sábado, 4 de marzo de 2017

I Domingo de Cuaresma - Ciclo A. (Mt 6, 24-34)

Si Jesús hubiera respondido de otro modo a las tres tentaciones, no habríamos tenido ni la cruz ni el cristianismo. Pero, ¿qué es aquello tan decisivo que le proponía el diablo? No aquello que habríamos esperado, no aquellas en las que se ha centrado de manera casi obsesiva una cierta espiritualidad: la sexualidad y las observancias religiosas. De lo que se trata es de elegir qué clase de Mesías ser, qué tipo de persona. Las tres tentaciones afectan el mundo de las relaciones: la relación conmigo mismo y con las cosas (piedras o pan); con Dios, mediante un desafío propuesto a la fe (buscar un Dios mágico a nuestro servicio); con los demás (el poder y el dominio).
"¡Di a estas piedras que se conviertan en pan!". El pan es un bien, un valor indiscutible, pero Jesús nunca ha buscado el pan en su beneficio, se ha hecho pan en beneficio de los demás. Y responde con un juego de palabras, ofreciendo aún más vida: "No solo de pan vive el hombre". El pan es bueno, el pan da vida, pero más vida viene de la boca de Dios. De su boca ha venido la luz, el cosmos, la creación. Ha venido el soplo que nos ha da la vida, has venido Tú Jesús, amigo, hermano, amor, que eres palabra pronunciada de la boca de Dios para mí. Y también de Ti, yo vivo.
Segunda tentación: Tirarse de lo alto del templo; así veremos una legión de ángeles que vienen a salvarlo... ¡Qué buen milagro! A la gente le encantan los milagros y te seguirán. El diablo es un gran seductor. Se presenta como un amigo, como quien quiere ayudar a Jesús a realizar mejor su misión mesiánica. Más aún, le hace la propuesta con la Biblia en la mano ("está escrito..."). ¡Tírate, haz un milagro! La respuesta: "No tentarás al Señor tu Dios", por medio de aquello que parece ser un acto de confianza en la Providencia y, sin embargo, es su caricatura, porque solo busca su beneficio. Tú no te fías de Dios, solo quieres explotarlo, usarlo a tu servicio.
En la tercera tentación, el diablo alza un poco más el listón: "adórame y te daré todo el poder del mundo". Adórame, es decir, sigue mi lógica, mi política. Toma el poder, ocupa los puestos clave, cambia las leyes. Así resolverás los problemas, no con la cruz; con relaciones de fuerza y engaño, no con amor. ¿Quieres tener a la gente de tu parte? Asegúrales pan, milagros y un líder y los tendrás en tu mano. Pero Jesús no busca personas que dominar sino hijos libres, que amen, al servicio de todos y sin amo alguno. Para Jesús todo poder es idolatría.
"Entonces, los ángeles se acercaron y lo servían". Acercarse y servir son los verbos de los ángeles. Si en esta Cuaresma yo fuera capaz de acercarme y cuidar de alguien, regalando un poco de tiempo, de corazón, inventando una nueva caricia, para aquel "alguien" sería el descubrimiento de que "las manos de quien ama son como la de los ángeles".
(Ermes Ronchi - www.retesicomoro.it - traducido del italiano)

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