Después de la discusión con los fariseos y saduceos (Mt 16, 1-4), Jesús los deja (¿por imposibles?) y se retira por tercera vez. Sube con los discípulos a la barca para pasar a la otra orilla… Toma distancia… Sale del lugar de la controversia y pone "agua por medio"…
En el trayecto aprovecha para seguir instruyendo a los Doce y les dice: "Abrid los ojos y guardaos de la levadura de los fariseos y saduceos"… Da la impresión de que ha quedado tan tocado por lo que acaba de pasar, que le sale de manera espontánea, y aparentemente sin motivo, ese comentario… Pero los discípulos andan "en otra"… Definitivamente, están con Jesús pero da la impresión de que no se enteran realmente de nada… Jesús anda preocupado por el rechazo y la incredulidad precisamente de quienes tendrían que acogerlo, y quienes lo acompañan están preocupados porque se han olvidado de comprar pan… Qué triste… ¡Qué distintas son las preocupaciones de Jesús y las nuestras! Y es entonces cuando de Jesús sale, más que un reproche, un lamento: "Hombres de poca fe, ¿por qué estáis hablando entre vosotros de que no tenéis panes?, ¿aún no comprendéis, ni os acordáis…? Y, ¿sabéis?, creo que es la misma lamentación que muchas veces dirige el Señor al vernos a nosotros… ¿Aún no comprendemos? ¿Es que no somos capaces de recordar todo lo que Él Señor ha sido capaz de hacer…? ¿Por qué nos cuesta tanto entrar en la lógica de Jesús, en su modo de ver y actuar…? ¿Por qué seguimos preocupados por los asuntos de "este mundo" en vez de dejar las cosas en manos del Señor?
Esto me recuerda a las palabras de Jesús en el Sermón del Monte, cuando dice: "No andéis preocupados por lo que vais a comer o con qué os vais a vestir… de eso se preocupan los que no creen en Dios… Vosotros preocupaos del Reino de Dios y su justicia…" Obviamente con ello no nos dice que no tomemos en serio nuestros asuntos, sino que no andemos obsesionados por ellos ni que sea nuestro único horizonte… ¡Veamos más allá! Y es entonces cuando los discípulos parecen "entender" que Jesús lo que hace es advertirles para que no sean como los fariseos y saduceos, incapaces de reconocer la acción de Dios y a su enviado, porque no tienen fe y sólo piensan en las cosas de este mundo… Y esta advertencia es también válida para nosotros, pues todos somos sujetos de caer en las mismas actitudes farisaicas y saduceas.
Pidámosle al Señor que abra nuestro entendimiento para entrar en "su lógica", para entrar en su corazón, y no estar tan obsesionados por nuestras cosas y el modo de ver la vida que es más propio de quienes no tienen fe…
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