martes, 28 de diciembre de 2010

Oración de Fin de Año

Estamos a punto de terminar un año y estrenar uno nuevo... Pero no permitamos que el tiempo pase sin más, como sin darnos cuenta. Por eso os propongo, nuevamente, que hagáis una oración especial el 31 de diciembre. Encontraréis una propuesta sencilla en este enlace.

sábado, 25 de diciembre de 2010

Mensaje Urbi et Orbi del Papa Benedicto XVI -Navidad 2010

"Verbum caro factum est" - "El Verbo se hizo carne" (Jn 1,14).

Queridos hermanos y hermanas que me escucháis en Roma y en el mundo entero, os anuncio con gozo el mensaje de la Navidad: Dios se ha hecho hombre, ha venido a habitar entre nosotros. Dios no está lejano: está cerca, más aún, es el "Emmanuel", el Dios-con-nosotros. No es un desconocido: tiene un rostro, el de Jesús.

Es un mensaje siempre nuevo, siempre sorprendente, porque supera nuestras más audaces esperanzas. Especialmente porque no es sólo un anuncio: es un acontecimiento, un suceso, que testigos fiables han visto, oído y tocado en la persona de Jesús de Nazaret. Al estar con Él, observando lo que hace y escuchando sus palabras, han reconocido en Jesús al Mesías; y, viéndolo resucitado después de haber sido crucificado, han tenido la certeza de que Él, verdadero hombre, era al mismo tiempo verdadero Dios, el Hijo unigénito venido del Padre, lleno de gracia y de verdad (cf. Jn1,14).

"El Verbo se hizo carne". Ante esta revelación, vuelve a surgir una vez más en nosotros la pregunta: ¿Cómo es posible? El Verbo y la carne son realidades opuestas; ¿cómo puede convertirse la Palabra eterna y omnipotente en un hombre frágil y mortal? No hay más que una respuesta: el Amor. El que ama quiere compartir con el amado, quiere estar unido a él, y la Sagrada Escritura nos presenta precisamente la gran historia del amor de Dios por su pueblo, que culmina en Jesucristo.

En realidad, Dios no cambia: es fiel a sí mismo. El que ha creado el mundo es el mismo que ha llamado a Abraham y que ha revelado el propio Nombre a Moisés: Yo soy el que soy... el Dios de Abraham, Isaac y Jacob... Dios misericordioso y piadoso, rico en amor y fidelidad (cf. Ex 3,14-15; 34,6). Dios no cambia, desde siempre y por siempre es Amor. Es en sí mismo comunión, unidad en la Trinidad, y cada una de sus obras y palabras tienden a la comunión. La encarnación es la cumbre de la creación. Cuando, por la voluntad del Padre y la acción del Espíritu Santo, se formó en el regazo de María Jesús, Hijo de Dios hecho hombre, la creación alcanzó su cima. El principio ordenador del universo, el Logos, comenzó a existir en el mundo, en un tiempo y en un lugar.

"El Verbo se hizo carne". La luz de esta verdad se manifiesta a quien la acoge con fe, porque es un misterio de amor. Sólo los que se abren al amor son cubiertos por la luz de la Navidad. Así fue en la noche de Belén, y así también es hoy. La encarnación del Hijo de Dios es un acontecimiento que ha ocurrido en la historia, pero que al mismo tiempo la supera. En la noche del mundo se enciende una nueva luz, que se deja ver por los ojos sencillos de la fe, del corazón manso y humilde de quien espera al Salvador. Si la verdad fuera sólo una fórmula matemática, en cierto sentido se impondría por sí misma. Pero si la Verdad es Amor, pide la fe, el 'sí' de nuestro corazón”

Y, en efecto, ¿qué busca nuestro corazón si no una Verdad que sea Amor? La busca el niño, con sus preguntas tan desarmantes y estimulantes; la busca el joven, necesitado de encontrar el sentido profundo de la propia vida; la busca el hombre y la mujer en su madurez, para orientar y apoyar el compromiso en la familia y en el trabajo; la busca la persona anciana, para dar cumplimiento a la existencia terrenal.

"El Verbo se hizo carne". El anuncio de la Navidad es también luz para los pueblos, para el camino conjunto de la humanidad. El "Emmanuel", el Dios-con-nosotros, ha venido como Rey de justicia y de paz. Su Reino -lo sabemos- no es de este mundo, sin embargo, es más importante que todos los reinos de este mundo. Es como la levadura de la humanidad: si faltara, desaparecería la fuerza que lleva adelante el verdadero desarrollo, el impulso a colaborar por el bien común, al servicio desinteresado del prójimo, a la lucha pacífica por la justicia. Creer en el Dios que ha querido compartir nuestra historia es un constante estímulo a comprometerse en ella, incluso entre sus contradicciones. Es motivo de esperanza para todos aquellos cuya dignidad es ofendida y violada, porque Aquel que ha nacido en Belén ha venido a liberar al hombre de la raíz de toda esclavitud.

Que la luz de la Navidad resplandezca de nuevo en aquella Tierra donde Jesús ha nacido e inspire a israelíes y palestinos a buscar una convivencia justa y pacífica. Que el anuncio consolador de la llegada del Emmanuel alivie el dolor y conforte en las pruebas a las queridas comunidades cristianas en Irak y en todo Oriente Medio, dándoles aliento y esperanza para el futuro, y animando a los responsables de las Naciones a una solidaridad efectiva para con ellas. Que se haga esto también en favor de los que todavía sufren por las consecuencias del terremoto devastador y la reciente epidemia de cólera en Haití. Y que tampoco se olvide a los que en Colombia y en Venezuela, como también en Guatemala y Costa Rica, han sido afectados por recientes calamidades naturales.

Que el nacimiento del Salvador abra perspectivas de paz duradera y de auténtico progreso a las poblaciones de Somalia, de Darfur y Costa de Marfil; que promueva la estabilidad política y social en Madagascar; que lleve seguridad y respeto de los derechos humanos en Afganistán y Pakistán; que impulse el diálogo entre Nicaragua y Costa Rica; que favorezca la reconciliación en la Península coreana.

Que la celebración del nacimiento del Redentor refuerce el espíritu de fe, paciencia y fortaleza en los fieles de la Iglesia en la China continental, para que no se desanimen por las limitaciones a su libertad de religión y conciencia y, perseverando en la fidelidad a Cristo y a su Iglesia, mantengan viva la llama de la esperanza. Que el amor del "Dios con nosotros" otorgue perseverancia a todas las comunidades cristianas que sufren discriminación y persecución, e inspire a los líderes políticos y religiosos a comprometerse por el pleno respeto de la libertad religiosa de todos.

Queridos hermanos y hermanas, "el Verbo se hizo carne", ha venido a habitar entre nosotros, es el Emmanuel, el Dios que se nos ha hecho cercano. Contemplemos juntos este gran misterio de amor, dejémonos iluminar el corazón por la luz que brilla en la gruta de Belén. ¡Feliz Navidad a todos!

[Traducción distribuida por la Santa Sede
© Libreria Editrice Vaticana]

viernes, 24 de diciembre de 2010

“Hoy os nacido un Salvador, que es el Mesías y el Señor” (Lc 2, 11)

Esta noche, en la Misa del Gallo, escucharemos proclamar estas palabras en el evangelio… Lo que probablemente sucederá es que, estamos tan acostumbrados a escucharlas, que ya ni siquiera nos impresionan… Por eso, me gustaría ahora pararnos un poco a meditar en ellas…

El relato del nacimiento es extenso… Ha sido cuidadosamente elaborado por Lucas… Como tal, forma parte de los denominados relatos de la Infancia, que hacen de Prólogo a la obra lucana…

A estas alturas sobra decir que no estamos ante una crónica histórica… estamos ante algo mucho más profundo… Es verdad que no sabemos con exactitud ni el año ni el día en que Jesús nació, pero esto no quiere decir que el hecho no fuera real.

Muchos datan el nacimiento en diciembre del año 7 a.C., dado que en dicha fecha se dio la alineación de los planetas de Júpiter y Saturno, que identifican con aquella estrella que vieron los Magos, de la que nos habla Mateo… Pero, repito, esto no es lo más importante…

Lo que Lucas pretende realmente es decirnos, ya desde el principio, en el prólogo, quién es Jesús. Y nos lo dice de una manera muy sencilla pero profunda, aplicando a Jesús tres títulos: Salvador, Mesías y Señor… Diríamos que el título principal es el de Salvador… Esto es importante, porque por mucho que nos consideremos autosuficientes y tengamos la pretensión de no necesitar de nada ni de nadie, en nuestro fuero interno sabemos que esto no es verdad… Todos estamos necesitados de salvación y esta salvación no nos la podemos dar a nosotros mismos, sino que nos viene de otro… Y esta salvación que se nos ofrece nos viene de Dios… Sólo Dios puede rescatarnos, salvarnos de nuestra tristeza, de nuestra angustia, del sinsentido en el que muchas veces estamos inmersos si no hay más horizonte que esta vida frágil y caduca… Pues, por mucho que gocemos de posiciones sociales y económicas privilegiadas, nada impide que tarde o tempranos experimentemos la fragilidad de nuestra condición humana…

Recordemos, sólo el amor salva, y el amor sólo nos puede ser dado… y ese Amor, con mayúscula, sin fisuras, sin condiciones, sólo nos lo puede dar Dios…

Pero si se nos dijera únicamente que es el Salvador, no sería suficiente… Muchos se han presentado y se presentan como tales… Los dictadores tienen esa pretensión, los regímenes populistas, incluso los grandes líderes mundiales… De Jesús se dice, además, que es el Mesías, es decir, el Esperado de todos los tiempos, aquel a quien anhela la humanidad… y el Señor (“Kyrios”), es decir Dios… ¡Es Dios mismo, en persona!

