domingo, 28 de diciembre de 2008

Fiesta de la Sagrada Familia (Ciclo B)

Hoy la Iglesia celebra la Fiesta de la Sagrada Familia... Como os decía ya al introducir el tiempo de Navidad, esta fiesta se sitúa el domingo más próximo al nacimiento del hijo de Dios encarnado...

Todos los textos del Evangelio pretenden no sólo contarnos la historia de Jesús sino, sobre todo, transmitirnos un mensaje... Dios se hace hombre para enseñarnos a vivir realmente como lo que somos... 

El evangelio de este domingo nos narra la Presentación de Jesús en el Templo: "Cuando llegó el tiempo de la purificación, según la ley de Moisés, los padres de Jesús lo llevaron a Jerusalén, para presentarlo al Señor" (Lc 2,22). Hermosa costumbre por la que todo primogénito era consagrado, ofrecido a Dios, como señal de reconocimiento de que era un don recibido por Él... Toda vida es un don, un milagro del Señor de la Vida... Don que debe ser acogido sin apropiárnoslo, pues todo hijo es, antes que nada, un hijo de Dios entregado a nuestro cuidado...

A continuación, se nos dice: "Y cuando cumplieron todo lo que prescribía la ley del Señor, se volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. El niño iba creciendo y robusteciéndose, y se llenaba de sabiduría; y la gracia de Dios lo acompañaba" (Lc 2, 39-40).

Estas breves palabras nos narran lo que conocemos como la Vida Oculta de Jesús... Esos años en que Jesús va creciendo como persona, en que va madurando, va aprendiendo, se va "haciendo hombre"... Porque Dios no jugó a ser uno de nosotros, sino que realmente vivió como uno de tantos...

Hay algo que queda claro: Jesús crece, se hace persona, en el ámbito de una familia... No vive entre privilegios sino en una familia sencilla, donde aprenderá a hablar, a rezar... y a desempeñar un oficio, el de su padre... Por eso será conocido sencillamente como Jesús de Nazaret (por el pueblo en el que creció), el hijo de José el carpintero (no un noble, sino un artesano, un trabajador) o, simplemente como Jesús el carpintero (por su oficio)...

Jesús es hijo de María, una mujer sencilla pero profundamente religiosa y de gran interioridad. De ella se dice que "guardaba todas las cosas en su corazón"... Esas cosas que no siempre se entienden, pero que se acogen y se oran para aprender a descubrir su sentido a la luz de Dios...
Sí, Jesús es hijo de María y de José... De ellos aprendió todo lo que como hombre sabía... Ellos fueron para Jesús la Providencia, el rostro de Dios...

Celebrar esta fiesta es caer en la cuenta de la importancia de la familia como ámbito de crecimiento y de maduración personal... Los padres son llamados a ser el rostro paterno/materno de Dios para sus hijos, su amor providente...

Demos gracias hoy por nuestras familias, por las que nos hicieron crecer... Seguramente nuestros padres no fueron perfectos, pero nos alumbraron a la vida... Y quienes tengáis hijos, dad gracias por el don que supone el que Dios os haya confiado a sus hijos... Amadlos, cuidadlos y, sobre todo, ayudadlos a crecer como hijos de Dios...

viernes, 26 de diciembre de 2008

Mensaje de Navidad de Benedicto XVI

Reproducimos el mensaje de Navidad que pronunció Benedicto XVI a mediodía del 25 de diciembre desde el balcón de la fachada de la Basílica Vaticana ante los miles de peregrinos congregados en la Plaza de San Pedro.

«Apparuit gratia Dei Salvatoris nostri omnibus hominibus" (Tt 2,11).

Queridos hermanos y hermanas, renuevo el alegre anuncio de la Natividad de Cristo con las palabras del apóstol San Pablo: Sí, hoy «ha aparecido la gracia de Dios, que trae la salvación para todos los hombres».

Ha aparecido. Esto es lo que la Iglesia celebra hoy. La gracia de Dios, rica de bondad y de ternura, ya no está escondida, sino que «ha aparecido», se ha manifestado en la carne, ha mostrado su rostro. ¿Dónde? En Belén. ¿Cuándo? Bajo César Augusto durante el primer censo, al que se refiere también el evangelista San Lucas. Y ¿quién la revela? Un recién nacido, el Hijo de la Virgen María. En Él ha aparecido la gracia de Dios, nuestro Salvador. Por eso ese Niño se llama Jehoshua, Jesús, que significa «Dios salva».

La gracia de Dios ha aparecido. Por eso la Navidad es fiesta de luz. No una luz total, como la que inunda todo en pleno día, sino una claridad que se hace en la noche y se difunde desde un punto preciso del universo: desde la gruta de Belén, donde el Niño divino ha «venido a la luz». En realidad, es Él la luz misma que se propaga, como representan bien tantos cuadros de la Natividad. Él es la luz que, apareciendo, disipa la bruma, desplaza las tinieblas y nos permite entender el sentido y el valor de nuestra existencia y de la historia. Cada belén es una invitación simple y elocuente a abrir el corazón y la mente al misterio de la vida. Es un encuentro con la Vida inmortal, que se ha hecho mortal en la escena mística de la Navidad; una escena que podemos admirar también aquí, en esta plaza, así como en innumerables iglesias y capillas de todo el mundo, y en cada casa donde el nombre de Jesús es adorado.

La gracia de Dios ha aparecido a todos los hombres. Sí, Jesús, el rostro de Dios que salva, no se ha manifestado sólo para unos pocos, para algunos, sino para todos. Es cierto que pocas personas lo han encontrado en la humilde y destartalada demora de Belén, pero Él ha venido para todos: judíos y paganos, ricos y pobres, cercanos y lejanos, creyentes y no creyentes..., todos. La gracia sobrenatural, por voluntad de Dios, está destinada a toda criatura. Pero hace falta que el ser humano la acoja, que diga su «sí» como María, para que el corazón sea iluminado por un rayo de esa luz divina. Aquella noche eran María y José los que esperaban al Verbo encarnado para acogerlo con amor, y los pastores, que velaban junto a los rebaños (cf. Lc 2,1-20). Una pequeña comunidad, pues, que acudió a adorar al Niño Jesús; una pequeña comunidad que representa a la Iglesia y a todos los hombres de buena voluntad. También hoy, quienes en su vida lo esperan y lo buscan, encuentran al Dios que se ha hecho nuestro hermano por amor; todos los que en su corazón tienden hacia Dios desean conocer su rostro y contribuir a la llegada de su Reino. Jesús mismo lo dice en su predicación: estos son los pobres de espíritu, los afligidos, los humildes, los hambrientos de justicia, los misericordiosos, los limpios de corazón, los que trabajan por la paz, los perseguidos por la causa de la justicia (cf. Mt 5,3-10). Estos son los que reconocen en Jesús el rostro de Dios y se ponen en camino, como los pastores de Belén, renovados en su corazón por la alegría de su amor.

Hermanos y hermanas que me escucháis, el anuncio de esperanza que constituye el corazón del mensaje de la Navidad está destinado a todos los hombres. Jesús ha nacido para todos y, como María lo ofreció en Belén a los pastores, en este día la Iglesia lo presenta a toda la humanidad, para que en cada persona y situación se sienta el poder de la gracia salvadora de Dios, la única que puede transformar el mal en bien, y cambiar el corazón del hombre y hacerlo un «oasis» de paz.

Que sientan el poder de la gracia salvadora de Dios tantas poblaciones que todavía viven en tinieblas y en sombras de muerte (cf. Lc 1,79). Que la luz divina de Belén se difunda en Tierra Santa, donde el horizonte parece volverse a oscurecer para israelíes y palestinos; se propague en Líbano, en Irak y en todo el Medio Oriente. Que haga fructificar los esfuerzos de quienes no se resignan a la lógica perversa del enfrentamiento y la violencia, y prefieren en cambio el camino del diálogo y la negociación para resolver las tensiones internas de cada país y encontrar soluciones justas y duraderas a los conflictos que afectan a la región. A esta Luz que transforma y renueva anhelan los habitantes de Zimbabue, en África, atrapado durante demasiado tiempo por la tenaza de una crisis política y social, que desgraciadamente sigue agravándose, así como los hombres y mujeres de la República Democrática del Congo, especialmente en la atormentada región de Kivu, de Darfur, en Sudán, y de Somalia, cuyas interminables tribulaciones son una trágica consecuencia de la falta de estabilidad y de paz. Esta Luz la esperan sobre todo los niños de estos y de todos los países en dificultad, para que se devuelva la esperanza a su porvenir.

Donde se atropella la dignidad y los derechos de la persona humana; donde los egoísmos personales o de grupo prevalecen sobre el bien común; donde se corre el riesgo de habituarse al odio fratricida y a la explotación del hombre por el hombre; donde las luchas intestinas dividen grupos y etnias y laceran la convivencia; donde el terrorismo sigue golpeando; donde falta lo necesario para vivir; donde se mira con desconfianza un futuro que se esta haciendo cada vez más incierto, incluso en las naciones del bienestar: que en todos estos casos brille la Luz de la Navidad y anime a todos a hacer su propia parte, con espíritu de auténtica solidaridad. Si cada uno piensa sólo en sus propios intereses, el mundo se encamina a la ruina.

Queridos hermanos y hermanas, hoy «ha aparecido la gracia de Dios, el Salvador» (cf. Tt 2,11) en este mundo nuestro, con sus capacidades y sus debilidades, sus progresos y sus crisis, con sus esperanzas y sus angustias. Hoy resplandece la luz de Jesucristo, Hijo del Altísimo e hijo de la Virgen María, «Dios de Dios, Luz de luz, Dios verdadero de Dios verdadero... que por nosotros los hombres y por nuestra salvación bajó del cielo». Lo adoramos hoy en todos los rincones de la tierra, envuelto en pañales y acostado en un pesebre. Lo adoramos en silencio mientras Él, todavía niño, parece decirnos para nuestro consuelo: No temáis, «no hay otro Dios fuera de mí» (Is 45,22). Venid a mí, hombres y mujeres, pueblos y naciones; venid a mí, no temáis. He venido al mundo para traeros el amor del Padre, para mostraros la vía de la paz.

