sábado, 23 de octubre de 2010

Curación de la hija de una cananea (Mt 15, 21-28)

Después la controversia con los escribas y fariseos sobre lo puro e impuro (Mt 15, 1-20), Jesús vuelve a retirarse con sus discípulos… Mateo utiliza este recurso literario para señalar que, ante la dificultad que tiene la gente y los dirigentes religiosos ante su doctrina, Él va a concentrar su enseñanza en los discípulos más cercanos…

Se retira hacia Tiro y Sidón, región de paganos. Allí sale a su encuentro una mujer cananea que le suplica para que cure a su hija… Las palabras que salen de la boca y del corazón de aquella madre son hermosas: "Ten piedad de mí, Señor, hijo de David. Mira que mi hija es atormentada por un demonio"… Dirigirse a Jesús, dirigirse a Dios con esas palabras es apelar a su compasión, a su buen corazón… De hecho, ésta es una de las oraciones más sencillas y que podemos repetir a lo largo del día: "Señor, ten piedad y misericordia de mí"…

Lo que resulta llamativo es que se acerque a Jesús no sólo una extranjera sino una mujer… Definitivamente, algo tenía aquel hombre que atraía a sí a todas las personas, sin miedo a ser rechazadas… Sin embargo, Jesús parece no atender a esta súplica, y son los discípulos los que interceden por ella… ¡Increíble!... Esto supone un avance enorme, ¡que los discípulos intercedan por una extranjera es señal de que poco a poco van interiorizando el mensaje de Jesús!

Jesús alega que Él ha sido enviado para las ovejas perdidas de Israel, dato importante, pues pone de manifiesto que Él no tiene nada contra el pueblo judío sino contra las malas interpretaciones que algunos judíos han hecho de los mandamientos de Dios. Y es entonces cuando se suscita un diálogo interesante. La mujer no interpreta esto como un rechazo a su persona y tiene la humildad suficiente de insistir (¡buena enseñanza para nosotros!)… Y aunque se refiere a ella como un perrito a los pies de su señor, lo que hace es utilizar un lenguaje figurado, puesto que a los israelitas se los llamaba "hijos" y a los paganos "perros". Lo verdaderamente importante es que la mujer se atreve a insistir y obtiene de Jesús una alabanza maravillosa: "Mujer, grande es tu fe, que te suceda como deseas".

Algunos comentaristas interpretan esta reacción como un acto de humildad por parte de Jesús… Al parece, inicialmente Él interpretó su misión como dirigida casi exclusivamente a Israel; sin embargo, se deja enseñar por la mujer, y descubre que la voluntad de su Padre es dirigir su amor y su bondad a todos, pues para Él no han extranjeros sino que todos son hijos… Hermoso mensaje…

Que el Señor nos regala la humildad de esta mujer y su fe… Y la humildad de corazón para ser corregidos y enseñados por otros, si esto nos acerca a lo que Dios realmente quiere...

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