Continuando con esta sección del evangelio según san Mateo que recoge algunas parábolas de Jesús, nos encontramos con la más pequeña de todas, la parábola de la levadura. Podríamos traducirla de este modo:
Dice Jesús: El modo de actuar de Dios es como el de la levadura... Cuando alguien necesita fermentar una masa, le basta una pequeñísima cantidad de levadura... Y es impresionante ver cómo esa pequeña cantidad es capaz de fermentar toda la masa...
Si os fijáis, Jesús vuelve a poner la fuerza en la potencialidad de lo pequeño...
En esta parte del evangelio, Mateo está intentando explicar a sus lectores la aparente poca eficacia de la misión de Jesús, su irrelevancia, y nos invita, una vez más, a confiar en la eficacia de la acción de Dios...
Pero hay algo más, desde el principio Jesús nos está diciendo que el modo de actuar de Dios no es "aparatoso"... Dios actúa en lo pequeño, a través de acciones aparentemente insignificantes, pero que tienen una gran potencialidad en su interior... Basta recorrer la vida de Jesús, totalmente ajena al espectáculo y a la relevancia social...
Sí, lo pequeño tiene una fuerza enorme... Pequeños gestos pueden cambiar la vida de una persona... Pequeñas cosas pueden llenarnos profundamente el corazón... Incluso es probable que una pequeñísima masa haya dado origen a todo el Universo...
Esto me recuerda aquel famoso episodio de Elías... El profeta quería ver a Dios... Entonces, hubo un terremoto, pero el Señor no estaba en el terromto; hubo una fuerte tormenta, pero el Señor tampoco estaba en la tormenta; finalmente paso una suave brisa, y cayó en la cuenta de que el Señor estaba en el frescor de ese leve aire que se movía para atenuar el calor...
Confiemos en lo pequeño, en los pequeños gestos, en las pequeñas acciones... A veces por esperar a hacer algo grande, no terminamos de hacer lo que podemos hacer, aunque sea pequeño... A veces, por no poder cambiar el mundo, ni siquiera arreglamos lo que sí podríamos mejorar a nuestro alrededor...
Estemos atentos a la brisa, estemos alertas para cuando el Señor pase como ese aire imperceptible pero fresco. No despreciemos lo pequeño y confiemos en que el bien que hagamos a su tiempo dará su fruto y terminará fermentando toda la masa, es decir, incidiendo en todo nuestro derredor.
Con la parábola de la levadura, Mateo termina el discurso de Jesús dirigido a todo el pueblo, y da a entender que, aunque la gente escucha, en realidad no entiende pues, como decía en la parábola del sembrador, le falta una verdadera disposición interior. Al menos esto es lo que sugieren los exegetas al hacernos caer en la cuenta de que Mateo utiliza el verbo "decir" (Todo esto dijo Jesús en parábolas a la gente), en lugar del verbo "enseñar" (Mt 13, 34-35). A continuación proseguirá con el discurso parabólico pero ahora dirigiéndose sólo a los discípulos.
3 comentarios:
me ayudo mucho
bonito
Me gustó gracias
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