jueves, 2 de octubre de 2008

Pedid y se os dará… (Mt 7,7-11)

Seguro recordaréis esta cita del evangelio en la que se nos anima a la oración diciendo: “Pedid y se os dará; buscad y hallaréis; llamad y se os abrirá. Porque todo el que pide, recibe; el que busca, encuentra; y al que llama, se le abre…” Pero, ¿acaso no tenemos la experiencia de que muchas de nuestras oraciones no han sido “escuchadas”? ¿Entonces? ¿Qué querrá decir Jesús con esto?

Frente a la oración suelen haber dos posturas extremas. Algunas personas conciben la oración de una manera mágica (como los paganos)… Creen que por el hecho de rezar una novena o realizar una promesa, Dios queda comprometido a cumplir aquello que se le pide… ¡Y se le pide cada cosa…! Otros, en cambio, no pierden el tiempo en oraciones puesto que Dios no se va a molestar en cambiar el curso de los acontecimientos (en el fondo, esto esconde un “ateísmo práctico” de muchos llamados seguidores de Jesús)… ¡Qué difícil es orar verdaderamente como cristianos…!

Esta recomendación de Jesús se realiza en el contexto del Sermón del Monte donde, hace poco, se nos ha enseñado el modo de orar propio de los hijos de Dios: El Padrenuestro… Es en este contexto donde hay que entender, por tanto, esta invitación a orar…

Jesús no nos dice que el Padre nos concederá lo que le pidamos, así sin más (amor, salud, dinero…), sino que el Padre nos dará “cosas buenas”… Y esas “cosas buenas” es todo aquello que se nos ha enseñado a pedir en el Padrenuestro: que el Padre sea conocido, que su Reino se extienda en nuestro mundo, que se haga su voluntad (no la nuestra), tener el pan cotidiano, el perdón y no caer en la tentación… Quien le pide esto, será escuchado… Como Jesús, a quien el Padre no libró de la tortura y la muerte, sino que le dio la fuerza y le hizo experimentar un amor tan grande, que le permitió afrontar con coherencia lo que la vida le trajo…

Esta invitación a la oración, por tanto, es una invitación a hacer nuestras cada una de las peticiones del Padrenuestro, a vivir confiados en el Padre que da siempre cosas buenas a sus hijos… Y no seamos como los paganos que esperamos la acción de un Dios mágico que intervenga “milagrosamente” sobre las situaciones difíciles que trae la vida o como tantos ateos prácticos que, aunque dicen creer en Dios, no viven con la confianza de saberse en sus manos… Pidamos con confianza, con la certeza de que el Padre siempre nos escucha y nos dará la fuerza y el amor necesarios para vivir con coherencia y serenidad lo que la vida conlleva…

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