Vayamos, pues, hermanos. Apresurémonos como los pastores en la noche de Belén. Dios ha venido a nuestro encuentro y nos ha mostrado su rostro, rico de gracia y de misericordia. Que su venida no sea en vano. Busquemos a Jesús, dejémonos atraer por su luz que disipa la tristeza y el miedo del corazón del hombre; acerquémonos con confianza; postrémonos con humildad para adorarlo. Feliz Navidad a todos.

jueves, 25 de diciembre de 2008

¡Feliz Navidad!

Con mis mejores deseos de que todos pasemos una Navidad Feliz al experimentar la presencia de Dios en nuestra vida y en nuestra historia...
Hoy os propongo escuchar este hermoso villancico de José Luis Perales...


También podéis escuchar El Tamborilero de Rafael:



Y ojalá os animéis a pasar este día escuchando villancicos y visitando belenes...

jueves, 18 de diciembre de 2008

El sueño de la Virgen María

¡18 de diciembre…! Falta exactamente una semana para el gran acontecimiento… Estamos a punto de encender nuestra cuarta vela de la Corona de Adviento … Pero, precisamente por estar tan cerca de la Navidad, solemos estar consumidos por las prisas… ¡Quedan tantas cosas por hacer, tantos detalles por ultimar…! Por eso os animo a que no perdáis de vista el sentido de lo que estamos celebrando y que mantengamos la actitud de espera…, no sea que se haga realidad aquel sueño que dicen un día tuvo María:

“José, anoche tuve un sueño muy extraño, como una pesadilla. La verdad es que no lo entiendo. Se trataba de una fiesta de cumpleaños de nuestro Hijo.
La familia se había estado preparando por semanas decorando su casa. Se apresuraban de tienda en tienda comprando toda clase de regalos. Parece que toda la ciudad estaba en lo mismo porque todas las tiendas estaban abarrotadas. Pero algo me extrañó mucho: ninguno de los regalos era para nuestro Hijo.
Envolvieron los regalos en papeles lindísimos y les pusieron cintas y lazos muy bellos. Entonces los pusieron bajo un árbol. Sí, un árbol, José, ahí mismo dentro de su casa. También decoraron el árbol; las ramas estaban llenas de bolas de colores y ornamentos brillantes. Había una figura en el tope del árbol. Parecía un angelito. Estaba precioso.
Por fin, el día del cumpleaños de nuestro Hijo llegó. Todos reían y parecían estar muy felices con los regalos que daban y recibían. Pero fíjate José, no le dieron nada a nuestro Hijo. Yo creo que ni siquiera lo conocían. En ningún momento mencionaron su nombre. ¿No te parece raro, José, que la gente pase tanto trabajo para celebrar el cumpleaños de alguien que ni siquiera conocen? Me parecía que Jesús se habría sentido como un intruso si hubiera asistido a su propia fiesta de cumpleaños.
Todo estaba precioso, José y todo el mundo estaba tan feliz, pero todo se quedó en las apariencias, en el gusto de los regalos. Me daban ganas de llorar que esa familia no conocía a Jesús. ¡Qué tristeza tan grande para Jesús - no ser invitado a Su propia fiesta!
Estoy tan contenta de que todo era un sueño, José. ¡Qué terrible si ese sueño fuera realidad!”

Esperemos que, al menos en nuestro caso, todo quede en una pesadilla.

Para este cuarto domingo de Adviento os propongo que recéis esta oración al encender la cuarta vela:

Al encender estas cuatro velas, en el último domingo,
pensamos en Ella, la Virgen,
tu madre y nuestra madre.
Nadie te esperó con más ansia,
con más ternura, con más amor.
Nadie te recibió con más alegría.

Te sembraste en Ella,
como el grano de trigo se siembra en el surco.
Y en sus brazos encontraste la cuna más hermosa.
También nosotros queremos prepararnos así:
en la fe, en el amor y en el trabajo de cada día.

¡Ven pronto, Señor! ¡Ven a salvarnos!

martes, 16 de diciembre de 2008

Novena de Navidad

Otra de las hermosas tradiciones que nos ayudan a prepararnos a la fiesta del nacimiento de Jesús es la Novena de Navidad...
La novena, como su nombre lo indica, empieza nueve días antes de la fiesta que se conmemora. Por eso, la novena de Navidad comienza precisamente hoy, 16 de diciembre.
La novena supone una preparación más intensa... Todos los días podéis dedicar unos minutos para hacer una pequeña oración personal, en familia o con algún grupo de amigos.
En Internet podéis encontrar muchas propuestas. Yo, en concreto, os propongo que sigáis la que encontraréis en esta dirección: http://www.angelfire.com/dbz/ipjv/Articulos/m1.htm
Si conocéis alguna otra, podéis promocionarla escribiendo a yehosuah@gmail.com de modo que la pueda publicar en este Blog. 

jueves, 11 de diciembre de 2008

Simbolismo de las velas en la Corona de Adviento

Nos preparamos ya para la tercera semana de Adviento… ¡Cómo pasa el tiempo…!
Hoy os propongo que nos fijemos en el significado de las velas

Las cuatro velas representan las cuatro semanas del tiempo de Adviento…
El irlas encendiendo poco a poco, una cada semana, nos ayuda a caer en la cuenta de cómo poco a poco nos vamos acercando a la Navidad, a la celebración del nacimiento de Jesús…
 
Pero, ¿por qué unas velas? ¿No podría ser otro objeto…?
¡Pues no…! El ir encendiendo las velas, pone de manifiesto la victoria de la luz sobre las tinieblas

Jesús es la Luz del mundo, es el que vence todas las sombras y tinieblas que nos rodean o que enturbian nuestro interior… Es la Luz que nos ayuda a conocer el Padre; la Luz que nos permite caminar por el camino correcto… Por eso, para destacar este significado, se recomienda que las velas se enciendan por la noche; y si no puede hacerse a esa hora, que al menos se intente crear un ambiente oscuro.

Como ya os decía hace 15 días, originariamente las velas eran tres de color violeta y una de color rosa. El violeta significa nuestra actitud de conversión y penitencia para prepararnos a acoger el nacimiento de Jesús; en cambio, la rosa, es signo de alegría… Por eso, esta tercera vela que vais a encender este domingo es precisamente la rosada, puesto que el Tercer domingo de Adviento es el que conocemos como Domingo “Gaudete”, pues toda la liturgia está llena de alegría al acercarse el nacimiento del Salvador… Incluso antiguamente, el sacerdote llevaba una casulla de ese color…

Hoy, sin embargo, esta tradición se vive de modos diversos. Así, por ejemplo, en Suecia todas las velas son de color blanco y en Austria son de colores: violeta, rojo, rosa y blanco… En todo caso, siempre mantienen el mismo significado: Celebramos la luz que vence las tinieblas, a Cristo Luz del mundo, y vamos preparando el corazón para la gran fiesta que se aproxima…

Para este tercer domingo de Adviento os propongo que recéis esta oración al encender la tercera vela:

En las tinieblas se encendió una luz,
en el desierto clamó una voz.
¡Alegraos! ¡El Señor va a llegar!
Preparad sus caminos, porque ya se acerca.

Adornad vuestro corazón 
como una novia que se engalana el día de su boda.
¡Ya está cerca…!
Como Juan el Bautista, el mensajero…
Él no es la luz, sino el que nos anuncia la luz
que ya despunta en el horizonte.

Cuando encendemos estas tres velas
cada uno de nosotros quiere ser
antorcha tuya para que brilles,
llama para que calientes.

¡Ven, Señor, a salvarnos,
envuélvenos con tu luz, caliéntanos en tu amor!

lunes, 8 de diciembre de 2008

Solemnidad de la Inmaculada Concepción

El día de hoy la Iglesia celebra la Solemnidad de la Inmaculada concepción de María... 
La liturgia nos propone como evangelio para la Eucaristía, el texto de la Anunciación (Lc 26-38), que nos relata la encarnación del Hijo de Dios... Por eso, éste es un buen día para hacer una clara defensa de la vida desde el momento de su concepción...
Para ello, os recomiendo leer la noticia en la que se informa que el presidente de Uruguay ha vetado en su país el artículo de la Ley de Salud Reproductiva que establecía la despenalización del aborto... Es sumamente interesante y bien fundamentado en derecho. Podéis encontrarlo en  http://www.aica.org/index.php?module=displaystory&story_id=14686&format=html&fech=2008-11-21. 

jueves, 4 de diciembre de 2008

Simbolismo de la Corona de Adviento

El jueves pasado os sugería recuperar la tradición de la Corona de Adviento… ¡Ojalá os hayáis animado a tener una en vuestra casa!

La corona está cargada de significado… Cada uno de sus elementos tiene un sentido… Hoy quería que cayéramos en la cuenta de su forma circular

El círculo, desde la antigüedad, significa la eternidad y la unidad, puesto que no tiene ni principio ni fin; representa también el sol y su ciclo anual, ese continuo repetirse sin agotarse jamás; precisamente por eso simboliza a Cristo… Cristo es Alfa y Omega (como celebramos en la Pascua), Principio y Fin… Suyos son el tiempo y la eternidad; suya es nuestra vida... Por eso la historia está segura, la Historia (con mayúscula) y nuestra pequeña historia, pues en su origen y en su término está siempre el Padre… De Él venimos y hacia Él se orienta nuestra existencia…

Al igual que el anillo (concretamente una alianza, que es también un círculo sin interrupción), la corona es también signo de fidelidad, la fidelidad de Dios a sus promesas… 

Precisamente por eso, la corona tiene que tener una forma circular… No basta que sea un arreglo florar decorado con 4 velas…

Por otra parte, la corona es signo de realeza y de victoria. En la antigua Roma, los vencedores en los juegos o en alguna batalla, eran coronados con una corona de laurel. Así, la corona de Adviento anuncia que aquel Niño al que esperamos es el rey que quiere implantar un mundo donde reine el amor, la justicia y la paz.

