1. LEE: Lucas 9, 51-62
El próximo domingo retomamos la lectura corrida del evangelio según san Lucas, ya que estamos en el ciclo C. Estamos ya en el domingo 13 y, por eso, nos corresponde continuar por el c. 9, vv. 51-62, que es el inicio de la sección denominada “subida a Jerusalén”. Casi toda esta sección está dedicada a la formación de sus discípulos, que serán los continuadores de su misión. Por eso, esta sección es muy importante de cara a nuestra formación como seguidores de Jesús.
Lucas habla muchas veces de la “elevación de Jesús al cielo” (recordemos la Ascensión), lo que supone el regreso a la casa del Padre. Jesús “bajo” a nuestra tierra para, desde “abajo”, realizar esa “subida” ya no solo sino con nosotros.
Jesús ha realizado ya la primera parte de su misión en Galilea y ahora se dispone a subir a Jerusalén. Es una decisión valiente, pues sabe que allí tendrá que enfrentarse a las autoridades judías que no aceptan su mensaje. Entre Galilea y Judea se encontraba la región de Samaria. Como los judíos y los samaritanos estaban enemistados, quienes subían a Jerusalén, preferían bordear dicha región. Sin embargo, Jesús no lo hace así, no evita “territorio enemigo”, como solemos hacer nosotros.
Como preparación, envía unos mensajeros “anónimos”. Puede que, con ello, Lucas quiera hacernos sentir que podríamos ser cualquiera de nosotros. Y, como era previsible, dichos samaritanos no acogen a Jesús. Lo interesante es la reacción de Santiago y Juan, dos de sus discípulos más cercanos. Ellos son conscientes del poder que el Señor les ha dado, el problema es que quieren usar ese poder no para sanar sino para destruir. ¡Cuántas veces nos pasa lo mismo! Ante el rechazo, ante las conductas seguramente injustas de los demás, nuestra reacción inmediata es responder con la misma o, incluso, mayor violencia. ¡Es la gran tentación! Por eso, Jesús los reprende… En un mundo tan violento como en el que vivimos actualmente, los cristianos estamos llamados a romper con esa dinámica y a responder como Jesús. Esto no es ser cobardes, ni resignarnos al mal; se trata de vencer el mal a fuerza de bien, sin caer en su trampa que nos incita también a nosotros a la violencia. Y violencia no es solo el uso de las armas, sino las agresiones verbales, la indiferencia, el despotismo, el poner mis derechos por encima del de los demás…
A continuación, Lucas nos presenta tres diálogos también con personas “anónimas” (podríamos también ser cualquiera de nosotros) que son ocasión de nuevas enseñanzas sobre el discipulado. En el primer diálogo, hay uno que manifiesta su deseo de seguirlo. Ante ello, Jesús sencillamente le advierte que, para hacerlo, debe salir de su zona de confort. Seguir a Jesús es aprender a dejar seguridades, a salir de nuestros “nidos confortables” para ponernos en camino. En el segundo caso, es Jesús quien llama a otro a que lo siga. Este, no le dice que no, pero… antes… Es decir, no dice que no, pero dilata la respuesta. Finalmente, el tercero, también manifiesta su intención de seguirlo pero… en el futuro…. “Sí, Señor, te seguiré, pero… después de…”, un después que no llega nunca…
Esta evangelio nos invita a preguntarnos sobre las excusas, los “sí, pero…” que ponemos a Jesús… La llamada es a hacer del seguimiento de Jesús nuestra absoluta prioridad. Y, sí lo hacemos así, todo lo demás se irá colocando en su sitio.
2. MEDITA
- ¿Cuál es mi reacción ante quienes no acogen el mensaje de Jesús o ante quienes me rechazan?
- ¿Qué “excusas” suelo presentarle al Señor para no seguirlo más de cerca?
- ¿Qué antepongo al seguimiento? ¿Qué me resta libertad?
3. ORA
- Dialoga con el Señor...
- Pídele… Dale gracias…
- Haz silencio en tu interior…
4. COMPROMÉTETE
- ¿A qué te invita su Palabra?
- ¿Qué podrías mejorar o cambiar?
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