El primer domingo después de la Navidad, la Iglesia celebra la fiesta de la Sagrada Familia. Ésta es también una buena oportunidad para la reflexión…
En muchos países, el tema de la familia se ha convertido en un argumento de contenido ideológico… Pretenden presentar la familia, tal como se ha entendido toda la vida, como algo anacrónico, asociando la comprensión de la familia compuesta sencillamente por el padre, la madre y los hijos, como una concepción “tradicional” y “conservadora” (en el peor de los sentidos), defendida por la Iglesia Católica. En cambio, intentan “vendernos”, ¿o imponernos?, otros “modelos de familia”, como si éstas fueran posturas más “progresistas” y abiertas…
Plantear este tema como algo ideológico, lo único que hace es enturbiar el debate…
La familia no es algo ideológico… Si hay algo “natural”, entendido como algo sencillamente espontáneo, es la familia… ¿O acaso no es lo más natural del mundo que un niño crezca rodeado del amor de aquellos que lo han concebido y lo han traído al mundo, y que están dispuestos a dar su vida por él, por su bienestar?
Hay demasiados estudios que demuestran que el ámbito más sano en el que un ser humano puede crecer y desarrollarse es precisamente un ámbito en el que el amor sea la atmósfera natural. Y, sin duda, este ámbito, normalmente, es la familia… Estos mismos estudian que donde falta estabilidad familiar y el amor de los padres ha estado ausente, queda seriamente comprometida la maduración de la persona… Y eso, como veréis, no tiene nada que ver con la religión católica… Si la Iglesia Católica –y no sólo– defiende este planteamiento, no es por razones “dogmáticas”, sino porque su único interés es la defensa y el bienestar de los más pequeños, los más indefensos, en este caso, los niños…
Para colmo, el debate se plantea dentro de la defensa de los derechos individuales… ¡Cada uno puede vivir como quiere y con quien quiera…! Y, sí, sin duda… Pero el tema no es ese, sino lo que está en juego es el bienestar de terceros, de niños a los que se les quiere hurtar el derecho a crecer rodeados de sus progenitores, de un padre, de una madre y, ojalá, de hermanos… No se trata de defender mis derechos individuales, sino de defender el derecho de los más débiles y los más pequeños…
En este contexto, celebrar la Fiesta de la Sagrada Familia, tiene particular importancia…
El día de Navidad celebrábamos esa increíble decisión de Dios de hacerse uno de nosotros, de compartir nuestra suerte… Y hoy celebramos que el ámbito en el que quiso crecer y desarrollarse fue el de una familia sencilla, trabajadora…
No vino ya adulto, formado, “terminado”… sino que se fue “haciendo” y, para ello, necesitó de una madre y de un padre que lo acompañara en este “irse haciendo hombre”.
No caigamos en la provocación de politizar el debate… Defendamos la familia no por ideología, sino por convicción… Y si esto es ser “conservadores”, ¡seámoslo!... Definitivamente hay cosas que hay que conservar si queremos ayudar a construir una sociedad más sana y deseamos a nuestros niños un futuro rodeado del cariño de sus padres…
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