A su vez, la corona está hecha con ramas verdes… El color verde es signo de vida, de esperanza… Con ello ponemos de manifiesto que Jesús ha vencido la muerte, está vivo en medio de nosotros y es fuente de Vida. Hay quien también relaciona estas ramas con la entrada de Jesús en Jerusalén el Domingo de Ramos… Acogiéndole de este modo, lo reconocían como e Mesías, el Esperado… Hoy también nosotros queremos acogerlo en nuestra vida…

Ahora entenderéis por qué la Corona de Adviento auténtica no debería ser un simple adorno de arcilla, porcelana o cualquier otro material “inerte”… ¡La Corona debe estar formada por ramas vivas!

Para este segundo domingo de Adviento os propongo que recéis esta oración al encender la segunda vela:

Los profetas mantenían encendida
la esperanza de Israel.
Nosotros, como un símbolo,
encendemos estas dos velas.

El viejo tronco está rebrotando,
florece el desierto...
La humanidad entera se estremece
porque Dios se ha sembrado en nuestra carne.

Que cada uno de nosotros, Señor,
te abra su vida para que brotes, 
para que florezcas, para que nazcas
y mantengas en nuestro corazón
encendida la esperanza.

Ven pronto, Señor! ¡Ven, Salvador!

jueves, 27 de noviembre de 2008

Tiempo de Adviento: ¡El Señor está cerca...!

El domingo próximo empezaremos el tiempo de Adviento… un tiempo que nos ayuda a prepararnos a celebrar la Navidad…

Es importante recuperar y aprovechar este tiempo como tiempo de preparación… Lamentablemente los días (por no decir semanas) próximos a la Navidad suelen ser un tiempo de agobio… ¡Hay tantas cosas que preparar, regalos que comprar, cenas a las que asistir…! Y, claro, la auténtica fiesta pasa totalmente desapercibida… Por eso, a partir de hoy interrumpimos el comentario al evangelio de Mateo para utilizar este espacio como una ayuda para vivir de manera sencilla y consciente el Adviento y, por tanto, la Navidad.

El término “adviento” viene de “adventus”, que quiere decir venida… Por eso, el adviento se asocia a tres actitudes básicas: la vigilancia, la esperanza y la alegría… Sí, hay que estar atentos, despiertos porque el Señor llega, se acerca… de la manera más inesperada y, a la vez sencilla… atentos para descubrir su presencia entre nosotros… Y es eso lo que nos abre a la esperanza… Nuestra vida no está avocada al fracaso, a la monotonía y la rutina… No… Nuestra vida tiene futuro, tiene sentido porque está en las manos de Dios… Y la prueba es que, un día, Dios quiso habitar entre nosotros… Por eso, la Navidad es siempre tiempo de alegría…

Como preparación, os invito a recuperar una hermosa tradición: La corona de Adviento… Hacerla es muy sencillo. Con unas ramas preferiblemente de pino se elabora una corona. Entre sus ramas, a igual distancia, se colocan tres velas moradas y una rosada. Si no tienes en este color, usa velas blancas y colócales un listón morado y rosado. Hay quien utiliza velas de colores, dándoles a cada una un significado: verde (esperanza), blanca (paz), rosa (alegría), roja (amor). El simbolismo consiste en encender una vela cada semana y hacer una sencilla oración en familia o con unos amigos. El encender progresivamente las velas, semana tras semana, indica la Luz del Padre, que es Cristo, que está por venir y a quién nos acercamos progresivamente. Es también recomendable que la corona esté en un lugar visible, como en medio de la mesa familiar.

Para este primer domingo os propongo la siguiente oración:

Encendemos, Señor, esta luz,
como aquel que enciende su lámpara para salir en la noche,
al encuentro del amigo que ya viene.
En esta primera semana del Adviento
queremos levantarnos para esperarte preparados,
para recibirte con alegría.

Muchas cosas no nos permiten verte.
Muchas situaciones nos adormecen.
Queremos estar despiertos y vigilantes,
porque tú nos traes la luz más clara,
la paz más profunda,
y la alegría más verdadera.

¡Ven, Señor Jesús! ¡Ven, Señor Jesús!

domingo, 23 de noviembre de 2008

Solemnidad de Cristo Rey del Universo (Mt 25,31-46)

Hoy domingo la Iglesia celebra la Solemnidad de Cristo Rey del Universo. Con ello se cierra el Año Litúrgico y nos preparamos ya para empezar el nuevo ciclo, que inicia con el Adviento…

El nombre de esta fiesta a muchas personas les resulta bastante anacrónico… ¿Acaso se puede hablar de Jesús en estos términos: “Rey”? ¿Acaso el mismo Jesús no rechazaba este tipo de títulos? Pero no hagamos una crítica fácil… En la cruz colgaba un letrero que decía: "Jesús, rey de los judíos"… Y, ante Pilato, Jesús reconoció que Él era rey, pero que su reino no era de este mundo. Por tano, es mejor intentar comprender el sentido de esta celebración que darla por trasnochada.

La imagen del rey es una figura “arquetípica”, es decir, que de alguna manera está en nuestro consciente colectivo. El rey, en sentido originario, es aquel que “rige”, aquel que dice lo que debe “regir” la vida del pueblo (por eso da normas) y, por tanto, muy asociada a su figura, está el ser juez, pues es quien puede determinar qué es justo (derecho) o injusto. Por tanto, celebrar a Jesús como rey, es reconocerlo como centro, como eje, como aquel que rige nuestra vida personal, la vida social, etc…

El título de rey abarca muchos matices. Hoy, iluminados por el evangelio del día, vamos a centrarnos en la figura de Jesús como el Rey-Juez.

Si recordáis, el evangelio presenta la conocida como “Parábola del Juicio final”… Viene a decirnos que al final de la vida seremos juzgados… Y seremos juzgados por nuestras obras… Y no por cualquier obra, sino por las obras que hayamos hecho a favor de los más débiles y necesitados: los sedientos, los hambrientos, los encarcelados, los enfermos; es decir, por lo que tradicionalmente hemos conocido por “obras de misericordia”.

Éste es un aviso muy importante… Contaminados por la cultura actual, vivimos como si nuestras actuaciones no tuvieran ninguna consecuencia, vivimos sin hacernos plenamente responsables de nuestros actos, vivimos de manera tan egocéntrica que nos despreocupamos de los que sufren y padecen tantos tipos de necesidad… Y no ya en los confines dle mundo, sino a nuestro lado... Y Jesús nos dice, no sólo que existe otra Vida, sino que, aquella vida, está en estrecha relación con ésta… Y no para meternos miedo, sino para vivir con responsabilidad… Como decía San Juan de la Cruz: al final de la vida seremos juzgados por el amor…

Recuerdo que una vez en clase de teología un profesor nos dijo: “¿Os imagináis la felicidad de un alumno si supiera cuál va a ser la pregunta que le harán en el examen final?, no se entretendría en estudiar muchas cosas inútiles y se centraría en aquella sola. Y, mirad por donde, es lo que nos dice Jesús, la única pregunta que nos hará cuando nos encontremos cara a cara con Él será: ¿Amaste?”

Sí, toda la vida y enseñanza de Jesús se reduce a esto: enseñarnos a amar… ( y no en abstracto, sino como Él nos ama), y a expresar nuestro amor con obras… Obras sencillas, pero que a quien las recibe, pueden devolverle la vida.

Miremos nuestra vida a la luz de este evangelio y hagámonos esa pregunta: ¿Amas? ¿Cómo lo expresas?

jueves, 20 de noviembre de 2008

“Él tomó nuestras flaquezas y cargó con nuestras enfermedades” (Mt 8, 16-17)

Al terminar este primer ciclo de milagros, Mateo concluye con un “sumario”, es decir, con un resumen en el que se generaliza la actividad sanadora desarrollada por Jesús. Y dice así: "Le trajeron muchos endemoniados; él expulsó los espíritus con una palabra, y curó a todos los enfermos, para que se cumpliera lo dicho por el profeta Isaías: Él tomó nuestras flaquezas y cargó con todas nuestras enfermedades."

