viernes, 27 de mayo de 2022

Ascensión del Señor (Ciclo C): Ustedes son mis testigos (Lc 24, 46-53)

 

1. LEE: Lc 24, 46-53: 

Hoy celebramos el día de la Ascensión de Jesús a los cielos; es decir, de su regreso a la casa del Padre. Jesús ha cumplido su misión y ahora nos toca a nosotros continuarla siendo sus testigos; testigos porque hemos experimentado el amor de Dios. Somos enviados a hacer realidad el sueño de Dios: que vivamos como hijos y hermanos; ayudar a hacer posible un mundo en el quepamos todos; donde haya pan y paz para todos. ¿Cómo? Viviendo como Él vivió, amando como Él nos amó. Para ello, contamos con la asistencia del Espíritu Santo. El mismo Espíritu que está en el seno del Padre, el que condujo a Jesús en su vida mortal, nos ha sido donado y nos dará todo lo que necesitamos para la tarea que nos ha sido encomendada.

2. MEDITA:
  • ¿Cómo acojo en mi vida la misión que me ha confiado el Señor?
  • ¿Soy testigo de Jesús con mi vida? ¿Ante quiénes? ¿De qué manera?
  • ¿Siento la alegría de saberme amada, salvada, enviada por el Señor?
3. ORA: 
  • Dialoga con el Señor... 
  • Pídele… Dale gracias… 
  • Haz silencio en tu interior…
 4. COMPROMÉTETE: 
  • ¿A qué te invita su Palabra? 
  • ¿Qué podrías mejorar o cambiar?

jueves, 19 de mayo de 2022

VI Domingo de Pascua (Ciclo C): Somos morada de Dios (Jn 14, 23-27)

1. LEE: Jn 14, 23-29

En este sexto domingo de Pascua, ya próximos a la fiesta de la Ascensión, se nos propone una parte del discurso de despedida de Jesús en la última cena. Jesús sabe que está a punto de partir y quiere preparar a sus discípulos. Por eso, les dirige un largo discurso para prepararlos a vivir su ausencia. Les dirige palabras de cariño y consuelo

En este breve texto, se nos invita a guardar su Palabra; es decir, a hacerla vida. Para ello, necesitamos conocerla, escucharla, meditarla, comprenderla, interiorizarla… Y, esto genera un dinamismo amoroso: si guardamos su Palabra, experimentaremos el amor que el Padre nos tiene y, no solo eso, sino que seremos cada vez más plenamente conscientes de que somos morada de Dios, nos sentiremos habitados por Él. Jesús anuncia, además, la venida del Espíritu Santo, que nos ayudará a recordar y a hacer vida sus palabras.

Por último, Jesús nos entrega el don de la paz, una paz que nace en lo profundo del corazón, la paz de sabernos amados y en manos de un Padre amoroso que cuida de nosotros.

Con este evangelio, se nos va preparando para la ya no tan lejana fiesta de Pentecostés.

2. MEDITA:
  • La prueba del amor a Jesús es, según este evangelio, guardar su Palabra. ¿Cómo la guardo yo? ¿La pongo por obra? ¿Cuándo?
  • ¿Leo con frecuencia la Palabra de Dios?
  • ¿Me siento “habitado” por Dios?
  • ¿Qué tan presente está el Padre en mi vida cotidiana? ¿Me ayuda a vivir como hijo y hermano?
  • ¿Siento en mi vida esa paz que viene de Dios? ¿La transmito a los demás?
3. ORA:
  • Dialoga con el Señor…
  • Pídele… Dale gracias…
  • Haz silencio en tu interior…
4. COMPROMÉTETE:
  • ¿A qué te invita su Palabra?
  • ¿Qué podrías mejorar o cambiar?

jueves, 12 de mayo de 2022

V Domingo de Pascua (Ciclo C): "Ámense los unos a los otros como yo los he amado" (Jn 13, 31-35)


1. LEE: Jn 13, 31-35

En este quinto domingo de Pascua, se nos recuerda el mandamiento principal de los cristianos: amarnos los unos a los otros. Es algo tan esencial, que san Agustín llego a decir: «Ama y haz lo que quieras» pues, quien ama, solo hará el bien. Jesús, además, se nos presenta como “criterio” y “medida” del amor. Amar, sí, pero cuánto, a quién, hasta dónde. Y la respuesta es: «como Yo los he amado». Y cómo nos ha amado Jesús: hasta dar la vida, siempre, a todos (incluidos sus enemigos).

Recordemos la ley de bronce: «ojo por ojo y diente por diente». Esto fue ya un gran avance para la humanidad, pues se trataba de dar una respuesta proporcionada (si te quitan un ojo, no le quites tú dos sino solo uno). La ley de plata representa un nuevo avance ético: «no hagas a otro lo que no quieres que te hagan a ti». La ley de oro: «haz al otro lo que quieres que te hagan a ti» expresa una actitud proactiva; no solo se trata de evitar hacer el mal sino de hacer positivamente el bien. La propuesta de Jesús las supera a todas. Por eso puede decir que es un mandamiento «nuevo». Ya no se trata solo de dar una respuesta proporcionada o de no hacer el mal o, mejor, hacer al otro lo que a me gustaría que me hiciera a mí sino de amar como Jesús me ama. 

