Ya nos falta muy poco para comenzar un año más el ADVIENTO. Antes de este tiempo tan esperado, me ha surgido hacer esta reflexión sobre la oración.
No hacemos oración para “sentirnos a gusto” o porque no se nos ocurre nada mejor que hacer, ni ser mejores o peores, estar cansados o descansados, sino porque la fe nos hace ver que es necesario ese dialogo con Dios, para complacerle a Él, y, de paso, para ver más claro nuestro camino.
De todos los seres vivos, el hombre es el único ser que, por su semejanza con Dios, puede establecer diálogo con Él. Este diálogo-hablarle y escucharle, es fundamental para que exista una relación personal entre el Hombre y Dios. “Si Dios está con nosotros, ¿quién estará contra nosotros?” (Rm 8,31). Recibamos el Adviento contestándonos esta pregunta, no hay nada ni nadie más grande que el AMOR DE DIOS.
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