jueves, 20 de noviembre de 2008

“Él tomó nuestras flaquezas y cargó con nuestras enfermedades” (Mt 8, 16-17)

Al terminar este primer ciclo de milagros, Mateo concluye con un “sumario”, es decir, con un resumen en el que se generaliza la actividad sanadora desarrollada por Jesús. Y dice así: "Le trajeron muchos endemoniados; él expulsó los espíritus con una palabra, y curó a todos los enfermos, para que se cumpliera lo dicho por el profeta Isaías: Él tomó nuestras flaquezas y cargó con todas nuestras enfermedades."

En estas breves palabras se nos dicen cosas muy importantes. En primer lugar, se presenta la actuación de Jesús como cumplimiento de aquello que era tan esperado por el pueblo, y que había sido anunciado por Isaías: alguien que actuaría movido por compasión, alguien que no vendría a hacer una demostración de fuerza u ostentación que subyuga, sino alguien que se apiadaría de nuestras debilidades y que sería capaz de cargar con ellas hasta, gracias a su actuación, ser completamente sanados… Y, sí, ¡ése es Jesús! No es el Mesías todopoderoso que vendrá a aplastar al enemigo invasor –léase los romanos– sino el Mesías siervo, el Mesías humilde que nos liberará del verdadero enemigo, el que nos tiene oprimidos por dentro y que se manifiesta en tantas enfermedades del espíritu y, en no pocas ocasiones, del cuerpo…

Por eso Jesús viene primero presentado como un exorcista, alguien que vence a los demonios. Sí, un exorcista que nos libera de tantas fuerzas malignas que nos tienen empequeñecidos por dentro, que no nos dejan ser nosotros mismos y que no nos permiten vivir de acuerdo a lo que realmente somos: Hijos de Dios y hermanos de todos… ¡Cuántos demonios solemos tener dentro que nos hacen verlo todo negativo, que nos llevan a percibir a los otros como enemigos y que desdibujan la imagen de Dios Padre! Y, claro, al rescatarnos de la fuerza del mal, nos recobra devolviéndonos la salud plena, la de quien se siente en paz consigo mismo, con Dios, con los demás…

En este "sumario" Mateo insiste en la fuerza sanadora de la palabra de Jesús, diciendo que expulsaba los demonios con una sola palabra... Acerquémonos a su palabra, meditémosla en el corazón, acojámosla en nuestra vida y dejemos que nos sane por dentro...

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