El c. 21 del evangelio según san Juan podría dividirse en tres escenas. La primera la hemos comentado el domingo pasado, cuando Jesús se aparece en la orilla del lago de Tiberíades a un grupo de discípulos que están pescando, es decir, misionando… La segunda escena es después de comer, en ese diálogo tan hermoso que tiene Jesús con Pedro y, la tercera, es cuando Pedro pregunta a Jesús sobre el discípulo amado.
En este comentario nos centraremos en la segunda escena.
Jesús y los discípulos han terminado de comer, de celebrar la eucaristía, y Jesús va a tener un diálogo personal con Pedro. Sí, Jesús busca el encuentro de tú a tú… lo buscó con Pedro y lo busca con cada uno de nosotros… Y el diálogo va a versar sobre un único tema: el amor. Por eso podría resumirse en una pregunta: ¿Me amas? ¡Eso es lo realmente importante, no si eres mejor que los demás, ni si trabajas mucho o poco… No, lo que Jesús desea saber es si realmente lo amamos, si mantenemos con él un vínculo personal, cercano, afectivo… Todo lo demás, vendrá por añadidura… No es el “hacer” o el “cumplir" con una serie de normas lo que nos configura como cristianos sino el amor a Jesús, la adhesión a su persona… Y se lo preguntará en tres ocasiones… Muchos dicen que para compensar las tres negaciones de Pedro… Y, Pedro, aún consciente de haber negado al Maestro tantas veces, casi con vergüenza, le responde en las tres ocasiones: “Sí, Señor, tú sabes que te amo…” Ya no es el Pedro seguro de sí mismo que lo sabe todo, sino el Pedro que se abandona en Jesús que es quien realmente conoce su corazón, débil, sí, pero con un gran amor a Jesús…
Pero no se trata de un amor romántico, intimista o meramente sentimental… A cada una de las respuestas de Pedro, Jesús lo remite a la Iglesia, a sus hermanos, y le dice: “Apacienta mis ovejas… apacienta mis corderos…” Es decir, el amor a Jesús se expresa en el cuidado a nuestros hermanos, desde los más adultos (ovejas) hasta los más pequeños (corderos)… Jesús nos entrega a sus hermanos a nuestro cuidado… ¡Ésa es la prueba del amor a Jesús!
Y ese amor debe manifestarse en la humildad y la docilidad… Pedro, el pretensioso, el que se creía el primero, tendrá que aprender a ir no donde él quiera, a hacer su propia voluntad, sino a dejarse llevar por otro, es decir, por el Espíritu de Jesús…
Escuchemos hoy esta pregunta de Jesús: “¿Me amas?” ¿Qué le responderías…? ¿Cuáles son esas ovejas y esos corderos que encomienda a tu cuidado?
1 comentario:
Precioso. Que Palabra más linda, Sin duda El Amor al prójimo es uno de los mandamientos que Dios quiere que practiquemos todos los días de nuestra vida. Es una forma de decirle al Maestro: Sí, TE AMO SEÑOR.
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