Por eso, ¿cuál es el verdadero mensaje de la Navidad?, ¿qué es lo que celebramos esta noche? Celebramos que el Padre nos ama tanto que, como dice san Juan, nos ha enviado a su Hijo porque ha deseado venir a compartir nuestra suerte… ¡Esta es la encarnación!, Dios compartiendo la condición humana, experimentado la fragilidad, la debilidad… sabiendo lo que es ser hombre…

El cristianismo tiene la pretensión de afirmar que Dios se ha hecho uno de nosotros… Esto, si lo pensamos bien, es increíble… Y, sí, amigos, lo es, pero por increíble que sea, es verdad… Por eso, unámonos al coro de los ángeles que canta: ¡Gloria a Dios en el cielo y paz en la tierra, porque Dios nos ama!

viernes, 17 de diciembre de 2010

IV Domingo de Adviento (Ciclo A): "… le pondrá por nombre 'Emmanuel', que significa Dios-con-nosotros" (Mt 1,18-24)

Llegamos ya al cuarto y último domingo de Adviento, por lo cual se intensifica nuestra preparación para la celebración de la Navidad…

Si os dais cuenta, toda la liturgia de estos cuatro domingos apunta a lo que, de manera tan sencilla pero clara, se nos dice en el evangelio de hoy: En Jesús, Dios se ha hecho "Dios-con-nosotros"…

Esa llamada a estar despiertos, a estar atentos porque el Señor se acerca, no es sólo una llamada a la espera de algo que sucederá algún día, sino la noticia de algo que ya ha sucedido y que, desde entonces, sigue sucediendo todos los días… En Jesús, Dios se ha hecho visible, se ha hecho cercano, se ha hecho asequible… En Jesús, Dios se ha hecho uno de nosotros, camina con nosotros… Por eso, bien podemos afirmar con el corazón agradecido y lleno de contento, que este mundo está bendecido, que nuestro mundo tiene futuro pues Dios ha deseado habitar en él y acompañarnos en el devenir de nuestra historia… Los cristianos podemos afirmar, sin ninguna duda, que Dios habita en medio de nosotros, y que es esto, precisamente esto, lo que nos abre a la esperanza…

La Encarnación es buena noticia de manera particular para los que se sienten solos… Desde que el Hijo de Dios se hizo "carne" (real, histórico), nos ha venido a decir que no estamos solos, que Dios ha deseado habitar en nuestra tierra y ser nuestro compañero de camino…

Llenemos nuestras soledades de la presencia del Señor que lo habita y lo envuelve todo… Llenemos la soledad de tantas personas que se sienten solas y abandonadas a su suerte, haciéndoles ver, con nuestra cercanía, que Dios se interesa por ellos, por cada uno, que nos conoce por su nombre y nos ama y atiende en nuestras circunstancias particulares…

Que en esta Navidad que se acerca no sólo intercambiemos "regalos" y "dones externos"… Que en esta Navidad seamos un don, un regalo para los demás, como Dios se ha querido hacer don y regalo para cada uno de nosotros.

sábado, 11 de diciembre de 2010

III Domingo de Adviento (Ciclo A): "¿Eres Tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro? (Mt 11,2-11)

El Adviento, en cada una de las lecturas del domingo, nos propone un itinerario de fe que nos ayuda a prepararnos para celebrar la Navidad, para acoger con plena conciencia lo que ha supuesto para la humanidad la encarnación del Hijo de Dios.

El primer domingo se nos invitaba a estar en vela, a estar despiertos… El segundo domingo, se nos insistía en que el Señor está cerca… Y, sí, por eso hay que estar despiertos, para darnos cuenta de su presencia cercana que nos acompaña a lo largo de nuestro camino, en nuestra vida, en nuestra historia… En este tercer domingo, en cambio, se nos plantea una pregunta: "¿Eres Tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro?" (Mt 11,2-11)… Y no creáis que ésta es una pregunta retórica, no… La pregunta afecta al núcleo de nuestra fe: ¿Creemos de verdad que en Jesús encontramos todo lo que buscamos…? Y, a juzgar por la actitud de muchas personas, incluidas cristianas, daría la impresión de que seguimos buscando algo o alguien que dé sentido a nuestras vidas o que responda mejor a nuestras expectativas… Por eso, ¿qué responderías Tú?

Esta pregunta fue formulada por Juan el Bautista mientras estaba en prisión… Él había anunciado la pronta llegada del Mesías, incluso había reconocido en Jesús a aquel que anunciaba… Entonces, ¿por qué ese desconcierto? Pues porque Juan se había imaginado un Mesías justiciero, que castigaría a los pecadores y Jesús presenta el rostro de un Dios cercano, misericordioso, que busca a los pecadores, que rehabilita a los que todos dan por perdidos…

El Tiempo de Adviento nos pone delante de esta cuestión de fondo… ¿Creemos nosotros en ese Dios todo bondad y misericordia? ¿Nos comportamos con los demás como seguidores de Jesús, practicando la bondad y la misericordia? Y el modo de hacerlo se nos presenta con claridad en el evangelio… Somos testigos de este Dios bondadoso si con nuestras acciones ayudamos a que los ciegos vean, y los que sufren de parálisis, anden; si los leprosos, los estigmatizados, quedan limpios, y si los sordos oyen; si los que están muertos resucitan, y si a los pobres se les anuncia el Evangelio…

El nacimiento de Jesús es una buena noticia para todos, pero es una noticia que necesita ser anunciada… Que este Tiempo de Adviento sea la oportunidad de manifestar nuestra fe con obras y sea una ayuda para que muchos vivan el verdadero sentido de la Navidad…

sábado, 4 de diciembre de 2010

II Domingo de Adviento (Ciclo A): "El Señor está cerca"

El domingo pasado el Evangelio del día nos recordaba la importancia de “estar en vela”, de saber esperar y desear la llegada de Jesús, en este tiempo de adviento, para preparar nuestro corazón a su venida. En este segundo domingo de adviento el Evangelio resalta las palabras rotundas y radicales de Juan Bautista: “Convertíos, porque el Señor está cerca”.


Estamos, al igual que en la época de Juan Bautista, en tiempos de adviento, de preparación a la venida de Jesús. Juan, como nosotros, anhelaba la venida del “esperado”, del “Hijo de Dios”, del que muchos profetas habían hablado en otros tiempos. La novedad en su tiempo es que ya quedaba menos, porque “el Señor estaba cerca”.


Lo nuevo para nosotros ya no es sólo la espera de que aparezca Jesús, pues Él ya está entre nosotros para siempre. La novedad es, un año más, tomar conciencia de esta cercanía de Dios a través de su Hijo; de recordar que ha sido Dios, con el nacimiento de Jesús, quien ha tomado esa iniciativa de estar cerca de nosotros, de nuestra vida… Para ello, como dice Juan hemos de “convertirnos”, resituar nuestra vida, comprobar si nuestro “GPS interno” hace tiempo que va por otros caminos distintos a los que Dios quiere de nosotros… Si hemos cambiado de coordenadas y seguimos otras rutas en las que Dios no está y que nos alejan cada vez más de Él y del camino que nos presenta a través de su Evangelio.


“El Señor está cerca”, ¿soy consciente de ello? o ¿vivo como si Dios no existiera? El Señor toma la iniciativa de querer estar con nosotros, ¿soy capaz de verlo, de agradecerlo?... Pidámosle en esta preparación a su venida, que nos regale ojos para verle llegar y oídos para escucharle a través de su Palabra.

sábado, 27 de noviembre de 2010

I Domingo de Adviento (Ciclo A): "Estad en vela"

Vivimos en una cultura en la que una inmensa mayoría de las personas ya no esperan nada, porque el trabajo o la falta de él, las prisas, los problemas… agobian y aplastan de tal manera que nos mantienen engañados en un círculo vicioso, muchas veces sin salida. Pero también hay una buena parte de personas que sí esperan, pero sus expectativas parece que sólo están enfocadas en aquello que mejora su calidad de vida, su bienestar económico, personal… aunque esto vivido en la tensión de una cuerda floja porque, al final, todo acaba siendo frágil y vulnerable…

En esta situación es donde la Iglesia nos recuerda que comenzamos el Tiempo de Adviento: tiempo para despertar nuestra lucidez, hacer un buen ejercicio de caer en la cuenta de cómo estamos viviendo y dónde está puesta nuestra esperanza…

En Adviento nos recuerda que es necesario estar en vela de modo que estemos preparados para el día en que el Señor venga a visitarnos y no de forma espectacular, sino en los gestos sencillos de la vida cotidiana, en lo pequeño de cada día… en las circunstancias que menos esperamos…

Por eso el Evangelio del primer domingo de Adviento nos recuerda, una vez más, que tenemos que “estar en vela” (Mt 24,37-44). Se nos anima a mantener el corazón atento allí donde se va a posar la luz de nuestro Mesías. Luz, que no la vamos a encontrar en donde nuestras luces deslumbran con hermosos y mágicos escaparates, llenos de propuestas para saciarnos pero solo en la superficie, sino cerca de aquellos que nos reclamarán nuestro tiempo, nuestro gesto solidario y generoso. Esto sólo es posible cambiando nuestras actitudes individualistas por actitudes en favor de todos. Es allí donde nos espera el Señor, es allí donde le podemos acoger, en lo insignificante, en aquellos que no tienen capacidad de devolvernos nada… Pero al final de este camino que ahora empezamos, sólo llegan los que están dispuestos a ser gratuitos con Él y los hermanos…

jueves, 25 de noviembre de 2010

La Corona de Adviento

Estamos a punto de iniciar el nuevo año litúrgico... Por ello, os invito a preparar con tiempo todo lo necesario para vivir esa hermosa tradición de la Corona de Adviento, tal como lo hemos hecho en años anteriores. Para ello, podéis seguir la indicaciones que encontraréis en este enlace.

