viernes, 10 de junio de 2022

Solemnidad de la Santísima Trinidad (Ciclo C): Dios es Familia (Jn 16, 12-15)

1. LEE: Jn 16, 12-15

El domingo siguiente a Pentecostés, la Iglesia celebra la solemnidad de la Santísima Trinidad. En el ciclo C, seguimos meditando en el evangelio según san Juan, concretamente en el c. 16, vv. 12-15.

Para la mayoría de los cristianos, hablar de la Santísima Trinidad es hablar de un “misterio”, algo en lo que estamos llamados a creer, pero que, en realidad, no comprendemos ni tiene una repercusión práctica en nuestra vida. Vamos, que no nos afecta. Como decía un joven universitario: «que la Trinidad sean tres o sean nueve, es irrelevante».

La Santísima Trinidad no es un teorema matemático (tres en uno) ni una verdad solo al alcance de teólogos y de teó­logas. La Trinidad es un “misterio”, sí, en el sentido de que es algo que nos ha sido revelado por Jesús, pues por nosotros mismos no podríamos haber conocido que Dios es una comunidad de tres personas: Padre, Hijo y Espíritu. Y, el que sean tres, sí es relevante, pues Dios no es alguien solitario ni autoritario, Dios es familia. Por eso, nuestro modelo de sociedad es ese, el vivir como hermanos, como familia, formando comunidad, creando comunión entre diversos. De allí que, creer que Dios es Trinidad, tiene una fuerte repercusión en nuestra vida.

Nos situamos en el último gran discurso de Jesús, previo a la Pasión, en el contexto de la última cena. 
Estamos ante un texto trinitario en el que Jesús, por quinta vez, habla del Espíritu Santo Paráclito.

El Padre es la fuente y origen de todo. Jesús aparece como el Revelador el que nos ha dado a conocer el designio de Dios y quién es Dios: Padre, Hijo y Espíritu. Pero los discípulos aún no son capaces de comprender todo ello y extraer sus consecuencias. El Espíritu como tal, no “añadirá” nada “nuevo”. Él es quien nos ayuda a entender mejor el mensaje de Jesús, su Palabra, su Vida, sus gestos, sus opciones. Por eso se lo llama el “espíritu de la verdad” y juega un papel fundamental en la comunidad/Iglesia (tengamos presente que, para Juan, la Verdad es Jesús, como revelador del Padre).

Así mismo, el Espíritu tiene el encargo de dar continuidad a la misión de Jesús que, ahora, está en nuestras manos. El texto pone el énfasis en la estrecha unión entre la que ha sido la labor de Jesús y la que, de ahora en adelante, será la del Espíritu.

Este texto, pese a su brevedad, resalta el dinamismo trinitario: Jesús lo recibe todo del Padre y el Espíritu lo recibe todo del Jesús y nos lo comunica a nosotros para que nosotros lo comuniquemos al mundo. Jesús nos hace “visible” al Padre y el Espíritu, mantiene viva la presencia de Jesús.

Cuando se afirma que el Espíritu nos dará a conocer las cosas venideras, no se refiere a que va a predecir el futuro (lo que va a suceder) o nos hará revelaciones especiales. Las “cosas venideras” se refieren al nuevo orden de cosas que inaugura Jesús con su muerte y resurrección y la Vida que nos espera junto a Él.

En estos discursos finales, Juan da gran importancia al Espíritu. Un reto fundamental de la vida cristiana es “vivir en el Espíritu”, sentirnos habitados por él, dejarnos iluminar y conducir por él, estar atentos a sus inspiraciones y ser dóciles a ellas. Él nos conduce, nos ayuda a conocer mejor a Jesús y nos acompaña en la misión.

2. MEDITA
  • ¿Soy sensible a las inspiraciones del Espíritu Santo? ¿Me dejo conducir/guiar por Él? Recuerda alguna experiencia concreta.
  • ¿Es Jesús la fuente y motor de lo que vivo y anuncio?
  • ¿Siento la tranquilidad y confianza de saberme acompañado por el Espíritu?
3. ORA
  • Dialoga con el Señor...
  • Pídele… Dale gracias…
  • Haz silencio en tu interior…
4. COMPROMÉTETE
  • ¿A qué te invita su Palabra?
  • ¿Qué podrías mejorar o cambiar?

No hay comentarios: