La primera serie de milagros nos presenta tres curaciones: la de un leproso, la del siervo de un centurión romano y la de la suegra de Pedro. Estas tres primeras actuaciones no son "casuales". Jesús precisamente va a mostrar su amor compasivo a tres excluidos: un enfermo infeccioso (por tanto obligado a vivir fuera del contacto con la gente), un romano (por tanto, un excluido de la salvación de Dios, ofrecida sólo al pueblo elegido) y una mujer (por tanto, excluida del discipulado rabínico).
Mateo narra los milagros de Jesús con gran sobriedad... Y en ellos se recogen pequeñas oraciones que pueden ayudarnos en nuestra relación con Dios...
En este primer milagro, un leproso se acerca a Jesús, no tiene miedo a ser rechazado... Se postra ante él (lo adora) y le dirige una oración: "Señor, si quieres, puedes limpiarme"... Qué oración más sencilla y más humilde... Podemos también nosotros dirigirnos a Jesús con esas palabras: "Señor, si quieres..." Y, acto seguido, Jesús, con un gesto lleno de ternura, lo toca y le dice: "Quiero, queda limpio"... Sí, Jesús toca al leproso sin miedo al contagio, sin repugnancia... Jesús toca mis miserias, mis pecados, mis heridas... sin repugnancia... Y me limpia, me renueva, me hace volver a nacer...
Dejémonos tocar por Jesús... expongamos ante Él nuestros dolores, nuestras heridas, nuestras debilidades y, sencillamente, sintamos su mano que nos acaricia y nos hace sentir amados en lo que somos...
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