“Ser o tener”.
Es una de las disyuntivas más conocidas. Pero, ¿por qué se presenta como algo
antagónico?
En primer
lugar, es importante señalar que tener no es algo negativo. Lo que está en
juego es sobre qué construimos nuestra identidad más profunda, nuestro valor
como personas, ¿a partir de lo que somos o a partir de lo que tenemos? Y, sin
duda, muchas veces se nos hace creer que valemos de acuerdo a lo que tenemos y,
de hecho, solemos ser considerados “importantes” de acuerdo a lo que
aparentamos. Es en este sentido donde se nos previene de este engaño. No, la
persona, yo, soy más de lo que tengo; no se “mide” mi valor por mi cuenta
corriente, mis títulos, mis… Y cuando se descubre esto, se produce una profunda
liberación interior y es entonces cuando empezamos a trabajar no solo por
tener, sino, sobre todo, por ser… Por ser yo mismo, por vivir de acuerdo a mis
valores, a mis creencias, sin necesidad de aparentar ni de ponerme tacones o maquillaje.
Por eso, más que contraponer “ser o tener”, se trata de priorizar el ser al
tener. Solo desde el ser, el tener alcanza su verdadero sentido.
Hoy el evangelio nos propone otra disyuntiva: tener o dar. Jesús es
abordado por un joven que tenía muchas riquezas… pero que siente que le falta algo
más… Todo su ser se ha elaborado desde ahí, desde lo que posee, desde lo que
hace, desde lo que ha conseguido… Pero eso no llena su vacío interior, pues
nuestras búsquedas de sentido no se sacian con lo que hacemos o acumulamos. Y
para responder a esa búsqueda, Jesús le propone algo que lo descoloca
totalmente: “anda, vende lo que tienes, y dalo a los pobres”.
San Francisco
de Asís se tomó muy en serio esa invitación y, efectivamente, lo dejó todo. ¿Y
nosotros? No todos estamos llamados a vivir con esa radicalidad. ¿Entonces? Lo
que Jesús nos quiere ayudar a descubrir es que hay más felicidad en dar que en
recibir, que estamos hechos para compartir, no para acumular. Es decir, no
estamos ante todo o nada, tener o no tener. Estamos ante el sentido del tener,
de modo que no caigamos en la perniciosa dinámica del acumular sino en la
gozosa experiencia de compartir, de dar, de entregarnos…
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