En estas breves palabras se nos dicen cosas muy importantes. En primer lugar, se presenta la actuación de Jesús como cumplimiento de aquello que era tan esperado por el pueblo, y que había sido anunciado por Isaías: alguien que actuaría movido por compasión, alguien que no vendría a hacer una demostración de fuerza u ostentación que subyuga, sino alguien que se apiadaría de nuestras debilidades y que sería capaz de cargar con ellas hasta, gracias a su actuación, ser completamente sanados… Y, sí, ¡ése es Jesús! No es el Mesías todopoderoso que vendrá a aplastar al enemigo invasor –léase los romanos– sino el Mesías siervo, el Mesías humilde que nos liberará del verdadero enemigo, el que nos tiene oprimidos por dentro y que se manifiesta en tantas enfermedades del espíritu y, en no pocas ocasiones, del cuerpo…

Por eso Jesús viene primero presentado como un exorcista, alguien que vence a los demonios. Sí, un exorcista que nos libera de tantas fuerzas malignas que nos tienen empequeñecidos por dentro, que no nos dejan ser nosotros mismos y que no nos permiten vivir de acuerdo a lo que realmente somos: Hijos de Dios y hermanos de todos… ¡Cuántos demonios solemos tener dentro que nos hacen verlo todo negativo, que nos llevan a percibir a los otros como enemigos y que desdibujan la imagen de Dios Padre! Y, claro, al rescatarnos de la fuerza del mal, nos recobra devolviéndonos la salud plena, la de quien se siente en paz consigo mismo, con Dios, con los demás…

En este "sumario" Mateo insiste en la fuerza sanadora de la palabra de Jesús, diciendo que expulsaba los demonios con una sola palabra... Acerquémonos a su palabra, meditémosla en el corazón, acojámosla en nuestra vida y dejemos que nos sane por dentro...

lunes, 17 de noviembre de 2008

“Se levantó y se puso a servirle” (Mt 8, 14-15)

El tercer milagro que nos presenta Mateo es el de la curación de la suegra de Pedro… El relato es muy sencillo y parco en detalles… Sin embargo, aporta matices muy significativos…

En la curación del leproso, es el enfermo quien se acerca a Jesús; en el caso del criado del centurión, es su jefe el que intercede por su salud… En este episodio, en cambio, toda la iniciativa parte de Jesús… En la versión de Mateo, nadie intercede por esta mujer que está en cama con fiebre… Es Jesús quien la ve y se le acerca… Un gesto precioso y cargado de humanidad… La toca… la toma de la mano… ¡Y recordemos que es una mujer…! ¡Qué hermosa es la experiencia de sentirnos tocados por Jesús sin nosotros buscarlo ni pretenderlo…! ¡Cuántas veces hemos sido tocados por Jesús por pura iniciativa suya…!

Y, he aquí, que una vez sanada, la mujer se puso a servirlo… Mateo no usa un plural sino un singular… No es que la suegra de Pedro rápidamente se ponga a servirlos a todos, como haría cualquier ama de casa, más aún cuando tiene unos invitados… ¡No! La situación es que la mujer estaba postrada con “fiebre”… Y Mateo deja muy claro que, una vez recuperada, se pone al servicio de Jesús… Y, sí, éste no es un dato baladí… Con ello nos dice que el verdadero mal de la mujer, aquella “fiebre”, era algo que le impedía estar al servicio de Jesús y con la sola cercanía del Maestro viene liberada de lo que la tenía tumbada, sin capacidad de levantarse… Sí, la verdadera curación es la que nos sana de todo aquello que no nos deja estar plenamente al servicio de Jesús, de su causa, que no nos deja vivir de acuerdo al evangelio…

Una vez más, dejémonos tocar por Jesús y, como aquella mujer, pongamos toda nuestra vida a su servicio… 

jueves, 6 de noviembre de 2008

Señor, si quieres, puedes limpiarme (Mt 8,2-4)

Al igual que los capítulos 5-7 del evangelio según san Mateo recogen una "recopilación" de las principales enseñanzas de Jesús, los capítulos 8-9 "agrupan" una serie de milagros de Jesús en tres ciclos de tres milagros cada uno, intercalados por unos breves relatos... Estos "milagros" tienen el carácter de signos a través de los cuales se va a poner de manifiesto que lo que Jesús ha anunciado, la llegada del Reino de Dios, es verdad, pues ya empieza a actuar en la historia liberando a las personas del poder del mal...
La primera serie de milagros nos presenta tres curaciones: la de un leproso, la del siervo de un centurión romano y la de la suegra de Pedro. Estas tres primeras actuaciones no son "casuales". Jesús precisamente va a mostrar su amor compasivo a tres excluidos: un enfermo infeccioso (por tanto obligado a vivir fuera del contacto con la gente), un romano (por tanto, un excluido de la salvación de Dios, ofrecida sólo al pueblo elegido) y una mujer (por tanto, excluida del discipulado rabínico).
Mateo narra los milagros de Jesús con gran sobriedad... Y en ellos se recogen pequeñas oraciones que pueden ayudarnos en nuestra relación con Dios... 
En este primer milagro, un leproso se acerca a Jesús, no tiene miedo a ser rechazado... Se postra ante él (lo adora) y le dirige una oración: "Señor, si quieres, puedes limpiarme"... Qué oración más sencilla y más humilde... Podemos también nosotros dirigirnos a Jesús con esas palabras: "Señor, si quieres..." Y, acto seguido, Jesús, con un gesto lleno de ternura, lo toca y le dice: "Quiero, queda limpio"... Sí, Jesús toca al leproso sin miedo al contagio, sin repugnancia... Jesús toca mis miserias, mis pecados, mis heridas... sin repugnancia... Y me limpia, me renueva, me hace volver a nacer...
Dejémonos tocar por Jesús... expongamos ante Él nuestros dolores, nuestras heridas, nuestras debilidades y, sencillamente, sintamos su mano que nos acaricia y nos hace sentir amados en lo que somos...

lunes, 3 de noviembre de 2008

Jesús "El Sanador" (Mt 8,1)

Puede que el título os resulte un poco "extraño", pero con él adelantamos el contenido de esta nueva sección del evangelio de Mateo, la denominada "sección de los milagros". 
Así como en los capítulos 5-7 se nos presentaba a Jesús como "Maestro de Sabiduría", los capítulos 8 y 9, ponen ante nosotros a un Jesús que actúa, y cuya actuación trae la sanación integral de las personas que se le acercan... Sí, Jesús no es sólo un profeta que trae una palabra en nombre de Dios, sino alguien que trae la salvación, que trae salud... Pero, atención, Jesús no es sin más un "curandero", ¡no! Jesús, a través de sus milagros, pone de manifiesto la enorme compasión de Dios ante el sufrimiento humano, nos dice que el Padre nos quiere sanos, pero no sólo de cuerpo sino, sobre todo, de espíritu... Por eso, los milagros no pretenden ser una demostración de "poder" para "convencer" a nadie, sino una demostración de amor y de la fuerza sanadora de Dios cuando cada uno de nosotros dejamos que su amor y su Espíritu nos habite.
El c. 8 empieza de una manera muy sencilla pero muy "gráfica": "Cuando bajó del monte, fue siguiéndole una gran muchedumbre..." 
En el c. 5, Jesús había "subido al monte" para hablar en nombre de Dios... Ahora "baja del monte" para tener contacto con el dolor y el sufrimiento humano... Dios es alguien que "baja" a nuestro encuentro, que viene donde nosotros estamos, que no tiene asco de nuestras miserias... 
En el Antiguo Testamento bajó a liberar a su pueblo por medio de Moisés (Ex 3); en el Nuevo, "baja" encarnándose y haciéndose uno de nosotros... Y, actualmente, sigue "bajando" a nuestro encuentro con deseo de habitar por siempre en nuestra casa, en nuestra vida...
Acojamos a Jesús que baja y dejémonos encontrar por Él.

jueves, 30 de octubre de 2008

Y la gente lo escuchaba… (Mt 7,28-29)

Hemos llegado ya al final del Sermón del Monte… Y el evangelista Mateo termina así: “Y sucedió que cuando acabó Jesús estos discursos, la gente quedaba asombrada de su doctrina; porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como sus escribas”.

¡Qué comentario más bonito!... Imaginaros a la gente escuchando a Jesús con la boca abierta, sintiendo que su corazón se calienta ante las palabras del Maestro… Por fin hay alguien que les habla al corazón, que les dirige palabras de vida, que no pone sobre sus hombros cargas pesadas, sino la alegría de sentirse amados por un Dios que es Padre e invitados a amar a los demás así como somos amados, sin condiciones…

Te invito a leer una vez más estos discursos, a meditarlos, a interiorizarlos, a hacerlos tuyos… Déjate sorprender por esta “doctrina” tan distinta de la que se predica en los nuevos púlpitos de nuestra cultura: los medios de comunicación social… Siente esa autoridad de Jesús, la autoridad que le viene de su vida, de su experiencia de Dios… Y acoge en tu corazón su enseñanza… y camina en la dirección que sientes que te indica…

lunes, 27 de octubre de 2008

¡Apoyémonos en algo firme! (Mt 7,24-27)

Jesús termina el Sermón del Monte con una parábola; es decir, con un cuento que nos ayuda a ilustrar una enseñanza. Es la parábola de la casa construida sobre roca…

La cuestión de fondo es la siguiente: ¿Sobre qué podemos apoyar nuestra vida de modo que nos dé solidez y consistencia? ¿Cómo vivir de manera segura?

Esta pregunta no es baladí, más aún ahora que parece que todo da igual… Y, la verdad, no todo es igual… No es igual vivir de un modo que de otro; no es igual vivir con la sensación de estar a la intemperie, sin ningún punto de apoyo, que sentir nuestra vida sostenida por alguien que nos cuida y nos protege, alguien en quien puedo descansar confiadamente… No es igual seguir los criterios que me llevan a competir, a ser el mejor a costa de lo que sea, que los criterios que me invitan a compartir, a amar, a entregarme… Y digo que no es igual, no por una cuestión moral, como si se tratara sin más de algo bueno o de algo malo, sino porque en ello nos jugamos nuestra felicidad en esta vida y, sobre todo, en la Vida (con mayúscula)… Aunque, claro, para ello hay que creer que existe esa otra Vida que es sencillamente la vida en plenitud…

Y Jesús nos viene a decir, una vez más: ¿quieres apoyarte en algo firme?, ¿quieres que tu vida tenga consistencia? ¡Vive de acuerdo a lo que yo acabo de decirte en el Sermón del Monte! Y verás, que si lo haces así, podrán venir vientos, tormentas, riadas, atravesarás todo tipo de dificultades, pero ellas no podrán contigo… tu vida estará segura en mis manos…

Sí, amigos… ¡apoyémonos en algo firme!, ¡apoyémonos en las palabras de Jesús!

sábado, 25 de octubre de 2008

Mensaje al Pueblo de Dios del Sínodo de los Obispos sobre la Palabra de Dios

Como os informaba días anteriores, estos días se está celebrando en Roma el Sínodo dedicado a la Palabra de Dios, el mismo que concluirá este domingo 26. Os invito a leer el Mensaje escrito por los Obispos participantes en el Sínodo y dirigido al Pueblo de Dios, publicado en: 
http://www.zenit.org/article-28940?l=spanish

jueves, 23 de octubre de 2008

“Los verdaderos discípulos” (Mt 7,21-23).

