jueves, 29 de octubre de 2009

"El Sínodo ha hecho un buen trabajo"

El pasado domingo ha concluido el Sínodo para África. Os comparto parte del discurso que el Papa Benedicto XVI dirigió a los Padres que han participado en dicha Asamblea, en el almuerzo que les ofreció en el Atrio del Aula Pablo VI.

Queridos hermanos y hermanas:

Ha llegado la hora de decir gracias. Gracias ante todo al Señor que nos ha convocado, nos ha reunido, nos ha ayudado a escuchar su Palabra, la voz del Espíritu Santo, y así ha dado también la posibilidad de encontrar el camino de la unidad en la multiplicidad de experiencias, la unidad de la fe y de la comunión en el Señor. Por esto la expresión “Iglesia-Familia de Dios” ya no es solo un concepto, una idea, sino una experiencia viva de estas semanas: hemos estado realmente reunidos, aquí, como Familia de Dios. Hemos hecho también, con la ayuda del Señor, un buen trabajo.

El tema, por sí mismo, no era un reto fácil, tenía dos peligros, diría yo. El tema “Reconciliación, justicia y paz” implica ciertamente una fuerte dimensión política, si bien es evidente que reconciliación, justicia y paz no son posibles sin una profunda purificación del corazón, sin una renovación del pensamiento, una metanoia, sin una novedad que debe surgir precisamente del encuentro con Dios. Pero aunque esta dimensión espiritual es profunda y fundamental, también la dimensión política es muy real, porque sin realizaciones políticas , estas novedades del Espíritu normalmente no se realizan. Por eso la tentación podía ser de politizar el tema, de hablar menos como pastores y más como políticos, con una competencia tal, que no es la nuestra.

El otro peligro ha sido – precisamente por huir de esta tentación – el de retirarse a un mundo puramente espiritual, a un mundo abstracto y bonito, pero no real. El discurso de un pastor, en cambio, debe ser realista, debe tocar la realidad, pero en la perspectiva de Dios y de su Palabra. Por tanto esta meditación comporta, por una parte, estar realmente pegados a la realidad, atentos a hablar de lo que hay, y por otra parte, a no caer en soluciones técnicamente políticas; esto significa indicar una palabra concreta, pero espiritual. Este era el gran problema del Sínodo y me parece que, gracias a Dios, hemos conseguido resolverlo, y para mí esto es también motivo de gratitud porque facilita mucho la elaboración del documento post-sinodal. [...]

El Sínodo acaba y no acaba, no sólo porque los trabajos continúan con la Exhortación postsinodal: Synodos quiere decir camino común. Permanezcamos en el camino común con el Señor para prepararle los caminos, apara ayudarle, abrirle las puertas del mundo, para que pueda crear su Reino entre nosotros. En este sentido mi Bendición para todos vosotros. Recitemos ahora la oración de acción de gracias por la comida.

Si queréis leer el Mensaje final del Sínodo, podéis encontrarlo en este enlace.

domingo, 25 de octubre de 2009

Realmente me dais pena… (Mt 11, 20-24)

En diversas ocasiones, el evangelio recoge algunas “lamentaciones” de Jesús… Son los denominados “ay”… Estos “ay” no son maldiciones, en el sentido que solemos entender nosotros actualmente, sino expresión de tristeza… Con esos “ay”, Jesús dice: ¡Realmente me dais pena…!

¿Y qué es lo que apena su corazón…? En este episodio es la incredulidad, la dureza de corazón…

Jesús viene a decir: Con la cantidad de signos y gestos que he tenido con vosotros (se refiere a todos los milagros realizados en Corazaín y Betsaida…) y no hay manera de que acojáis mi mensaje… Y llega a decir, seguro que si en otros lugares hubiera hecho la mitad de lo que he hecho ante vuestros ojos, se habrían convertido… Y pone como ejemplo Tiro y Sidón, que eran el paradigma de sociedades ricas y orgullosas, que vivían de espaldas a Dios…

Lo que entristece el corazón de Jesús y el corazón de Dios es nuestra cerrazón, nuestro desagradecimiento…

Probablemente también de muchos de nosotros podría decir: Con todos los gestos de cariño, de ternura que he tenido contigo… Con todo lo que te he bendecido a lo largo de tu vida… y no me reconoces, no terminas de entregarte confiadamente a mí…

