Ayer, 14 de septiembre, celebramos la Fiesta de la Santa Cruz. Hoy, en estrecha unión con aquella fiesta, celebramos a María como la Virgen de los Dolores.
El mejor comentario a esta celebración lo tenemos en la cita del evangelio de san Juan que nos dice: “Junto a la cruz de Jesús estaba su madre…” (Jn 19,25). De este modo, María es presentada como la mujer fuerte, la madre que acompaña a su hijo, de pie, junto a la cruz, en el momento de su entrega dolorosa, de su mayor sufrimiento, de la expresión de su amor supremo… Y es mujer fuerte porque lo que la sostiene es el amor y la confianza inquebrantable en el Padre…
Pidámosle a ella fortaleza para vivir con amor tantos momentos de sufrimiento, para saber acompañar con amor y ternura a personas que sufren y que esperan de nosotros una palabra de consuelo o, sencillamente una presencia amorosa y silenciosa… Un enfermo, una amigo que está atravesando una situación de pérdida, un hijo en momentos difíciles, a mi espos@ que… Y pidámosle, también, que acompañe nuestras propias cruces y pérdidas y que permanezca junto a nosotros cuando nos sentimos tristes y abandonados, y nos ayude a experimentar el amor y compañía que Jesús experimentó en los últimos instantes de su vida.
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