Hace unos días, nos invitabas a realizar a cada un@ nuestro propio decálogo y compartirlo partiendo del Sermón del Monte.
La interiorización de la lectura sosegada del Sermón del Monte que hemos ido haciendo, me lleva a realizar el siguiente Decálogo.
La consecución del mismo es una dinámica de vida, que iremos consiguiendo poco a poco, paso a paso, camino de liberación interior.
PADRE:
- Enséñame a ser anónima, que solo seas Tú el que conozca mis acciones.
- Que mi seguridad no sea yo, ni las cosas ni las personas que me rodean, que mi seguridad seas Tú que conoces mi fragilidad.
- Que no juzgue ni exija a ningún hermano, lo que no me juzgo ni exijo a mí.
- Dame el don de ser agradecido por todo lo que me das todos los días (el sol, el aire, el agua, los árboles…..).
- Me has hecho hija tuya, por eso mi dignidad y la de mis hermanos es inviolable.
- Que no sea indiferente ante la injusticia o el dolor ajeno, no permitas que calle.
- Dame el don de perdonar como Tú haces conmigo.
- Que proclame la verdad conforme a la enseñanza de tu Hijo que es la Verdad.
- Que cada acto de violencia que sienta en mi interior lo convierta en un acto de paciencia para mí y mis hermanos.
- Enséñame que no devolver “ojo por ojo y diente por diente” es construir Tu Reino.
Quiero terminar este Decálogo haciendo mi apuesta personal donde LA ROCA es Jesús.
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