1. LEE: MATEO 3, 1-12
Entramos en la segunda semana de Adviento y continuamos nuestra preparación espiritual para celebrar el nacimiento de Jesús.
En el II domingo de Adviento, usualmente se nos presenta la figura de Juan el Bautista, la persona llamada a preparar el camino al Señor. Todos los evangelios sinópticos concuerdan en que Juan hacía una fuerte llamada a la conversión. Nosotros hemos reducido la conversión a una cuestión moral y/o meramente interior. Convertirse, en cambio, es dar un giro, cambiar de dirección. Convertirme es mirar mi vida, ver si estoy viviendo según los valores del evangelio, de cara a Dios. Convertirme es hacer los “giros” necesarios para reorientar mi vida en esa dirección, la dirección del amor a Dios y a mis hermanos.
Con todo, el evangelio de Mateo habla concretamente de producir frutos de una sincera conversión; es decir, pone el acento en los frutos. Y, sí, una verdadera conversión, un sincero cambio de vida se manifiesta externamente, en modos de comportamiento, de reaccionar.
El tema de los frutos es muy importante. En muchos momentos la Sagrada Escritura pone el acento en los frutos. Jesús mismo se lamenta de no haber encontrado frutos en el pueblo judío. Y los frutos son modos de ser y actuar inspirados por el amor: perdonar, acoger, disculpar, escuchar, estar disponible, comprender, tener paciencia... ¡Hay tantas maneras de expresar el amor! Igual que al árbol se lo conoce por sus frutos; a las personas se nos conoce por nuestras obras.
En esta segunda semana de Adviento, por tanto, se nos pide que veamos qué frutos estamos dando y, sobre todo, qué frutos espera el Señor de mí. Ese será el mejor regalo que le podemos dar a Él y a los demás en Navidad.
2. MEDITA
- ¿Qué frutos estoy dando? ¿Qué me diría el Señor? ¿Cómo me ve?
- ¿Qué frutos espera de mí el Señor? ¿De qué necesito convertirme?
- ¿Qué actitudes, que comportamientos debo cambiar para vivir más coherentemente mi vida cristiana y prepararme a la celebración del Nacimiento de Jesús?
- Dialoga con el Señor...
- Pídele… Dale gracias…
- Haz silencio en tu interior…
- ¿A qué te invita su Palabra?
- ¿Qué podrías mejorar o cambiar?
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