Jesús sigue profundizando en todo aquello que puede considerarse “verdadero”, “auténtico”… ¡Hay tantas cosas que se nos presentan como auténticas y son una farsa, pura imitación o apariencia…!
Antes nos ha dicho que sólo hay un camino verdadero que conduce a la Vida (Mt 7,13-14); luego nos dijo cómo reconocer a los verdaderos profetas (Mt 7,15-20); ahora nos dice quiénes son sus verdaderos discípulos…
Una vez más, Jesús insiste en la importancia de los hechos… Todos nosotros solemos repetir una y otra vez que estamos cansados de palabras… Pues, mirad por donde, ¡Dios también! Dios está cansado de nuestras palabras, de nuestras promesas, de nuestras “buenas intenciones”… O, mejor, no le interesan tanto nuestras palabras cuanto nuestra vida… Por eso dice: “No todo el que dice Señor, Señor entrará en el Reino de los cielos…” Pero, al mismo tiempo añade algo importante… Tampoco se trata de “hacer cosas”, sino de hacer la voluntad del Padre… Y, para que nos quede claro, habla de algunos que incluso profetizan en su nombre (son grandes predicadores) y hasta hacen milagros (obras extraordinarias). Y, mira por dónde, eso parece que a Dios no le impresiona, como nos pasa a nosotros…
La enseñanza, por tanto, es sencilla… Hagamos sencillamente lo que tenemos que hacer, lo que sentimos que Dios espera de nosotros en este momento de nuestra vida… Y si se lo preguntamos, ya lo creo que nos lo dice en lo profundo de nuestro corazón… No busquemos lo extraordinario, lo que impresiona… busquemos, sencillamente, hacer lo que Dios quiere… Y lo que quiere, ya nos lo ha dicho con toda claridad en el Sermón del Monte…
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