Al terminar el año, siempre se tiende a hacer un “balance” de todo lo ocurrido… Se hace un balance contable, ver las pérdidas y ganancias… Un balance político, un balance… Con ello, a fin de cuentas, queremos ver si ha sido un año bueno o un año malo…
La Iglesia Católica, en el último día del año, tiene una hermosa liturgia denominada “Te Deum”, en alusión a las primeras palabras de un himno compuesto en latín que empieza diciendo: “A Ti, Señor…” Este hermoso cántico es, sobre todo, un himno de Acción de Gracias… Con ello se nos invita a terminar el año no mirándonos a nosotros mismos, lo que hemos hecho o dejado de hacer, lo que nos ha ido bien, mal o regular, sino mirando a Dios, de quien procede todo bien… Se nos invita a ver el año que está a punto de terminar con unos ojos y un corazón agradecidos… A pesar de todos los pesares, Dios siempre nos ha bendecido con su amor, con su gracia, con su presencia… La bendición de Dios no es la ausencia de calamidades; éstas forman parte de la vida. Su bendición es su compañía amorosa que nos permite caminar por la vida de manera confiada y segura, en medio de las dificultades y sufrimientos… Su bendición son tantos beneficios, pequeños y grandes, con los que rodea nuestra existencia, la salud, los amigos, el trabajo, la fe… Su bendición es su vida que nos habita, su amor que nos envuelve, su misericordia que nos acoge como somos, en nuestras debilidades y pecados…
Por eso, os invito a terminar esta año haciendo una oración de acción de gracias… Podéis uniros a alguna que ya esté organizada en vuestras parroquias (en muchos lugares se tienen vísperas o eucaristías dedicadas a este fin). Pero también os invito a hacer vuestra propia oración de fin de año. Podéis hacerla de manera individual o podéis hacerlo en familia o con amigos que deseen unirse a esta intención.
Su estructura es muy sencilla.
- Nos ponemos en la presencia del Señor. Podemos encender una vela, hacer la señal de la cruz…
- Dedicamos unos minutos a pensar en todo lo vivido durante el año que estamos a punto de terminar y cada uno intenta destacar al menos tres cosas por las que le daría gracias a Dios… Después de un momento de silencio, las podemos compartir en voz alta, diciendo: Te doy gracias, Señor por…
- A continuación, dedicamos también unos minutos a pedir perdón por aquello que nos gustaría haber hecho de otro modo… Por no haber amado lo suficiente, por… Dejamos unos minutos en silencio y, luego, lo podemos compartir, o en voz alta, o podemos sencillamente escribirlo en un papel y depositarlo en un recipiente para, al terminar, quemarlos, como señal de que el Señor perdona todas nuestras faltas y recoge nuestros buenos deseos.
- Podemos terminar la oración presentándole al Señor nuestros deseos, peticiones e intenciones para el año que está a punto de comenzar… Esto también sería bueno hacerlo en voz alta… (os puede ayudar la oración que os propuse el año pasado).
- Terminamos rezando un Padrenuestro, un Ave María y un Gloria.
Que terminemos el año con el corazón agradecido y con el deseo de que el año que estamos a punto de estrenar, lo vivamos en la presencia del Señor, con el deseo de amarlo y servirlo mejor en todos aquellos que nos rodean.
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