Así mismo, encontraréis material variado visitando los contenidos que están bajo la Etiqueta "Adviento".

miércoles, 24 de noviembre de 2010

Reflexiones sobre la oración (Colaboración)

Ya nos falta muy poco para comenzar un año más el ADVIENTO. Antes de este tiempo tan esperado, me ha surgido hacer esta reflexión sobre la oración.

No hacemos oración para “sentirnos a gusto” o porque no se nos ocurre nada mejor que hacer, ni ser mejores o peores, estar cansados o descansados, sino porque la fe nos hace ver que es necesario ese dialogo con Dios, para complacerle a Él, y, de paso, para ver más claro nuestro camino.

De todos los seres vivos, el hombre es el único ser que, por su semejanza con Dios, puede establecer diálogo con Él. Este diálogo-hablarle y escucharle, es fundamental para que exista una relación personal entre el Hombre y Dios. “Si Dios está con nosotros, ¿quién estará contra nosotros?” (Rm 8,31). Recibamos el Adviento contestándonos esta pregunta, no hay nada ni nadie más grande que el AMOR DE DIOS.

sábado, 20 de noviembre de 2010

"¿Quién decís vosotros que soy yo?" (Mt 16, 13-20)

Llegamos a un punto central del evangelio de Mateo… Jesús lleva ya un tiempo hablando y actuando, es decir, revelándose… Esto ha generado reacciones encontradas, muchas de ellas, de clara oposición y rechazo… Entonces Jesús pregunta a sus discípulos: "¿Quién dice la gente que soy yo?"… Pregunta profunda, no de mera curiosidad, sino que responde casi a la necesidad de saber si la gente va descubriendo realmente quién es Él…

Los discípulos responden sin pensárselo demasiado: "Unos dicen que Juan el Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o alguno de los profetas"… Aquí, obviamente, no estamos hablando de ningún tipo de reencarnación, como dicen algunos. Aquí lo que está en juego es que en cada uno de estos personajes se esconde un modo de entender la identidad y la misión de Jesús.

Para la gente, Jesús es alguien importante, sin duda…, a la altura de los grandes profetas… Es alguien que habla en nombre de Dios, que invita a la conversión, que denuncia el modo equivocado de vivir la religión, que incluso se enfrenta a los dirigentes del pueblo…, pero nada más…

Entonces, se dirige directamente a los Doce y les pregunta: "Y, vosotros, ¿quién decís que soy yo?"… Pregunta comprometida… Ya no se trata de hablar de lo que dicen los demás, eso es fácil; se trata de decir lo que piensa cada uno, y eso ya es más difícil… Más, aún, lo que Jesús pregunta no es sólo que idea tiene cada uno de Él, qué se dice en su interior, sino que dice a los demás…

Ahora, sólo Pedro responde y expresa abiertamente: "Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo"… Muchos coinciden en afirmar que, en realidad, está actuando como portavoz de todos…, al menos, de hecho, nadie dice lo contrario…

Con esta respuesta, da la impresión de que Pedro ha logrado penetrar en el verdadero ser de Jesús y ha descubierto en Él al Mesías, al enviado, al que el pueblo espera con tanta ansia… Y no sólo eso, sino que añade: "El Hijo de Dios vivo"… Afirmación profunda, pues lo que nos viene a decir es que Jesús es el Hijo del Dios de la vida… No es el Dios de la condenación (Juan el Bautista), el Dios intolerante (Elías) o el Dios de la destrucción (Jeremías), sino el Dios que ha enviado a su Hijo para que todos tengamos vida, como diría Juan…

Ahora sería bueno que cada uno de nosotros escucháramos de Jesús esta misma pregunta y que intentáramos responder… ¿Quién es Jesús para mí? ¿Un gran hombre, incluso un hombre de Dios pero, a fin de cuentas, sólo un hombre? O a lo mejor sí, es Dios, pero, ¿qué Dios? ¿Un Dios distante, lejano, juez castigador, intransigente…?

¿Qué imagen de Dios damos a los demás, de qué Dios hablamos los cristianos, no sólo con las palabras sino con nuestra vida? Hay quine dice que una de las causas de la actual increencia somos precisamente los cristianos... parece no merecer la pena creer en el Dios que profesamos... Hoy más que nunca el mundo necesita que anunciemos al Dios de Jesús, al Dios del amor, de la paz, de la vida... Proclamemos a este Dios con acciones que hablen precisamente de paz, de amor y de vida...

miércoles, 17 de noviembre de 2010

Si amar fuera fácil...

Si amar fuera fácil...
no habría tanta gente amando mal,
ni tanta gente mal amada.

Si amar fuera fácil...
no habría tanta hambre
ni tantas guerras
ni gente sin apellido.

Si amar fuera fácil...
no habría niños en las calles sin tener a nadie
no habría orfanatos
porque las familias serenas adoptarían más hijos
ni hijos mal concebidos
ni esposas mal amadas
ni prostitutas,
y nunca nadie negaría lo que juró en el altar
ni habría divorcios jamás...

Si amar fuera fácil...
no habría ladrones
y las mujeres embarazadas no abortarían...
ni habría asesinos
ni precios exorbitantes
ni los que ganan demasiado, ni los que ganan de menos.

Si amar fuera fácil...
ni soldados habría, pues nadie agrediría
mas el amor es un sentimiento que depende de un “yo quiero”
seguido de un “yo espero”
y la voluntad es rebelde,
el hombre, un egoísta que maximiza su “yo”
por eso, el amor es difícil.

Jesucristo no jugaba cuando nos mandó amar.
Y, cuando murió amando, dio la suprema lección...
... De que no se ama por ser fácil,
¡Se ama porque Dios es Amor!

sábado, 13 de noviembre de 2010

"¿Aún no comprendéis?" (Mt 16, 5-12)

Después de la discusión con los fariseos y saduceos (Mt 16, 1-4), Jesús los deja (¿por imposibles?) y se retira por tercera vez. Sube con los discípulos a la barca para pasar a la otra orilla… Toma distancia… Sale del lugar de la controversia y pone "agua por medio"…

En el trayecto aprovecha para seguir instruyendo a los Doce y les dice: "Abrid los ojos y guardaos de la levadura de los fariseos y saduceos"… Da la impresión de que ha quedado tan tocado por lo que acaba de pasar, que le sale de manera espontánea, y aparentemente sin motivo, ese comentario… Pero los discípulos andan "en otra"… Definitivamente, están con Jesús pero da la impresión de que no se enteran realmente de nada… Jesús anda preocupado por el rechazo y la incredulidad precisamente de quienes tendrían que acogerlo, y quienes lo acompañan están preocupados porque se han olvidado de comprar pan… Qué triste… ¡Qué distintas son las preocupaciones de Jesús y las nuestras! Y es entonces cuando de Jesús sale, más que un reproche, un lamento: "Hombres de poca fe, ¿por qué estáis hablando entre vosotros de que no tenéis panes?, ¿aún no comprendéis, ni os acordáis…? Y, ¿sabéis?, creo que es la misma lamentación que muchas veces dirige el Señor al vernos a nosotros… ¿Aún no comprendemos? ¿Es que no somos capaces de recordar todo lo que Él Señor ha sido capaz de hacer…? ¿Por qué nos cuesta tanto entrar en la lógica de Jesús, en su modo de ver y actuar…? ¿Por qué seguimos preocupados por los asuntos de "este mundo" en vez de dejar las cosas en manos del Señor?

Esto me recuerda a las palabras de Jesús en el Sermón del Monte, cuando dice: "No andéis preocupados por lo que vais a comer o con qué os vais a vestir… de eso se preocupan los que no creen en Dios… Vosotros preocupaos del Reino de Dios y su justicia…" Obviamente con ello no nos dice que no tomemos en serio nuestros asuntos, sino que no andemos obsesionados por ellos ni que sea nuestro único horizonte… ¡Veamos más allá! Y es entonces cuando los discípulos parecen "entender" que Jesús lo que hace es advertirles para que no sean como los fariseos y saduceos, incapaces de reconocer la acción de Dios y a su enviado, porque no tienen fe y sólo piensan en las cosas de este mundo… Y esta advertencia es también válida para nosotros, pues todos somos sujetos de caer en las mismas actitudes farisaicas y saduceas.

Pidámosle al Señor que abra nuestro entendimiento para entrar en "su lógica", para entrar en su corazón, y no estar tan obsesionados por nuestras cosas y el modo de ver la vida que es más propio de quienes no tienen fe…

sábado, 6 de noviembre de 2010

Haznos un signo del cielo (Mt 16, 1-4)

El capítulo 16 del evangelio según san Mateo inicia con una nueva polémica, esta vez con los fariseos y saduceos.

