El evangelio de este cuarto domingo del Tiempo Pascual nos presente la figura de Jesús como pastor…
Para quienes pertenecemos a una cultura urbana, esta imagen no nos dice mucho; incluso nos resulta extraña, hasta arcaica… Sin embargo, los oyentes de Jesús pertenecían al ambiente rural y sabían muy bien lo que quería decir…
La imagen del pastor, atribuida a Dios, aparece también en diversos pasajes del Antiguo Testamento, en los que se contrapone al Señor, que cuida de sus ovejas, de sus fieles, en contraposición a los sacerdotes que se despreocupan de aquellos que les han sido encomendados…
Presentar a Jesús como pastor equivale a decir que él cuida de nosotros, que él nos conoce mejor que nadie, que con él podemos ir seguros por la vida… Basta leer el evangelio despacio para encontrar frases hermosas como: “él va llamando por su nombre a cada una”; es decir nos conoce a cada uno con nuestras peculiaridades, necesidades y circunstancias… Él, “camina delante de ellas”; es decir, es Jesús quienes nos abre el camino, quien nos muestra el sendero, quien va a la cabeza, jugándosela por nosotros…
Sin embargo, de este evangelio me ha llamado particularmente la atención lo que dice referido a las ovejas, es decir, a nosotros: “las ovejas atienden su voz… la conocen, y la siguen…” Y, esto que dice Jesús, es lo que espera de nosotros…
Ojalá él pueda decir de nosotros que escuchamos su voz, que la distinguimos entre tantas voces que asaltan nuestra conciencia, que reclaman nuestra atención, pero no sólo que oímos, escuchamos y distinguimos su voz entre mil voces, sino que la seguimos… Acordaros que en la Escritura se insiste mucho en que no basta escuchar, hay que hacer lo que el Señor nos indica… Y lo que Él quiere de nosotros es sencillamente que lo sigamos, que sigamos su estilo de vida que es una vida donada, entrega, como hemos visto en los días del Misterio Pascual…
Ojalá se pueda decir de nosotros: estos son cristianos porque viven como Cristo…
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