciencia de la presencia de Dios en nuestra vida, por seguir las indicaciones de su Espíritu, por vivir el amor como “regla de vida”…

miércoles, 25 de mayo de 2011

Oración: "En busca de Dios"

¡Te necesito, Señor Dios!,
porque sin ti mi vida se seca.

Quiero encontrarte en la oración,
en tu presencia inconfundible,
durante esos momentos en los que el silencio
se sitúa de frente a mí, ante ti.
¡Quiero buscarte!

Quiero encontrarte dando vida
a la naturaleza que tú has creado;
en la trasparencia del horizonte
lejano desde un cerro,
y en la profundidad de un bosque
que protege con sus hojas
los latidos escondidos
de todos sus inquilinos.
¡Necesito sentirte alrededor!

Quiero encontrarte en tus sacramentos,
En el reencuentro con tu perdón,
en la escucha de tu palabra,
en el misterio de tu cotidiana entrega radical.
¡Necesito sentirte dentro!

Quiero encontrarte en el rostro
de los hombres y mujeres,
en la convivencia con mis hermanos;
en la necesidad del pobre
y en el amor de mis amigos;
en la sonrisa de un niño
y en el ruido de la muchedumbre.
¡Tengo que verte!

Quiero encontrarte en la pobreza de mi ser,
en las capacidades que me has dado,
en los deseos y sentimientos que fluyen en mí,
en mi trabajo y mi descanso
y, un día, en la debilidad de mi vida,
cuando me acerque a las puertas del
encuentro cara a cara contigo.
Amén.


Teilhard de Chardin

domingo, 22 de mayo de 2011

V Domingo de Pascua (Ciclo A): “Quien me ha visto a mí, ha visto al Padre” (Jn 14, 1-12)

Estamos ya en el V Domingo de Pascua. El día de hoy y el domingo próximo, la liturgia nos propone la lectura del capítulo 14 del evangelio según san Juan. Como sabéis, este capítulo forma parte del llamado “discurso de despedida”… Con ello, la Iglesia empieza ya la preparación a la celebración de las próximas dos fiestas: La Ascensión del Señor y la venida del Espíritu Santo.
En esta parte del discurso, se nos dice cosas hermosas…
El ambiente, como es natural, es de tristeza y desconcierto. Jesús anuncia su partida; mejor, su regreso a la casa del Padre… Pero no es sin más una despedida… Jesús quiere que sus discípulos más cercanos –y también nosotros– vivamos esta “partida” entendiendo su verdadero sentido… Jesús no se va, no nos abandona; Jesús se queda pero de una manera distinta…
Jesús habla en términos de “voy a prepararos un lugar”; “en casa de mi Padre hay muchas moradas”… Es un modo de recordarnos que este mundo no es nuestra morada permanente, que nuestra casa, el verdadero sitio al que pertenecemos, es Dios… Y, no sólo eso, sino que, en la “casa de Dios”, hay sitio para todos, ¡qué hermoso!... Y, desde ya, tenemos nuestra habitación preparada, nos esperan con cariño…, y estaremos con Jesús…
En el diálogo con Tomás, Jesús tiene ocasión de explicitar: “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida”… Hemos escuchado esta afirmación muchas veces… Decir esto, implica desvelar la identidad de Jesús, quién es realmente… En un mundo en el que se nos proponen tantos caminos, en el que estamos continuamente ante encrucijadas, Jesús se nos presenta como el Camino; no un camino entre otros, sino el único camino que nos puede conducir a la auténtica meta de la vida: Dios… En un mundo en el que todo parece “relativo”, donde parece que ya no hay verdades absolutas, donde cada uno tiene “su verdad”, Jesús se nos presenta como la Verdad; no una verdad entre otras, sino como lo auténtico, aquello en lo que no hay engaño, de lo que nos podemos fiar… En un mundo donde se nos hacen engañosas propuestas de vida, a través del consumo, el disfrute…; Jesús se nos ofrece como la Vida, como aquellos que buscamos y anhelamos en lo más profundo del corazón… Por eso, conocer y seguir a Jesús, es conocer y seguir el Camino que es Verdadero y que conduce a la Vida…
Por último, a raíz de una intervención de Felipe: “Señor, muéstranos al Padre”, Jesús dice: “Quien me ha visto a mí ha visto al Padre”… Afirmación tremenda si nos la tomamos en serios… Y, sí… La gran novedad del cristianismo, su pretensión más profunda, es afirmar que Dios se hizo hombre, se hizo uno de nosotros, asumió la condición humana, de modo que, viendo a Jesús, conociendo a Jesús, pudiéramos conocer a Dios cara a cara… Ver a Jesús es ver a Dios, conocer a Jesús es conocer a Dios… Dios se ha hecho cercano, accesible, y se ha hecho para nosotros Camino, Verdad y Vida… Sigámoslo, escuchémoslo y dejémonos conducir, guiar y llenar por Él…