Jesús sigue profundizando en todo aquello que puede considerarse “verdadero”, “auténtico”… ¡Hay tantas cosas que se nos presentan como auténticas y son una farsa, pura imitación o apariencia…!

Antes nos ha dicho que sólo hay un camino verdadero que conduce a la Vida (Mt 7,13-14); luego nos dijo cómo reconocer a los verdaderos profetas (Mt 7,15-20); ahora nos dice quiénes son sus verdaderos discípulos…

Una vez más, Jesús insiste en la importancia de los hechos… Todos nosotros solemos repetir una y otra vez que estamos cansados de palabras… Pues, mirad por donde, ¡Dios también! Dios está cansado de nuestras palabras, de nuestras promesas, de nuestras “buenas intenciones”… O, mejor, no le interesan tanto nuestras palabras cuanto nuestra vida… Por eso dice: “No todo el que dice Señor, Señor entrará en el Reino de los cielos…” Pero, al mismo tiempo añade algo importante…  Tampoco se trata de “hacer cosas”, sino de hacer la voluntad del Padre… Y, para que nos quede claro, habla de algunos que incluso profetizan en su nombre (son grandes predicadores) y hasta hacen milagros (obras extraordinarias). Y, mira por dónde, eso parece que a Dios no le impresiona, como nos pasa a nosotros…

La enseñanza, por tanto, es sencilla… Hagamos sencillamente lo que tenemos que hacer, lo que sentimos que Dios espera de nosotros en este momento de nuestra vida… Y si se lo preguntamos, ya lo creo que nos lo dice en lo profundo de nuestro corazón… No busquemos lo extraordinario, lo que impresiona… busquemos, sencillamente, hacer lo que Dios quiere… Y lo que quiere, ya nos lo ha dicho con toda claridad en el Sermón del Monte…

lunes, 20 de octubre de 2008

“Por sus obras los conoceréis” (Mt 7,15-20).

Esta dicho “por sus obras los conoceréis”, usado con relativa frecuencia, tiene su fuente en el evangelio… Lo dijo Jesús para darnos un criterio que nos ayude a distinguir entre los verdaderos y los falsos profetas…

Una vez más, no olvidemos el contexto… Estamos al final del Sermón del Monte, donde aparecen recopiladas una serie de enseñanzas de Jesús… me atrevería a decir, casi una síntesis de todo su mensaje… Por eso, quien vive según se nos indica en MT 5-7, de seguro va por buen camino, como decía Jesús en el pasaje anterior (Mt 7,13-14).

¿Y cuál es el criterio para reconocer a los verdaderos discípulos de Jesús y, por tanto, a los verdaderos profetas (profeta es todo aquel que habla en nombre de Dios y ayuda a descubrir un sentido a la historia)? Para Jesús está claro: las obras, los hechos, las actuaciones concretas… Es decir, no se trata de palabras grandilocuentes, ni de figuras que nos atraen por su verborrea o por una apariencia deslumbrante… ¡No! El criterio de verificación son las obras… Oír no sólo lo que dicen, sino mirar cómo viven, como actúan… Porque, como dice Jesús, al árbol se lo conoce por sus frutos… Quien tiene el Evangelio en su corazón, actuará conforme a lo que dice el Evangelio… En cambio, quien actúe, juzgue e invite a actuar y a juzgar desde criterios distintos al evangelio, no es un discípulo de Jesús y, por tanto, no merece ser escuchado y, menos aún, seguido… ¿De qué me sirve decir que hay que perdonar si a la hora de la verdad, guardo rencor en mi corazón y le digo a otra persona: no seas tonta, no te dejes pisar, nada de poner la otra mejilla?

Pidámosle al Señor que nos vaya haciendo un corazón semejante al suyo para que, como decía al principio de su discurso (Mt 5,16), cuando los demás vean nuestras “buenas obras”, es decir, cuando actuemos como Jesús, descubran a ese Dios que llevamos dentro y que quiere darse a conocer como Padre.

jueves, 16 de octubre de 2008

"El camino de la felicidad" (Mt 7,13-14)

¿Cuántas veces no nos habremos preguntado cuál es el camino de la felicidad? ¡Cuántos no darían lo que sea por encontrarlo!

Recuerdo la película: "En busca de la felicidad"... El título es sugerente, aunque, a fin de cuentas, a mí me dejó la impresión de que la felicidad estaba en conseguir la estabilidad y el éxito económico… Esto, sin duda, es importante, pero no es la felicidad… Creo que a estas alturas es algo tan obvio, que no merece la pena entretenerse en explicarlo…

Jesús, a modo de conclusión de su Discurso Programático, expone la doctrina sobre “los dos caminos”: uno que lleva a la Vida y otro que lleva a la autodestrucción. Es decir, una vez más, se nos presenta como Maestro que nos enseña el camino que conduce a la Vida...

Jesús nos habla de que hay una puerta estrecha y una puerta ancha. Ésta es una imagen muy sugerente. La puerta estrecha nos habla de dificultad; la puerta ancha de facilidad. Con ello nos dice algo muy importante: el camino que nos propone en el Sermón del Monte no es fácil, pero quien se anima a seguirlo será feliz y disfrutará de la plenitud de la Vida (con mayúscula). Y, sí, hay otro modo de vivir más "fácil", pero, al final, no nos deja bien... Es decir, lo verdaderamente importante no es si algo me resulta más fácil y no me complica la vida (amar nos complica y mucho), si no dónde me conduce ese modo de plantearme mi existencia... Jesús nos viene a decir, una vez más: "ama, aunque a veces sea difícil, y serás feliz"... Y cuando dice "ama'', a estas alturas ya sabemos que no se trata de un sentimiento ni de romanticismo, sino de hacer el bien siempre que esté en nuestra mano, a todos (sin mirar a quién)… a pesar de todo...

Y, recuerda, hay otros caminos más fáciles (¡buscarse cada uno la vida y no complicarse con nadie!) pero, no te dejes engañar… Eso, a la larga (y a la no tan larga), sólo nos condena a la soledad y a la infelicidad, pues estamos hechos para entregarnos… y es en esa salida de nosotros mismos al encuentro de los demás, donde nos encontramos a nosotros mismos… y encontramos la felicidad…

miércoles, 15 de octubre de 2008

Decálogo del cristiano (Colaboración)

Hace unos días, nos invitabas a realizar a cada un@ nuestro propio decálogo y compartirlo partiendo del Sermón del Monte.

La interiorización de la lectura sosegada del Sermón del Monte que hemos ido haciendo, me lleva a realizar el siguiente Decálogo.

La consecución del mismo es una dinámica de vida, que iremos consiguiendo poco a poco, paso a paso, camino de liberación interior.

PADRE:

  1. Enséñame a ser anónima, que solo seas Tú el que conozca mis acciones.
  2. Que mi seguridad no sea yo, ni las cosas ni las personas que me rodean, que mi seguridad seas Tú que conoces mi fragilidad.
  3. Que no juzgue ni exija a ningún hermano, lo que no me juzgo ni exijo a mí.
  4. Dame el don de ser agradecido por todo lo que me das todos los días (el sol, el aire, el agua, los árboles…..).
  5. Me has hecho hija tuya, por eso mi dignidad y la de mis hermanos es inviolable.
  6. Que no sea indiferente ante la injusticia o el dolor ajeno, no permitas que calle.
  7. Dame el don de perdonar como Tú haces conmigo.
  8. Que proclame la verdad conforme a la enseñanza de tu Hijo que es la Verdad.
  9. Que cada acto de violencia que sienta en mi interior lo convierta en un acto de paciencia para mí y mis hermanos.
  10. Enséñame que no devolver “ojo por ojo y diente por diente” es construir Tu Reino.

Quiero terminar este Decálogo haciendo mi apuesta personal donde LA ROCA es Jesús.

lunes, 13 de octubre de 2008

“Haz a los demás lo que quieras que ellos te hagan a ti” (Mt 7, 12)

Después de haber dado una serie de indicaciones sobre el modo de conducirnos en nuestra relación con los demás (el perdón, la misericordia, la indulgencia) y de haber hecho una invitación a la oración con la confianza de que nuestra vida está en manos del Padre, Jesús dice: “En resumen: Todo lo que os gustaría que hicieran los demás con vosotros, hacedlo vosotros por ellos, porque ésa es en definitiva toda la Ley y los Profetas” (Mt 7,12).