En primer lugar, llama la atención el contraste entre esta escena y la anterior… Poco antes, Jesús está rodeado de gente que viene a buscarlo para ser sanada y que permanece con Él tres días; es decir, no están de paso… En cambio, estos fariseos y saduceos se acercan a Jesús para tentarlo… No vienen a buscar nada de Él, sino a ponerle zancadillas… Está claro que no buscan la verdad, sino ponerlo en aprietos, dejarlo en evidencia ante la gente… Sus prejuicios les impiden ver lo evidente…

El evangelista dice que vienen para "tentarlo". La tentación, en el lenguaje bíblico, es todo aquello que se nos presenta como bueno, o al menos neutro; que resulta sugerente, y por ello nos seduce y engancha, pero que, en realidad, nos termina apartando del camino del Señor; es decir, la tentación es siempre un engaño, aunque camuflado… ¡Cuántas veces somos tentados y no nos damos cuenta…! ¡Cuántas veces hemos terminado haciendo cosas que se nos presentaban como "buenas" o "inocentes" y, al final, nos han dejado mal, han hecho daño a otros e incluso a nosotros mismos… ¡Cuántos creen que al tener más dinero serán más felices; que al tener determinado trabajo serán mejor considerados, etc. y, al final, después de haber pagado altos precios (familia, principios, etc.), se dan cuenta que no han obtenido lo que buscaban…! Pero, bueno, no nos desviemos del tema…

Y, ¿con qué tientan a Jesús? Pues pidiéndole un "signo del cielo".

Esto nos recuerda el episodio de las tentaciones en el desierto, cuando Satanás le dice a Jesús: "Tírate del alero del Templo…" Y Jesús responde: "No tentarás al Señor tu Dios" (Mt 4, 5-7)… Aquella tentación, según todos los comentaristas, consiste en realizar acciones espectaculares para atraer la atención de la gente y ganar seguidores… ¿Y por qué es una tentación? Porque el camino, el estilo del Dios de Jesús no es "ganar adeptos con intervenciones extraordinarias" sino el mostrar de manera humilde y sencilla su amor, sin imponerse, buscando sin artimañas conquistar nuestro corazón…

Definitivamente, Jesús rechaza el camino de la fama, del espectáculo, de "comprar fans"… Él recorrerá el camino del siervo sencillo y humilde…

Llama la atención, también, que estos fariseos y saduceos le pidan "signos", precisamente en un contexto en el que Jesús acaba de realizar una serie de curaciones, que en realidad son signos mesiánicos (Mt 15, 29-31), incluida la segunda multiplicación de los panes (15, 32-39), que alude al signo realizado por Dios en el desierto, a través de Moisés que dio el maná al pueblo…

Es por esto que Jesús les dice algo propio de la sabiduría popular: Con que sabéis leer las señales meteorológicas y predecir si lloverá o hará buen tiempo, y no sois capaces de leer el lenguaje de Dios… Incluso a nosotros podría decirnos, ¡anda que sois intuitivos para tantas cosas y sin embargo no sois capaces de ver las señales que os da el Señor! Con lo cual, lo que en realidad nos viene a decir, una vez más, es que somos ciegos espirituales o, peor aún, que no hay peor ciego que el que no quiere ver… De hecho, Jesús se queja no sólo contra loa fariseos y saduceos que han ido a tentarlo sino que se refiere de modo general a esta "generación malvada y adúltera"; es decir, gente con el corazón retorcido, incapaz de adorar al Dios verdadero… ¡Qué duro!... Y no es para menos… Cuando estamos cerrados, no hay manera de leer como señales de Dios, cantidad de signos y bendiciones con los que rodea nuestra existencia.

El episodio termina con una sentencia de Jesús: "No se os dará otro signo que el signo de Jonás". Con ello lo que quiere decir es que el profeta Jonás se limitó a predicar en Nínive (no hizo ningún milagro) y el pueblo se convirtió… Por tanto, en vez de andar detrás de cosas espectaculares (¡que nos encantan!), lo que se nos pide es creer a la palabra de Jesús y adherirnos a ella…

Que el Señor nos dé un corazón sencillo y atento a su Palabra y unos ojos agradecidos, que perciban su acción amorosa en nosotros y en el mundo.

miércoles, 3 de noviembre de 2010

El Quehacer Diario (Colaboración)

Así es nuestra vida. Un quehacer diario. Jesús decía: “Cada día tiene su propio afán”.

Aunque todo parezca igual, todo es distinto y nuevo. Los trabajos, los horarios… se pueden repetir, la novedad no está en lo que hacemos, sino en la atención, en el momento que vivimos. Todo tiene sentido y cobra valor cuando se presta atención. No existen tareas mejores o peores. No es mejor el silencio que el descanso o el trabajo. El valor de cada cosa está en nosotros. Cuando vivimos centrados en nuestro yo más profundo todo lo que hacemos o tocamos se llena de luz y de vida. No hay que cambiar de actividad, de profesión, de vivienda, de amigos… para sentirse mejor. Si el silencio me va arraigando en mi naturaleza esencial, en lo que realmente soy… la vida irá fluyendo con naturalidad como el agua de la fuente.

Estamos en un tiempo litúrgico llamado “tiempo ordinario”. No celebramos ningún acontecimiento importante de la historia de la salvación. Lo que vivimos momento a momento es lo que realmente cuenta. Cada instante es único. Lo que no tiene relevancia, lo que no llama la atención, el ahora que no se repite… Así es la trama de la vida. Así es nuestro tiempo ordinario. El gran acontecimiento que celebramos es la vida que vamos siendo. “He venido para que tengan vida y ésta sea abundante”, dice Jesús. Que la vida de Dios nos posea y se manifieste en nuestras obras. “Que brille vuestra luz delante de los hombres para que glorifiquen a mi Padre…” Que seamos pequeñas lucecitas que se encienden en medio de la oscuridad diaria, pero que son capaces de señalar nuevos caminos.

“No se enciende una vela para ponerla debajo del celemín, sino que se coloca en alto para que alumbre a todos los de casa”, dice Jesús. Esta gran casa del mundo necesita millones de velas que comienzan a encenderse.

sábado, 30 de octubre de 2010

Segunda multiplicación de los panes (Mt 15, 29-39)

Mateo enmarca la segunda multiplicación de los panes en el siguiente contexto: Jesús está rodeado de gente que ha venido a su encuentro trayéndole cojos, lisiados, ciegos, mudos… Lo ponen a los pies del Maestro y Él los cura… Escena llena de ternura… Y estas curaciones, dan el fruto esperado: la gente queda curada y alaban a Dios… He aquí la intervención integral de Jesús, que cura el cuerpo y el alma… Y he aquí la verdadera reacción que el Señor espera de nosotros, no quedarnos en el hecho "milagroso", sino darle gracias… Éste es el ciclo de la experiencia religiosa… Presentar al Señor nuestras necesidades, acercarnos a Él, ponernos a sus pies, percibir su acción amorosa en nosotros y darle gracias…

Es en este contexto en el que Jesús dice: "Siento compasión de esta gente, porque hace ya tres días que permanecen conmigo y no tienen qué comer"… La frase no tiene desperdicio… Una vez más contemplamos el corazón compasivo de Jesús… Jesús no está centrado en sí mismo, en su éxito… En quienes lo siguen no ve "fans" que lo endiosan… Él ve personas necesitadas y esto lo conmueve… Realmente Jesús no puede ver necesidades y no hacer nada… Pero, al parecer, no sólo le conmueve el ver que aquellas personas no tienen qué comer, sino el constatar que han permanecido con él tres días, a pesar de no tener comida… Es decir, son personas que le son fieles, no gente que está "de paso", mientras le solucionan sus problemas…

Esta segunda multiplicación de los panes es similar a la primera (14, 13-21). Muchos comentaristas coinciden en que probablemente sólo hubo una multiplicación. Sin embargo, ésta no es una mera "duplicación" de un suceso, sino que quiere poner de manifiesto, una vez más, que el Señor no sólo se dirigió al pueblo judío (primera multiplicación) sino que su acción también llegó hasta los considerados "paganos". Así, la primera multiplicación estaría en un contexto judío y, la segunda, en un contexto pagano… Esto se ve con claridad por los símbolos que utiliza el evangelista.

La situación es similar. La gente no tiene qué comer. Los discípulos manifiestan la imposibilidad de dar de comer a tanta gente. Jesús les pide que pongan en sus manos lo que tienen. Ellos aportan siete panes y unos pocos peces. Jesús da gracias, lo da a sus discípulos y estos, a la gente. Al final, todos quedan saciados e incluso de las sobras se recogen 7 espuertas…

Si os acordáis, en la primera multiplicación se hablaba de 5 panes y 12 canastos… El 5 y el 12 son números con gran simbolismo para los judíos (5 libros del Pentateuco, 12 tribus de Israel), mientras que el 7 es un número que expresa universalidad…

Hay otros dos pequeños detalles. En esta segunda multiplicación, Mateo habla de "espuertas", termino griego equivalente a los "cestos" de la primera multiplicación. Y utiliza el verbo "dar gracias" (griego), en lugar de "bendecir" (judío).

