lunes, 2 de junio de 2008

¡Y no se derrumbó…! (Mt 7,21-27)

En el evangelio de la eucaristía de ayer escuchamos una de las parábolas de Jesús… Las imágenes y ejemplos que Jesús usa en sus parábolas resultan siempre muy cercanos y sugerentes… y, sobre todo, muy claros…
Jesús habla de dos hombres que construyeron su casa, uno la construyó sobre arena y, el otro, sobre roca firme (Mt 7,21-27)… Las consecuencias de dicho modo de proceder son evidentes, la casa que fue construida sobre arena no resistió los embates de la lluvia, el viento, la tormenta sino que se vino abajo, ¡no resistió…! En cambio, la casa que fue construida sobre una base firme, fue capaz de soportar el viento, la lluvia y la tormenta, y no se derrumbó…
Este ejemplo a simple vista podría parecer tonto… Podríamos decir, ¿a quién se le puede ocurrir construir sobre arena? Pero resulta que, lo que resulta tan evidente, a la hora de la verdad, no lo aplicamos a nuestra propia vida… Me explico…
Nos parece insensato, por no decir otra cosa, que alguien construya en un terreno arenoso, sin embargo, muy pocos nos preocupamos de que nuestra casa, es decir, nuestra vida, esté construida sobre bases firmes… ¿Por qué digo esto? ¡Basta ver los resultados…! ¿Cuántas veces ante las dificultades, los contratiempos, las contradicciones, nos venimos abajo? ¿Cuántas veces nos derrumbamos ante los acontecimientos y llegamos a perder incluso el sentido de la vida renegando contra todo y contra todos, incluido Dios? Si las tormentas de la vida nos hunden, Jesús nos viene a decir que nuestra casa ha sido levantada sobre bases inconsistentes…
En cambio todos hemos conocido personas capaces de afrontar situaciones realmente difíciles: la muerte de un ser querido, incomprensiones, calumnias, fracasos y, esto, no los ha hundido sino que han permanecido firmes… ¿Cuál ha sido su secreto? ¿Acaso son “superhombres” o “supermujeres”? No. Sencillamente son personas que han puesto su confianza en el Señor… No son mejores que nadie ni más fuertes que los demás, sino que saben que su vida está en manos del Padre que es quien los sostiene en todas las circunstancias de la vida, ¡he ahí su secreto y su fortaleza…!
No se trata de ser personas a quienes no les afecta nada, eso es irreal e inhumano… En Getsemaní, Jesús se sintió profundamente triste, solo, abatido, pero sabía que contaba con el Padre y se sintió confortado por un “ángel” que le permitió afrontar lo que se le venía encima con paz, pues se sabía sostenido y amado por su Padre…
Pregúntate, ¿sobre que está cimentada tu vida? ¿Sobre el éxito, sobre el qué dirán, sobre el mantener el perfecto control de las situaciones, o sobre el deseo de hacer siempre la voluntad del Padre, amando y sirviendo a todos, con el único deseo de agradarlo a Él?
¡Pon tu confianza firme en el Padre y te sentirás profundamente aliviado y sostenido…!

No hay comentarios: