viernes, 14 de octubre de 2022

XXIX Domingo (Ciclo C): Parábola de la viuda y el juez injusto (Lc 18,1-8)

 

1. LEE: LUCAS 18, 1-8

El evangelio de hoy nos presenta una parábola desconcertante. Se trata de una viuda que pide justicia a un juez injusto, que no tiene intenciones de atenderla pero que, gracias a la insistencia de aquella mujer, decide atender a su petición.

Jesús es un gran “cuenta cuentos”. Se sirve de casos de la vida real para darnos una enseñanza práctica. Lo desconcertante es que compara a Dios (su Padre), con ese juez injusto…, ¿cómo es posible?

La intención de Jesús es llamar nuestra atención, despertarnos, y habitualmente lo consigue. No es que Jesús compare a su Padre con un juez injusto sino que nos viene a decir que, si incluso un juez injusto, ante la insistencia de una pobre viuda (¡no de un poderoso, sino de alguien humilde!, pues recordemos que las viudas era personas habitualmente desprotegidas), ¡cuánto más escuchará y atenderá nuestras peticiones nuestro Padre del cielo que es todo bondad!

La intención de esta parábola está claramente expuesta ya al principio. Jesús lo que quiere es enseñarnos la importancia, no solo de la oración, sino de perseverar e insistir en ella. Nuestra tentación es desistir al no obtener lo que queremos o desconfiar ante la duda de ser realmente escuchados. Por eso, la primera enseñanza es precisamente esta, perseveremos en la oración, confiemos en que nuestro Padre del cielo siempre nos escucha, aunque no siempre cumpla nuestros deseos, como un padre que no siempre puede realizar los deseos de sus hijos, pero que está siempre ahí, a su lado.

Unido a este tema central de la oración, aparecen otros dos: la justicia de Dios y la fe.

La enseñanza que extrae Jesús de la parábola es invitarnos a confiar en que Dios tarde o temprano hará justicia a quienes claman ante Él día y noche. Sin duda, las injusticias de nuestro mundo son un escándalo para muchos creyentes y no creyentes, y no pocos piensas que Dios se ha desentendido de nuestro mundo, del sufrimiento de los débiles. Y, no, no es así, el escucha nuestros lamentos y no es ajeno a lo que nos ocurre. Pero hay que confiar. De ahí el segundo gran tema: la fe.

Jesús se lamenta de la poca fe que encuentra a su alrededor, hasta llegar a exclamar: «cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará fe sobre la tierra?» La oración y la fe van de la mano. La fe se expresa en la oración, la oración es expresión de nuestra fe, de nuestra confianza en un Dios que nos escucha y tiene una palabra para nosotros.

Seamos como aquella pobre viuda, que no teme presentar su situación, su necesidad. Y confiemos en que nuestra oración siempre es escuchada y atendida por Dios, nuestro Padre, que nos ama con la ternura propia de una madre.

2. MEDITA
  • ¿Cómo es mi oración? ¿Es una oración insistente y perseverante?
  • ¿La hago con la confianza de que Dios me escucha?
  • ¿Mi fe me lleva a luchar por la justicia de los más débiles?
3. ORA
  • Dialoga con el Señor...
  • Pídele… Dale gracias…
  • Haz silencio en tu interior…
4. COMPROMÉTETE
  • ¿A qué te invita su Palabra?
  • ¿Qué podrías mejorar o cambiar?

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