Por tanto, el mensaje es sencillo: el pan que Jesús ofrece (prefiguración de la Eucaristía), está destinado a saciar el "hambre" no sólo de los judíos, sino de todo el mundo… Por eso se dio de comer a 4.000 personas, pues el cuatro alude a los cuatro puntos cardinales…

Que el Señor nos regale un corazón universal y un gran espíritu misionero para no sólo solucionar el hambre de pan y cultura de tanta gente, sino para ofrecerles el alimento espiritual del evangelio…

sábado, 23 de octubre de 2010

Curación de la hija de una cananea (Mt 15, 21-28)

Después la controversia con los escribas y fariseos sobre lo puro e impuro (Mt 15, 1-20), Jesús vuelve a retirarse con sus discípulos… Mateo utiliza este recurso literario para señalar que, ante la dificultad que tiene la gente y los dirigentes religiosos ante su doctrina, Él va a concentrar su enseñanza en los discípulos más cercanos…

Se retira hacia Tiro y Sidón, región de paganos. Allí sale a su encuentro una mujer cananea que le suplica para que cure a su hija… Las palabras que salen de la boca y del corazón de aquella madre son hermosas: "Ten piedad de mí, Señor, hijo de David. Mira que mi hija es atormentada por un demonio"… Dirigirse a Jesús, dirigirse a Dios con esas palabras es apelar a su compasión, a su buen corazón… De hecho, ésta es una de las oraciones más sencillas y que podemos repetir a lo largo del día: "Señor, ten piedad y misericordia de mí"…

Lo que resulta llamativo es que se acerque a Jesús no sólo una extranjera sino una mujer… Definitivamente, algo tenía aquel hombre que atraía a sí a todas las personas, sin miedo a ser rechazadas… Sin embargo, Jesús parece no atender a esta súplica, y son los discípulos los que interceden por ella… ¡Increíble!... Esto supone un avance enorme, ¡que los discípulos intercedan por una extranjera es señal de que poco a poco van interiorizando el mensaje de Jesús!

Jesús alega que Él ha sido enviado para las ovejas perdidas de Israel, dato importante, pues pone de manifiesto que Él no tiene nada contra el pueblo judío sino contra las malas interpretaciones que algunos judíos han hecho de los mandamientos de Dios. Y es entonces cuando se suscita un diálogo interesante. La mujer no interpreta esto como un rechazo a su persona y tiene la humildad suficiente de insistir (¡buena enseñanza para nosotros!)… Y aunque se refiere a ella como un perrito a los pies de su señor, lo que hace es utilizar un lenguaje figurado, puesto que a los israelitas se los llamaba "hijos" y a los paganos "perros". Lo verdaderamente importante es que la mujer se atreve a insistir y obtiene de Jesús una alabanza maravillosa: "Mujer, grande es tu fe, que te suceda como deseas".

Algunos comentaristas interpretan esta reacción como un acto de humildad por parte de Jesús… Al parece, inicialmente Él interpretó su misión como dirigida casi exclusivamente a Israel; sin embargo, se deja enseñar por la mujer, y descubre que la voluntad de su Padre es dirigir su amor y su bondad a todos, pues para Él no han extranjeros sino que todos son hijos… Hermoso mensaje…

Que el Señor nos regala la humildad de esta mujer y su fe… Y la humildad de corazón para ser corregidos y enseñados por otros, si esto nos acerca a lo que Dios realmente quiere...

miércoles, 20 de octubre de 2010

Decálogo para ser feliz

10 recomendaciones que, dicen los que saben, le ayudarán a ser más feliz:

  1. La felicidad no es un estado, es una actitud ante la vida.
  2. Hay que proponerse ser felices.
  3. Creer en nosotros mismos.
  4. Aceptar las cosas tal y como nos vienen. Somos humanos y, por lo tanto, cometemos errores.
  5. Ver los problemas desde la distancia. Anteponer los pensamientos a los sentimientos.
  6. Desear lo que tenemos y disfrutar de ello.
  7. Hacer lo que nos gusta. Buscar actividades que nos diviertan y nos permitan disfrutar del tiempo libre.
  8. Adoptar una actitud optimista ante la vida.
  9. Cultivar el sentido del humor. Es fundamental saber reírse de uno mismo.
  10. Apoyarse en la familia. Hacer cosas por los que están a nuestro lado.

Tomado del diario El Mundo: http://www.elmundo.es/elmundosalud/2010/10/15/neurociencia/1287152185.html

sábado, 16 de octubre de 2010

La verdadera "impureza" (Mt 15, 10-20)

Después de haber enfrentado a los escribas y fariseos respecto al tema de las tradiciones (cf. Mt 15, 1-9), Jesús se dirige a la gente que lo sigue, señal de que lo que está tratando no afecta sólo a los dirigentes religiosos sino a todo el mundo. Y les dice: "¡Oíd y entended! No es lo que entra en la boca lo que contamina al hombre; sino lo que sale de la boca es lo que contamina al hombre. Porque es del corazón de donde salen las intenciones malas…"

Este tema Jesús ya lo había tratado con anterioridad (cf. Mt 12, 33ss.), pero insiste en ello dada la dificultad que parece tenemos para comprender de una buena vez que lo "puro" o lo "impuro" (que es una de las grandes obsesiones de las religiones y de algunas personas) no está fuera…

Para Dios no hay nada puro o impuro en sí mismo… Él lo hizo todo bueno… Él está presente en todo y, desde que su Hijo se encarnó, todo puede convertirse en lugar de presencia y encuentro con Él… La pureza, sin duda, es importante, pero la pureza interior, la pureza de corazón… En el fondo se trata de entender y vivir el sentido de una de las Bienaventuranzas que se recogen en el Sermón del Monte: "Bienaventurados los limpios de corazón porque ellos verán a Dios"… Podemos estar muy "limpios" por fuera, y estar llenos de podredumbre por dentro, porque tenemos el corazón retorcido, porque tenemos malas intenciones, etc… Se trata de tener el corazón limpio, la mirada limpia, la intención recta… ¡Ésa es la pureza que Dios quiere…! Y si el interior está limpio, lo que salga de nosotros (pensamientos, palabras, obras), serán agradables a Dios y beneficiosas para nosotros mismos y para los demás…

Ante esta enseñanza, los discípulos reaccionan diciéndole que los fariseos se han escandalizado al oír estas palabras… Ante esto, Jesús responde de una manera muy dura, diciendo: "¡Dejadlos!" Es un modo de de decir que ese modo de vivir y enseñar la religión no es el verdadero camino que conduce al Padre… ¡Qué fuerte! Y los llama ciegos que guían a otros ciegos… ¡Qué responsabilidad!

Pero, al parecer, el problema no lo tienen sólo los fariseos. Pedro, en nombre de los Doce, pide a Jesús que les explique mejor todo lo que hay detrás de esa enseñanza… ¡Cuánto nos cuesta entender las palabras de Jesús! ¡Cuánto vivir que lo único importante es el amor a Dios y al prójimo, y que todo lo demás, está en función de esto! Y Jesús responde, como con cierto cansancio: "¿También vosotros estáis sin entendimiento?"; palabras que también podría dirigirnos a nosotros: ¿También nosotros no terminamos de entender el camino del evangelio? E insiste en la misma explicación: es del corazón de donde salen las malas acciones…

Pidamos al Señor tener el corazón y la mirada limpios para que todo lo que hagamos sea grato a sus ojos…

miércoles, 13 de octubre de 2010

Pequeños pensamientos para orar serenamente a los pies de Jesús (2)

  • Si buscas a Dios en verdad, descubrirás que necesitas ser pobre y sencillo en tu oración: irás a Él con la convicción de que está, de que te espera... y te limitarás a decirle: "Aquí estoy, Señor, a tu disposición". En tu tiempo de oración de hoy, díselo, repítelo con amor: "Aquí estoy, Señor, a tu disposición".
  • Para buscar a Dios es necesario que seas pobre, pobre de alma; has de dejar el equipaje que sobra y estorba, has de huir de todo lo que sea cobijo de tu egoísmo; deja también tus miedos, tus mediocridades, tu indolencia... pero sobre todo, deja a un lado tu temor al "¿qué me puede pedir el Señor?". Esta pregunta que tantas veces nos hacemos y que muchas veces condiciona, inconscientemente, nuestra entrega.
  • Buscar a Dios, buscarle, es amarle. Y para amar de verdad es necesario darse, abrir todas las puertas, estar dispuesto a todo con tal de complacer a quien amas. Es necesario que dejes libre tu corazón. Es una pena que una mezquindad limite el alcance de tu amor.
  • Buscar a Dios consiste en mantener viva la ilusión por conocerlo cada día más y estar dispuesto a dar tu vida por Él... a dar cada día algo nuevo de ti mismo para poderlo conocer, para poderte identificar con Él.
  • Buscar a Dios es vivir en su presencia. Reconocer sus pasos en la vida de cada día, su rostro en el de tus hermanos. Y al mismo tiempo consistirá en dejarte llevar, de verdad, por los criterios de Cristo hasta poder decir que tus palabras son las que el Señor espera de ti; que tus pasos son los que daría Cristo, que tu manera de mirar, amar y relacionarte con los hermanos equivalen a los que tendría Cristo.
  • La búsqueda del rostro del Señor la iniciamos cuando tomamos conciencia de la mirada de amor de Dios sobre nosotros. Es nuestra respuesta. La conciencia de sentirte y saberte mirado con amor por Dios es la base toda vida de entrega.
  • Pero no olvides que Dios te hizo libre y quiere "mendigar" tu consentimiento a su amor creador. Quiere buscarte dejándose buscar por ti.
  • Buscar a Dios es aceptar y desear ser conocido por Él. Abrir las puertas de la vida para dejar que la luz de su amor te inunde. Es ofrecer al Señor todo lo que tienes y todo lo que eres, en un movimiento interior de alabanza y acción de gracias tan fuerte que, después, pueda quedar plasmado en la vida.
Jaume Boada, O.P.
En: "Por el camino del silencio"

sábado, 9 de octubre de 2010

El papel de las tradiciones (Mt 15, 1-9)

El capítulo 15 del evangelio según san Mateo comienza con una controversia entre Jesús y los representantes religiosos de su tiempo; es decir, nos plantea uno de los temas en los cuales Jesús tuvo problemas precisamente con quienes eran considerados como los auténticos judíos de entonces. Todo empieza con una cuestión aparentemente sin importancia: ¿por qué los discípulos de Jesús no se lavan las manos antes de comer? Obviamente, los escribas y fariseos no están planteando una cuestión de higiene, sino que el tema de fondo es: ¿por qué tus discípulos trasgreden las tradiciones de nuestros padres? Es decir, la norma de "lavarse las manos", viene elevada a la categoría de "Tradición"… Con esto, en realidad, el tema de fondo es: ¿qué valor tienen muchas de las tradiciones, usos y costumbres religiosas?

