Como recordaréis, el Año Litúrgico no coincide con el año civil, sino que se estructura en torno a los dos acontecimientos centrales del cristianismo: el Nacimiento y la Resurrección de Jesús. El Nacimiento va precedido de un tiempo de preparación, el Adviento, y de un periodo de celebración, el llamado Tiempo de Navidad. Así mismo, nos preparamos a la Pascua del Señor, recorriendo un camino que dura 40 días (Tiempo de Cuaresma) y lo celebramos durante un periodo aún más largo, el Tiempo Pascual, que se prolonga 50 días.
Por tanto, la Cuaresma es el tiempo de preparación a la celebración y actualización del Misterio Pascual, que es el acontecimiento central del cristianismo: ¡Si Cristo no hubiera Resucitado, nuestra fe no tendría ningún sentido!
La Cuaresma comienza el Miércoles de ceniza y concluye con la Vigilia Pascual. Dentro de ella, tiene particular importancia la Semana Santa y, más aún, el Triduo Pascual, que inicia con la misa vespertina de la Cena del Señor, el Jueves Santo. Todo este periodo tiene una profunda unidad, si bien podemos distinguir diversos momentos:
- El Miércoles de ceniza y los tres días posteriores.
- Las cinco semanas de preparación. La última de ellas que empieza el V Domingo de Cuaresma (antiguamente llamado Domingo de Pasión) era antes la Semana de Pasión, pero desde la reforma litúrgica posterior al Concilio Vaticano II, se habla simplemente de la V Semana de Cuaresma.
- La Semana Santa, del Domingo de Ramos al Sábado Santo.
La Cuaresma, como todos sabéis, alude a su duración: 40 días dedicados al ayuno y la penitencia como preparación a la Pascua. Estos 40 días se contabilizan desde el Miércoles de Ceniza al Sábado Santo, excluyendo los domingos, pues estos no son días penitenciales... Al mismo tiempo, litúrgicamente, el Jueves Santo por la tarde da comienzo el Triduo Pascual, como tiempo de preparación más intenso e inmediato a la Resurrección del Señor.
Os invito a ir preparando el corazón para recorrer el camino que se nos propondrá a lo largo de las próximas semanas y a participar en la Liturgia del Miércoles de Ceniza. Por este motivo, suspenderemos el comentario al evangelio de Mateo para dedicar este espacio a nuestra preparación a la Pascua.
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