1. LEE: Lc 9, 11b-17
El jueves siguiente a la celebración de la Santísima Trinidad, la Iglesia celebra la solemnidad del Corpus Christi, una fiesta de gran tradición en el pueblo cristiano. Hace ya algunos años, para facilitar la participación de los fieles, en muchos países se ha trasladado al domingo.
Su principal finalidad es proclamar y aumentar la fe de los creyentes en la presencia real de Jesucristo en el Santísimo Sacramento, dándole un culto público. Por eso las celebraciones del Corpus suelen incluir una procesión en la que la hostia consagrada se exhibe en una custodia.
La fiesta surgió en la Edad Media, cuando en 1208 la religiosa Juliana de Cornillon promueve la idea de celebrar una festividad en honor al Cuerpo y la Sangre de Cristo presente en la Eucaristía. Así, se celebra por primera vez en 1246 en la diócesis de Lieja (Bélgica).
Dado que estamos en el ciclo C, se nos propone una lectura del evangelio según san Lucas, c. 9, vv. 11b al 17, concretamente el de la multiplicación de los panes, considerado una hermosa catequesis sobre la eucaristía.
Una de las claves de lectura es observar el gran contraste que hay entre Jesús y sus discípulos. Así, por ejemplo, pese a lo inoportuno del momento (Jesús y sus discípulos han ido a descansar), Jesús acoge a la multitud y la atiende en todas sus necesidades: les da el pan de la Palabra (pan para el espíritu) y sana a quienes estaban enfermos. Los Doce, en cambio, llegada el fin de la jornada, le dicen a Jesús que despida a la multitud. La contraposición entre acoger y despedir, resalta la gran diferencia de estilo entre Jesús y quienes lo acompañan. Jesús se preocupa de la gente; ellos, pretenden que cada uno “se busque la vida”. La respuesta de Jesús: «denles ustedes de comer» es una fuerte llamada a darnos cuenta de nuestra responsabilidad social, yo soy responsable de mi hermano…
Una segunda contraposición es la de comprar-dar. Ante una necesidad, los Doce no son capaces de ver lo que tienen. Los 5 panes y dos peces suman 7, lo que indica plenitud. Para ellos la única opción es que cada uno se provea a sí mismo o comprar. Jesús, en cambio, los introduce en la lógica del dar, del poner a disposición lo que se tiene. Lo que tenemos, por poco que nos parezca, en manos de Jesús es más que suficiente. Jesús consigue hacer que los discípulos afronten el problema a partir de ellos mismos, a partir de los medios de que disponen. Cuántas veces, al creer que ante una determinada situación no podemos hacer nada, dejamos de hacer lo poco que podemos... Y, en manos de Jesús, nada es poco…
De los Doce, se pasa a hablar de los discípulos, un grupo más amplio. Ellos siguen las indicaciones de Jesús, hacen recostar a la gente y serán ellos quienes repartan el alimento “multiplicado” por el Maestro. Nosotros somos quienes hacemos de puente entre Jesús y la gente.
Los doce cestos sobrantes equivalen a los doce apóstoles, representantes de las doce tribus del nuevo pueblo de Dios: la misión continúa y nuestro encargo es atender hoy como ayer las necesidades de la gente y hacer posible que todos puedan encontrarse con el verdadero alimento, Jesús y su mensaje.
El relato de multiplicación es sorprendentemente parecido al relato de la institución de la Eucaristía (cf. 22,19). La Eucaristía debe llevar a la “multiplicación de los panes y peces”, a compartir, a preocuparnos de las necesidades concretas del prójimo, a implicarnos como Jesús en la misión. Recordemos que, cuando en el momento de la consagración, el sacerdote recuerda las palabras de Jesús: «Hagan esto en memoria mía», no se refiere a repetir un rito sino a entrar en la dinámica de donación propia del Dios compasivo que quiere atender a sus hijos de manera “integral”, en “cuerpo y alma”.
La fiesta del Corpus nos recuerda que en la eucaristía se hace presente el Señor y se nos da como alimento, y nos invita a llevar su pan a los demás, a proveerlos del pan del cuerpo y del espíritu, a hacernos pan, a poner a disposición nuestros dones para que el Señor los multiplique y haya pan para todos. Démosle gracias por haberse hecho pan, alimento para nosotros.
2. MEDITA
- ¿Qué actitud tengo yo ante los que me necesitan: la de Jesús o la de los Doce?
- ¿Qué dones pongo en manos del Señor para que Él los multiplique y los ponga al servicio de los demás?
- ¿Cómo es mi vivencia de la eucaristía, se limita al “rito” o tiene también una incidencia en mi vida cotidiana?
3. ORA
- Dialoga con el Señor...
- Pídele… Dale gracias…
- Haz silencio en tu interior…
4. COMPROMÉTETE
- ¿A qué te invita su Palabra?
- ¿Qué podrías mejorar o cambiar?
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