La tristeza del Señor es porque, con esa actitud, nos cerramos a su amor, a su acción en nuestra vida… Y, al cerrarnos, no podemos acoger su paz, su ternura, su presencia que es la única que puede responder a todas nuestras búsquedas interiores y puede serenar nuestro corazón…

Descubramos su presencia, sus gestos amorosos en nuestra vida, y consolemos su corazón dándole gracias por todo lo que hace por nosotros… Como diría S. Ignacio: Debemos pedir al Señor que nos ayude a darnos cuenta de tantos beneficios recibidos, de todos los detalles con que nos regala cada día y que nos ha regalado a lo largo de nuestra vida, para que, dándonos cuenta, tengamos un corazón agradecido y lo sirvamos con todo el corazón y con toda el alma...

domingo, 18 de octubre de 2009

MANIFIESTO de la convocatoria de una MANIFESTACIÓN en defensa de la VIDA, la MUJER y la MATERNIDAD

El Gobierno Español pretende modificar la vigente legislación en materia de aborto para despenalizar totalmente su práctica y reconocerlo como un derecho a través la conocida como “nueva ley del aborto”. Dicha iniciativa supondría la desprotección total de las dos víctimas del aborto: el niño no nacido, que carecerá de toda protección jurídica, y la mujer, abocada al aborto sin alternativas posibles.

Con la nueva Ley anunciada se privará a la mujer de su derecho a la maternidad, no se hará nada por evitar abortos y crecerá cuantitativamente el inmenso fracaso que es siempre un aborto provocado.

Además la nueva “ley del aborto” pretende imponer con carácter obligatorio y coactivo en todos los servicios y centros sanitarios y educativos la ideología de género y su visión de la sexualidad y la persona.

Esta iniciativa del Gobierno obliga a todas las personas que valoran la vida humana y el derecho a la maternidad a manifestar públicamente su compromiso con el derecho a la vida y con la mujer embarazada para evitar que se degrade aún más el ya precario e insuficiente compromiso de la legislación española con el derecho básico a la vida.

Porque CADA VIDA IMPORTA,queremos hacer llegar a la opinión pública y a las fuerzas políticas las siguientes consideraciones y peticiones:

1) Cualquier enfoque legal o político que olvide al niño que en virtud del aborto no llega a nacer o que olvide el problema que para algunas embarazadas puede suponer un embarazo imprevisto, dará lugar a situaciones injustas e incompatibles con el equilibrio de derechos y bienes que el humanismo exige en esta cuestión.

2) Ante esta iniciativa legal contraria a la dignidad del ser humano, y conscientes de que todos deberíamos coincidir en aquellas políticas públicas orientadas a evitar que las mujeres tengan que pasar por el terrible drama de un aborto provocado, demandamos del Gobierno y de todas y cada una de las fuerzas políticas:

a) La retirada del anteproyecto de “ley del aborto”.
b) El impulso y promoción de una red solidaria de apoyo a la mujer embarazada, para que ninguna mujer se vea abocada al aborto por carecer de información y alternativas viables para afrontar los problemas que están en la base de la decisión de abortar, así como la ayuda y el apoyo necesarios para que la mujer que ha sido víctima de un aborto pueda superar las consecuencias del mismo.
c) La potenciación y agilización de la adopción nacional, incluyendo la creación de un protocolo por el cual se informe a la mujer de esta alternativa en caso de embarazo imprevisto.
d) El compromiso del ordenamiento jurídico y de las políticas públicas con la única solución progresista y humana en materia de aborto: proteger siempre al no nacido como a cualquier otro ser humano y proteger siempre a la mujer para que nunca se vea abocada al aborto.
e) La promoción de una pedagogía de la Cultura de la Vida que reconozca y valore la dignidad del ser humano desde el momento de la fecundación hasta la muerte natural, y que enmarque la sexualidad humana en un ámbito de amor, respeto, responsabilidad y apertura a la vida; y como consecuencia de ello, que informe de las consecuencias reales del aborto, tanto para la mujer como para el niño.
f) La protección del derecho a la maternidad, considerando todo aborto como un inmenso fracaso, digno de ser evitado mediante políticas sociales activas y solidarias con la mujer.

3) Pedimos a los poderes públicos, a los grupos sociales y a cada ciudadano el respeto responsable y activo hacia el contenido de este manifiesto.

4) Convocamos a todos los ciudadanos a manifestarse desde la Puerta del Sol hasta la Puerta de Alcalá, en Madrid, el día 17 de octubre de 2009.

jueves, 15 de octubre de 2009

La fuente de Dios brota en mí (Colaboración)

Dios de bondad, comienzo esta semana
con incertidumbre y sorpresa
por todo lo que me aguarda.

Dame la fuerza necesaria para realizar
lo que Tú me pides.
Y dame serenidad interior
para que el trabajo
no me arranque de mi centro.
Permanece junto a mí en todo cuanto haga.

Déjame extraer de la fuente de tu Espíritu
lo que me conviene.
Y déjame sentir
que esa fuente de tu Espíritu es inagotable,
que puedo trabajar sin agotar mis fuerzas,
porque tu fuente brota en mí.

AMEN.

domingo, 11 de octubre de 2009

¡No ha habido nadie más grande que Juan Bautista! (Mt 11, 7-15)

Considerando que Jesús no es muy dado a los elogios, impresionan aún más estas palabras sobre Juan el Bautista.

En los versículos anteriores, Jesús ha respondido a las dudas de Juan que no termina de entender el mesianismo de Jesús pues no coincide con lo que él había anunciado. Sin embargo, Jesús no sólo no le reprocha nada, sino que, públicamente, confirma a Juan como el profeta más grande de todos los tiempos: “Os aseguro que no ha nacido de mujer nadie mayor que Juan el Bautista” (v. 11). ¿Y qué es lo que destaca de Juan? Su valentía, su entereza, su entrega al anuncio del Reino… No, Juan no ha sido como una caña vapuleada por el viento, sino que se ha mantenido firme, jugándose con ello la vida… Y de manera solapada, se atreve a compararlo incluso con Herodes, envuelto en grandes riquezas, habitando fastuosos palacios, pero considerado como alguien a merced del imperio romano…

Esto, al mismo tiempo, es una crítica hacia nuestra manera de valorar a las personas. Habitualmente lo que se valora es lo externo: los títulos, los bienes, la posición social… En cambio, lo que valora Dios es bien distinto, es nuestra entrega, nuestra fidelidad, nuestra coherencia de vida…

Pero Jesús no se queda en el elogio, sino que quiere dejar claro ante sus interlocutores quién era realmente Juan… Sí, era un profeta, esto ya lo sabía el pueblo llano, pero, no cualquier profeta, Juan era Elías… ¿Qué quiere decir esto?

Para muchos, este texto fundamentaría la creencia en la reencarnación… Hacer esta lectura es desconocer totalmente el lenguaje bíblico. Decir que Juan era Elías, equivalía a decir que aquel que viniera inmediatamente después de él, era el Mesías (Ml 3, 1.23; Mt 17, 10-13); es decir, era un modo de decir: Él es Elías y yo soy el Mesías. Por eso añade que, aun siendo el más grande, “el más pequeño en el Reino de los cielos es mayor que él” (v. 11b). Es decir, con Juan se acaba una época, la de la espera, pues con Jesús los tiempos nuevos han llegado… Es otro modo de decir, nuevamente, que no tenemos que seguir esperando, que en Jesús tenemos ya a “aquel que tenía que venir”…

Esto se dice pronto, pero si caemos en la cuenta de lo que significa, es impresionante… La humanidad sigue como a la espera de alguien que le señale el camino; los mismos cristianos parece que seguimos buscando a alguien que responda a nuestras inquietudes más profundas, y Jesús nos dice: “Soy yo”… Pero para ello tenemos que acercarnos a él, conocerlo de verdad, dejarlo entrar en nuestra vida, vivir como Él nos indica…

Pero este camino es fácil. Después de estas palabras de elogio, el evangelio pone en labios de Jesús una expresión enigmática: “el Reino de los cielos sufre violencia, y los violentos lo arrebatan” (v. 12)… ¿Qué quiere decir esto? Algo muy sencillo… El evangelio, desde el inicio, ha encontrado oposición en los que ostentan el poder, del tipo que sea… Basta ver a Juan que está encarcelado, a punto de ser ejecutado…

Y termina con una sentencia: “Quien tenga oídos, que oiga” (v. 15)... como diciendo: “más claro no os lo puedo decir”...