miércoles, 18 de mayo de 2011

La historia de la conversión de Gary Cooper

Hace 50 años que murió el actor, y para recordarlo, sale a la luz la historia de su conversión, donde el Papa Pío XII jugó un rol protagónico... Me ha parecido muy interesante, así que os lo comparto... (sigue)

sábado, 14 de mayo de 2011

IV Domingo de Pascua (Ciclo A): "Yo soy la puerta" (Jn 10, -10)

El evangelio de este cuarto domingo del Tiempo Pascual nos presente la figura de Jesús como pastor…
Para quienes pertenecemos a una cultura urbana, esta imagen no nos dice mucho; incluso nos resulta extraña, hasta arcaica… Sin embargo, los oyentes de Jesús pertenecían al ambiente rural y sabían muy bien lo que quería decir…
La imagen del pastor, atribuida a Dios, aparece también en diversos pasajes del Antiguo Testamento, en los que se contrapone al Señor, que cuida de sus ovejas, de sus fieles, en contraposición a los sacerdotes que se despreocupan de aquellos que les han sido encomendados…
Presentar a Jesús como pastor equivale a decir que él cuida de nosotros, que él nos conoce mejor que nadie, que con él podemos ir seguros por la vida… Basta leer el evangelio despacio para encontrar frases hermosas como: “él va llamando por su nombre a cada una”; es decir nos conoce a cada uno con nuestras peculiaridades, necesidades y circunstancias… Él, “camina delante de ellas”; es decir, es Jesús quienes nos abre el camino, quien nos muestra el sendero, quien va a la cabeza, jugándosela por nosotros…
Sin embargo, de este evangelio me ha llamado particularmente la atención lo que dice referido a las ovejas, es decir, a nosotros: “las ovejas atienden su voz… la conocen, y la siguen…” Y, esto que dice Jesús, es lo que espera de nosotros…
Ojalá él pueda decir de nosotros que escuchamos su voz, que la distinguimos entre tantas voces que asaltan nuestra conciencia, que reclaman nuestra atención, pero no sólo que oímos, escuchamos y distinguimos su voz entre mil voces, sino que la seguimos… Acordaros que en la Escritura se insiste mucho en que no basta escuchar, hay que hacer lo que el Señor nos indica… Y lo que Él quiere de nosotros es sencillamente que lo sigamos, que sigamos su estilo de vida que es una vida donada, entrega, como hemos visto en los días del Misterio Pascual…
Ojalá se pueda decir de nosotros: estos son cristianos porque viven como Cristo…

miércoles, 11 de mayo de 2011

Un mensaje de George Carlin (Colaboración)