Jesús aprovechará esta controversia para dar una enseñanza. En primer lugar, hace una crítica fuerte precisamente a los dirigentes religiosos de su tiempo. Les llega a decir que han dado tanta fuerza a las tradiciones, que han terminado por ignorar totalmente la auténtica voluntad de Dios. Pero, vayamos despacio. No es que Jesús desprecie las tradiciones. El evangelio deja claro que Él guarda algunas de ellas. Lo que Jesús no tolera son aquellas tradiciones que terminan oscureciendo el auténtico deseo de Dios, que es que el hombre viva con la libertad de los hijos de Dios… La verdadera función de las tradiciones, usos y costumbres, es aplicar a lo concreto, la voluntad de Dios, y no al revés. Por ejemplo, la norma de ir a misa los domingos, nos ayuda a recordar la importancia de dedicar este día de la resurrección del Señor, precisamente al Señor… Por tanto, no se trata de ir a misa porque me lo mandan o porque es una obligación, ¡dejaría de tener sentido y podría incluso convertirse en una carga!, sino porque es bueno para mí, porque es bueno dedicar al menos un día a la semana a mi relación con Él… Si ese "ir a misa" se convierte en un fin en sí mismo y olvido que, lo que se pretende con ello, es que yo me una al sacrificio de Cristo, de modo que haga de mi vida también una eucaristía, una ofrenda al Padre, esa "norma", ha perdido su verdadero sentido…

Por tanto, como veréis, el tema no es baladí… La cuestión de fondo es, como dice Jesús, la de ver si vivimos una religión "exterior", que se mueve en el ámbito del cumplimiento, de hacer cosas, ritos; o si realmente nuestra religión es un verdadero culto, una verdadera entrega del corazón al Padre, a quien amamos con toda el alma y con todo nuestro ser. Ojalá el Señor no diga de nosotros lo que dijo de aquellos escribas y fariseos: "Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí. En vano me rinden culto, ya que enseñan doctrinas que son preceptos de los hombres"…

Purifiquemos nuestro culto al Señor, de modo que entendamos el sentido de muchas de las tradiciones, usos y costumbres cristianas, y las vivamos como un modo de amar al Señor y a nuestros hermanos… Y, recordemos siempre que, todo aquello que vaya en contra del único mandamiento que nos dejó Jesús, el amor a Dios y al prójimo, no puede ser presentado nunca como voluntad del Padre… Bastaría recordar la parábola del Buen Samaritano, que es la mejor ilustración de esta enseñanza de Jesús (Lc 10, 25-37)…

miércoles, 6 de octubre de 2010

Pequeños pensamientos para orar serenamente a los pies de Jesús

  • Buscar a Dios consiste en dejarse amar por Él, permitir que Él posea tu vida, que Él sea el dueño de tu historia.
  • Buscar a Dios consiste en penetrar plenamente y sin miedo en su misterio y dejar que Él penetre todo nuestro ser sin ponerle, por nuestra parte, ninguna clase de condición.
  • Quien busca a Dios de verdad comienza por olvidarse de sí mismo.
  • Vive dejándose llevar por Dios, en una actitud de disponibilidad total y de servicio a los hermanos.
  • El que desea encontrar a Dios lo busca por el camino del silencio, necesita tiempos, espacios de silencio.
  • No se hace notar, no quiere hacerse ver en nada. Camina, trabaja, lucha. Vive sin ostentaciones. Sin embargo, siempre tiene una palabra humilde de aliento para el hermano.
  • El tener en tu vida espacios de silencio y de oración para buscar a Dios explícitamente se convertirá en una necesidad para ti. Pero no olvides que no podrás callar ni hacer silencio para buscar a Dios si no has aprendido en la escuela del silencio a escuchar a tus hermanos.
  • Buscar a Dios es estar dispuesto a dejarte encontrar por Él, a permitir que su luz invada todos los rincones de oscuridad que haya en tu vida y que su amor siembre de comprensión, misericordia, bondad tu vida de relación y de servicio a los hermanos.
  • Buscar a Dios consiste en recordar que la Iglesia necesita de tu servicio, de tu trabajo apostólico, pero que también necesita de tu vida consagrada y centrada en Dios.
  • Si tu vida es una búsqueda de Dios, cuando hables de Él en tu servicio apostólico, no lo harás "de memoria". Hablarás, en cambio, de alguien a quien conoces, con quien hablas, convives... y a quien amas de verdad.
Jaume Boada, O.P.
En "Por el camino del silencio"

sábado, 2 de octubre de 2010

“Pedro camina sobre las aguas” (Mt 14, 24-36)

Después de la multiplicación de los panes, Jesús ha mandado a sus discípulos a que atraviesen el lago y vayan por delante de Él a la otra orilla… (En el comentario anterior hemos dado algunas pinceladas sobre el significado de este relato…) Por tanto, nos situamos en aquella travesía…

Los discípulos están en medio del lago cuando se desata una tormenta y experimentan el viento en contra… Este episodio tiene un fuerte contenido simbólico… Ir a la otra orilla es ir más allá; en este caso concreto, suponía ir a tierra de paganos… y esto, para un judío, era casi temerario… Tal vez por eso, en el trayecto experimentan el viento en contra… Cuando queremos salir de lo ya conocido y explorar nuevos territorios, cuando queremos anunciar el Evangelio allí donde no se atreve a ir nadie, muchas veces experimentamos la oposición y la dificultad… Por tanto, en realidad, al contemplar a estos discípulos, nos podemos contemplar a nosotros mismos…

Aquellos pobres hombres son conscientes del peligro; algunos de ellos son pescadores… No es la primera vez que se enfrentan a una tormenta. Poco antes, se han enfrentado a una, pero Jesús iba con ellos y calmó el mar (Mt 8,23-27). Pero ahora están solos; el Maestro se ha quedado en la orilla… Cuando nos sentimos solos, todo se nos hace más difícil…

Pero Jesús los observa desde la orilla… Aunque muchas veces no lo sintamos a nuestro lado, está siempre acompañándonos, pendiente de lo que nos sucede… Y viene a su encuentro, a nuestro encuentro, caminando sobre el agua…

Caminar sobre el agua tiene un alto significado teológico… El agua, más aún, el mar, simboliza el mal con toda su fuerza incontrolable y destructiva… Y, según el Antiguo Testamento, ¡sólo Dios puede caminar sobre las aguas! Ellos se asustan, no lo reconocen… Pero Jesús rápidamente dice una frase inconfundible: “¡Ánimo, soy yo, no tengáis miedo!” ¡Hermosa frase…! Estas palabras las tendríamos que tener grabadas en el corazón… Precisamente cuando atravesemos por momentos difíciles, escuchar en nuestro corazón al Señor que nos dice: “¡Ánimo, no tengas miedo, yo estoy contigo!”…

Entonces, Pedro le dice: “Si eres Tú, mándame a ir a ti andando sobre el agua”… Es una oración hermosa… Pedro no sólo quiere caminar sobre las aguas, sino que quiere ir hacia Jesús… Sin embargo, sabe que es imposible caminar sobre el agua, sabe que hay situaciones que le superan, pero ha experimentado ya que para Jesús, nada hay imposible, que con Él lo podemos todo… Y, efectivamente, Jesús le responde: “Ven”…

Lo que viene a continuación lo sabemos todos… Pedro salta de la barca, empieza a caminar sobre el agua, pero al ver la fuerza del viento, empieza a hundirse… ¡Vaya!... Cuando deja de mirar a Jesús y se centra en las dificultades, se hunde… Por eso Jesús le dirá: “¡Qué poca fe!”… Es un reproche que también el Señor nos dirige a cada uno de nosotros… ¡Cuántas veces también nosotros dudamos y, por eso, nos hundimos…! Y de Pedro sale otra oración: “¡Señor, sálvame!” Y Jesús lo toma de la mano y suben juntos a la barca…

Realmente es un episodio precioso… Es una invitación a confiar en el Señor, a creer que con Él podemos atravesar por “cañadas oscuras”, como dice el salmo 22… En este caso, lo más significativo no es que Jesús calme la tempestad, sino que Pedro es capaz de ir por encima de la tempestad… Es decir, no se trata de que el Señor elimine muchos de nuestros problemas, sino que, con Él y fiados de su Palabra, las dificultades no podrán vencernos…

miércoles, 29 de septiembre de 2010

He aprendido...

He aprendido...
que nadie es perfecto hasta que no te enamoras.

He aprendido....
que la vida es dura pero yo lo soy más!!

He aprendido...
que las oportunidades no se pierden nunca
las que tu dejas marchar... las aprovecha otro..