            En realidad, esto no necesitaría mayor comentario… Bastaría un pequeño ejercicio: Piensa en una persona concreta… Escribe qué echas de menos que esa persona haga contigo (que me escuche, que no sea tan exigente…). Después de tener la lista, proponte hacer eso mismo con aquella persona… ¿Qué te parece? ¡Así de simple! Y si te animas, repite el ejercicio pensando en otra persona… Definitivamente, si todos actuáramos así, nuestras relaciones mejorarían sustancialmente…

            Te invito a hacer la experiencia… No basta no hacer daño a nadie… Se trata de actuar positivamente, se trata de hacer algo… (¡el amor se hace, no se piensa o sólo se siente!)  Y como a veces no sabemos qué hacer, el pensar en lo que nos gustaría que hicieran con nosotros, puede ayudar…

            Fijaos, es algo tan efectivo, que yo lo utilizo con bastante frecuencia… Cuando dudo sobre el modo de comportarme con una persona, me pregunto: ¿A ti te gustaría que te hicieran o te dijeran eso?, ¿… de ese modo? Y os aseguro que cuando me contesto sinceramente, y actúo en consecuencia, no me equivoco…

            ¡Cuántas veces al ver algo que no me ha gustado mi primera reacción sería exigir, corregir…! Y, claro, con un gesto o un tono no muy adecuado que digamos… Entonces me pregunto: “Vamos a ver, ¿a ti te gustaría que te lo dijeran de ese modo? ¿Cómo te gustaría que en un caso como éste actuaran contigo?” Esto, además de ayudarme a evitar una primera reacción de la que a veces me puedo llegar a arrepentir, me ayuda a reaccionar más evangélicamente. De verdad, ¡probadlo y ya me diréis!

jueves, 9 de octubre de 2008

El amor es el único lenguaje que todos entendemos (Video)

Antes de comentar la conclusión del discurso programático de Jesús en lo alto del Monte, os presento este vídeo: "La dicha de donarse".
Así mismo, os invito a que releáis el Sermón de la Montaña (Mt 5-7) y a que, a partir de él, elaboréis vuestro propio decálogo para ser cristianos... Mandadlo a yehosuah@gmail.com para poder publicarlo... puede ser una experiencia muy bonita... ¡Gracias!

lunes, 6 de octubre de 2008

"El Sínodo, hacer camino juntos"

Dada su importancia, os transcribo las palabras que el Papa Benedicto XVI pronunció ayer al rezar el Ángelus junto a miles de peregrinos congregados en la plaza de San Pedro, tras haber presidido la celebración eucarística de apertura del Sínodo de los Obispos sobre la Palabra en la Basílica de San Pablo Extramuros.

Queridos hermanos y hermanas:

Esta mañana, con la santa misa en la Basílica de San Pablo Extramuros, ha comenzado la XII Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos, que se celebrará en el Vaticano durante tres semanas y afrontará el tema: "La Palabra de Dios en la vida y en la misión de la Iglesia". Vosotros conocéis el valor y la función de esta asamblea particular de obispos, escogidos para representar a todo el episcopado y convocados para ofrecer al sucesor de Pedro una ayuda más eficaz, manifestando y consolidando al mismo tiempo la comunión eclesial.

Se trata de un organismo importante, instituido en septiembre de 1965 por mi venerado predecesor, el siervo de Dios Pablo VI (Cf. carta apostólica en forma de motu proprio "Apostolica sollicitudo"), durante la última fase del Concilio Vaticano II para aplicar una consigna contenida en el decreto sobre el ministerio de los obispos (Cf. Christus Dominus, 5).

Estas son las finalidades del Sínodo de los Obispos: favorecer una cercana unión y colaboración entre el Papa y los obispos de todo el mundo; ofrecer información directa y exacta sobre la situación y los problemas de la Iglesia; favorecer el acuerdo sobre la doctrina y la acción pastoral; afrontar temas de gran importancia y actualidad. Estas tareas son coordinadas por una secretaría permanente, que trabaja en directa e inmediata dependencia de la autoridad del obispo de Roma.

La dimensión sinodal forma parte constitutiva de la Iglesia: consiste en converger de todo pueblo y cultura para convertirse en uno en Cristo y caminar juntos tras Él, que dijo: "Yo soy el camino, la verdad y la vida" (Juan 14,6). De hecho, la palabra griega sýnodos, compuesta por la preposición syn, es decir "con", y de odòs, que significa "camino", sugiere la idea de "hacer camino juntos", y es precisamente ésta la experiencia del Pueblo de Dios en la historia de la salvación. Para la asamblea general ordinaria, que hoy comienza, he escogido, acogiendo autorizados puntos de vista en este sentido, el tema de la Palabra de Dios a profundizar desde una perspectiva pastoral, en la vida y en la misión de la Iglesia. Ha sido amplia la participación en la fase preparatoria por parte de las Iglesias particulares de todo el mundo, que han enviado sus contribuciones a la Secretaría del Sínodo, que a su vez ha elaborado el Instrumentum laboris, documento sobre el que discutirán los 253 padres sinodales: 51 de África, 62 de América, 41 de Asia, 90 de Europa y 9 de Oceanía. A ellos se les añaden numerosos expertos y auditores, hombres y mujeres, así como "delegados fraternos" de las demás iglesias y comunidades eclesiales y algunos invitados especiales.

Queridos hermanos y hermanas: os invito a todos a apoyar los trabajos del Sínodo con vuestra oración, invocando en especial la intercesión maternal de la Virgen María, perfecta discípula de la divina Palabra.

domingo, 5 de octubre de 2008

Sínodo de la Palabra

Hoy comienza en Roma la XII Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos, que se desarrollará hasta el 26 de octubre de 2008, y tiene como tema La Palabra de Dios en la vida y en la misión de la Iglesia. Este tema fue elegido por S.S. Benedicto XVI y ha sido preparado durante dos años en todo el pueblo de Dios. Esta reunión congrega a 253 padres sinodales, de los cuales 173 han sido elegidos por las conferencias episcopales a las que pertenecen, 38 participan en virtud de su propio cargo, 32 han sido nominados por el Papa, y 10 han sido elegidos de la Unión de los Superiores Generales de las órdenes y congregaciones religiosas. Entre ellos hay 8 patriarcas, 52 cardenales, dos arzobispos mayores, 79 arzobispos y 130 obispos. En la asamblea sinodal participan, además, 41 expertos procedentes de 21 países y 37 auditores, procedentes de 26 países.

El Sínodo ha sido preparado en la Iglesia universal, con la participación activa de todo el Pueblo de Dios, laicos, religiosos, religiosas, sacerdotes y obispos de todo el mundo, los cuales han trabajado el documento de los Lineamenta, y han respondido a los cuestionarios abiertos en el mismo acerca de la Palabra de Dios. De este modo, hemos tenido oportunidad de participar abiertamente en la reflexión sobre la experiencia actual de la Iglesia respecto a la Palabra de Dios, considerada en el Concilio Vaticano II como pan de vida que junto con la Eucaristía se venera y distribuye para alimentar y fortalecer la vida y la misión de los fieles en la Iglesia. La participación ha sido grande y diligente de parte de las Iglesias particulares en todos los continentes. Las observaciones de parte de Obispos, sacerdotes, personas consagradas, teólogos y fieles laicos de todo el mundo ha sido recogidas y elaboradas en las Conferencias Episcopales y en los Dicasterios de la Curia Romana y han sido oportunamente sintetizadas en el Instrumentum Laboris, que sirve de base a la Asamblea Sinodal.

La participación de un rabino, del patriarca de Constantinopla y de un número récord de mujeres, así como la introducción de más momentos para intervenciones libres, constituyen algunas de las novedades de este Sínodo. Hoy, primer día de trabajo de la asamblea intervendrá el rabino jefe de Haifa (Israel), Shear Yashyv Cohen, quien presentará a los padres sinodales cómo el pueblo judío lee e interpreta la Sagrada Escritura. Tras el rabino tomará la palabra el cardenal Albert Vanhoye, S.I., rector emérito del Pontificio Instituto Bíblico de Roma, quien recordará elementos centrales del documento El pueblo judío y sus Escrituras Sagradas en la Biblia cristiana. También intervendrá el patriarca de Constantinopla, Bartolomé I, cuyo papel simbólico es reconocido por las Iglesias ortodoxas. Es de destacar la participación femenina extraordinaria: 25 mujeres, 6 como expertas y 19 como auditoras. Entre los expertos españoles participan Jorge Fernández Sangrador, Nuria Calduch, Salvador Pie.

Auguramos lo mejor para esta gran Asamblea de la Iglesia y esperamos que la humanidad pueda recibir el impulso transformador del Evangelio, que anuncia a Jesucristo como la Palabra de Dios que sigue iluminando nuestro mundo, que fecunda las culturas de la tierra y cambia el corazón de los seres humanos, dando vida y esperanza en medio de tanto sufrimiento. 

Tomado de un artículo escrito por José Cervantes Gabarrón, sacerdote misionero y profesor de Sagrada Escritura, y publicado en el Diario de Murcia.

jueves, 2 de octubre de 2008

Pedid y se os dará… (Mt 7,7-11)

Seguro recordaréis esta cita del evangelio en la que se nos anima a la oración diciendo: “Pedid y se os dará; buscad y hallaréis; llamad y se os abrirá. Porque todo el que pide, recibe; el que busca, encuentra; y al que llama, se le abre…” Pero, ¿acaso no tenemos la experiencia de que muchas de nuestras oraciones no han sido “escuchadas”? ¿Entonces? ¿Qué querrá decir Jesús con esto?

Frente a la oración suelen haber dos posturas extremas. Algunas personas conciben la oración de una manera mágica (como los paganos)… Creen que por el hecho de rezar una novena o realizar una promesa, Dios queda comprometido a cumplir aquello que se le pide… ¡Y se le pide cada cosa…! Otros, en cambio, no pierden el tiempo en oraciones puesto que Dios no se va a molestar en cambiar el curso de los acontecimientos (en el fondo, esto esconde un “ateísmo práctico” de muchos llamados seguidores de Jesús)… ¡Qué difícil es orar verdaderamente como cristianos…!