La paradoja de nuestro tiempo es que tenemos edificios más altos y temperamentos más reducidos, carreteras más anchas y puntos de vista más estrechos. Gastamos más pero tenemos menos, compramos mas pero disfrutamos menos. Tenemos casas más grandes y familias más chicas, mayores comodidades y menos tiempo. Tenemos más grados académicos pero menos sentido común, mayor conocimiento pero menor capacidad de juicio, más expertos pero más problemas, mejor medicina pero menor bienestar.
Bebemos demasiado, fumamos demasiado, despilfarramos demasiado, reímos muy poco, manejamos muy rápido, nos enojamos demasiado, nos desvelamos demasiado, amanecemos cansados, leemos muy poco, vemos demasiado televisión y oramos muy rara vez.
Hemos multiplicado nuestras posesiones pero reducido nuestros valores. Hablamos demasiado, amamos demasiado poco y odiamos muy frecuentemente.
Hemos aprendido a ganarnos la vida, pero no a vivir. Añadimos años a nuestras vidas, no vida a nuestros años. Hemos logrado ir y volver de la luna, pero se nos dificulta cruzar la calle para conocer a un nuevo vecino. Conquistamos el espacio exterior, pero no el interior. Hemos hecho grandes cosas, pero no por ello mejores.
Hemos limpiado el aire, pero contaminamos nuestra alma. Conquistamos el átomo, pero no nuestros prejuicios. Escribimos más pero aprendemos menos. Planeamos más pero logramos menos. Hemos aprendido a apresurarnos, pero no a esperar. Producimos computadoras que pueden procesar mayor información y difundirla, pero nos comunicamos cada vez menos y menos.
Estos son tiempos de comidas rápidas y digestión lenta, de hombres de gran talla y cortedad de carácter, de enormes ganancias económicas y relaciones humanas superficiales. Hoy en día hay dos ingresos pero más divorcios, casas más lujosas pero hogares rotos. Son tiempos de viajes rápidos, pañales desechables, moral descartable, a costones de una noche, cuerpos obesos, y píldoras que hacen todo, desde alegrar y apaciguar, hasta matar. Son tiempos en que hay mucho en el escaparate y muy poco en la bodega. Tiempos en que la tecnología puede hacerte llegar esta carta, y en que tu puedes elegir compartir estas reflexiones o simplemente borrarlas.
Acuérdate de pasar algún tiempo con tus seres queridos porque ellos no estarán aquí siempre.
Acuérdate de ser amable con quien ahora te admira, porque esa personita crecerá muy pronto y se alejará de ti.
Acuérdate de abrazar a quien tienes cerca porque ese es el único tesoro que puedes dar con el corazón, sin que te cueste ni un centavo.
Acuérdate de decir te amo a tu pareja y a tus seres queridos, pero sobre todo dilo sinceramente. Un beso y un abrazo pueden reparar una herida cuando se dan con toda el alma.
Acuérdate de tomarte de la mano con tu ser querido y atesorar ese momento, porque un día esa persona ya no estará contigo.
Date tiempo para amar y para conversar, y comparte tus más preciadas ideas.
Y siempre recuerda: La vida no se mide por el número de veces que tomamos aliento, sino por los extraordinarios momentos que nos lo quitan.

sábado, 7 de mayo de 2011

En el Camino de Emaús (Lc 24, 13-35)

Todos conocemos este hermoso pasaje en el que Jesús resucitado se hace compañero de camino de dos de sus discípulos que han abandonado la comunidad... Aunque tradicionalmente se interpreta que eran dos varones, probablemente se trataba más bien de un matrimonio. Este evangelio habla de un tal Cleofás y, en otro pasaje, se nos dice que al pie de la cruz estaba María de Cleofás..., ¿su esposa? Tal vez por eso discuten... Porque, tal vez, una cree y el otro, no...
El Señor Jesús también se hace el encontradizo con nosotros... ¡Cuántas veces habrá caminado a nuestro lado a través de personas que nos han salido al encuentro y nos han llenado de amor y de esperanza...! Recuérdalo en este momento y dale gracias...

miércoles, 4 de mayo de 2011

El Via Lucis

Hay una devoción popular con tradición desde la edad media, que es el Via Crucis (el camino de la cruz). En él se recorren los momentos más sobresalientes de la Pasión y Muerte de Cristo: desde la oración en el huerto hasta la sepultura de su cuerpo (cf. "Via Crucis según los relatos evangélicos"). Pero ésta es la primera parte de una historia que no acaba en un sepulcro, ni siquiera en la mañana de la Resurrección, sino que se extiende hasta la efusión del Espíritu Santo y su actuación maravillosa.
Desde el Domingo de Pascua hasta el de Pentecostés hubo cincuenta días llenos de acontecimientos, inolvidables y trascendentales, que los cercanos a Jesús vivieron intensamente, con una gratitud y un gozo inimaginables.
De igual forma que las etapas de Jesús camino del Calvario se han convertido en oración, queremos seguir también a Jesús en su camino de gloria. Éste es el sentido último de esta propuesta una invitación a meditar la etapa final del paso de Jesús por la tierra.
El Via Lucis, "camino de la luz" es una devoción reciente que puede complementar la del Via Crucis. En ella se recorren catorce estaciones con Cristo triunfante desde la Resurrección a Pentecostés, siguiendo los relatos evangélicos. Incluimos también la venida del Espíritu Santo porque, como dice el Catecismo de la Iglesia Católica: "El día de Pentecostés, al término de las siete semanas pascuales, la Pascua de Cristo se consuma con la efusión del Espíritu Santo que se manifiesta, da y comunica como Persona divina" (n.731).
La devoción del Via Lucis se recomienda en el Tiempo Pascual y todos los domingos del año que están muy estrechamente vinculados a Cristo resucitado. (sigue)