Si nos fijamos, llama poderosamente la atención que Jesús no dice: «ámenme a mí como yo los he amado», sino que lo que nos pide es amarnos entre nosotros. Respondemos al amor de Dios, amando a los demás. Fue lo que el mismo Juan dijo en una de sus cartas: «no podemos decir que amamos a Dios, a quien no vemos, si no amamos a nuestro hermano que está a nuestro lado». Lo que Dios quiere, su voluntad, es que nos amemos los unos a los otros... Y, ¿cómo?, pues como Él mismo nos ha amado...

Estas palabras las dijo Jesús en el contexto de la Última cena, cuando Judas ya ha decidido entregarlo y después de haber lavado los pies a sus discípulos, incluido el traidor. Se trata, por tanto, de un amor que se expresa en el servicio y que incluye a todos.

Los primeros cristianos entendieron esto tan bien, que el amor era su distintiva. Quienes los conocían, decían de ellos: «miren cómo se aman»... Morían incluso perdonando y bendiciendo a quienes los martirizaban... Por eso, el amor es lo que debe distinguirnos a nosotros.

2. MEDITA
  • ¿Puedo decir que amo como Jesús me ama a mí o pongo límites al amor (a unos sí, a otros no… a veces sí, a veces no… depende…?)
  • ¿Pueden reconocerme, por mi modo de amar, como discípulo de Jesús?
  • ¿Voy creciendo en amar como Jesús me ama? ¿Qué me falta?
3. ORA:
  • Haz silencio en tu interior...
  • Dialoga con el Señor...
  • Pídele... Dale gracias...
4. COMPROMÉTETE:
  • ¿A qué te invita su Palabra?
  • ¿Qué podrías mejorar o cambiar? Decide cosas concretas.

viernes, 6 de mayo de 2022

IV Domingo de Pascua (Ciclo C): "Mis ovejas escuchan mi voz" (Jn 10, 27-30)

 

1. LEE: Juan 10, 27-30.

Las breves palabras del evangelio de hoy, están en el contexto del discurso de Jesús sobre el Buen Pastor (Jn 10,1-18). Esta figura nos resulta muy ajena a nuestra cultura urbana; sin embargo, era muy cercana para los oyentes de Jesús, pues en Palestina era un oficio muy conocido. Resulta tan familiar y significativo, que en el Antiguo Testamento, Dios identificó a los dirigentes y a sí mismo muchas veces con ella; los dirigentes están llamados a ser como el pastor para las ovejas y se hace una crítica muy fuerte a quienes no actúan así. Por eso, una de las características del Mesías sería precisamente esa, ser el pastor que todos esperan y, de hecho, Jesús se presenta a sí mismo así: Yo soy el Buen Pastor.

La imagen del pastor alude al cuidado. Decir que Jesús, que Dios es un buen pastor, quiere decir que es alguien que cuida de nosotros, que vela por nuestro bienestar. Basta leer el hermoso salmo 22: "El Señor es mi pastor, nada me falta".

Ahora bien, si Él es el buen pastor, nosotros estamos llamados a ser ovejas de su rebaño. Hoy, lamentablemente, la imagen del rebaño es muy negativa. En este texto, no. Sabernos "sus ovejas" es sentir que le pertenecemos, que estamos en buenas manos, en manos de alguien que será capaz de dar la vida por nosotros si es necesario. Y, en cambio, lo único que nos pide es que reconozcamos su voz entre otras voces y la sigamos. Llegar a tal familiaridad con su Palabra, que la sepamos distinguir entre mil voces, ¡esto es el discernimiento!, discernir qué voces, qué llamadas, qué invitaciones vienen de Dios, para seguirlas y qué, en cambio, no viene de Él sino que, al final, solo nos hará daño.

En un mundo en el que el lema parece ser "sálvese quién pueda" y que cada uno cuide de sí mismo, el evangelio de hoy nos dice que no estamos solos ni abandonados a nuestra suerte, sino que estamos en manos de un Buen Pastor, de un Padre amoroso que, como buena madre, vela siempre por nosotros.

2. MEDITA:
  • ¿Dónde y cuándo escucho la voz de Jesús en mi vida diaria? ¿En su Palabra, en personas, en situaciones… ¿ ¿Cuáles…?
  • ¿Siento correr en mí esa “vida” que viene de Jesús?
  • ¿Qué obstáculos experimento que me “roban” plenitud de vida?
3. ORA:
  • Haz silencio en tu interior...
  • Dialoga con el Señor...
  • Pídele... Dale gracias...
4. COMPROMÉTETE:
  • ¿A qué te invita su Palabra?
  • ¿Qué podrías mejorar o cambiar? Decide cosas concretas.