Esta recomendación de Jesús se realiza en el contexto del Sermón del Monte donde, hace poco, se nos ha enseñado el modo de orar propio de los hijos de Dios: El Padrenuestro… Es en este contexto donde hay que entender, por tanto, esta invitación a orar…

Jesús no nos dice que el Padre nos concederá lo que le pidamos, así sin más (amor, salud, dinero…), sino que el Padre nos dará “cosas buenas”… Y esas “cosas buenas” es todo aquello que se nos ha enseñado a pedir en el Padrenuestro: que el Padre sea conocido, que su Reino se extienda en nuestro mundo, que se haga su voluntad (no la nuestra), tener el pan cotidiano, el perdón y no caer en la tentación… Quien le pide esto, será escuchado… Como Jesús, a quien el Padre no libró de la tortura y la muerte, sino que le dio la fuerza y le hizo experimentar un amor tan grande, que le permitió afrontar con coherencia lo que la vida le trajo…

Esta invitación a la oración, por tanto, es una invitación a hacer nuestras cada una de las peticiones del Padrenuestro, a vivir confiados en el Padre que da siempre cosas buenas a sus hijos… Y no seamos como los paganos que esperamos la acción de un Dios mágico que intervenga “milagrosamente” sobre las situaciones difíciles que trae la vida o como tantos ateos prácticos que, aunque dicen creer en Dios, no viven con la confianza de saberse en sus manos… Pidamos con confianza, con la certeza de que el Padre siempre nos escucha y nos dará la fuerza y el amor necesarios para vivir con coherencia y serenidad lo que la vida conlleva…

lunes, 29 de septiembre de 2008

No juzgues si no quieres ser juzgado (Mt 7,1-5)

Yo no sé porqué solemos ser tan prontos y tan ligeros al juzgar a los demás… Tenemos un ojo crítico impresionante y, lamentablemente, muchas veces retorcido… Y, lo peor de todo, es que nos atrevemos a entrar en el mundo de las intenciones de los demás cuando, habitualmente, sólo vemos lo externo, las apariencias…

Esta sentencia de Jesús se entiende muy bien después de haber profundizado en el Padre nuestro. En dicha oración Jesús nos ha enseñado a orar, diciendo: “Perdónanos como nosotros perdonamos”…

No juzgar quiere decir vivir con una actitud de misericordia, con un corazón que intenta salvar la intención de los demás, más pronto a ver lo positivo que lo negativo… Con ello no negamos que hayan cosas mal hechas, incluso cosas que probablemente merezcan ser condenadas; lo que se nos dice es que seamos como Jesús, que ha estado siempre más pronto a salvar que a condenar…

¡Cuántas veces nosotros mismos hemos sido blanco de críticas injustas, de juicios temerarios! ¡Y sabemos lo que duele, el daño que hace! Jesús nos dice: “no seas así”…, si quieres ayudar a tu hermano, no lo condenes, tiéndele una mano y ayúdalo a salir de allí…

Además, Jesús nos invita a mirarnos a nosotros mismos… ¡Cuántas veces nos creemos autorizados para decir a los demás lo que tienen que hacer o lo mal que han hecho algo, sin habernos previamente visto a nosotros mismos que somos iguales o peores que aquel a quien queremos corregir…!

No seamos como los paganos, que se creen jueces absolutos de todo y de todos, cuando el único que juzga rectamente es Dios, que juzga con el corazón de una Madre… Seamos como Jesús… tengamos un corazón misericordioso, pronto a la comprensión y a la ayuda… Sembremos nuestro entorno de aceptación, de ternura, de compasión… Tengamos el corazón de Dios…

jueves, 25 de septiembre de 2008

No andéis preocupados, el Padre os cuida… (Mt 6,25-34)

Hoy os propongo que hagáis una lectura reposada de este texto que aparece tanto en el evangelio de Mateo (6,25-34) como en el de Lucas (12,22-31). Generalmente viene titulado como “Abandono en la Providencia”.

Jesús empieza diciendo: “Por eso, no andéis preocupados por vuestra vida…”. Es decir, va a explicar porqué no tenemos que andar obsesionados por nuestros ahorros o dedicar toda nuestra existencia a la consecución del bienestar material…

Jesús nos invita a abrir los ojos y a mirar lo que nos rodea… La belleza de las flores, cuyo traje no ha sido comprado en El Corte Inglés, sino tejido por el Padre; la tranquilidad con que viven los animales, que no tienen que ir al supermercado o tener grandes congeladores, sino que son alimentados diariamente por el Padre…

Obviamente ésta no es una llamada a la vagancia, la imprevisión o la irresponsabilidad… La confianza en la providencia no es la confianza en que todo se resolverá “solo”… La confianza en la Providencia es la invitación, una vez más, a ordenar mis prioridades… Yo necesito comer, pero no puedo vivir sólo para comer; yo necesito vestir, pero no puedo estar obsesionado por lo que me voy a poner… Más aún, Jesús dice que ése es el modo en que viven los paganos, cuyo único horizonte es esta vida… Nosotros, en cambio, somos invitados a vivir con la mirada puesta en el Padre que cada mañana nos proporciona la fuerza necesaria para trabajar, para vivir, para agradecer… Se nos invita a vivir la vida con la confianza de saber que el Padre sabe de qué tenemos necesidad, de modo que no vivamos afanados sólo por resolver nuestros problemas sino afanados en las cosas del Padre… Por eso nos dice: Buscad primero las cosas de Dios, construir un mundo como Dios quiere…, si vivís así, todo lo demás se os irá dando por añadidura…

¡Establece bien tus prioridades! Vive la vida teniendo a Dios en el centro, viviendo desde la confianza, desde la generosidad, desde la entrega… Y el Padre te dará lo que más necesitas: la experiencia de su amor incondicional, la experiencia de sentirte su hijo y hermano de todos.

lunes, 22 de septiembre de 2008

Nadie puede estar al servicio de dos señores (Mt 6,24)

Esta corta sentencia de Jesús hay que entenderla en el contexto de aprender a hacer buen uso de los bienes. De hecho concreta diciendo: “No puedes servir al mismo tiempo a Dios y al Dinero”.

Muchos dirán, ¿y por qué no?

Jesús no se opone al uso de los bienes. Al contario, los bienes son dones de Dios de los que hay que aprender a disfrutar y que nos han sido dados para servir a los demás. Una vez más, el problema es dónde pongo mi seguridad, en qué está apoyada mi vida, en Dios o en el dinero… Con ello nos viene a decir, también, que quien vive obsesionado por el tener, es difícil que entre en la dinámica del evangelio que es compartir…

Todos en esta vida estamos centrados, “obsesionados” por algo… Unos por la imagen; otros por el bienestar… Y en torno a eso gira nuestra existencia… Y hacemos lo que sea por conseguirlo…o por no perderlo... Jesús nos dice que nuestra vida sólo puede estar focalizada por una sola cosa, de lo contario, andamos divididos... Y nos propone que lo pongamos a El en el centro… Él es el único que merece estar en el centro de nuestra vida, Él único al que realmente podemos servir sin terminar siendo esclavos…

Pregúntate: ¿A quién sirves? ¿Qué o quién es el centro de tu vida? ¿De qué eres esclavo? Y pídele al Señor estar a su servicio, empeñar tu vida en la misión que Él te ha encomendado, haciendo presentes los valores del evangelio en tu entorno, allí donde Él ha querido que lo sirvas...

jueves, 18 de septiembre de 2008

Atesorad tesoros en el cielo (Mt 6, 19-21)

Continuamos el comentario al Sermón del Monte del evangelio de Mateo (cap. 5-7), que empezamos el 9 de junio, después de habernos detenido ampliamente en la oración del Padrenuestro.

En la sección que va de Mt 6,19 a Mt 7,12, en el mismo contexto de este “Discurso Programático” en el que se recogen las grandes enseñanzas de Jesús, se nos presentan dos maneras de vivir: la manera propia del cristiano que cree en Dios como Padre, y la manera de los “paganos” –que no ateos–  que “creen” en Dios, pero que no han asimilado los valores propios del evangelio… Por eso, en más de una ocasión Jesús dice que no seamos como los paganos; es decir, que no vivamos nuestra fe a modo de muchos que dicen creer en Dios, incluso realizan determinadas “prácticas” religiosas (oraciones, ayunos, dan limosna), pero cuya “fe” no siempre incide en su comportamiento diario, y que, en la práctica, viven como si Dios no existiera.

Jesús dice: “Atesora tesoros en el cielo donde no hay polilla ni las cosas se oxidan o se estropean, donde nadie te las puede robar”.

Por tanto, eso del ahorro está muy bien, pero no al modo de los paganos, que cuando piensan en ahorrar sólo piensan en cuentas corrientes, en depósitos a plazo fijo, en la Bolsa o en inversiones…

El ahorro responde al instinto de seguridad que tenemos todos… Ahorramos pensando en el futuro, para que no nos falte nada… Y sí, hay que ser precavidos... Pero Jesús nos dice que no vivamos como los paganos que al pensar en el futuro sólo piensan en este mundo… O que piensan que la seguridad la proporciona el dinero, los bienes… cuando la verdadera seguridad la proporciona el saber que nuestra vida está en manos de Dios...

Y termina diciendo: "Porque donde está tu tesoro, allí está tu corazón..."

Que nuestro corazón no esté agarrado por las subidas o bajadas de la bolsa... Que nuestro corazón esté centrado en el Padre y en hacer su voluntad... ¡Eso sí que da seguridad!

lunes, 15 de septiembre de 2008

Fiesta de la Virgen de los Dolores

Ayer, 14 de septiembre, celebramos la Fiesta de la Santa Cruz. Hoy, en estrecha unión con aquella fiesta, celebramos a María como la Virgen de los Dolores.

