A partir de hoy, el evangelio del día nos irá presentando el contenido del Sermón del Monte en pequeñas "píldoras" de sabiduría (Mt 5-7)...
Mateo cuida mucho la escenificación, lo cual favorece el que, pese a tratarse de un discurso, pueda ser contemplado... Por eso os propongo que empecéis por visualizar a Jesús...
El texto empieza así: "Jesús, viendo a la muchedumbre, subió al monte, se sentó, y sus discípulos se le acercaron. Y tomando la palabra, les enseñaba..."Aquí aparecen rasgos característicos de Jesús... Jesús está entre la gente, va donde la gente se encuentra, pero no está entre la gente como si fueran seres anónimos... Jesús los ve, ve a cada uno de ellos, igual que el Padre nos ve a cada uno de nosotros, e intuye en su mirada una búsqueda, como dirá en otro momento, ve a la muchedumbre como ovejas que no tienen pastor, que no tienen a nadie que les abra a la esperanza, que acoja su sufrimiento, que les señale el camino... Ante esto, Jesús sube al monte... No para alejarse de la gente, sino que con ese gesto aparece claramente como el nuevo Moisés que, desde el Monte, dará a su pueblo la "nueva Ley"... Por eso muchos autores presentan este discurso como el Discurso Programático, aquel que recoge el mensaje central del evangelio...
Y Jesús se sienta... Es el gesto del Maestro dispuesto a hablar paciente y reposadamente con quienes deseen escucharlo... Y sus discípulos se le acercan... En este momento es el cuadro perfecto: Jesús sentado en postura afable y cercana, y los discípulos a su lado, dispuestos a escucharle... Y esta escena se repite diariamente... Por eso sería bueno que por un instante te la imaginaras así... Jesús, sentado a tu lado, dispuesto a revelarte el secreto de la Felicidad...
¿Y qué es lo primero que sale de sus labios? Si Jesús es el nuevo Moisés, se esperaría una nueva lista de prohibiciones y obligaciones, similares al Decálogo. Sin embargo, lo primero que dice Jesús es: Os voy a señalar el camino de la felicidad, porque el Padre os quiere felices y está dispuesto a daros toda la felicidad del mundo, pero una felicidad auténtica... El Padre no quiere poner sobre vosotros cargas pesadas, quiere que experimentéis la felicidad de ser sus hijos... ¡Esto es lo que está detrás de las bienaventuranzas...! Y no son sólo palabras... Muchos autores coinciden en que las bienaventuranzas nos presentan el retrato de Jesús... ¡Jesús vivió así... por eso merece la pena vivir así..!
Jesús abre su discurso diciendo: "Felices los pobres pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos"...
Sobre esta primera bienaventuranza hay muchas traducciones... No es fácil expresar el pensamiento de Jesús... ¿Qué entender por pobres? ¿Por qué añadir a "pobres" el término "de espíritu"? En primer lugar, hay que tener presente que Jesús no está haciendo una exposición sociológica (pobres como aquellos que carecen de bienes), pero tampoco está "espiritualizando" el término... Jesús da a esta palabra el contenido bíblico presente en el Antiguo Testamento que se identifica con el término "anawin"...
Desde esta visión, pobres son aquellos que no ponen su seguridad en sí mismos, en las cosas o en las personas... Pobres son aquellos que tienen el corazón desprendido y agradecido pues saben que todo lo que tienen lo han recibido... Pobres son aquellos que no tienen en quien apoyarse, que viven al día... Pero, sobre todo, pobres son aquellos que, conscientes de esa situación existencial de fragilidad han puesto su confianza en Dios...
La pobreza en sí misma no es un valor... La pobreza es un bien cuando nos ayuda a dar a las cosas el lugar que les corresponde, de modo que sea Dios el que ocupe realmente el centro de nuestra vida... La pobreza es un valor cuando refleja la actitud espiritual de quien ha puesto toda su confianza en el Padre...
Podríamos preguntarnos, ¿cómo vivo yo la actitud espiritual de la pobreza? ¿Sé vivir las cosas, las personas, todo como medios? ¿Doy a Dios el lugar que le corresponde en mi vida? Seguro que cuando así lo hemos hecho nos hemos sentido plenamente felices...
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