He aprendido...
que cuando siembras rencor y amargura
la felicidad se va a otra parte.

He aprendido...
que necesitaría usar siempre palabras buenas...
porque mañana quizás se tienen que tragar.

He aprendido...
que una sonrisa es un modo económico
para mejorar tu aspecto.

He aprendido...
que no puedo elegir como me siento...
pero siempre puedo hacer algo.

He aprendido...
que cuando tu hijo recién nacido
tiene tu dedo en su puñito...
te tiene enganchado a la vida.

He aprendido...
que todos quieren vivir en la cima de la montaña...
pero toda la felicidad pasa mientras la escalas.

He aprendido...
que se necesita gozar del viaje
y no pensar sólo en la meta.

He aprendido...
que es mejor dar consejos sólo en dos circunstancias...
cuando son pedidos y cuando de ello depende la vida.

He aprendido...
que cuanto menos tiempo derrocho...
más cosas hago.

sábado, 25 de septiembre de 2010

“Subió al monte a solas para orar” (Mt 13, 22-23)

Los evangelios sinópticos coinciden en reseñar que, después de que Jesús sació a la multitud, “obligó” a sus discípulos a subirse a la barca y que lo adelantaran yendo a la otra orilla, mientras Él se encargaba de despedir a la gente...

El hecho de que Jesús haya tenido que “obligarlos”, indica que los discípulos por su propia iniciativa no habrían dejado a la gente; más aún, seguramente les molestó que Jesús les hiciera embarcar y atravesar el lago... Este dato, que puede resultar anecdótico, nos deja también una enseñanza...

Jesús acaba de dar de comer a una multitud; es decir, acaba de hacer algo extraordinario que ha dejado a todos impresionados... Esto provoca en la gente la reacción de querer proclamarlo rey... Esta reacción es má habitual de lo que parece... ¿No os ha pasado alguna vez que cuando algo os sale bien o cuando estáis atravesando un momento de éxito personal, profesional, etc., aparecen multitud de “seguidores”, personas que dicen apreciarnos, que nos valoran, agasajan, etc., etc.? Pues a Jesús le pasó lo mismo... Pero Él no buscaba el éxito, pues conocía bien el riesgo de “engancharse” a la fama, a la buena imagen ante la gente... Por eso, al darse cuenta de lo que está sucediendo, rápidamente “saca” a sus discípulos del peligro de querer convertirse en el centro de atención, de creerse benefactores de los demás, olvidando que toda la acción, todo el protagonismo le corresponde única y exclusivamente a Dios... Por tanto, la primera enseñanza es la de tener cuidado de no “engancharnos” al éxito y la de no olvidar que todo lo bueno que hacemos, tiene su origen en el Señor, origen y dador de todo bien...

Pero Jesús hace algo más... Les pide que se le adelanten a la otra orilla... Tenemos que tener cuidado de no “acomodarnos” en los lugares donde estamos bien, donde somos aceptados y bien considerados... El Señor siempre nos invita a ir más allá, a la otra orilla, allí donde hay personas que nos necesitan, aunque nos cueste dejar lo ya conocido... Y lo bonito es que lo que les pide es que le adelanten... ¡He aquí la segunda eseñanza! Nosotros estamos llamados a ir por denlante de Jesús, a abrirle el camino para que otros lo puedan acoger y recibir...

Finalmente, el texto nos dice que, después de despedir a la gente –¡Jesús siempre tan atento!–, subió al monte a solas para orar...

Jesús, en medio de la vorágine de su actividad, saca siempre tiempos largos para estar a solas con su Padre... Es ese contacto con Dios lo que le mantiene el corazón libre ante la tentación del éxito, de acomodarse allí donde todo es más fácil... Es la oración lo que hace que su corazón esté centrado en lo único verdaderamente importante, Dios y la misión que le ha encomendado...

Pidámosle al Señor, una vez más, que nos enseñe a ser como Él... Que hagamos el bien sin quedar seducidos por el éxito... Que no nos acomodemos, sino que salgamos siempre al encuentro de quienes nos necesiten... Que rescatemos tiempos de calidad para estar con el Padre, descansar en Él y alimentarnos de su amor y de su vida...

miércoles, 22 de septiembre de 2010

¿Dónde está Dios? (Colaboración)

¿Dónde está Dios?... Se ve, o no se ve.
Si te tienen que decir dónde está Dios, Dios se marcha.
De nada vale que te diga que vive en tu garganta.
Que Dios está en las flores y en los granos,
en los pájaros y en las llagas,
en lo feo, en lo triste, en el aire y en el agua.

Dios está en el mar y, a veces, en el templo;
Dios está en el dolor que queda y en el viejo que pasa,
en la madre que pare y en la garrapata,
en la mujer pública y en la torre de la mezquita blanca.
Dios está en la mina y en la plaza.

Es verdad que Dios está en todas partes,
pero hay que verle, sin preguntar
que dónde está,
como si fuera mineral o planta.
Quédate en silencio,
mírate la cara.
El misterio de que veas y sientas, ¿no basta?
Pasa un niño cantando,
tú le amas:
ahí está Dios.

Le tienes en la lengua cuando cantas,
en la voz cuando blasfemas,
y cuando preguntas que dónde está,
esa curiosidad es Dios, que camina por tu sangre amarga.
En los ojos le tienes cuando ríes,
en las venas cuando amas.

Ahí está Dios, en ti;
pero tienes que verle tú.
De nada vale quién te le señale,
quien te diga que está en la ermita, de nada.

Has de sentirle tú,
trepando, arañando, limpiando,
las paredes de tu casa.
De nada vale que te diga
que está en las manos de todo el que trabaja;
que se va de las manos del guerrero,
aunque éste comulgue o practique cualquier religión,
dogma o rama.

Huye de las manos del que reza, y no ama;
del que va a misa, y no enciende a los pobres
una vela de esperanza.
Suele estar en el suburbio a altas horas de la madrugada,
en el Hospital, y en la casa enrejada.

Dios está en eso tan sin nombre que te sucede
cuando algo te encanta.
Pero, de nada vale que te diga
que Dios está en cada ser que pasa.

Si te angustia ese hombre que se compra alpargatas,
si te inquieta la vida del que sube y no baja,
si te olvidas de ti y de aquéllos, y te empeñas en nada,
si sin porqué una angustia se te enquista en la entraña,
si amaneces un día silbando a la mañana
y sonríes a todos y a todos das las gracias,
Dios está en ti, debajo mismo de tu corbata.

Gloria Fuertes

sábado, 18 de septiembre de 2010

Primera multiplicación de los panes (Mt 14, 13-21)

Al igual que Marcos, Mateo nos presenta dos multiplicaciones de los panes, ésta primera dirigida a judíos y, la segunda, a paganos. Es un modo de decir, una vez más, que la acción de Jesús va dirigida a todo el mundo, más allá de las fronteras establecidas por una raza o religión…

El relato de la multiplicación de los panes está bellamente escrito. Al igual que otras actuaciones de Jesús, es más digno de ser contemplado que comentado.

Al enterarse del martirio de Juan el Bautista, Jesús se retira con sus discípulos. Sin embargo, a estas alturas es un personaje muy conocido, por lo que la gente rápidamente se da cuenta de que se dirige al otro lado del lago e incluso se le adelantan. Esto nos puede resultar raro, pero quienes conocen aquellas tierras, han comprobado que muchas veces es más rápido ir andando a un lugar que atravesar el lago. Pero, bueno, el hecho es que cuando Jesús llega a la otra orilla, se encuentra con una multitud de personas… Y siente compasión… La compasión es uno de los sentimientos recurrentes en Jesús… Aunque iba en busca de un lugar tranquilo para instruir a sus discípulos, es capaz de descubrir en quienes lo buscan a personas que necesitan ser atendidas… Y no se hace de rogar… Y los cura…

El tiempo pasa, se hace tarde y, claro, hay que comer… Los discípulos le piden que despida a la gente, pero Jesús les dice aquella tan conocida frase: "Dadles vosotros de comer…"

Jesús es el Mesías que tiene una palabra de aliento, un Maestro de Sabiduría (el Sermón del Monte); es el Mesías que sana toda enfermedad y dolencia (los capítulos 8-9); y ahora nos vendrá presentado como el Mesías que, como Moisés, alimenta a su pueblo… Pero, como veremos, no con un alimento cualquiera, sino con el alimento que nutre nuestro interior y que nos comunica la Vida con mayúscula.

Es hermoso ver el modo de actuar de Jesús… En primer lugar, la iniciativa es totalmente suya… Es Él quien siente compasión, Él quien lee el corazón de las personas y percibe sus necesidades más profundas, sin necesidad de que nadie se lo diga… Sin embargo, Jesús no hará lo que pueden hacer sus discípulos, no hará lo que podemos hacer nosotros… Él nos anima a dar de comer a la gente, a salir al paso de sus necesidades; nos anima a compartir lo que tenemos, aunque nos parezca poco; mejor aún, nos invita a poner lo que tenemos en sus manos, en las de Jesús, para que Él lo bendiga y lo multiplique, de modo que alcance para todos… ¡Ésta es la primera gran lección! Pongamos todo lo que somos y tenemos en sus manos para que Él lo bendiga y lo multiplique… De este modo, lo que somos y tenemos redundará en bien para mucha gente… En realidad, vivir así es vivir con una "espiritualidad eucarística": hacer de nuestra vida un ofrecimiento (igual que en el ofertorio se presentan el pan y el vino), de modo que, en manos de Jesús, todo lo que somos y tenemos, se convierta en vida para el mundo…

Y, sí, efectivamente, Jesús no sólo multiplica el pan y alcanza para todos, sino que, incluso, sobra… ¡Dios es "manirroto"!... ¡Seamos también nosotros generosos, como lo es Él!

miércoles, 15 de septiembre de 2010

Da siempre lo mejor de ti, y lo mejor vendrá... (Colaboración)

A veces, las personas son egoístas, ilógicas e insensatas...
Aún así, perdónalas.