Como veréis, es un texto breve, pero con mucho meollo dentro…

Ojalá escuchemos también nosotros, de boca de Jesús, palabras de elogio… Elogios por nuestra fidelidad a su voluntad, por nuestra entrega, por nuestra dedicación a los hermanos… Y, sí, ojalá nosotros experimentos realmente que en Jesús podemos encontrar todo lo que buscamos, que Él es aquel que tenía que venir a este mundo… y que en Él podemos satisfacer toda nuestra sed…

lunes, 5 de octubre de 2009

II Sínodo de Africa

Como sabréis, ayer domingo empezó el II Sínodo de Obispos de África. Unámonos a este acontecimiento eclesial con la oración que el Papa Benedicto XVI ha compuesto:

Santa María, Madre de Dios, Protectora de África,
tú has dado al mundo la luz verdadera, Jesucristo.
Por tu obediencia al Padre y por la gracia del Espíritu Santo,
nos has dado la fuente de nuestra reconciliación y de nuestra justicia,
Jesucristo, nuestra paz y nuestro gozo.

Madre de ternura y de sabiduría,
muéstranos a Jesús, tu Hijo e Hijo de Dios,
ayúdanos en nuestro camino de conversión
para que Jesús haga brillar su Gloria sobre nosotros
en todos los aspectos de nuestra vida personal, familiar y social.

Madre, llena de misericordia y de justicia,
por tu docilidad al Espíritu Consolador
alcánzanos la gracia de ser testigos del Señor Resucitado,
para que seamos cada vez más
la sal de la tierra y la luz del mundo.

Madre del Perpetuo Socorro,
confiamos a tu maternal intercesión
la preparación y los frutos del Segundo Sínodo para África.
¡Reina de la Paz, ruega por nosotros!
¡Nuestra Señora de África, ruega por nosotros!

También os transcribo las palabras que el Papa dirigió ayer al rezar el Ángelus en la Plaza de San Pedro:

¡Queridos hermanos y hermanas!

Esta mañana, en la Basílica de San Pedro, ha tenido lugar la celebración eucarística de apertura de la Segunda Asamblea Especial para África del Sínodo de los Obispos, durante la cual se rezó también en diversas lenguas africanas. Mi venerado predecesor Juan Pablo II convocó el primer “Sínodo africano” en 1994, en la perspectiva del año 2000 y del tercer milenio cristiano. Él, que con su celo misionero, se hizo muchas veces peregrino en tierra africana, recogió los contenidos emergidos de aquella cita en la Exhortación Apostólica Ecclesia in Africa, relanzando la evangelización del Continente. A distancia de quince años, esta nueva Asamblea se pone en continuidad con la primera, para verificar el camino realizado, profundizar algunos aspectos y examinar los retos más recientes. El tema elegido es “La Iglesia en África al servicio de la reconciliación, de la justicia y de la paz” – acompañado por una palabra de Cristo dirigida a los discípulos: “Vosotros sois la sal de la tierra.... vosotros sois la luz del mundo” (Mt 5,13.14).

El Sínodo constituye siempre una intensa experiencia eclesial, una experiencia de responsabilidad pastoral colegial respecto a un aspecto específico de la vida de la Iglesia, o mas bien, como en este caso, de una parte del Pueblo cristiano determinada en base al área geográfica. El Papa y sus más estrechos colaboradores se reúnen junto con los Miembros designados de la Asamblea, con los Expertos y los Auditores, para profundizar la temática elegida. Es importante subrayar que no se trata de un congreso de estudio, ni una asamblea programática. Se escuchan relaciones e intervenciones en el aula, se confrontan en los grupos, pero todos sabemos bien que los protagonistas no somos nosotros: es el Señor, su Espíritu Santo, que guía a la Iglesia. Lo más importante, para todos, es escuchar: escucharse unos a otros y, todos juntos, escuchar lo que el Señor quiere decirnos. Por esto, el Sínodo se desarrolla en un clima de fe y de oración, de obediencia religiosa a la Palabra de Dios. Al Sucesor de Pedro le toca convocar y guiar las Asambleas sinodales, recoger cuanto surja de los trabajos y ofrecer después las indicaciones pastorales oportunas.

Queridos amigos África es un continente que tiene una extraordinaria riqueza humana. Actualmente, su población llega casi a mil millones de habitantes y su tasa de natalidad total es la más alta a nivel mundial. África es una tierra fecunda de vida humana, pero esta vida está marcada por desgracia por muchas pobrezas y sufre además graves injusticias. La Iglesia está empeñada en superarlas con la fuerza del Evangelio y la solidaridad concreta de tantas instituciones e iniciativas de caridad. Oremos a la Virgen María para que bendiga la II Asamblea sinodal para África y obtenga paz y desarrollo para ese grande y amado continente.

domingo, 4 de octubre de 2009

“¿Eres Tú el que estamos esperando?” (Mt 11, 2-6)

En los primeros 10 capítulos del evangelio de Mateo se nos ha hecho una gran presentación de Jesús como el Mesías esperado. Recordemos que este evangelio fue escrito especialmente para un público judío. La gran tesis de su autor es “demostrar” que aquel a quien toda la Escritura había anunciado durante siglos es Jesús.

Aunque nosotros no somos de origen judío, reconocer a Jesús como el Mesías es reconocerlo como el esperado, el deseado, el enviado por Dios para mostrarnos el camino que nos conduce a Él.

En los capítulos anteriores se nos ha dado a conocer el Mensaje de Jesús (cc. 5-7) y los signos que lo avalan (cc. 8-9). Jesús ha aparecido ante nuestros ojos como “Maestro de Sabiduría” (cc. 5-7) y como “El Sanador” (cc. 8-9). Y es a continuar esta misión a lo que se nos envía a nosotros (c. 10).

Sin embargo, este “gran hombre”, este “Dios-con-nosotros” que nos ha dado a conocer palabras de sabiduría y que viene a sanarnos de todas nuestras enfermedades y dolencias, fue rechazo entonces y lo sigue siendo ahora… ¿Por qué? Es ésta la pregunta a la que Mateo intentará respondernos en los capítulos siguientes (11-13).

Lo que está claro es que ante Jesús nadie queda indiferente… Su presencia suscita atracción o rechazo… Pero lo realmente doloroso es que fue rechazado precisamente por el pueblo que estaba mejor preparado para acogerlo… ¿No nos pasará algo similar a nosotros?

Este rechazo que sufre Jesús viene tipificado en tres tipos de personas: Juan el Bautista, unos niños que juegan en la plaza y los fariseos.

Juan está en la cárcel y hasta sus oídos llega lo que hace Jesús. Y lo que escucha lo desconcierta… Él había anunciado el juicio implacable de Dios y lo que ve son gestos de misericordia… Había presentado a un Dios justiciero que estaba por venir con todo su poder para aplastar a los malvados (cf. Mt 3, 1-12) y lo que ve es a un hombre sencillo, humilde, que no alza la voz y que se dedica a sanar, no a condenar… ¿Os imagináis su confusión, incluso, su decepción?

Pero no creáis que esto es algo anacrónico. No. Muchos hombres y mujeres siguen –seguimos- esperando muchas veces a un Dios que venga a poner orden… Nos resulta difícil adherirnos al Dios de Jesús que aparece envuelto en debilidad y sencillez… Seguimos esperando a un dios todopoderoso que resuelva todos los problemas, que elimine a nuestros “enemigos”, y lo que nos encontramos es la llamada a perdonar, a ser misericordiosos… ¿Acaso esto no nos desconcierta también a nosotros?

Por eso, para salir de dudas, Juan manda una comitiva donde Jesús para plantearle esta pregunta: “¿Eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro?” (11, 3).

Y Jesús, como siempre, nos remite no a la habladurías sino a los hechos: “los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos quedan limpios, los sordos oyen, los muertos resucitan y a los pobres se les anuncia la buena noticia” (11, 4-5). Sí, ésta es su carta de presentación, éstas son sus credenciales, estos son los signos que verifican que es Él aquel de quien habló Isaías (26, 19; 35,5ss.; 61,1ss.).

Y termina diciendo: “Y dichoso aquel que no se escandalice de mí” (11,6). Es decir, aquel que no se sienta decepcionado por mi modo de actuar que, en definitiva, es el modo de actuar de Dios.

Siempre ha escandalizado el Dios de Jesús. Por eso nos empeñamos en tergiversar su figura añadiéndole notas de poder. Y, no… Jesús nos muestra el rostro de un Dios Padre que no se impone, que no pretende subyugarnos sino que lo que desea es que seamos felices y liberarnos de todo lo que nos impide vivir como auténticos seres humanos, llamados a vivir como hijos suyos y hermanos de todos…

Mateo, al presentarnos el desconcierto del Bautista, en realidad se dirige a nosotros e intenta aclarar nuestras dudas, invitándonos a reconocer en Jesús al enviado de Dios que nos indica el camino a seguir, un camino de compasión, cercanía y misericordia, que para muchos puede parecer debilidad pero que, en realidad, es lo que verdaderamente nos asemeja a Dios.