jueves, 4 de diciembre de 2008

Simbolismo de la Corona de Adviento

El jueves pasado os sugería recuperar la tradición de la Corona de Adviento… ¡Ojalá os hayáis animado a tener una en vuestra casa!

La corona está cargada de significado… Cada uno de sus elementos tiene un sentido… Hoy quería que cayéramos en la cuenta de su forma circular

El círculo, desde la antigüedad, significa la eternidad y la unidad, puesto que no tiene ni principio ni fin; representa también el sol y su ciclo anual, ese continuo repetirse sin agotarse jamás; precisamente por eso simboliza a Cristo… Cristo es Alfa y Omega (como celebramos en la Pascua), Principio y Fin… Suyos son el tiempo y la eternidad; suya es nuestra vida... Por eso la historia está segura, la Historia (con mayúscula) y nuestra pequeña historia, pues en su origen y en su término está siempre el Padre… De Él venimos y hacia Él se orienta nuestra existencia…

Al igual que el anillo (concretamente una alianza, que es también un círculo sin interrupción), la corona es también signo de fidelidad, la fidelidad de Dios a sus promesas… 

Precisamente por eso, la corona tiene que tener una forma circular… No basta que sea un arreglo florar decorado con 4 velas…

Por otra parte, la corona es signo de realeza y de victoria. En la antigua Roma, los vencedores en los juegos o en alguna batalla, eran coronados con una corona de laurel. Así, la corona de Adviento anuncia que aquel Niño al que esperamos es el rey que quiere implantar un mundo donde reine el amor, la justicia y la paz.

A su vez, la corona está hecha con ramas verdes… El color verde es signo de vida, de esperanza… Con ello ponemos de manifiesto que Jesús ha vencido la muerte, está vivo en medio de nosotros y es fuente de Vida. Hay quien también relaciona estas ramas con la entrada de Jesús en Jerusalén el Domingo de Ramos… Acogiéndole de este modo, lo reconocían como e Mesías, el Esperado… Hoy también nosotros queremos acogerlo en nuestra vida…

Ahora entenderéis por qué la Corona de Adviento auténtica no debería ser un simple adorno de arcilla, porcelana o cualquier otro material “inerte”… ¡La Corona debe estar formada por ramas vivas!

Para este segundo domingo de Adviento os propongo que recéis esta oración al encender la segunda vela:

Los profetas mantenían encendida
la esperanza de Israel.
Nosotros, como un símbolo,
encendemos estas dos velas.

El viejo tronco está rebrotando,
florece el desierto...
La humanidad entera se estremece
porque Dios se ha sembrado en nuestra carne.

Que cada uno de nosotros, Señor,
te abra su vida para que brotes, 
para que florezcas, para que nazcas
y mantengas en nuestro corazón
encendida la esperanza.

Ven pronto, Señor! ¡Ven, Salvador!

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