El mejor comentario a esta celebración lo tenemos en la cita del evangelio de san Juan que nos dice: “Junto a la cruz de Jesús estaba su madre…” (Jn 19,25). De este modo, María es presentada como la mujer fuerte, la madre que acompaña a su hijo, de pie, junto a la cruz, en el momento de su entrega dolorosa, de su mayor sufrimiento, de la expresión de su amor supremo… Y es mujer fuerte porque lo que la sostiene es el amor y la confianza inquebrantable en el Padre…

Pidámosle a ella fortaleza para vivir con amor tantos momentos de sufrimiento, para saber acompañar con amor y ternura a personas que sufren y que esperan de nosotros una palabra de consuelo o, sencillamente una presencia amorosa y silenciosa… Un enfermo, una amigo que está atravesando una situación de pérdida, un hijo en momentos difíciles, a mi espos@ que… Y pidámosle, también, que acompañe nuestras propias cruces y pérdidas y que permanezca junto a nosotros cuando nos sentimos tristes y abandonados, y nos ayude a experimentar el amor y compañía que Jesús experimentó en los últimos instantes de su vida.

lunes, 8 de septiembre de 2008

Orar con el Padrenuestro (9): “Padre, no nos dejes caer en la tentación y líbranos del mal”

Padre,
sé que la tentación forma parte de la vida…
Encuentro muchos obstáculos en mi camino
que intentan alejarme de Ti…
Muchas veces me acecha la mentira,
la desconfianza, el desánimo…
Muchas veces siento que no merece la pena seguirte
y que incluso les va mejor a quienes no viven
según el Evangelio…

Padre, líbrame de la tentación de creerme más que los demás,
de pensar que puedo vivir sin Ti o al margen de Ti,
de confiar más en el dinero, en la imagen, en el poder.

Padre, protégeme en mi camino,
fortalece mi voluntad,
haz firme mi corazón
para vivir como auténtico hijo tuyo.

Inspirado en un escrito del P. Jorge de la Cueva, SJ, publicado en Magnificat del mes de agosto 2008, pp. 26-31.

sábado, 6 de septiembre de 2008

Padre nuestro de la alegría (Colaboración)

Padre Nuestro 
que estás en la alegría,
que sea cada día santificado tu gozo.
Que venga, Señor,
tu risa a nuestras caras
y el cielo y tierra se haga
tu buen humor.

Danos hoy nuestra sonrisa cotidiana.
Perdónanos porque nos cuesta contagiarla
como nosotros perdonamos caras largas.
Y no nos dejes creer que esta vida es amarga
y líbranos del mal…
HUMOR

jueves, 4 de septiembre de 2008

Orar con el Padrenuestro (8): “Perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos…”

Padre,
todos los días, cuando rezo el Padrenuestro,
te pido que perdones mis pecados…,
pero reconozco que, en realidad,
me resulta muy difícil sentirme pecador…

Me siento como el joven rico
porque no robo, no mato, cumplo con lo que está mandado…
O como el fariseo que te oraba en el templo
y te daba gracias porque era un hombre bueno,
no como otros…
Y, sí, Padre, en el fondo no me siento pecador
y siento que hay otros peores que yo,
a quienes juzgo y con quienes me comparo…

Padre,
quisiera sentir, más bien,
como el Hijo Pródigo…
¡Cuántas veces me he alejado de tu casa,
de tu amor, de tu voluntad…!
Y cuántas veces me has acogido con los brazos abiertos…

Padre, que me sienta necesitado de tu amor,
de tu perdón, de tu misericordia…,
pues sólo así tendré un corazón misericordioso.

Padre, que aprenda a perdonar de corazón, como Tú me perdonas.
Que no anide en mí el rencor ni el deseo de venganza…
que no guarde eternamente las ofensas…
Y que tenga la humildad y el coraje de pedir perdón…

Padre, que aprenda a perdonar
como Tú me perdonas…

Inspirado en un escrito del P. Jorge de la Cueva, SJ, publicado en Magnificat del mes de agosto 2008, pp. 26-31.

lunes, 1 de septiembre de 2008

Orar con el Padrenuestro (7): "Padre, danos hoy el pan de cada día"

Padre mío,
enséñame a vivir abandonado a tu Providencia,
pues sé que cada día me darás lo que necesito…
No te pido riquezas, ni fama, ni poder…
te pido sencillamente lo que necesito para vivir:
el pan del cuerpo y del espíritu:
el pan de la ternura, el pan del perdón,
el pan de la confianza, el pan del amor…

Padre,
que no viva obsesionado por el futuro,
que no me angustie pensando en el porvenir.
Sí, Padre, tú conoces mi vida
y sabes que muchas veces estoy inquieto por el mañana.

Padre, que no pretenda controlar todas las situaciones
ni tener todas las soluciones en mis manos…,
¡hay tantas cosas que no dependen de mí!
Por eso, quiero vivir abandonado en tus manos,
en tu Providencia que cuida de mí
a través de tantas personas que pones en mi camino.

Y, sobre todo, Padre,
que viva en acción de gracias
por ese pan que me das cada día:
la vida, el amor, las personas que llenan de luz
y de sentido mi existencia…
y por estar Tú en mi vida,
cuidando de mi débil y frágil existencia
y alimentándome con la Eucaristía.
¡Gracias!

Inspirado en un escrito del P. Jorge de la Cueva, SJ, publicado en Magnificat del mes de agosto 2008, pp. 26-31.

domingo, 31 de agosto de 2008

Meditando sobre el Padre nuestro (Colaboración)

Meditando las reflexiones sobre el Padre Nuestro, pienso que Jesús enseñó a los que le seguían a hablar con su Padre con esta oración alrededor de una mesa, mirándose las caras, haciendo penetrar a través de los gestos, las miradas y…!como no! con la palabra, cada una de las Enseñanzas que su Padre le había encomendado para instaurar su Reino.
Quiero compartir con vosotros algunas de las cosas suscitadas:

Padre nuestro… palabra clave, Dios nos ha creado para que consigamos ser hombres libres, sin los miedos que nos brotan de las “esclavitudes” que vamos haciendo nuestras y nos van paralizando hasta conseguir que seamos los “muertos” más activos que demanda la sociedad.

Santificado…
Tu nombre es Padre, que lo repita una y otra vez hasta sentir en lo más profundo de mi ser que soy hij@ tuy@.

Venga…
Padre, tu Reino es mi desarrollo progresivo en el que voy encontrándome contigo que eres Dios, en el que quieres que sienta a todos como hermanos, donde mi “yo” pase a ser TU yo.

Hágase…
Padre, tu voluntad es que sea hija tuya y que por encima de todo consiga ser persona libre sin que ninguna esclavitud me la arrebate

Danos…
Una mesa, un trabajo, una familia, pero…sobre todo danos TU REINO Y TU JUSTICIA.

Perdona…
Padre, permíteme romper las cadenas de todos los miedos que me tienen paralizada, concédeme el no juzgar, sobre todo de mi misma, enséñame a perdonarme y perdonaré a mis hermanos.

No nos…
Padre, enséñame a vivir por mí misma, no por el sendero que los demás quieren que viva.
Mi historia no está cerrada, está unida a la tuya, no está nada terminado.

Líbranos…
De construir mi casa sobre una Roca diferente a la Tuya.

jueves, 28 de agosto de 2008

Orar con el Padrenuestro (6): "Padre, hágase tu voluntad..."

Padre mío, quiero decir, como Jesús,
que no se haga mi voluntad sino la tuya…
Sí, Padre, quiero anteponer tu voluntad
a mis proyectos, mis gustos, mis caprichos…
Quiero que el motor, la guía y la brújula
de mi vida sea la identificación con tus designios…,
pues tu voluntad es la paz, la felicidad y la justicia
para todos los hombres, para mí mismo/a…

Padre, me entrego a tu voluntad
porque sé que tú sólo puedes desear lo mejor para mía…
Me entrego a tu voluntad
porque sé que esta voluntad es que ame y sirva
sin medida, sin llevar cuenta…,
que ame y sirva a todos, igual que hizo Jesús…

Padre, que viva mis ocupaciones de cada día
con el amor del hijo
que sabe que en lo que hace,
cumple los deseos de su Padre…
Que la atención a mi familia,
que mi responsabilidad en el trabajo,
que mi cercanía con los amigos,
que mi interés por los necesitados
sea el modo concreto de cumplir tu voluntad…

Padre mío…
Quiero repetirte desde el fondo de mi corazón:
“Hágase tu voluntad”…
en mi vida, en mi familia, en mi mundo…
Y que el abandono confiado en tus brazos
sea para mí fuente de paz y de confianza
pues sé que mi vida está en tus manos.

Inspirado en un escrito del P. Jorge de la Cueva, SJ, publicado en Magnificat del mes de agosto 2008, pp. 26-31.

lunes, 25 de agosto de 2008

Orar con el Padrenuestro (5): "Padre, venga a nosotros tu Reino."

Padre, deseo con todo mi corazón que llegue tu Reino.
Que Tú realmente seas el centro de mi vida,
de mi familia, de mi trabajo,
de la sociedad, del mundo, de todos.
Que tus criterios rijan nuestras acciones,
nuestras opciones,
las decisiones que afectan la vida de tantas personas,
de tantos pueblos.

Padre, que dejemos de servir a “dos señores”,
y que nos decidamos a vivir de una vez por todas
de acuerdo a los valores del Evangelio.

Padre, ¡venga tu Reino!
Un reino de amor, de justicia,
donde todos podamos vivir como hijos y hermanos,
no ese Reino que intentan imponernos:
El reino de la moda, de la mentira,
del poder, del dinero, de la imagen.

Padre, que no espere con los brazos cruzados
a que tu Reino venga del cielo
sino que luche para construir un mundo de hijos y hermanos.

Cada vez que siembro la justicia, viene tu Reino.
Cada vez que obro con ternura, viene tu Reino.
Cada vez que perdono, viene tu Reino.

Sí, Padre, ¡venga tu Reino!

Inspirado en un escrito del P. Jorge de la Cueva, SJ, publicado en Magnificat del mes de agosto 2008, pp. 26-31.