Si eres amable, las personas pueden acusarte de egoísta e interesado...
Aún así, sé gentil.

Si eres vencedor, tendrás algunos falsos amigos y algunos enemigos verdaderos...
Aún así, vence.

Si eres honesto y franco, las personas pueden engañarte...
Aún así, sé honesto y franco.

Lo que tardaste años para construir, alguien puede destruirlo de una hora para otra...
Aún así, construye.

Si tienes paz y eres feliz, las personas pueden sentir envidia...
Aún así, sé feliz.

El bien que hagas hoy, puede ser olvidado mañana...
Aún así, haz el bien.

Da al mundo lo mejor de ti, aunque eso pueda nunca ser suficiente...
Aún así... da lo mejor de ti mismo.

Y recuerda, que a fin de cuentas...
Es entre tú y Dios, nunca fue entre tú y ellos...

MADRE TERESA DE CALCUTA

sábado, 11 de septiembre de 2010

El martirio de Juan el Bautista (Mt 14, 1-12)

Iniciamos el comentario a la tercera sección de la primera parte del evangelio según san Mateo.
Os recuerdo que este evangelio está organizado del siguiente modo (sigo la propuesta de Antonio Rodríguez Carmona en su comentario a la nueva Biblia de Jerusalén):
Prólogo Teológico: Nacimiento e infancia de Jesús el Cristo (1,1-2,23).
I Parte: Jesús rechazado por la mayoría y aceptado por sus discípulos.
  • Sección 1: Jesús es el Mesías (3,1-11,1).
  • Sección 2: Jesús; Mesías rechazado por el pueblo judío (11,2-13,58).
  • Sección 3: Jesús reconocido como Mesías por sus discípulos (14,1-16,20).
II Parte: Nacimiento de la Iglesia, verdadero Israel, por la muerte y resurrección de Jesús.
  • Sección 1: Jesús sube a Jerusalén e instruye a su Iglesia (16,21-20,15).
  • Sección 2: Actividad mesiánica en Jerusalén (21,1-25,46).
  • Sección 3: Pasión, muerte y resurrección (26,1-28,15).
Conclusión (28,16-20).
Esta sección se caracteriza fundamentalmente por dos temas: Jesús se retira ante el rechazo de sus adversarios y se dedica a instruir a sus discípulos. Por tanto, no estamos ante una huida frente a la dificultad, sino ante una "estrategia"... No es que Jesús abandone las multitudes por huir del peligro, de hecho continúa actuando a favor de la gente que lo busca y lo necesita, sino que se concentra de manera más particular en la formación del pequeño grupo de discípulos que se muestran abiertos a sus enseñanzas y que luego serán los continuadores de su misión.
Todo comienza con la presentación del martirio de Juan el Bautista. El relato es espeluznante... Impresiona lo absurdo de los acontecimientos... Herodes mandará asesinar a Juan por una promesa tonta, hecha en un momento de "euforia"… Su mujer Herodías se aprovechará de la situación e instigará a su hija para que pida la cabeza de Juan… No hay más razones… ¡Cuántas ejecuciones han sido realizadas por capricho, por intrigas, aprovechándose de las circunstancias…! Juan es sencillamente uno más de la lista de quienes han sido eliminados por denunciar las injusticias…
Pero hay algo más. El evangelio según san Mateo ha puesto varias veces a Jesús en relación con Juan... Jesús ha iniciado su vida pública al enterarse de que Juan ha sido apresado (4,12); ha respondido a las dudas de Juan y lo ha ensalzado frente a la gente (11,2) y, ahora, cuando se entere de su muerte, se retirará a un lugar solitario (14,13)... Es como si Jesús interpretara lo que le va aconteciendo a Juan como "señales"... Primero fue una invitación a dirigirse a las multitudes y, ahora, una llamada a concentrarse en sus discípulos, pues con el martirio del Bautista no se nos presenta tan solo un episodio de la vida de este profeta, sino que es una prefiguración del destino que también espera a Jesús...
Ante la dificultad, Jesús no huye (tampoco huyamos nosotros), sino que vela por la continuidad de su obra preparando al grupo de seguidores que deberán continuar su misión... Por eso, a partir de ahora asistiremos a una serie de instrucciones dirigidas de manera particular a sus colaboradores más cercanos y, por qué no, también a nosotros... Sólo esto es ya una enseñanza... Dediquemos también nuestro tiempo a iniciar a otros en el seguimiento de Jesús...

miércoles, 8 de septiembre de 2010

Oración de Ofrecimiento

Dios mío, te ofrezco el día que hoy comienza;
tú me lo has regalado, yo te lo devuelvo...
Tú me has dado todo lo que soy y lo que tengo.
Me has dado mi mente, mi cuerpo,
mi tiempo, mi energía,
la salud, mis amigos,
mi familia, la fe, todo...
Y yo quiero ponerlo todo en tus manos...
Deseo restituir por amor a tu amor
todo lo que soy y lo que tengo;
Tú me has dado todo por amor
y yo deseo dártelo todo por amor.
Deseo usarlo todo, como Tú quieras que yo lo utilice:
mi tiempo de estudio, mi tiempo de trabajo,
mi tiempo de descanso....
Deseo cumplir tu voluntad en cada una de estas actividades,
con cada persona que me encuentre
a lo largo del día de hoy.
Quiero ser instrumento de tu paz, de tu amor,
de tu justicia, de tu fidelidad,
de tu verdad, de tu vida.
P. Francisco Javier Gautrelet, sj

sábado, 4 de septiembre de 2010

Jesús es rechazado en Nazaret (Mt 13, 53-58)

El capítulo 13 del evangelio según san Mateo termina con una visita de Jesús a Nazaret, su tierra, su patria chica. Con este episodio se concluye la sección dedicada a presentar el rechazo que experimentó Jesús por parte de su propio pueblo a lo largo de su vida pública (Mt 11,2-13,58).

En realidad es un episodio triste que ilustra, sin embargo, la actitud de muchas personas ante Jesús…

Jesús va a Nazaret y, como es su costumbre, enseña en la sinagoga. Sin duda lo que dice despierta admiración… Y no sólo lo que dice, sino que sus compatriotas reconocen abiertamente que de su boca sale una sabiduría extraordinaria y que en su actuación hay hechos milagrosos… Sí, Jesús habla y actúa, y en lo que dice y hace hay una coherencia impresionante que pone al descubierto una persona extraordinaria… Entonces, ¿por qué el rechazo?

Este texto pone de manifiesto, una vez más, el tema de los prejuicios…

El Diccionario de la Real Academia Española define el prejuicio como una "opinión previa y tenaz, por lo general desfavorable, acerca de algo que se conoce mal". El prejuicio es un juicio previo que nos impide ver la realidad tal como es, contaminándola con ideas preconcebidas, muchas veces equivocadas… Y, sí, Jesús también fue víctima de los prejuicios… El razonamiento de sus compatriotas es: ¿cómo de esta persona que todos hemos conocido, del hijo del carpintero puede salir todo esto?... Y se cierran ante la evidencia, pues dan por supuesto que es imposible que de alguien de origen humilde y sencillo pueda venir algo tan extraordinario…

Detrás de este rechazo hay algo más de fondo… Mateo dice que la gente de su pueblo pasa de la admiración al escándalo… Es decir, pasan de reconocer que hay algo realmente inexplicable y extraordinario en Jesús, a cerrarse a dicha evidencia y dar por imposible e inverosímil tal posibilidad…

El "escándalo" en la Biblia alude a algo que se presenta como tropiezo u obstáculo… Es decir, el que Jesús tenga un origen sencillo y humilde aparece como un obstáculo para creer que Él pueda ser el Mesías… De fondo es la dificultad que tenemos todos muchas veces en aceptar la realidad misma de la Encarnación y el tipo de mesianismo que eligió Jesús, un mesianismo sencillo, humilde, una condición frágil y vulnerable…

Este episodio es el paradigma del rechazo de Jesús por parte de aquellos que supuestamente estaban mejor preparados para recibirlo (el pueblo judío)… Por eso, este texto nos enfrenta a la pregunta: ¿Aceptamos nosotros el tipo de mesianismo que propone Jesús?, ¿creemos que el camino para vivir y anunciar el evangelio es la humildad, la sencillez, la no imposición?, ¿somos capaces de reconocer en lo sencillo y en lo que no tiene relevancia social la actuación silenciosa de Dios, o somos también nosotros víctima de nuestros propios prejuicios?

miércoles, 4 de agosto de 2010

"Acaríciame" (R. Tagore)

Durante el mes de agosto suspenderé la edición de este Blog... Me despido hasta septiembre con esta bella oración:

Vengo a Ti para que me acaricies
antes de comenzar el día.

Que tus ojos se posen
un momento sobre mis ojos.

Que acuda a mi trabajo
sabiendo que me acompañas, Amigo mío.

¡Pon tu música en mí
mientras atravieso el desierto del ruido!

Que el destello de tu Amor
bese las cumbres de mis pensamientos
y se detenga en el valle de la vida,
donde madura la cosecha.