Estamos ya en el V Domingo de Pascua. El día de hoy y el domingo próximo, la liturgia nos propone la lectura del capítulo 14 del evangelio según san Juan. Como sabéis, este capítulo forma parte del llamado “discurso de despedida”… Con ello, la Iglesia empieza ya la preparación a la celebración de las próximas dos fiestas: La Ascensión del Señor y la venida del Espíritu Santo.
En esta parte del discurso, se nos dice cosas hermosas…
El ambiente, como es natural, es de tristeza y desconcierto. Jesús anuncia su partida; mejor, su regreso a la casa del Padre… Pero no es sin más una despedida… Jesús quiere que sus discípulos más cercanos –y también nosotros– vivamos esta “partida” entendiendo su verdadero sentido… Jesús no se va, no nos abandona; Jesús se queda pero de una manera distinta…
Jesús habla en términos de “voy a prepararos un lugar”; “en casa de mi Padre hay muchas moradas”… Es un modo de recordarnos que este mundo no es nuestra morada permanente, que nuestra casa, el verdadero sitio al que pertenecemos, es Dios… Y, no sólo eso, sino que, en la “casa de Dios”, hay sitio para todos, ¡qué hermoso!... Y, desde ya, tenemos nuestra habitación preparada, nos esperan con cariño…, y estaremos con Jesús…
En el diálogo con Tomás, Jesús tiene ocasión de explicitar: “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida”… Hemos escuchado esta afirmación muchas veces… Decir esto, implica desvelar la identidad de Jesús, quién es realmente… En un mundo en el que se nos proponen tantos caminos, en el que estamos continuamente ante encrucijadas, Jesús se nos presenta como el Camino; no un camino entre otros, sino el único camino que nos puede conducir a la auténtica meta de la vida: Dios… En un mundo en el que todo parece “relativo”, donde parece que ya no hay verdades absolutas, donde cada uno tiene “su verdad”, Jesús se nos presenta como la Verdad; no una verdad entre otras, sino como lo auténtico, aquello en lo que no hay engaño, de lo que nos podemos fiar… En un mundo donde se nos hacen engañosas propuestas de vida, a través del consumo, el disfrute…; Jesús se nos ofrece como la Vida, como aquellos que buscamos y anhelamos en lo más profundo del corazón… Por eso, conocer y seguir a Jesús, es conocer y seguir el Camino que es Verdadero y que conduce a la Vida…
Por último, a raíz de una intervención de Felipe: “Señor, muéstranos al Padre”, Jesús dice: “Quien me ha visto a mí ha visto al Padre”… Afirmación tremenda si nos la tomamos en serios… Y, sí… La gran novedad del cristianismo, su pretensión más profunda, es afirmar que Dios se hizo hombre, se hizo uno de nosotros, asumió la condición humana, de modo que, viendo a Jesús, conociendo a Jesús, pudiéramos conocer a Dios cara a cara… Ver a Jesús es ver a Dios, conocer a Jesús es conocer a Dios… Dios se ha hecho cercano, accesible, y se ha hecho para nosotros Camino, Verdad y Vida… Sigámoslo, escuchémoslo y dejémonos conducir, guiar y llenar por Él…
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