Después de haber expuesto las Bienaventuranzas como la gran noticia de que Dios nos quiere Felices, Jesús va a hacer una declaración importante: "No creáis que he venido a abolir la ley o los profetas: no he venido a abolir sino a darle su verdadero sentido" (Mt 5,17-19). De este modo aclara un posible mal entendido... Dios nos ofrece, nos regala la felicidad y nos indica el camino para alcanzarla... Nuestro Padre no pide, da... no exige, ofrece, regala... Pero el que Dios tenga la total iniciativa y el que sea alguien que se da por completo sin haber hecho nosotros nada previo, no significa que nosotros podamos vivir al margen de todo compromiso... Es decir, la experiencia del amor incondicional y gratuito de Dios no puede reducirse al ámbito de la mera interioridad sino que tiene que tener repercusiones en nuestra relación con los demás... El amor de Dios nos debe ayudar a vivir con mayor compromiso nuestro amor a los hermanos... Por eso, a continuación, Jesús irá explicando el verdadero sentido de algunos mandamientos del Decálogo...
En primer lugar nos dice que tenemos que ser mejores que los letrados (teólogos) y fariseos (practicantes rigurosos)... Pero, ¿mejores en qué? Probablemente en que no basta "saber" (letrados) o realizar determinadas prácticas religiosas (fariseos) para ser personas creyentes sino que hay que vivir la plenitud del amor... (Mt 5,20).
El primer mandamiento del Decálogo que va a llevar a sus máximas consecuencias es el "No matarás" (Mt 5,21-26). En realidad, no sería poco si lo cumpliéramos; actualmente hay demasiado desprecio a la vida, sobre todo en sus manifestaciones más débiles (los niños no nacidos, los ancianos, los que tienen algún tipo de deficiencia)... Pero Jesús nos viene a decir que no basta no matar... Cuántas veces decimos: yo no mato, yo no robo... Jesús nos viene a revelar que cualquier sentimiento de animadversión contra una persona es una forma de asesinato... No basta no matar, hay que luchar contra todo sentimiento y manifestación de desprecio a los demás... Se trata de tener el corazón limpio de todo resentimiento, envidia, desprecio... Jesús nos pide un corazón fraterno, un corazón reconciliado... Y no porque a veces no tengamos motivos de resentimiento, sino porque queremos tener un corazón compasivo como el Padre, porque queremos vivir de acuerdo a las bienaventuranzas... porque sabemos que así seremos felices...
Mira tu corazón... Observa si tienes algún sentimiento negativo contra alguien... Reconócelo, ponle nombre y pide a Jesús que te enseñe a perdonar, que te enseñe a no guardar rencor, que te dé un corazón semejante al suyo... Y, si lo ves oportuno, reconcíliate con quien tienes algún tipo de distancia o malentendido... Y, recuerda, a veces sólo es necesario un gesto...
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario