martes, 24 de mayo de 2016

Dejarlo todo para recibirlo todo... (Mc 10,28-31)

"El que deje... recibirá ahora, y en la vida futura...".
En esta frase de Jesús, encontramos una de las tantas paradojas que nos presenta el evangelio... Curiosamente, el dejar, el total desapego, no nos deja vacíos, sin nada, en situación de precariedad, si no que crea en nosotros un espacio, una disposición que nos permite recibir... El vivir en la dinámica de la "no apropiación" -eso es dejar-, vivir con las manos abiertas, como aquel que deja correr el agua entre sus dedos, paradójicamente, es lo que nos permite desarrollar en nosotros la actitud de la acogida, de percibir y recibirlo todo como un don, como un regalo... Y, esto, ya aquí, ahora...; dispone nuestro corazón y nuestra mirada para percibir todo lo que Dios y los demás me ofrecen...
Pero no todo se agota en el aquí y ahora... Quien vive con las manos y el corazón abiertos, en actitud de entrega y de acogida, se dispone ya aquí, a la vida verdadera, a la vida en plenitud que nos espera más allá de esta vida... Lo que gustamos ya aquí, es como una especie de "degustación" de lo que nos espera y que, aquí, somos incapaces siquiera de imaginar... 
Por eso, en otro pasaje Jesús dice que la vida eterna empieza ya en el aquí y ahora, cuando hemos descubierto al Padre presente en nuestra vida... (cf. Jn 17,3).
Con todo, Jesús no es ingenuo... Sabe que, junto a esto, encontraremos persecuciones... Es decir, dificultades, cortapisas..., que en no pocas ocasiones nos desanimarán y tendremos la tentación de desistir, de abandonar, de pensar que no merece la pena vivir así... 
Seguir a Jesús es vivir fiados de su Palabra, de lo que El nos ha enseñado con su vida, de su sabiduría que nos da claves para vivir... En este caso, descubrir que, aunque en nuestro camino haya dificultades, aunque muchas veces se nos invite a lo contrario, la verdadera libertad se encuentra en el desapego, en el compartir (como veíamos ayer)... Y que es en esa no posesividad, donde nos volvemos capaces de recibir, de disfrutar, de agradecer, de percibir tantas cosas buenas que nos ofrece gratuitamente la vida, los demás, Dios...

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