tú has dado al mundo la luz verdadera, Jesucristo.
Por tu obediencia al Padre y por la gracia del Espíritu Santo,
nos has dado la fuente de nuestra reconciliación y de nuestra justicia,
Jesucristo, nuestra paz y nuestro gozo.
Madre de ternura y de sabiduría,
muéstranos a Jesús, tu Hijo e Hijo de Dios,
ayúdanos en nuestro camino de conversión
para que Jesús haga brillar su Gloria sobre nosotros
en todos los aspectos de nuestra vida personal, familiar y social.
Madre, llena de misericordia y de justicia,
por tu docilidad al Espíritu Consolador
alcánzanos la gracia de ser testigos del Señor Resucitado,
para que seamos cada vez más
la sal de la tierra y la luz del mundo.
Madre del Perpetuo Socorro,
confiamos a tu maternal intercesión
la preparación y los frutos del Segundo Sínodo para África.
¡Reina de la Paz, ruega por nosotros!
¡Nuestra Señora de África, ruega por nosotros!
También os transcribo las palabras que el Papa dirigió ayer al rezar el Ángelus en la Plaza de San Pedro:
¡Queridos hermanos y hermanas!
Esta mañana, en la Basílica de San Pedro, ha tenido lugar la celebración eucarística de apertura de la Segunda Asamblea Especial para África del Sínodo de los Obispos, durante la cual se rezó también en diversas lenguas africanas. Mi venerado predecesor Juan Pablo II convocó el primer “Sínodo africano” en 1994, en la perspectiva del año 2000 y del tercer milenio cristiano. Él, que con su celo misionero, se hizo muchas veces peregrino en tierra africana, recogió los contenidos emergidos de aquella cita en la Exhortación Apostólica Ecclesia in Africa, relanzando la evangelización del Continente. A distancia de quince años, esta nueva Asamblea se pone en continuidad con la primera, para verificar el camino realizado, profundizar algunos aspectos y examinar los retos más recientes. El tema elegido es “La Iglesia en África al servicio de la reconciliación, de la justicia y de la paz” – acompañado por una palabra de Cristo dirigida a los discípulos: “Vosotros sois la sal de la tierra.... vosotros sois la luz del mundo” (Mt 5,13.14).
El Sínodo constituye siempre una intensa experiencia eclesial, una experiencia de responsabilidad pastoral colegial respecto a un aspecto específico de la vida de la Iglesia, o mas bien, como en este caso, de una parte del Pueblo cristiano determinada en base al área geográfica. El Papa y sus más estrechos colaboradores se reúnen junto con los Miembros designados de la Asamblea, con los Expertos y los Auditores, para profundizar la temática elegida. Es importante subrayar que no se trata de un congreso de estudio, ni una asamblea programática. Se escuchan relaciones e intervenciones en el aula, se confrontan en los grupos, pero todos sabemos bien que los protagonistas no somos nosotros: es el Señor, su Espíritu Santo, que guía a la Iglesia. Lo más importante, para todos, es escuchar: escucharse unos a otros y, todos juntos, escuchar lo que el Señor quiere decirnos. Por esto, el Sínodo se desarrolla en un clima de fe y de oración, de obediencia religiosa a la Palabra de Dios. Al Sucesor de Pedro le toca convocar y guiar las Asambleas sinodales, recoger cuanto surja de los trabajos y ofrecer después las indicaciones pastorales oportunas.
Queridos amigos África es un continente que tiene una extraordinaria riqueza humana. Actualmente, su población llega casi a mil millones de habitantes y su tasa de natalidad total es la más alta a nivel mundial. África es una tierra fecunda de vida humana, pero esta vida está marcada por desgracia por muchas pobrezas y sufre además graves injusticias. La Iglesia está empeñada en superarlas con la fuerza del Evangelio y la solidaridad concreta de tantas instituciones e iniciativas de caridad. Oremos a la Virgen María para que bendiga la II Asamblea sinodal para África y obtenga paz y desarrollo para ese grande y amado continente.
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