jueves, 18 de septiembre de 2008

Atesorad tesoros en el cielo (Mt 6, 19-21)

Continuamos el comentario al Sermón del Monte del evangelio de Mateo (cap. 5-7), que empezamos el 9 de junio, después de habernos detenido ampliamente en la oración del Padrenuestro.

En la sección que va de Mt 6,19 a Mt 7,12, en el mismo contexto de este “Discurso Programático” en el que se recogen las grandes enseñanzas de Jesús, se nos presentan dos maneras de vivir: la manera propia del cristiano que cree en Dios como Padre, y la manera de los “paganos” –que no ateos–  que “creen” en Dios, pero que no han asimilado los valores propios del evangelio… Por eso, en más de una ocasión Jesús dice que no seamos como los paganos; es decir, que no vivamos nuestra fe a modo de muchos que dicen creer en Dios, incluso realizan determinadas “prácticas” religiosas (oraciones, ayunos, dan limosna), pero cuya “fe” no siempre incide en su comportamiento diario, y que, en la práctica, viven como si Dios no existiera.

Jesús dice: “Atesora tesoros en el cielo donde no hay polilla ni las cosas se oxidan o se estropean, donde nadie te las puede robar”.

Por tanto, eso del ahorro está muy bien, pero no al modo de los paganos, que cuando piensan en ahorrar sólo piensan en cuentas corrientes, en depósitos a plazo fijo, en la Bolsa o en inversiones…

El ahorro responde al instinto de seguridad que tenemos todos… Ahorramos pensando en el futuro, para que no nos falte nada… Y sí, hay que ser precavidos... Pero Jesús nos dice que no vivamos como los paganos que al pensar en el futuro sólo piensan en este mundo… O que piensan que la seguridad la proporciona el dinero, los bienes… cuando la verdadera seguridad la proporciona el saber que nuestra vida está en manos de Dios...

Y termina diciendo: "Porque donde está tu tesoro, allí está tu corazón..."

Que nuestro corazón no esté agarrado por las subidas o bajadas de la bolsa... Que nuestro corazón esté centrado en el Padre y en hacer su voluntad... ¡Eso sí que da seguridad!

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